se hace camino al andar

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24 febrero, 2020

Retos entre Trump, Guaidó y Maduro


Jesús Silva R.

Trump no dio rueda de prensa con Guaidó en la Casa Blanca como se estila con jefes de otros países, parece que no desea detallar la política que desarrollará hacia Venezuela en los meses venideros. Trump no abandonará las sanciones económicas ni las presiones diplomáticas contra Maduro, pero es factible “flexibilizar” la hostilidad de Washington con “acuerdos parciales” entre las administraciones de Trump y de Maduro, con la participación de la “oposición dura”, por ahora, encabezada por Guaidó.

En la agenda de “acuerdos parciales” está la celebración de elecciones legislativas venezolanas, que aunque no satisface a Trump, si puede mejorar el panorama diplomático. Esto si se designa un nuevo CNE con representantes de los principales sectores políticos del país y se desarrollan comicios que permitan una nueva asamblea nacional plural con izquierdistas, centristas y derechistas. Si ello ocurre pronto, existirá revivirá la esperanza de diálogo efectivo entre Caracas y Washington.

Para esta fecha, Trump entiende que seguir asfixiando económicamente a Venezuela no derrocará a Maduro y que la oposición venezolana no tiene fuerza para provocar un alzamiento militar ni un estallido social que detone un quiebre político. A criterio de Trump el bloqueo le facilita a Miraflores una retórica de justificación a los problemas como históricamente ha sucedido con Cuba. No obstante, nadie debería menospreciar que para el venezolano de a pie la confiscación de CITGO, Monomeros, reservas en oro, y otros, significa agresión al país y a su bolsillo.

En este año, Maduro tiene el reto de aliviar tensiones internas, puede lograrlo si impulsa políticamente un nuevo CNE plural y elecciones legislativas con participación de todos los partidos políticos, especialmente los que más lo adversan. Es menester reconocer que los dirigentes opositores que comenten delitos tienen una responsabilidad penal individual pero las toldas opositoras deben seguir existiendo sin trabas burocráticas. Una apertura política de este tipo, desarticulará a la oposición dura que predica el abstencionismo electoral con 4 millones de creyentes.

2020 debería ser un año de flexibilización en lo político y en lo económico (bancarizar el dólar, eliminar impuestos excesivos a la clase media, etc.) que faciliten coexistencia entre polos contrarios. En lo político abrir canales para que todos participen electoralmente, tanto opositores duros como blandos, también conocidos como colaboracionistas; al igual que dispensar un trato más tolerante al llamado “chavismo crítico” o disidente. La liberación de políticos presos por delitos menores es una política que favorece el prestigio del gobierno que la promueve, como también es beneficioso dar espacio al debate interno, la crítica, en el entendido de que el poder militar e institucional está claramente consolidado a favor de Maduro en la presidencia. Hoy no hay guerrilla en Venezuela, ni guarimba, ni corriente divisionista organizada dentro del chavismo o nada parecido que represente una amenaza a la vanguardia que dirige a la nación. Esto es así por incapacidad política de la oposición y dispersión de los chavistas descontentos, que aunque numerosos, no están unidos, tal vez por sus grandes egos.

Procurar la ruta electoral exigiendo garantías es lo mejor que Guaidó puede hacer para sobrevivir políticamente dentro de Venezuela, su extensa gira internacional crea expectativas en el pueblo opositor pero tales pueden desvanecerse si al aterrizar en Maiquetía insiste con la misma agenda de las tres frases. Eso ya se agotó en 2019 y es hora de reinventarse, de creer en la posibilidad de “acumular fuerzas” y no orar más por una intervención militar norteamericana.
Por su lado Trump tiene gran posibilidad de ser reelegido y no correrá riesgos activando una opción armada contra Venezuela que dividiría la opinión pública del mundo y sobre todo la de EEUU, lo cual en geopolítica militar es lo que más pesa, aunque suene antipático decirlo.


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