se hace camino al andar

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21 junio, 2008

SOMOS JÓVENES REVOLUCIONARIOS


Autor: Jesús Silva R.

En tiempos de política ambigua, quien suscribe, joven revolucionario, expresa la clara postura de su colectivo: rotundo rechazo hacia las plagas del capitalismo. En efecto, luchamos por el derecho a una vida sana, exenta de medios de comunicación nocivos, fetichismo, modas idiotizantes, tintes, silicón y fiebre por los "shopping center" (centros comerciales), pues son todos instrumentos del capitalismo para inyectar antivalores a las masas juveniles y convertirlas en legiones de maniquíes con destino al lumpen de la sociedad.

Frente a la decadencia, concentramos nuestros mejores esfuerzos por la creación del hombre nuevo: un individuo armónico, libre y avanzado en todas sus facetas, que sea un trabajador instruido en la producción de bienes en colectivo, que asimile el precepto de que cada cual percibe las riquezas de lo que trabaja y conciba la creación de bienes espirituales y materiales como valores al servicio de la humanidad.

La realización de tal obra constituye la misión de nuestra existencia, por ello procuramos establecer trincheras de combate del tamaño que la voluntad, las circunstancias y nuestras propias fuerzas lo provean. Correctamente optamos por la lucha desde la clase trabajadora, mediante un partido o corriente; convencidos de la justeza de nuestra causa y afianzando día tras día nuestra contradicción frente a las ideologías anacrónicas del mundo.

Con la juventud que nos abraza, aspiramos hacer de cada joven un hombre nuevo, que se permita ser poeta, artista y realizador sin egocentrismo. Un sujeto de expresiones múltiples e inagotables, dotado de un elevadísimo sentido del honor y de la ética. Alguien que por su valor intrínseco se libere del yugo mental y material de la explotación capitalista. Inmersos en el estudio y el trabajo, andamos de Quijotes por el mundo, luchando por hacer realidad la plena libertad de todos los explotados, apoyados siempre en el socialismo científico. Por todo lo anterior e identificándome con el sentimiento de mi colectivo, ayer como dirigente nacional de la JCV y hoy como abogado de los trabajadores; invoco a aquel prominente irlandés, ganador del Premio Nobel de Literatura, George Bernard Shaw, quien lúcidamente precisara la motivación de nuestra vida: "Algunos hombres ven las cosas como son y se preguntan por qué. Yo sueño cosas que nunca han sido y me pregunto por qué no".

VER PUBLICACIÓN EN:

http://www.aporrea.org/ideologia/a59133.html

http://www.kaosenlared.net/noticia/somos-jovenes-revolucionarios

18 junio, 2008

I'M SORRY, MR. OBAMA… THE PROBLEM IS CLASS, NOT COLOR


Autor: Jesús Silva R.

Una mirada a las elecciones en el país de la irrealidad

No hay duda sobre lo insólito que resulta para la opinión internacional, el perfil personal del candidato demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos, ya que la sola posibilidad de su triunfo en este desafío electoral de 2008, nos acerca a lo que hasta hace muy poco era una utopía: ver al país líder en segregación racial estar bajo la conducción de un integrante de las etnias más maltratadas en la historia, los afrodescendientes. Por ello, no deja de ser asombroso que quien responde al nombre de Barack Hussein Obama Jr., nacido en Hawai, hijo de un musulmán Keniano y con una carrera política tan corta, sea hoy en las encuestas el flamante favorito para convertirse en el primer "presidente negro de una Casa Blanca".

Para satisfacción de quienes ven las elecciones como farándula y basándome en mi relación desde niño con ese pueblo, su lengua y su cultura, me bastaría proponer que estudiáramos el "Efecto Bradley", un fenómeno de la cultura política gringa según el cual los candidatos afroamericanos -o miembros de cualquier otra minoría racial- suelen tener mejores resultados en las encuestas que en las urnas, en virtud de un supuesto "racismo secreto" en el electorado. Sin embargo, creo juicioso ir más allá de los datos genealógicos de Obama y me inscribo entre los revolucionarios comprometidos con materialismo histórico para advertir que conservamos una duda razonable sobre el programa político que pueda desarrollar este enigmático personaje en el hipotético caso de llegar a presidente, puesto que sabemos que la pertenencia a una raza o etnia (segregada o no) no garantiza un compromiso de reivindicación con el multidiverso conjunto de excluidos del planeta.

En efecto, nuestra prédica revolucionaria ha sido clara y constante respecto a que el conflicto real de la humanidad radica en la división entre explotadores y explotados; y que las injusticias de cualquier otra naturaleza (raciales, religiosas, políticas o de género, etc.) son consecuencia de la referida segmentación socioeconómica. Precisemos entonces los fenómenos históricos en su justa dimensión e identifiquemos que la marginación padecida por los afrodescendientes durante siglos ha girado en torno a su empobrecimiento, que ésta no les ha sido impuesta por la generalidad de la sociedad, sino específicamente por la clase dominante de cada época de la humanidad: los esclavistas de ayer son la burguesía de hoy.

El perfil de Obama está muy lejos de los grandes revolucionarios afroamericanos como Paul Robeson, Martin Luther King Jr., Malcolm X, Muhammad Ali, Louis Farrakhan o Jessie Jackson. De allí que para anticiparnos responsablemente al rumbo de un gobierno presidido por este "simpático burgués", abogado egresado de la aristocrática Universidad de Harvard y cuya campaña archimillonaria ha estado abiertamente financiada por superpoderosos consorcios económicos, sea necesario reflexionar sobre su trayectoria como miembro de su comunidad, actor político y hombre profesional. Ello aportaría los mejores elementos para precisar su identidad de clase y determinar lo realmente importante: si su gobierno se inclinaría a favor de los explotadores o de los explotados, más allá del color de su piel. Es ésta la motivación de nuestro título: Lo siento, Señor Obama …el problema es la clase, no el color.

Ver publicación en:

http://www.kaosenlared.net/noticia/barack-obama-mas-alla-color-piel

05 junio, 2008

LA HISTORIA DE MUHAMMAD ALÍ



Autor: Jesús Silva R.

"Los Héroes de la Resistencia"

LA HISTORIA DE MUHAMMAD ALÍ (EX CASSIUS CLAY)

Admirables personajes, que por su obra llegaron a ser ejemplos universales de dignidad humana, debieron enfrentar el asedio y la persecución de regímenes opresores por resistirse a sus formas de sometimiento y degradación contra el ser humano. Esos seres de incomparable firmeza de espíritu que valientemente se rebelaron contra los antivalores y atropellos de la clase dominante, fueron visionarios que despertaron la conciencia de las masas y abrieron caminos hacia un mundo de paz con justicia social.



De ese grupo de titanes de la última mitad del siglo XX, que emularon el papel heroico de David contra Goliat, me merece un afecto especial MUHAMMAD ALÍ, ex Cassius Clay, quien se diera a conocer como el campeón mundial de boxeo que cambió su nombre y adoptó la religión islámica. Pero cuya fama mayor nacería cuando se negó a participar en la guerra de Viet Nam, argumentando sus convicciones sociales y antiimperialistas.


La resistencia conciente de Alí, en su negativa de irse a la guerra, constituyó un acto político de implicaciones trascendentales: Ante el mundo, era el cuestionamiento de un ciudadano hacia el país supuestamente Modelo de Democracia en la época de la guerra fría. Y era además, la sorprendente renuncia de un joven venido de la exclusión social y racial, a los placeres de fama y fortuna que le ofrecía la alta sociedad estadounidense. El alzamiento de quien fuera el medallista olímpico y máximo campeón del pugilismo, representaba una bofetada para la propaganda feliz del “sueño americano”. En este escenario, la rebeldía del campeón, lo hizo blanco de toda la furia del Imperio más brutal de la historia, al punto de que corriese riesgo su propia vida, en tiempos en que otros notables dirigentes negros como Malcolm X y Martin Luther King habían sido asesinados por organizaciones del terrorismo racista. Fue, para los movimientos sociales que procuraban la igualdad de derechos para las razas, un período de persecuciones, violencia, represión, torturas y asesinatos.


Al mismo tiempo, la Justicia del todopoderoso Estado Yanqui lo mantuvo amenazado a cinco años de cárcel en un proceso que llegaría hasta la máxima instancia y que lo obligó a pagar una costosa defensa de abogados y libertad bajo fianza. Lo despojaron de su título deportivo, fue difamado y satanizado por los grandes medios de comunicación como “comunista”, delincuente y traidor a la patria. Se le prohibió ejercer su profesión así como salir del país. Para Alí, en la primera línea de batalla, fueron años en que sufriría la ruina económica total, la calumnia, el racismo y el aislamiento. No obstante, los resultados de la guerra en Vietnam darían un vuelco a la opinión pública estadounidense que empezó a rechazar masivamente aquella guerra criminal. Ya para ese entonces, Alí se encontraba luchando por recomponer su reputación, recorriendo el país como conferencista en Universidades, teatros y otros espacios de encuentro, llevando su mensaje de igualdad racial y social, libertad de pensamiento, paz mundial y sobretodo: Antiimperialismo. Finalmente, la opinión mundial lo reivindicaba y la presión nacional e internacional contra el genocidio de Vietnam forzó a la Corte de Suprema de Justicia Estadounidense a devolverle su libertad plena con la votación unánime de sus ocho magistrados.


Aquel niño, pobre y negro, nacido en una sociedad dividida en clases, infectada del más furibundo racismo dentro del Imperio que masacraba a otros pueblos, se hizo el hombre que por encima de las más adversas circunstancias, tuvo en su moral revolucionaria, el motor de su incansable lucha, y solo así fue capaz de vencer fuerzas que parecían insuperables al comienzo. El campeón se había convertido en uno de los personajes más respetados que recorrería el mundo como un símbolo consciente del Antiimperialismo. Ante los ojos de todos, tal como lo realizaba en el boxeo, pero ahora en el campo político, ético y moral, Muhammad Alí le había propinado al Imperio un contundente nocaut. En el momento de mayor crisis social, él le daría a la prensa un mensaje realmente impactante: “Por qué este Gobierno me pide ponerme un uniforme y viajar diez mil millas a descargar bombas y balas sobre los amarillos de Vietnam mientras los negros de acá somos tratados como perros. Si yo pensara que ir a la guerra le daría libertad e igualdad a los millones de negros de mi pueblo, no tendrían que reclutarme, yo me les uniría mañana mismo. Pero yo realmente no tengo nada que perder al mantener mis principios, ya los negros hemos estado encarcelados por cuatrocientos años”


En el mundo de hoy, frente al actual proceso de globalización, donde la desvalorización del mundo humano crece en razón directa a la valorización del mundo de las mercancías, es importante reivindicar el valor internacionalista de la resistencia de los pueblos y de sus hombres más honestos, desde todas las trincheras de lucha existentes, porque la verdadera ética revolucionaria va más allá de lo que podría complacer a la cultura burguesa dominante. Esta ética está comprometida con el convencimiento de que la dignidad humana es el derecho de todos y no el privilegio de unos pocos. El ideario ético revolucionario está fundamentado en la convicción intransigente de que debemos hacer prevalecer el interés colectivo por encima del interés individual.


En pleno recrudecimiento de la lucha de clases, como defensor de los trabajadores, he podido constatar que el pueblo tiene muchos héroes anónimos que resisten frente la opresión patronal capitalista, en las fábricas, en los campos, en todos sus espacios de acción; siento que a ellos debe ir especialmente este mensaje: Muchas veces la vida nos plantea peculiares ironías, verbigracia, nuestra purificación personal, debiendo vivir temporalmente en reductos que concentran los más atrasado del pensamiento humano. Es entonces cuando debemos alzar aun más nuestras banderas, elevar la formación ideológica y la conciencia de clase, articularnos como colectivo de lucha, porque lo subjetivo y lo objetivo forman parte de la realidad. Tan cierta es una adversa correlación de fuerzas en un régimen transitorio, como cierta es la voluntad de las mentes que se resisten a ella. Es por esto que no deja de ser una verdad universal, que el orden tangible no es el único rector de la conducta humana, sino que en estos casos, puede ser un mayor rector, y debe serlo, la convicción de resistencia y los principios morales. Ese es el modelo de hombre futuro, uno que por sus actos, es sin duda el más evolucionado, un individuo que nutre a la escuela de relaciones humanas, rumbo a una sociedad sin explotados.


VER PUBLICACIÓN EN:
http://www.aporrea.org/actualidad/a40958.html