se hace camino al andar

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17 noviembre, 2011

DEBATE DE LOS PRECANDIDATOS Y BREVE ANÁLISIS CRUDO



Por: Jesús Silva R.

A los fines de un análisis breve sobre el debate de los precandidatos presidenciales de la Mesa de la Unidad Democrática (14-11-11), compartimos las siguientes consideraciones enfocadas en el escenario político electoral y sus protagonistas:

Diego Arria: veterano diplomático de la "época dorada" de Don Carlos Andrés Pérez, quien exhibió la mejor redacción en el discurso, pero gastó excesivo tiempo en anunciar los desastres que, según él, destruirán a la república sino salimos del actual Presidente, cuanto antes. Su momento estelar: Aseguró que desde la Corte Penal Internacional en La Haya, hará encarcelar a Chávez.

Leopoldo López: Autoproclamado descendiente de Simón Bolívar, ahora también dice tener identidad "popular". Es estudioso del "coaching", el "cooperative work" y el "self-motivation" impartido en las escuelas estadounidenses. Asimismo se le recuerda como afortunado beneficiario económico de la vieja PDVSA, la cual le permitió crear un partido político.

Se mostró disciplinado en su infatigable repetición de que va a construir "la mejor Venezuela" y buscó enfáticamente conectarse con los jóvenes para restarle votos a Capriles Radonski, corresponsable de la expropiación de su partido (PJ). Su momento estelar: Dijo que hay que desmontar el Estado capitalista (insólito).

Pablo Pérez: Convertido en gobernador del Zulia por el dedo de Manuel Rosales y designado hoy aspirante presidencial por el dedo de Henry Ramos Allup, ha sido un gran bendecido por los dedos de la socialdemocracia. Como buen alumno de Rosales, el uso de la palabra pudiera no ser su mayor talento, pero se siente guapo y apoyado por las macoyas en la tarea de derrotar a Capriles.

Su equipo hace esfuerzos por limpiar su imagen luego del episodio televisado en el evento gaitero con el grupo Coquimba y su presunta embriaguez de esa noche. Es, en todo caso, la actual ficha de la vieja derecha puntofijista; aunque al interior de su conciencia, sabe que ganar en el Zulia no es ganar en Venezuela. Su momento estelar: No existió.

Henrique Capriles Radonski: Hasta hace un par de meses lucía imbatible en las encuestas como candidato opositor, pero los diabólicos restos del Pacto de Punto Fijo (expertos en articular macoyas y cayapas) han puesto en grave peligro su posibilidad de triunfo en las primarias.

Capriles, democristiano de nacimiento, pidió cacao en Copei y le dijeron que no. Reponiéndose de ese guayabo y del otro causado por la imposición de hacer elecciones primarias para Miranda, hoy encara un desafío inédito en la derecha venezolana (lograr más votos con menos partidos). Víctima de tantas trampas y traiciones de quienes le profesaban solidaridad y compañerismo, es seguro que Henrique nunca más participará en saraos ni funerales adecos.

Con lenguaje moderado, se mostró conciliador y cacareó ser el mayor constructor de escuelas y viviendas del país. Insinuó no ser bendecido por el dedo de ningún caudillo (una diminuta estrellita ninja lanzada contra Pablo Pérez).

No mostró programa económico ni parada cierta en su autobús del progreso, pero le pide votos a todos los opositores que hoy no lo quieren (adecos, copeyanos y sus derivados, incluso ex chavistas). Su momento estelar: El alarde de que viene rodando en política desde que fue presidente de la cámara de diputados del extinto Congreso de la República (tantos años como Chávez).

María Corina Machado: Nadie niega su categoría estética, su histrionismo, o su estampa incorregiblemente glamorosa. Tanto que se ha convertido para la política derechista venezolana en lo que fuera Lupita Ferrer hace dos décadas para las telenovelas criollas, "a drama queen" (una reina del drama).

Claramente influenciada por las historias idílicas de Corin Tellado cuando habla, tan entusiasmada, sobre su "Capitalismo Popular", y a la vez inspirada en los melodramas de Delia Fiallo cuando se refiere al apocalíptico "Comunismo Chavista", aun vive del prestigio de su visita a George W. Bush) y de los auto-atentados que se practica en barrios chavistas que visita junto a sus escoltas.

En el debate, fue fiel a sus técnicas comunicacionales, la no conciliación con el chavismo, el ataque directo al Presidente y el presagio del desastre. Agregó por primera vez que su "Capitalismo Popular" incluye un fondo para el emprendimiento (ignora los programas del Banco Bicentenario, Banco de Venezuela, Banco Industrial, Bandes, Banco de la Mujer, y demás entes de la banca popular del Estado).

Promete, sin pena ninguna, que con ella los buhoneros pronto se convertirán en empresarios, pero no brinda detalles sobre su exótica teoría económica. Por otra parte, insiste en conversa diaria y directamente con las mujeres humildes y sobre todo las madres más pobres, buscando fundar un nexo emocional con ellas para convertirse en referencia de ese poderoso segmento de la población.

Machado siente que después de los triunfos de Bachelet en Chile, Cristina en Argentina, Chinchilla en Costa Rica y Dilma en Brasil, la gran hora ha llegado para ella. Su momento estelar: "Por ahí me dicen María" (pegajoso jingle electoral que intenta popularizar su imagen sifrina). Además parafraseamos su mensaje final en el debate, si quieren hacer la diferencia frente a los últimos cincuenta años, voten por una mujer, voten por mí.

Resultados:

Diego Arria: pasó de ser un ignorado a convertirse en un candidato notorio, lo cual puede ser un triunfo (por ser el más beneficiado del debate) aunque ello no lo sacará del sótano en todas las encuestas.

Leopoldo López: Logró confundir a la juventud opositora y por ello cumplió su misión fundamental (malograr el chance de Capriles Radonski). Exitoso en la labor de zancadilla contra su antiguo amigo, pero permanece totalmente como ficción en lo que respecta a su alternativa de triunfo en las primarias de la MUD.

Pablo Pérez: Participó con el propósito de no perder lo mucho que ha ganado en dos meses. Hizo bastante por no parecerse a Rosales y esa es una noble misión para cualquier candidato. Fue eficiente al evitar pronunciar disparates que lo expusieran a la burla pública y mediática.

No tenía obligación de brillar discursivamente y ciertamente no lo hizo. Pero conservó las formas y las apariencias del libreto que le esribieron suficientemente como para salir intacto del debate, lo demás lo harán las maquinarias (cogollos) para impulsar su campaña.

Henrique Capriles Radonski: Teniendo la mayor carga de la campaña (tareas por hacer y votos por conquistar), su inofensiva actuación durante el debate causó decepción entre sus seguidores y todos quienes lo ven como posible opción. Desaprovechó la oportunidad de arrinconar a Pablo Pérez (su mayor amenaza), tal vez evidenciando que está muy lejos de tener el ímpetu (carisma, fortaleza, coraje, imaginación) de los dirigentes democristianos de épocas pasadas.

La recomendación de sus asesores en cuanto a que la retórica pacifista es lo que más le conviene a su imagen pública, podría en pocos meses resultar en causa de despido justificado contra esos politólogos, semiólogos, periodistas y asesores de imagen que lo aconsejan, así como la muerte política del propio Henrique. El balance general es negativo.

María Corina Machado: Cumplió con las expectativas generales del colectivo opositor, que no son precisamente conquistar la candidatura presidencial, sino fortalecer su imagen nacional como opositora radical y de acusación personalizada contra el Presidente Chávez.

Siguió sumando en su consolidación como referencia del nuevo liderazgo femenino burgués. Sus emblemas de anticomunismo y "capitalismo popular" (experimento británico traído a Venezuela) le otorgan una imagen definida que otros candidatos evitan asumir y al mismo tiempo le conceden un abaníco de opciones para futuras contiendas electorales. Su retórica apasionada (eso que motiva a Oscar Schemel de Hinterlaces a decir que María Corina es romántica) le favoreció en el debate, más allá de que su falta de alianzas con los partidos, debiliten sus posibilidades de victoria.

En definitiva, vimos un debate entre figuras al servicio del capitalismo, del hegemonismo estadounidense en nuestro sub-continente latinoamericano y de las elites que promueven el retorno de un gobierno empresarial en Venezuela. Precandidatos que se aferran a disfraces populistas para ocultar el plan nefasto que las burguesías nacional y transnacional tienen preparado para la nación si lograsen la proeza de derrotar electoralmente a Hugo Chávez.

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