se hace camino al andar

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24 julio, 2012

CIENTÍFICOS DE LA POLÍTICA VERSUS PORRISTAS EMOCIONALES



Por: Jesús Silva R.

Si pensamos en la política como ciencia social que analiza las formas de generar y organizar el poder en la sociedad, el cual contiene un objeto, métodos, principios y leyes; entonces andamos en el camino correcto del conocimiento.

Pero si nos planteamos la política como una guerra emocional sin marco racional, donde prevalece el amor al mesías y el odio ciego al adversario; es evidente que nos hundimos en el más caótico primitivismo.

Si estudiamos la alianza entre clases sociales y sus partidos políticos, y que a partir de tales surge un entramado de intereses que procuran instalarse como vanguardia gobernante; es seguro que estamos asimilando las máximas de la política y su realidad circundante.

Si por el contrario, asumimos el hecho político como la simple confrontación de un juego de béisbol entre Caracas Magallanes, entonces haremos el papel de "Cheer Leaders", porristas, barra brava, hooligans; pero en ningún caso nos aproximaremos a la ciencia aplicada ni a la luz del saber elemental.

Si de manera serena nos paseamos por los argumentos del adversario y los propios, hacemos honor a los valores de la libertad, la democracia, los derechos humanos, la diversidad y el pluralismo; estaremos cerca de garantizar que sea el formato del diálogo y la paz el que prevalezca para la resolución de los conflictos sociales, y que el Estado y el régimen democrático realmente sirvan para la convivencia armónica.

Si más bien le damos la espalda a la tolerancia y al respeto a la diversidad, y nos sentimos propietarios de verdades absolutas que no admiten discrepancias; pudiéramos contribuir a la bestialización y la animalidad en la sociedad, la cual más temprano que tarde nos llevará a escenarios de violencia impredecible, pérdida de la convivencia e incluso la guerra civil.

En definitiva, podemos ser científicos de la política para promover la paz y la sociedad sin clases, o comportarnos como meros porristas de causas fundamentalistas y fetichismos desquiciantes. Cada quien decide.

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