se hace camino al andar

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03 junio, 2010

FUNDAMENTOS DE NUESTRA EPISTEMOLOGÍA: LUDWIG FEUERBACH Y EL FIN DE LA FILOSOFÍA CLÁSICA ALEMANA


Por: Jesús Silva R.

Todas las corrientes idealistas y metafísicas fueron incapaces de resolver materialmente la problemática social y por ello fueron desechadas por las masas de la sociedad industrializada. Siniestro demagogo de la epistemología fue Aristóteles, quien al servicio de la clase dominante, justificó la esclavitud en el primero de los siete libros de su obra titulada: "Política”. Ciertamente, si epistemología es teoría del conocimiento y conocer es saber, entonces lo sabido será verdad, sólo si permite que el ser humano logre propósitos palpables en nexo con sus congéneres y la naturaleza.


Desde este enfoque, el hombre de las cavernas fue un auténtico epistemólogo, al teorizar y llevar a la praxis la asociación equitativa con sus semejantes como el sistema más idóneo y eficiente para las tareas de supervivencia (caza, pesca y recolección). Siglos después, con la complejización de la economía y la resultante sociedad dividida en clases, no fueron epistemólogos sino legitimadores de la explotación del hombre por el hombre, quienes apoyaron diversas teorías del saber donde la imaginación humana era rectora de la realidad.


Por todo lo anterior, profesamos el Materialismo Dialéctico de Marx y Engels (Léase: “Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.” 1886 http://www.marx2mao.com/M2M(SP)/M&E(SP)/LFFFCA86s.html), por ser la ciencia que nos muestra que la realidad nace de la materialidad y se refleja en la percepción humana hasta convertirse en conocimiento; dicha realidad implica un saber dialéctico, en virtud de la incesante variación del todo ante el espacio, el tiempo y las circunstancias.


En América Latina, algunos críticos del Marxismo, efectuando interpretaciones propias del pensamiento del respetable camarada Ludovico Silva, han insistido en que hay incongruencia entre el llamado materialismo dialéctico y el materialismo histórico, pues a decir de ellos el primero es estrictamente referido al campo de las ciencias naturales y el segundo alude sólo a las ciencias sociales; han dicho estos camaradas que la aplicación de un mismo método de análisis a objetos tan disímiles constituye una interpretación mecanicista que persigue de modo forzoso subsumir en una idéntica epistemología a la naturaleza y a la sociedad.


Han dicho algunos ludoviquistas que esto se trata de un experimento unilateral de Engels al margen de los genuinos postulados de Marx, sin embargo tal criterio resulta manifiestamente incierto, pues necesario es recordar que décadas después el propio Lenin (Véase: “C. Marx.” 1914) reivindicó explícitamente la veracidad de la ligazón epistemológica entre lo dialéctico y lo histórico en el marco del materialismo: “la dialéctica es, según Marx, la ciencia de las leyes generales del movimiento, tanto del mundo exterior como del pensamiento humano".


De este ideario comprobamos el principio de la contradicción que nos revela como el desarrollo opera en saltos y revoluciones, que son "interrupciones de la gradualidad"; precisamente una trasformación de la cantidad en calidad, creada por la innegable colisión (en sociedad y naturaleza) de las diversas tendencias; por ello la historia es dirigida por las fuerzas de la sociedad, por la lucha de clases entre explotadores y explotados y en tal sentido nuestra ciencia no admite supersticiones ni Mesías.