Por: Jesús Silva
Pura fue lo más puro de la revolución, gente que lucha sin esperar nada a cambio. Tuve la satisfacción de conocer a Pura Soto Rojas mucho años antes de encontrarla personalmente. El asesinato de su hermano Víctor a manos del régimen puntofijista, la larga lucha de su hermano Fernando y los méritos de ella misma reivindicando la memoria de los combatientes de los años 60, 70 y 80 del siglo pasado, tocaron profundamente el corazón de mi generación de jóvenes marxistas a mediados de los 90.
En el segundo quinquenio presidencial de Rafael Caldera, cuando su aparato policial arremetía contra los ex aliados del chiripero, entre ellos el PCV -tolda donde yo milité por 15 años hasta que migré al PSUV anhelando la unidad chavista- compartimos escenarios de rebeldía con la siempre consecuente camarada Soto Rojas. Eran tiempos de austeridad y máxima mística revolucionaria entre camaradas. Ser socialista no suponía privilegios de ningún tipo.
Desde 1964 y hasta su partida en octubre de 2019, Pura dedicó su vida a la defensa de los derechos humanos, siempre con humildad. "Purita" como cariñosamente la llamábamos quienes la sentíamos como nuestra abuela revolucionaria, fue una mujer que con el lenguaje de los hechos y la autoridad moral de años de lucha se ganó el respeto del movimiento revolucionario.
Tuve el privilegio en 2010 de trabajar con ella y mi entrañable amigo Paúl Del Río -alias Máximo Canales- durante varios meses de elaboración de la Ley contra el Silencio y el Olvido, instrumento vinculado a sancionar asesinatos y delitos del Estado forajido cuartorrepublicano contra los disidentes.
Nunca olvidaré que Purita, siempre solidaria con sus camaradas, le dio el número de cédula de mi padre a la señora que en 2015 aun fungía como Fiscal General, pues con base en esa ley, se rescatarían los expedientes de juicio político, entradas a la DIGEPOL, Cuartel San Carlos, etc, de guerrilleros torturados, desaparecidos, muertos, etc, como era el caso de mi padre; esto con el fin de por lo menos promover la reivindicación histórica de quienes se inmolaron por el socialismo. En muchos casos esta misión se cumplió, en otros no.
Ocurrió que la alta funcionaria tomó datos de mi viejo, ex miembro de las FALN: JESÚS MANUEL SILVA ALFONSO, CÉDULA: V.- 2.774.416. Pero nunca ubicó su expediente (a pesar de que papá tuvo incontables registros en archivos militares y policiales por "rebelión" y 5 años de prisión ilegal). La historia se encargó de explicarme por qué en mi caso no se hizo justicia, por ahora. La recuperación del Ministerio Público, iniciada en 2017, cuenta hoy con un representante diferente cuya positiva gestión renueva nuestras esperanzas.
Finalmente, como hijo de un preso político encarcelado y torturado por la IV República, doy testimonio histórico de que Pura Soto Rojas fue una venezolana ejemplar abogando por las víctimas del terrorismo de Estado en Venezuela. Su intachable hoja de vida la condujo a ser fundadora de la primera Comisión Especial de Derechos Humanos en la Asamblea Nacional. Hasta sus últimos días nos tendió su mano amiga, siempre enfrentada contra las persecuciones políticas y las violaciones al debido proceso. Querida Pura, eterna luchadora, los revolucionarios te agradecemos.
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