se hace camino al andar

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26 enero, 2019

Embajada de EEUU se fue de Venezuela

Jesús Silva R. 

Sigue viva mi esperanza de que EEUU y Venezuela logren respeto mutuo y coexistencia pacífica pero otra gente quiere guerra. Quiero mucho al pueblo de EEUU, con él crecí cultural y profesionalmente, pero discrepo de las políticas imperialistas de la administración en Washington. 

Es así que el último delirio de la oposición radical venezolana fue que el Presidente Nicolás Maduro desalojara por la fuerza a los diplomáticos de la Embajada de EEUU en Venezuela y con ello lograr que Donald Trump activara la opción militar que ya ofreció en 2017. Vale decir una opción que la ultraderecha venezolana (con Voluntad Popular al frente) promueve afanosamente pero que la Casa Blanca no ha querido aprobar, por ahora. Los hechos demuestran que la Revolución Bolivariana nunca ha considerado violar el Derecho Internacional mediante el uso de la fuerza contra una sede diplomática. 

Fue sólo durante el breve gobierno de facto del ultraderechista Pedro Carmona Estanga en 2002 cuando Henrique Capriles desplegó violencia contra la Embajada de Cuba. Tampoco el gobierno de EEUU aceptó la petición del diputado Juan Guaidó en cuanto a que los diplomáticos estadounidenses jugaran un papel aventurero y desobedecieran el ultimátum de Maduro (72 horas para salir del país).

Sabiamente y en sana paz, los funcionarios de la referida Embajada se fueron de Venezuela, al menos un primer grupo; y los que quedan podrían irse en las próximas horas o días. En resumen, este acto de los estadounidenses es un triunfo para Maduro porque su orden presidencial fue acatada, obedecida y satisfecha. 

Al mismo tiempo es la primera gran derrota para Guaidó desde su ilegal autojuramentación como supuesto Presidente interino, ya que su jefe político inmediato (U.S Embassy) le dio la espalda. Como criminólogo, que estudio las mentes delictivas, me parece fascinante la ingenuidad opositora, subestimando al gobierno de Maduro y creyendo que cometería la torpeza de atacar a la Embajada del país militarmente más poderoso del mundo. 

Tengo total certeza de que en el hipotético escenario de que los gringos se hubieran quedado, nuestro presidente no habría caído en provocación y habría activado los mecanismos del Derecho Internacional aplicable a estos casos. Dicho de otro modo, Maduro habría denunciado ante la ONU la pretendida instalación de una nueva base naval de Guantánamo en su territorio. Sin lugar ha duda, el mundo habría repudiado el abuso de EEUU y la figura democrática de Maduro se habría elevado internacionalmente. 

Volviendo a la realidad del presente, el golpe de Estado que tiene a Guaidó como fachada está políticamente derrotado, la descomunal propaganda internacional no provocó alzamiento de militares venezolanos leales a la Constitución y a Maduro, no ocurrió invasión yanqui ni asalto a embajada para provocarlo. 

A Guaidó sólo le quedan declaraciones de gobiernos pro imperialistas, los mass media extranjeros, las redes sociales y bandas armadas pagadas por Voluntad Popular que no lograrán imponer una epidemia de guarimbas. Sin pueblo ni militares, Guaidó no avanzará, con el tiempo se desgastará, decepcionará a las multitudes opositoras y una nueva desilusión se instalará en el sector antichavista. El imperio deberá inventar un nuevo plan y un nuevo títere. 

Como anécdota, criminológicamente hablando, lo más llamativo de la oposición radical apátrida y sus fans de clase media (que hacen mucho ruido en Twitter, Facebook, Instagram y etc) es que "metían casquillo" y manifestaban abiertamente su desesperación  enfermiza de que Maduro atacara la Embajada yanqui para que ello fuera detonante de la imaginaria e inmediata invasión imperialista contra nuestra Patria, sin importar los millones de muertos que ello significaría. Como si las bombas yanquis perdonaran a los opositores y sólo destruyeran a los chavistas. Definitivamente el odio conduce a la locura. 

Recuerdo las caras eufóricas del 23 de enero, ahora Veo en las calles del este sifrino de Caracas, muchas caras deprimidas y amargadas. Sin embargo con millones de dólares provenientes de embajadas injerencistas, la cúpula ultraderechista venezolana tendrá presupuesto para fabricar un nuevo Guaidó y creará otra aventura. Pasarán meses para ello. Esta historia continuará...

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