Jesús Silva R.
Como marxista estudioso de la geopolítica, durante años he sostenido la tesis de una salida dialogante al conflicto entre Venezuela y EEUU. A riesgo de ser calumniado por algunos intolerantes camaradas, he advertido que la retórica antiimperialista por sí sóla no permitirá revertir el creciente bloqueo económico y la amenaza de invasión que desde el norte se plantea contra nuestro país.
Recientemente ocurrió un evento impensable para quienes viven la política exterior con hormonas y no con neuronas, el Presidente de Corea del Norte Kim Jong-Un y su homólogo estadounidense Donald Trump se reunieron para hablar de la paz y el desarme. Apenas un semestre atrás, intercambiaron amenazas de hacerse una guerra termonuclear.
Con ningún otro país, el gobierno de Trump había llegado a niveles de tan alta tensión política, de modo que si Donald cambió su estrategia con Nor Corea bien pudiera hacer lo mismo con un conflicto menos grave como el que rodea a la República Bolivariana, quien no produce un arsenal nuclear, al menos así luce a primera vista.
Pero nuestra patria padece un caso peor que reduce sus posibilidades de alcanzar un escenario de negociación diplomática con el Imperio, y este es la oposición antinacionalista.
Mientras en Corea del Norte no existe grupo de partidos nacionales pudiendo invasión y bloqueo, en Venezuela acontece lo contrario. A lo cual se agrega que en nuestra nación, la oposición trabaja desesperadamente por construir un Estado paralelo, por ejemplo, inventa un TSJ en el exilio que pretende suplantar al tribunal verdadero, usa la Asamblea Nacional para usurpar funciones del Presidente e intenta destituirlo inconstitucionalmente, desconoce al Poder Electoral y decreta que la UCV y AVERU son las legítimas para hacer elecciones nacionales y "plebiscitos', fomenta guerra civil con violencia callejera por 4 meses, se rebela contra la Asamblea Constituyente, sabotea la economía, entre otras operaciones golpistas y suicidas.
Las locuras de la oposición confunden a EEUU y a sus aliados, hacen que Washington crea en la posibilidad de un cambio de régimen producido desde adentro de la propia Venezuela y por eso adopta una política de presión diplomática apostando al agravamiento de una crisis política interna que no trascenderá en la caída del régimen bolivariano.
Mientras en Corea del Norte reina la unidad nacional, en Venezuela persiste una desunión fomentada por la cúpula opositora que no genera soluciones en nada y sólo propicia problemas internos y externos. Esta oposición irresponsable y aventura no tiene sentido de patria, no distingue entre problemas internos que deben resolverse entre venezolanos y otros asuntos que pueden discutirse con gobiernos extranjeros.
La lógica de la política opositora es llegar al Poder como sea, incluyendo la violencia, o destruir el país si no se logra asaltar la presidencia. Esta generación de dirigentes opositores enemigos de su propio pueblo, debilita la imagen de Venezuela como Estado nación impidiendo que la diplomacia profesional de EEUU se siente a dialogar y firmar acuerdos.
Del lado del Presidente Nicolás Maduro y el equipo que lo acompaña se han producido intermitentes intentos de diálogo con Washington pero los mismos han sido perturbados mil veces por los ataques opositores y su lobby mundial que se caracteriza por la traición a la Patria.
Humildemente me atrevo a sugerir al pueblo de a pie que simpatiza con la oposición, a que elija una nueva dirigencia interna pues el fracaso desastroso de la MUD hace que esto sea obligatorio por el bien de toda la nación así como para facilitar la solución pacífica y constitucional de todos los problemas internos de los venezolanos. Si logramos tener una mejor oposición, creo que tendremos a Trump visitando Miraflores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario