se hace camino al andar

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03 octubre, 2013

Que no le hagan a Samán lo mismo que a Danilo Anderson


Jesús Silva R.

Para establecer la importancia, el poder o la jerarquía administrativa de un funcionario público, muchas personas toman como referencia si posee escoltas, anillo de seguridad y carro blindado.  Tal vez lo más adecuado sería clasificar al servidor público por la importancia de las labores que presta, su sacrificio, sus riesgos, su aporte y el impacto positivo que estos tienen en la sociedad.
Para finales del año 2004, un abogado llamado Danilo Anderson ocupaba un discreto cargo (Fiscal del Ministerio Público), pero su cara, después de la del Presidente Hugo Chávez, era la más conocida en toda Venezuela.  Fueron las inmensas responsabilidades que se le encomendaron (imputar penalmente a peligrosos banqueros y golpistas), las que junto con la fama, le dieron algo mucho más importante para un revolucionario: Respeto y reconocimiento del pueblo.
Lo absurdo del caso Danilo Anderson es que se acumularan en un mismo fiscal, la gran mayoría de los casos penales más importantes de la República. Tristemente para entonces la jefatura de turno no ordenó que se distribuyeran equitativamente los expedientes en diversidad de fiscales. Tal vez los adecos, copeyanos y sus derivados que reinaban en la alta jerarquía, deseaban la inminente tragedia de Anderson.
No es casualidad que yo tuviera que presenciar que cuando Danilo se montaba en el ascensor de la sede principal, muchos burócratas no lo saludaban y se bajaban del ascensor. Seguramente varios de esos fascistas contrarrevolucionarios permanecen al frente de esa nomenclatura burguesa, como ocurre hasta hoy con la estratégica Dirección de Revisión y Doctrina de la Fiscalía General de la República, vale decir, el cerebro de la dogmatica penal en manos de la derecha más rancia y atrasada por más de diez años. Es tiempo de romper con el preconstitucional Derecho Burgués y asumir el desafío de un nuevo Derecho Revolucionario: http://goo.gl/JQHBnz
En resumidas cuentas, rindo este testimonio por haber conocido al personaje de esta historia y ser ex funcionario de dicha institución. Felizmente renuncié bajo la convicción de que podía ser más útil a la patria desde cualquier otra trinchera y me harté de tantas guarimbas, acoso laboral y persecuciones políticas internas por el delito de ser chavista.
Pero retomando el caso de Danilo, es dramático que el haya sido solitariamente el fiscal que promovía la investigación por casos como los créditos indexados y sin embargo no gozara de la debida protección de sus superiores jerárquicos. Cualquiera de sus imputados de la banca o el golpismo, así como los socios de estos, pudieron estar detrás del poderoso artefacto explosivo (C4) colocado bajo la camioneta de Anderson, el cual cobardemente le arrancó la vida al joven abogado.
A Eduardo Samán le conozco personalmente también, siempre con pistola calzada en la cintura, hemos conversado en su oficina y hecho recorrido juntos por los pisos y ascensores de INDEPABIS. Aunque debido a mis otras tareas revolucionarias, decidí no aceptar la oferta de empleo que me hizo en su primera gestión, le respeto mucho y sé que tiene enemigos en el capitalismo y en el comercio especulador que podrían intentar eliminarlo.
Eduardo no es un comunista paranoico, él sabe que tiene enemigos burgueses que son reales y este atentado en su contra ocurrido en la madrugada del 3 de octubre de 2013 (donde uno de sus atacantes portaba una granada fragmentaria) es clara evidencia de ello. Sería imperdonable permitir que tan valioso camarada que trabaja por la Seguridad Alimentaria de Venezuela fuera víctima del sicariato por la omisión inexcusable de quienes están llamados a reforzar su sistema de protección. Aunque el fascismo juega con la muerte y la amenaza sigue latente, hay falsos revolucionarios influyentes a quienes no les importa que se repita un caso grotesco como el del malogrado Danilo Anderson.



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