se hace camino al andar

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10 abril, 2013

Norkys Batista y su derecho a tener orgasmos

Jesús Silva R.

El erotismo es una manifestación de las personas que no proviene de la naturaleza sino de la industria, es decir, Adán y Eva (si de verdad existieron) eran originalmente sexuales (porque nacieron con la aptitud para realizar actos sexuales) y reproductivos (tenían capacidad de engendrar nueva vida mediante la unión de hombre y mujeres), pero no eran eróticos.

El erotismo es un adorno creado alrededor de la sexualidad humana, es un conjunto de actos, ritos, ceremonias que transmiten sensaciones de placer sexual en dosis moderadas y otras veces poderosas. El erotismo es también una forma disimulada de hacernos pensar en sexo las 24 horas y estar listos para consumir lo que la industria del sexo nos ofrezca.

Cuando crecemos en una sociedad erótica, el sexo adquiere un poder sobrenatural en nuestras vidas porque ha sido instalado en nuestro subconsciente colectivo a lo largo de generaciones. Se convierte en un bien apreciable en dinero dentro de la sociedad mercantilista, es también arma política de negociación y el gancho perfecto para la publicidad.

Como en toda industria basada en acumulación de capital, con el erotismo hay gente que gana mucho dinero (propietarios y empresarios) y otra gente que pone su cuerpo (fuerza humana de trabajo) y no gana tanto como las divas, vedettes y modelos que proyectan las fantasías en TV, revistas, la web, y que hacen mujeres y sobre todo hombres comprar billetes de loterías, botellas de whisky, cerveza, y demás productos.

Norkys Batista tiene pleno derecho Constitucional a interpretar el erotismo como su forma de hacer arte y obtener lucro, siempre que dicha actividad no choque con el derecho de niños, niñas y adolescentes (así como el de sus padres, madres y tutores) a disfrutar de ambientes familiares que estén exentos de estos atractivos espectáculos, fundamentalmente porque el interés superior de estos últimos prevalece por encima de los intereses de adultos (incluyendo su libertad de expresión y el derecho al trabajo).

Bien puede esta respetable actriz desarrollar su actividad en otros espacios, más allá de que la estética de su obra teatral sea erótica o no, e incluso que muchos pretendan calificarla como pornografía, lo cual es la exhibición de actos de acceso carnal propiamente dichos, que deben observar los límites de la Constitución y la ley.

Nunca he visto una obra de la señora Batista, sin embargo a través de la TV he podido constatar que es una mujer hermosa que representa a la afrodescendencia y sobre todo al mestizaje de las bellas venezolanas de nuestro país. Sería interesante que cesara en la beligerancia y prejuicios que expresa públicamente hacia el Gobierno Nacional y los chavistas que de ninguna manera han afectado sus derechos constitucionales.

Tengo fundadas sospechas de que la industria del entretenimiento (empresas privadas) explota su cuerpo excesivamente al punto de crear un estereotipo de objeto sexual que no toma en cuenta la varias formas de talento de esta dama y los aportes artísticos que pudiera hacer en teatro, novelas, etc.

El sólo nombre de su obra "orgasmos" es una invitación al erotismo y al sexo, tal cosa no es necesariamente mala, aunque no sea presentable en todos los lugares ni ante todo tipo de espectadores. Muchos hombres heterosexuales, casados (e inclusive nuestras señoras esposas) desearíamos que no fuera ese su único argumento para ir a ver su presentación.

Tal vez si probara suerte en el drama o en la comedia, muchas puertas se le abrirían, porque en definitiva, hombres y mujeres no somos solamente sexo; hay muchos más bienes espirituales que compartir y disfrutar en el universo de las artes y la cultura.

Ojalá que los explotadores no la usen como cono de su campaña política de desprecio a la clase popular, porque su piel morena y su origen social humilde se aproxima más a la propuesta de país solidario que ella abiertamente condena con respaldo de prensa, radio y televisión del bloque antichavista.

Ojalá sus patronos le garanticen prestaciones sociales y una jubilación digna para cuando esta venezolana entre a un ciclo de vida, donde el cruel mercado del espectáculo y la farándula ya no le dará cabida como el símbolo sexual que hoy presentan. Basta de falsos profetas que se dedican a utilizar a los incautos y a las incautas.

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