Jesús Silva R.
La muerte del
Presidente Hugo Chávez fue informada al mundo en la tarde del 5 de marzo de
2013, luego de casi 4 meses después de su última aparición pública (08.12.13)
cuando anunció su viaje a Cuba para someterse a una cuarta operación, ante la
reaparición del cáncer en su cuerpo. Severas críticas se produjeron contra la
situación que el oposicionismo calificó como información imprecisa,
insuficiente, poco transparente e inclusive falsa y las exigencias de una
exhibición pública del convaleciente paciente no cesaron nunca. El chantaje mediático de la oposición fue: "Que renuncie o que aparezca ya. Que entregue su acta de defunción ahora o que se asome al balcón del pueblo".
Desde sectores
afectos con el proceso bolivariano, se produjo la opinión de dar cumplimiento a
las últimas directrices del máximo líder venezolano, en lo que atañe a la
convocatoria de una nueva elección presidencial si por motivo sobrevenido él se
viera inhabilitado (incapacitado), para ejercer el mandato que el pueblo le
ratificó el 07/10/12. No obstante una sentencia del TSJ le otorgó la
posibilidad de juramentarse después del 10 de enero de 2013, una vez que cesara
el motivo sobrevenido (enfermedad y convalecencia postoperatoria).
Dicha
sentencia, que pareció ser un permiso a tiempo indeterminado, a su vez creaba
la apariencia de que Nicolás Maduro estaba siendo autorizado para permanecer al
frente del Gobierno Nacional sin límite de tiempo. Ello estimuló el criterio de
que tal situación era jurídica y políticamente inconveniente y que más bien
convendría a la nación, que la fuerza revolucionaria tomara la iniciativa de
encarar un nuevo escenario electoral para relegitimarse, ahorrarle
incertidumbre al pueblo y no darle pretextos al adversario afanado en
desacreditar y subvertir la democracia bolivariana.
Sería
inoficioso indagar si las decisiones políticas de estos últimos cuatro meses
estuvieron sujetas a factores extra políticos que imponen discreción, como por ejemplo
un pronóstico crítico de la evolución médica del Comandante Chávez. Lo evidente
es que el hecho de que la figura histórica de Chávez haya fallecido con la
investidura de Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, es un acto de justo
reconocimiento a la dignidad del hombre propiamente dicho.
De tal
reconocimiento se deriva un valor agregado ante el pueblo que lo sigue, vale
decir, un colectivo humano (más de 8 millones de votantes), emocionalmente
conmovido, para el cual habría sido inadmisible ver morir a su líder, en
ninguna otra situación que no fuera la de Presidente; porque de ello emana un
inmenso significado psicológico, emocional, político y también electoral, para
el pueblo venezolano.
Ahora frente
al inminente e ineludible desafío de una nueva elección presidencial en 30
días, como lo manda el Artículo 233 de la Carta Magna, se debe cerrar el paso a
las matrices mediáticas de un oposicionismo que no da tregua en su empeño de
estimular fricciones dentro del propio chavismo, como con su reciente especulación
vinculada a quien ha debido ejercer el cargo del Presidente Encargado (Diosdado
o Nicolás), en cualquier caso el anuncio del CNE en cuanto a la fecha electoral
ha tenido influencia decisiva en el curso del debate nacional, este 14 de abril
los venezolanos escogemos Presidente y de alguna manera la figura Chavez estará presente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario