Por: Jesús Silva R.
Aunque las
posibilidades de triunfo electoral son bastante remotas para el candidato
Capriles Radonski, no deja de ser interesante advertir sobre la suerte de la
patria si ese hecho improbable se materializara, sobre todo cuando la línea
propagandística de la oposición se basa en ocultar su plan neoliberal con la
fachada del progresismo.
De los simulados
progresistas, el extinto Carlos Andrés Pérez (CAP) fue uno de los mayores en
Latinoamérica. Consignas vacías como democracia con energía y país en vías de
desarrollo capitalizaron el marketing político en décadas pasadas, y tal como
hoy la campaña de la derecha carecía de contenidos programáticos.
Populismo y
progresismo van de la mano, ambos prometen un falso bienestar al pueblo sin
modificar las leyes del capitalismo que profundizan la explotación y la
pobreza. Este año 2012, los laboratorios de imagen han trabajado en transmutar
al rancio joven burgués en un fantoche pseudo popular que pueda predicar con
mediana credibilidad populistas ofertas como la economía del pleno empleo,
libre competencia, estímulo al pequeño emprendedor, capitalismo popular,
llamado a las inversiones internacionales y privatización de los servicios,
etc.
Todos estos
experimentos derivados del Pacto de Bretton Woods, que impuso como eje de la
economía mundial el dólar gringo y su sistema hegemónico bancario, ya fueron
ensayados en Venezuela con el infame paquete económico de CAP y su ministro
Miguel Rodríguez en 1989. Tales medidas provocaron la revuelta popular del 27
de febrero y una de las peores masacres represivas que nuestro continente haya
vivido. El próximo 7 de octubre, la conciencia patriótica deberá prevalecer en
defensa de la Revolución Bolivariana y propinarle una aplastante derrota al
nuevo títere electoral del capitalismo.
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