Por:
Jesús Silva R.
Un nuevo
candidato a la gobernación de Aragua ha sido designado por el presidente Hugo
Chávez y los hijos de esta región renovamos nuestras esperanzas de que esta
decisión permita la profundización de la inclusión social, el poder popular,
los consejos comunales, las misiones y el socialismo con eficacia y eficiencia
en esta sufrida entidad del centro del país.
Aunque en
comparación a las elecciones presidenciales del 2006, la votación chavista ha
bajado alrededor de diez por ciento en el 2012, la Revolución Bolivariana sigue
siendo mayoría por un sólido margen. De allí que para recuperar y ampliar
nuestra ventaja, para rescatar a Aragua y convertirla en el estado vanguardia
de la industrialización socialista, será fundamental reabrir los canales de
participación a la clase popular en la estructura del partido, las asambleas
abiertas, la interpelación directa con las bases sociales que a pesar de los
maltratos de la dirigencia extraviada, siguen fieles al liderazgo Hugo Chávez
como desde aquel 4 de febrero de 1992.
El regreso de
la gente a la vida activa del PSUV de Aragua, la reactivación del polo
patriótico con las bases de los movimientos (no con sus caudillos) la
convocatoria amplia a los frentes sociales, consejos comunales, comunidades
organizadas, sindicatos de base, estudiantes, amas de casa, trabajadores
informales, técnicos, profesionales e intelectuales revolucionarios debe ser el
emblema de la renovación y el relanzamiento en la política chavista para los
aragüeños.
Para muchos
revolucionarios que no ocupamos ningún cargo burocrático ni posición de poder,
la traición y el aburguesamiento de un dirigente bolivariano nos resulta más
decepcionante y dolorosa que cualquier conducta nociva de un gobernante adeco,
copeyano, de Primero Justicia o sus semejantes.
Que esta nueva
campaña revolucionaria convoque a tantos chavistas que se han sentido
marginados en los últimos años. Que los números electorales nos sirvan como
alerta para no seguir entregándole espacios a la contrarrevolución mediante
prácticas discriminatorias y funcionarios arrogantes que se ocultan tras una
guayabera roja o quienes llevan falsamente la foto del Che Guevara en su pecho.
Las derrotas
electorales que el Chavismo ha sufrido en Maracay en 2010 (parlamentarias) y en
2012 (presidenciales) nos obligan a la revisión, la rectificación y el
reimpulso en una ciudad donde hasta hace muy poco el Chavismo era una fuerza
mayoritaria imbatible y hoy es minoría. Hace falta voluntad política para
cambios radicales y un nuevo liderazgo en nuestra adolorida ciudad donde tanto
se ha retrocedido.
Por tal razón,
urge recordar que la política del socialismo del siglo XXI, debe hacerse
prioritariamente con los trabajadores, no con los empresarios; se deben crear
escuelas, módulos de Barrio Adentro, comedores populares pero no consorcios
capitalistas con fachada bolivariana. Necesario es promover más oportunidades
para el trabajo asociativo y autogestionario, la propiedad social, el apoyo
crediticio al mediano y pequeño emprendedor pero no fortalecer a la burguesía
local, la banca especulativa, los grandes contratistas privados, ni establecer
groseras alianzas con magnates que siempre han sido enemigos del pueblo y
patronos explotadores de la clase popular.
El primer
deber de un revolucionario es no parecerse a su enemigo burgués, no se puede
hablar de socialismo fundando nuevas elites que excluyan a las grandes
mayorías, ni rodeándose de poderosos comerciantes que lucran con la
institucionalidad bolivariana, ni publicistas que confunden el mercadeo con la
política al servicio de los humildes.
No dejarse
rodear por los sectores habilidosos y oportunistas del gran capital, será vital
para el gobernante que viva realmente comprometido con su pueblo e impulse el
socialismo bolivariano en concordancia con la gestión humanista y
reivindicativa de Hugo Chávez. Para desarrollar la justicia social, lo esencial
es la convicción revolucionaria de los hombres y las mujeres, lo cual
trasciende barreras de etnia, raza y religión.
Los
socialistas somos radicalmente internacionalistas, creemos en la importancia de
hacer la revolución en cualquier parte del mundo y que gente de cualquier
continente pueda también brindarnos valiosos aportes al proceso de cambio que
vive Venezuela. La tradición antiimperialista y revolucionaria de los pueblos
árabes es categórica y respetable, por eso Aragua recibirá a un descendiente de
esas latitudes con los brazos abiertos por la prioritaria razón de ser un
servidor del pueblo en quien Hugo Chávez, nuestro máximo líder político y
moral, ha depositado su confianza.
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