Por: Jesús Silva R.
Diciembre de 2012 ha presentado un acontecimiento verdaderamente estremecedor, Mario Monti, economista tecnócrata que, desde mediados del mes pasado, sucede en el cargo de Primer Ministro de Italia al multimillonario empresario Silvio Berlusconi, ha consignado ante el Parlamento, el plan de ajuste presupuestario de 30.000 millones de euros, el cual incluye drásticos recortes en los derechos laborales de la población.
El plan de reformas contempla cambios en el sistema de pensiones y la aplicación de nuevos impuestos. Monti aseguró que no pretender minimizar la magnitud de los ajustes de su plan, pues reconoció que se trata de “fuertes sacrificios” para evitar que Italia caiga en el “abismo”, se asevera que son necesarios ya no solo para sentar las bases del futuro crecimiento económico del país, sino también para contribuir a la supervivencia del euro.
La noticia estuvo acompañada por un episodio cuyas imágenes han recorrido el mundo, cuando la ministra italiana del Trabajo, Elsa Fornero, rompió en llanto al intentar explicar los sacrificios que deberán hacer los ciudadanos, verbigracia, un aumento que fija en 66 años la edad para la jubilación y que para acceder de forma anticipada a este beneficio los hombres y mujeres deben cumplir 42 y 41 años de contribución, respectivamente.
La jubilación en el sector privado lo obtendrán las mujeres a partir de los 62 años y los hombres a 66 años en 2012 con una penalización del 3 % por año para los que se jubilen antes, mientras que la equiparación total de edades será de 66 años en 2018. El gobierno afirma que la deuda pública de Italia actualmente ronda el 120 % del PIB y el país corre el riesgo de adentrarse en un “abismo”. Este plan aprobado mediante decreto ley, congela las pensiones superiores a 960 euros al mes, mientras que se mantiene su actualización basada en la inflación para aquellas inferiores.
Como broche de oro en esta política antipopular, se estima el incremento del IVA en dos puntos, hasta el 23%, a partir de septiembre de 2012 y el aumento de la edad mínima para jubilarse y los años mínimos de cotización para acceder a las llamadas pensiones de antigüedad.
Sin duda las medidas aplicadas en Italia afectarán la gobernanza y la estabilidad política, especialmente en esta época donde movimientos sociales de nuevo tipo, como los indignados, se extienden rápidamente por Europa y Estados Unidos (Occupy Wall Street), aunque resulte apreciable que dichas multitudes luzcan, por ahora, lejos de convertirse en vanguardias organizadas capaces de desestabilizar el régimen imperante.
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