Sobre el Fetichismo y los Medios de Seducción
“Fetichista”. Adjetivo que se deriva del sustantivo “Fetichismo”, éste último, referido antropológicamente a la idolatría o veneración excesiva que puede desplegar la mente de un individuo hacia un determinado elemento, como lo explicaba Sigmund Freud, padre del psicoanálisis.
Pero conforme a la tesis del “Fetichismo de las Mercancías”, desarrollada por el más grande pensador de la historia de la humanidad, el insigne Karl Heinrich Marx, consiste en la devoción de los sujetos hacia las mercancías originadas en el marco de los modos y relaciones de producción del capitalismo.
Se trata, ciertamente, de un fenómeno acaecido en la psicología de las masas, donde los bienes parecen cobrar “vida propia” y manifestar una voluntad independiente a la de sus productores, convirtiéndose así en una entidad autónoma y ajena frente a la conciencia, principalmente, la de los trabajadores.
Verbigracia, el obrero que pasa treinta años construyendo con sus manos centenares de viviendas pero que jamás podrá adquirir una, es un explotado que no produce para satisfacer su necesidad vital, sino para el enriquecimiento industrial de sus patronos. A todas luces, el resultado de su esfuerzo laboral le es arrebatado por el Régimen Capitalista de la Propiedad Privada.
El “Fetichismo de las Mercancías” también genera como resultado: relaciones sociales verdaderamente deshumanizadas, que personalmente me atrevo a calificar como relaciones de “segundo grado”, pues las cosas se convierten en protagonistas de la vida social, se interponen entre las personas y termina por establecerse un aparente vínculo directo entre éstas y ya no entre los seres humanos.
En este régimen somos “socialmente valorados” por nuestras posesiones, pues "el valor de los individuos ha sido usurpado por el valor de los objetos"; y por su parte existe gente que se oferta a sí misma para ser comprada como "cosa" dentro un "infame mercado de personas". En efecto, “el sistema capitalista enferma a sus actores, banalizando e invisibilizando el hecho histórico fundamental de que los bienes materiales son obras humanas”, que su razón esencial de existencia es satisfacer las necesidades de la sociedad y no precisamente enloquecerla o corromperla.
Nos percatamos de que el poder, importancia e influencia de una persona dentro de la funesta Sociedad Burguesa no se basa en sus cualidades intrínsecas como individuo de la especie humana (inteligencia, ética, sensibilidad, etc.), sino en su "posición social" dentro de las relaciones de producción, es decir, si es un humilde asalariado, un sujeto de "clase media", o si ha alcanzado la "elite social" como renombrado propietario de medios de producción (empresas, bancos, tierras, etc.).
Es tal posición la que determina el valor de la “Colección” de bienes, mercancías y objetos (inclusive personas) que son de su propiedad y que desbordan alucinantemente el Fetichismo de miembros de todas las clases sociales y corrientes ideológicas. Como mensaje para los revolucionarios intransigentes, a los que no nos seduce nada material, recurro nuevamente a una frase de Marx.
Filósofo alemán quien con su verbo mordaz y universal nos alertó para reflexionar sobre nuestra posible vulnerabilidad frente al placer derivado de otros potentes “Fetiches” (medios de seducción) de los cuales el Capitalismo también se vale para intentar deshilachar las fibras más íntimas del hombre revolucionario: “De la Burguesía, el Vino y sus Mujeres”.
VER PUBLICACIÓN EN:
http://www.kaosenlared.net/noticia/fetichismo-medios-seduccion
http://www.aporrea.org/ideologia/a57141.html
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