Jesús Silva R.
Es políticamente útil determinar quién fue el ganador en el choque del 4 de febrero de 2021 entre Jorge Rodríguez y Óscar Figuera; el primero es uno de los cerebros principales del gobierno de Venezuela, el segundo es el "Ramos Allup" del Partido Comunista como su jefe eternizado desde 1996. Ambos sujetos estaban en la Asamblea Nacional.
Cada uno representa un concepto ideológico en la izquierda revolucionaria del país, entiéndase la gente que se opone al imperialismo estadounidense y que propone el socialismo en la república bolivariana.
Entre los aciertos de Jorge en sus palabras, está que el ataque de EEUU contra nuestra patria es tan brutal que ante ello debería prevalecer la unidad estratégica de los revolucionarios venezolanos. Tal cosa incluye principalmente defender a Nicolás Maduro en la presidencia. Sin Nicolás, se perdería el control del Estado y la derecha (gente entregada a los intereses colonialistas de EEUU) tomaría el poder nacional e instalaría una dictadura implacable.
Entre los aciertos de Óscar se encuentra que la situación del salario mínimo nacional es terrible porque el pueblo no tiene poder adquisitivo y no logra sobrevivir con un sólo empleo. Razón por la cual, es razonable debatir profundamente ese tema y se justifica en cualquier circunstancia, incluso en tiempos de feroz bloqueo norteamericano.
Cabe agregarle al discurso de Jorge, que la unidad revolucionaria debe admitir la crítica interna y la tolerancia a la diversidad. Obviamente esto llega hasta donde no le cause peligro a la patria, por ejemplo, el magnicidio frustrado con drones no es debatible, debe ser condenado por todos los revolucionarios y quien opine distinto a esto debe ser investigado como posible traidor o infiltrado en el chavismo.
Válido es añadirle a Óscar que no puede ser ciego ni obviar en el drama del salario, que el principal origen de esto es el bloqueo yanqui que nos quitó CITGO, Monomeros y otros bienes de alta importancia para el presuesto nacional.
Siendo este el resumen de fortalezas y debilidades en los planteamientos de estos políticos venezolanos, paso a dictar sentencia de quién fue el ganador de este pleito ideológico parlamentario entre Rodríguez y Figuera.
Resultado: para explicarme mejor yo reviviría a Rafael Caldera, expresidente difunto que llegó a gobernar el país por segunda vez con apoyo del PCV y que en 1993 pactó electoralmente con este dirigente histórico de la derecha venezolana.
Caldera le daría gracias a Figuera por intentar dividir al chavismo en las elecciones parlamentarias de 2020, aunque lo regañaría por fracasar con el 1% de los votos.
Caldera también aplaudiría a Figuera por su discurso oportunista, de ello el copeyano expresidente fue un maestro con su derecho de palabra como senador del congreso alabando la rebelión de 1992 con Hugo Chávez. Ese discurso lo catapultó a la presidencia de Venezuela.
Adicionalmente Caldera (por su condición de presidente obediente a EEUU y a la burguesía venezolana), criticaría duramente a Jorge Rodríguez por desafiar al imperio y por ser quizás poco tolerante con derechistas que hablan mucho al igual que izquierdistas críticos.
En definitiva, ganó Rodríguez este pleito, ya que propone la máxima unidad revolucionaria en tiempos de crisis y usar los recursos recuperados para el bienestar de todos los compatriotas. Ese es el eje central de la defensa de la patria.
Urge resaltar que todo tema se puede discutir entre izquierdistas porque eso es democracia, sin embargo no es admisible para un revolucionario el cuestionar la presidencia de Maduro y coincidir con las opiniones del alto funcionario yanqui Elliot Abrahms, vale decir, un enemigo radical de los pueblos libres y de los hombres de izquierda.
Si Figuera no quiere parecer un agente de la CIA, luce conveniente que abandone esa retórica de "Chávez si pero Maduro no", ya que ello fortalece la campaña internacional gringa contra la estabilidad de la patria.
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