Jesús Silva R.
En mi programa televisivo La Propuesta, al aire los lunes 12 del mediodía por TVES (con redifusión martes 6 am), explicaré las razones por las que Juan Guaidó no se juramentará como Presidente de Venezuela el 23 de enero de 2019 y los acontecimientos políticos, jurídicos y diplomáticos que se desarrollarán en los días siguientes.
Por ahora comento algunos factores políticos por los cuales Guaidó no podrá satisfacer las expectativas de sus seguidores y aliados en cuanto a proclamarse como nuevo Jefe del Estado.
Primero: cualquier ceremonia parecida a una juramentación presidencial por parte de Guaidó ante la Asamblea Nacional, lo convertirá en autor del delito flagrante de "usurpación de funciones calificada" y ello significará inmediata orden de aprehensión en su contra.
Segundo: en el remoto supuesto de que Guaidó se juramentare, su lucha se desarrollará desde la cárcel y perderá eficacia política porque la oposición radical no busca un victimizado político preso (para eso ya existe a Leopoldo López).
Tercero: Si Guaidó se juramentare rodeado por una multitud de seguidores para impedir su captura, le tocará sobrevivir en un perímetro limitado como en tiempos de Plaza Altamira 2002 o pasar a la clandestinidad con miras a un probable exilio. En ambos casos (en la plaza o en la clandestinidad), Guaidó alejará demasiado de su aparente posibilidad presidencial y será un vulgar fugitivo. En el exilio, será un ex líder más del montón.
Cuarto: lo políticamente rentable para Guaidó es mantener viva la ilusión de que puede asumir la Presidencia del país y ello sólo es posible ganando tiempo. La prórroga se logra con la estrategia de "sí pero no" y la retórica de: "Maduro usurpa la Presidencia y yo puedo asumirla constitucionalmente y lo haré con el pueblo pero por hoy sólo digo que él es usurpador y yo soy el legítimo".
Quinto: ganando tiempo sigue la ilusión mediática de que será Presidente de la República y cada día que pase se traduce en millones de dólares de "solidaridad internacional" proveniente de gobiernos imperialistas y embajadas injerencistas que van para Guaidó y sus jefes políticos en Voluntad Popular. A esto hay que agregar la conquista de la fama y de relaciones con grandes poderes extranjeros que para el joven de origen humilde, Guaidó, significan una oportunidad irrepetible en la vida. Cada día que pase será un regalo pero el tiempo de la ilusión se acaba y las multitudes opositoras dejarán de soñar con Guaidó en cuestión de semanas.
Sexto: no hay poder militar ni político ni económico en Venezuela que pueda imponer a Guaidó como Presidente, ni el bloqueo económico extranjero logrará que el recién reelegido Presidente Nicolás Maduro renuncie a su mandato hasta 2025; sólo una invasión militar yanqui podría instalar al títere Guaidó como Presidente. Todo lo demás es fantasía publicitaria creída por incautos.