Jesús Silva R.
Se puede tener un buen plan económico y malas alianzas, entonces el plan
fracasará. Se puede tener un imperfecto plan económico pero buenas alianzas,
entonces el plan tendrá éxito. Dicho de otra forma, la economía o la “ciencia”
para producir riquezas va más allá de lo meramente matemático, depende de las
clases sociales y los sujetos que se unan o se enfrenten.
No me saturen de “economistas
con voz de niña”. Tengo claro el escenario, soy un marxista científico que hace
propuestas y acompaña a la revolución bolivariana, pero no soy funcionario, ni agente
de propaganda. Yo no pido bono, sólo déjenme trabajar en paz, libertad y
legalidad estable. Diré crudas verdades.
Hace falta un gran pacto nacional para “moderar la plusvalía” (este
eufemismo reformista irritará a la ortodoxia). Capitalista venezolano que no
quiera pacto y persista en precios terroristas para tumbar al gobierno, debe
ser marginado y sustituido por otro capitalista venezolano o preferiblemente
extranjero que no le interese la política venezolana sino su “gran capital” y
por ello cumpla con los términos del pacto. Artículo número uno: “gánate tus
reales pero produce y deja que el pueblo pueda comprar”.
Como marxista, no me importa la nacionalidad de los burgueses (ellos no
tienen patria), lo que si pido es que la inyección de petrodólares se les haga
por meta cumplida porque cuentas claras conservan pactos. En el socialismo cabe
el pragmatismo, basta recordar a Stalin firmando con Hitler el tratado de no
agresión provisional Ribbentrop-Molotov y su valioso resultado.
Nada puede ser peor a lo que ya hemos vivido económicamente desde 2013. De
este período lo más grave ha sido que la destrucción total del valor de la
fuerza humana de trabajo. Ya gobierno y oposición reconocen que, más allá de
números en sueldos y precios, hace mucho tiempo lo que se le paga mensualmente al
trabajador no alcanza para comer un kilo de proteína animal en el mercado
ordinario.
Para eliminar al capitalismo, meta sublime de todo soñador
revolucionario, hay que producir bienes mediante otro sistema económico humanista
que genere resultados satisfactorios. Lo que no se puede hacer es decretar la
muerte del capitalismo, o guerra absoluta contra él, mientras un país cae en
ausencia de producción, ya que la gente come todos los días. Cuando estos “escenarios
indeseables” ocurren el capitalismo recupera prestigio porque muchos dicen que “antes
se vivía mejor”. Y aunque ese análisis sea superficial, sépase que es popular y
sube cerros. Tanto que en su época destruyó a la URSS, vale decir, el ensayo
socialista más avanzado y poderoso que se haya visto.
En Venezuela no hay socialismo, no se ha creado la base material ni
subjetiva para ello, no hay traspaso general de empresas, tierras y bancos a manos
de la clase obrera; primero porque no hay un gran aparato productivo instalado
para repartirlo, segundo porque no tenemos una política nacional de vanguardia clasista,
ni partido de la clase obrera. Sólo existe una gran maquinaria electoral y, en microscópicos
casos, algún Volkswagen rojo. Por fortuna el poder militar sostiene a la
revolución y con él pervive un Estado social con economía mixta (pública y privada)
que ha asumido industrias básicas y otras no tan básicas, en lucha interna
contra burocratismo y corrupción.
En los meses venideros, la patria debería organizar a la clase
trabajadora e incluirla activamente en el plan económico nacional, implementando
control popular de precios en abastos y supermercados; activando grupos obreros
empoderados en las fábricas que vigilen e informen sobre los procesos productivos.
Sugiero ganar tiempo y mejorar la situación mientras una política clara de
mediano y largo plazo instala empresas dirigidas por obreros altamente
capacitados, como lo concibe el socialismo científico. La voluntad política será
determinante.
Por un siglo hemos sido un país que vive del tesoro bajo la tierra y no del
trabajo de los seres humanos en la superficie. Ello genera una mala cultura. Además,
dar el pescado en vez de enseñar a pescar, empeora todo. Todos los burgueses y muchos
proletarios todavía persiguen darle palo a la piñata petrolera y recoger petrodivisas.
El sistema es lumpenizador, urge rectificación.