Por: Jesús Silva R.
La tesis del crecimiento perpetuo del
capitalismo no fue más que una fábula triunfalista del imperialismo
estadounidense que se autoproclamaba como sistema invulnerable basado en el
consumismo, al finalizar la
Guerra Fría.
De allí que el premio Nobel de Economía,
Joseph Stiglitz, ha calificado al sueño americano como un mito, sobre todo
cuando desde el año 2008 el 1% de los ricos del planeta obtienen casi el 93% de
los ingresos en el país.
Estados Unidos sufre una crisis sólo
comparable a la recesión de 1929 y su modelo se debilita al estilo de la Unión Europea. La
nefasta política de recortes neoliberales y otras distorsiones se suman a la
lista del capitalismo financiero transnacional en el siglo XXI donde el
paradigma del Estado de bienestar es sistemáticamente desmantelado y
reemplazado por brutales programas de austeridad a la usanza del clásico Lord
Keynes y su teoría económica de explotación.
Variaciones del mercado internacional,
especialmente en los precios del petróleo, impacientan al belicismo del imperio
yanqui que recurre al saqueo de recursos extranjeros para abastecerse y
arreglar sus problemas de déficit e insolvencia. Crece el peligro de una
segunda Primavera Árabe en busca de oro negro.
Luce como actuación prudente que países como
Venezuela, cuya venta de petróleo a Estados Unidos es significativa, tomen
precauciones frente a probables conmociones dentro del comercio internacional e
inclusive un cambio de Washington en su política dirigida a las naciones que
conforman América Latina.
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