Desde nuestra postura de revolucionarios no militantes, nuestras investigaciones revelan que según cifras
exhibidas por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), esa organización
contaría con cinco millones de compatriotas inscritos. Tal hecho al ser
analizado conjuntamente a la importante meta electoral propuesta por el
Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, respecto a la conquista de diez millones
de votos para triunfar en la elección del 7 de octubre, plantea un escenario
donde por cada dos simpatizantes del actual Gobierno Nacional, al menos uno no
es militante del PSUV.
Si bien
resulta indiscutible que por amplísimo margen, el PSUV es el partido con mayor
número de inscritos en nuestro país, no es menos cierto que en reiterados
procesos electorales se ha demostrado que la mayoría de votantes no son
militantes partidistas y que tal fenómeno acontece tanto entre los seguidores
de la
Revolución Bolivariana como en los opositores a ella.
Dado que la
mitad del chavismo no pertenece a ningún partido, esto debe ser un factor
preponderante en la política de captación de apoyos electorales entre los
sectores y comunidades del país. La marcha de la democracia participativa y
protagónica supone integrar a las multitudes en el activismo político
revolucionario, no sólo en la elaboración de la propaganda y captación de
votantes, sino en la definición colectiva de la táctica política a nivel
regional, municipal, parroquial y comunal.
Por su parte,
el director de Hinterlaces Oscar Schemel, (13-05-12) en entrevista con José
Vicente Rangel, manifestó este domingo que el discurso opositor le sigue hablando
a las clases medias y élites, carece de emociones y significado que movilicen a
los sectores populares, que se identifican con los ideales del líder de la
igualdad, lealtad y justicia.
De modo que
ante la identidad profundamente popular del programa predicado por la Revolución Bolivariana
hacia los electores, luce conveniente profundizar la armonía entre la normativa
partidista y los saberes del pueblo a fin de que éste no sea condicionado
excesivamente por una rígida disciplina militante. Surge como realidad evidente
que de cara al 7 de Octubre, lo deseable es que la mayoría popular se encuentre
en circunstancias propicias para el despliegue de sus nuevas formas de
organización social y que ellas se materialicen en la más alta movilización
electoral de nuestra historia democrática.
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