Recuerdo que era un 20 de diciembre, día de mi cumpleaños, cuando recibí dos tweets de Mónica Spear. Un tweet era para aclararle a sus fans que la referida fecha no correspondía a su cumpleaños sino al mío, mientras que el otro tweet era para felicitarme por un poema que yo acababa de escribir y compartir en redes sociales.
Aunque de aquella vez han pasado 3 años, conmueve revisar el historial de twitter y recordar la simpatía de esa la talentosa joven cuya carrera artística se mantuvo siempre en ascenso hasta el día de su muerte.
Fueron contenidos polémicos los que se mostraron en las telenovelas protagonizadas por Spear, sobre todo las de factura colombiana. A pesar de que esos culebrones batieron record de audiencia a nivel internacional, siempre estuvo presente la exaltación a las calamidades de la sociedad colombiana como el sicariato, la prostitución, la naturalización de la violencia, el narcotráfico, el machismo y el trato a la mujer como objeto sexual.
Spear no fue culpable de esa negativa programación televisiva basada en antivalores que corrompen a la sociedad, sin embargo dramáticamente fue la sociedad decadente retratada en esas telenovelas la misma que brutalmente le quitó la vida conjuntamente con la de su pareja.
La lucha contra la criminalidad no es un tema exclusivamente de policías, ejércitos y efectivos militares en las calles. Tampoco lo es solamente de jueces y fiscales. En esencia se trata de un problema multidisciplinario que exige el concurso de varias ciencias para ser resuelto. Involucra la economía, porque mientras no exista pleno empleo en condiciones dignas para cada ciudadano, la tentación de los atajos delictivos permanecerá latente para el enriquecimiento.
Asimismo la sociología, la psicología y la educación tienen mucho que ver, pues hay que mejorar los valores ciudadanos que se difunden en los medios de comunicación y en las instituciones de la vida pública y privada, ya que no todo el que mata o roba lo hace para poder comer (hurto famélico), sino buscando mayor enriquecimiento para alcanzar el alto nivel de vida que tanto se ve en los pranes, capos, traquetos, magnates y otros sujetos antisociales que se exhiben en los teleculebrones colombianos. Igualmente con divas, tunning, muñecas de la mafía entre otras damas que en el feminismo definimos como "cosificadas".
Asimismo la sociología, la psicología y la educación tienen mucho que ver, pues hay que mejorar los valores ciudadanos que se difunden en los medios de comunicación y en las instituciones de la vida pública y privada, ya que no todo el que mata o roba lo hace para poder comer (hurto famélico), sino buscando mayor enriquecimiento para alcanzar el alto nivel de vida que tanto se ve en los pranes, capos, traquetos, magnates y otros sujetos antisociales que se exhiben en los teleculebrones colombianos. Igualmente con divas, tunning, muñecas de la mafía entre otras damas que en el feminismo definimos como "cosificadas".
Asumir el mal ejemplo del Derecho Penal Nazi como el de Gunther Jackobs y su "teoría del enemigo" para reprimir, suspender garantías, aplicar violencia preventiva con uso de policías y militares no servirá para reducir la criminalidad. Tampoco la pena de muerte o el aumento de las sanciones penales. Porque cuando la justicia es administrada como herramienta de venganza, simplemente genera más violencia y descomposición social.
Una sociedad más sana, más atendida por sus gobiernos, y sobre todo donde la ciudadanía en general se incorpore al trabajo comunitario, hará posible que planes basados en estudio, trabajo, recreación, cultura, deportes, entre otras actividades, tengan éxito para reducir los altos niveles de violencia que golpean hoy a la sociedad venezolana.
Es un tema de interés nacional que no debe ser manipulado por partidos políticos ni sujetos enfermos de odio cuya obsesión es derrocar la democracia, así sea utilizando la muerte trágica de ciudadanos inocentes para ganar minutos en televisión o centimetraje en los periódicos.
Es un tema de interés nacional que no debe ser manipulado por partidos políticos ni sujetos enfermos de odio cuya obsesión es derrocar la democracia, así sea utilizando la muerte trágica de ciudadanos inocentes para ganar minutos en televisión o centimetraje en los periódicos.
Hablamos de las dos caras de la moneda, porque tan lamentable ha sido este doble asesinato, como la inescrupulosa utilización del hecho para fines de propaganda política.