Jesús Silva R.
Socialismo es dignificar al ser humano, en el plano económico, social, cultural e intelectual. De esta forma, se consolida una nueva sociedad cuyos integrantes, habiéndose realizado plenamente como personas, son capaces de tener las mejores relaciones sociales entre sus semejantes, porque nadie busca someter ni explotar al prójimo.
En socialismo, el trabajo es indispensable porque es el instrumento que permite al ser humano transformar la naturaleza y obtener de ella los frutos o resultados que le facilitan la supervivencia.
El trabajo debe siempre ser liberador, es decir, tiene que servir como actividad que ratifique la utilidad, el valor, la capacidad del ser humano; demostrando a la sociedad la importancia del trabajador como protagonista del desarrollo individual y colectivo.
El trabajo nunca debe ser menospreciado, ni los frutos deben ser expropiados como ocurre en el capitalismo, donde un trabajador pasa 30 años construyendo casas pero al llegar a la vejez sigue viviendo bajo un techo alquilado.
Entonces, un Estado revolucionario, solidario, anticapitalista, antiimperialista y sobre todo, socialista, debe promover el desarrollo integral de sus ciudadanos, para tales fines el trabajo es el hecho social fundamental.
En consecuencia, la Revolución Bolivariana debe implementar políticas económicas, sociales y culturales que encaminen hacia los ciudadanos a la realización del trabajo como motor de su desarrollo para alcanzar la productividad al servicio de la comunidad y del país entero, lo que al mismo tiempo será garantía de bienestar individual y colectivo.
Pensar que romper las cadenas de la pobreza, conducirá al individuo a convertirse en enemigo de la revolución o en escuálido, es creer que el proceso bolivariano y sus dirigentes no tienen capacidad de elevar el nivel de vida material de la población y al mismo tiempo fomentar la elevación de la conciencia para que todos comprendan que solo en socialismo hay trabajo liberador y buen vivir, a diferencia del capitalismo donde el trabajador sufre explotación y no posee oportunidades de superación, solo un salario para sobrevivir.
Creer que salir de la pobreza, es convertirse en escuálido, genera una poderosa sospecha contra la honestidad y la ética de altos funcionarios y ostentosos burócratas que materialmente viven como la burguesía, pues según su propia teoría, entonces ya se convirtieron en escuálidos, independientemente de su repetitivo discurso y de sus uniformes rojos.
Parafraseando lo dijo que Marx, quien si fue un verdadero revolucionario: El hombre termina pensando según el ambiente donde vive.
Peor que esa porción de venezolanos a quienes algunos denominan escuálidos porque creen en otro proyecto de país, son los prepotentes burócratas cuya práctica social es contraria a los principios revolucionarios de igualdad, justicia, democracia y solidaridad.
Son los trepadores, arribistas, corruptos, déspotas y sectaristas los principales culpables de que hayan millones de “escuálidos” en Venezuela, porque el mal ejemplo de estos falsos revolucionarios atornillados en el poder desacredita gravemente al chavismo y a la Revolución Bolivariana. Son ellos la principal amenaza de que Venezuela retorne a un pasado tenebroso.