Por: Jesús Silva R.
Máximo Canales, fue el seudónimo que recorrió el mundo entero en la década de los sesenta del siglo pasado, cuando siendo uno de los actores fundamentales de la guerrilla venezolana, este hombre mantuvo retenido al máximo futbolista de la época, Alfredo Di Stéfano (Real Madrid) como alerta para que la comunidad internacional conociera que en Venezuela se desarrollaba una rebelión contra un régimen represivo y violador de los derechos humanos.
Muchos otros pasajes de su experiencia como
militante de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), hacen de Paúl
Del Río (nombre auténtico) un personaje verdaderamente fascinante en la
historia de las luchas revolucionarias en nuestra patria y América Latina. Es
así que en el marco de una actividad de sensibilización en derechos humanos,
con el título "Lo político y lo jurídico de la lucha armada en
Venezuela", le formulé invitación a mi amigo y camarada Paúl, para que
protagonizara un conversatorio (11-06-12) con estudiantes de la cátedra de
Introducción al Derecho, la cual imparto en la Escuela de Estudios
Políticos y Administrativos (EEPA) de la Universidad Central
de Venezuela (UCV).
Ante una numerosa participación de jóvenes
universitarios, expusimos que una de las razones principales para el estallido
de la lucha armada fue la suspensión de las garantías constitucionales cometida
por el nefasto presidente Rómulo Betancourt, cuyo gobierno, a pesar de tener
Legitimidad de Origen (porque nació de la elección popular), perdió Legitimidad
de Ejercicio (al gobernar al margen de la Carta Magna de 1961).
Por su parte, Del Río fue enfático respecto
a las libertades que fueron afectadas durante los distintos gobiernos que
ultrajaron a la república durante el período 1958-1998. Empezando por la
suspensión de la libertad de expresión, libre asociación, libre tránsito, el
debido proceso, la prohibición de detención sin previa orden judicial salvo en
situación de flagrancia, entre otras. Asimismo se refirió a la popularmente
llamada Ley contra el Silencio y el Olvido, que procura eliminar la impunidad
respecto a los asesinatos, torturas, desapariciones forzadas y demás delitos
cometidos por razones políticas durante la mencionada etapa de falsa
democracia.
Del intercambio libre y fraternal, con
estudiantes que profesan diferentes simpatías políticas y partidistas en la
coyuntura histórica actual; surgió la reflexión de como en aquellos años de
combate armado, la UCV
era el epicentro de una mayoritaria izquierda que encabezó importantes
protestas contra los atropellos sistemáticos del gobierno en perjuicio de la
ciudadanía.
Fue comentado que aquella UCV revolucionaria
tuvo muchos manifestantes que fueron asesinados por fuerzas del orden público,
además se practicó allanamiento contra las residencias estudiantiles y la
propia sede fue tomada por tanques militares en el gobierno del democristiano
Rafael Caldera.
En un ambiente, de profundo respeto, a pesar
de la diversidad de preferencias políticas entre los presentes en el salón
universitario, Paúl destacó que las FALN (a diferencia de los organismos
represivos de AD y COPEI) jamás violentó el Derecho Internacional Humanitario,
pues jamás fusiló detenidos, no agredió a los civiles, no secuestró con
petición de recompensa, no torturó ni desapareció personas. Y puntualizó a los
oyentes, que si en el régimen venezolano actual se violentará la Constitución
de la República
y se asesinaran estudiantes como se hizo en el tiempo pasado, él se pondría
nuevamente al lado de las víctimas y retomaría todas las formas de lucha
necesarias para restaurar la democracia y el respeto a la vida humana.
Como reflexión final sobre la inusual visita
de este mítico guerrillero, nos queda la conciencia de que la Venezuela Bolivariana
de hoy, tiene como antecedente las luchas ideológicas, políticas y militares de
personajes como Paúl Del Río, alias Máximo Canales. Ha sido precisamente la
acumulación de victorias y derrotas, de teorías, experiencias, de ensayos y
errores, lo que ha hecho factible el proceso que actualmente se vive en nuestra
patria.
Quien suscribe, como hijo de uno de esos
guerrilleros (Jesús Manuel Silva Alfonso, 1943-2009) que dedicó su vida a
"la liberación nacional y el socialismo", rindo testimonio a mi joven
generación sobre la importancia de proseguir el legado humanista de esos
combatientes que sentaron un valiente precedente de sacrificio por la dignidad
del pueblo y la definitiva instauración de una sociedad sin clases. Ojalá los
factores radicales actuales, aliados de la burguesía, el capital transnacional
y el Imperialismo yanqui, no le obstaculicen al pueblo manifestarse siempre en
democracia, por la vía constitucional, pacífica y electoral.
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