Jesús Silva R.
Yo espero mucho de
EEUU, no porque su presupuesto militar anual supere los 600 billones de dólares
y tenga una capacidad de destrucción superior a la de cualquier otro país, sino
por tener uno de los sistemas constitucionales más antiguos y estables del
mundo al igual que líderes admirables como Abraham Lincoln. Aun tengo esperanza
en ese EEUU diverso de Martin Luther King Jr., Muhammad Ali, el mismo que en 2017
me convirtió en el primer socialista venezolano en recibir el prestigioso
reconocimiento IVLP para estudiar sus valores, principios y normas.
Hoy tristemente me
toca reflexionar sobre otro EEUU que yo espero que no triunfe, ese que no
descarta una intervención militar contra mi amada patria…
Si el gobierno de EEUU
sanciona a simples ciudadanos venezolanos igual que a funcionarios del gobierno
de Venezuela, entonces la mayoría de la gente se convencerá de que tales actos
son una retaliación política y nada tienen que ver con perseguir presuntos
casos de corrupción, lavado de dinero o violación de derechos humanos que se ordenan
desde el alto poder.
Si EEUU actúa con
base a la presunción de culpabilidad en contra de chavistas venezolanos
(funcionarios y no funcionarios), en vez de respetar los principios de “presumption
of innocence” y “due process” (presunción de inocencia y debido proceso,
respectivamente) previstos en la propia Constitución de EEUU, entonces quedará
claro ante la mayoría que la discriminación política y el prejuicio han ganado terreno
en su política exterior.
Si EEUU penaliza a familiares
(hijos, esposas, etc.) de venezolanos supuestamente culpables de delitos o
faltas, entonces será evidente la lesión contra el principio jurídico de la responsabilidad
penal individual, según el cual cada persona responde por sus propios actos y
estos jamás involucran a terceros inocentes, ni siquiera habiendo relación de parentesco.
Si EEUU se aferra a
una política de hostilidad generalizada contra socialistas venezolanos, (no
clasifica ni distingue entre funcionarios de gobierno y pueblo de a pie) lo
único que logrará es unificar al chavismo. En ese supuesto, los problemas de la
crisis económica venezolana actual quedarán en segundo plano para los chavistas
y la prioridad será ejercer la legítima defensa como un solo bloque humano en
contra de la injusta agresión imperialista.
En épocas de mayor
lucidez diplomática, EEUU planteó un amplio diálogo con sectores no
gubernamentales con tendencia de izquierda, lo cual le permitió entender mejor
la realidad venezolana y desde ese escenario jugar un papel político más
constructivo. Sin embargo, hoy es público y notorio que la directiva de la
oposición venezolana ejerce presión sobre EEUU para que adopte una política de
hostilidad antichavista generalizada y jamás intente el diálogo amplio.
La
élite opositora sabe que, manteniéndose ante ojos extranjeros como el único sector
democrático de Venezuela, se podrá seguir lucrando y engañando a la comunidad
internacional con falsas promesas de que protagonizará un triunfo libertario contra
la “dictadura” chavista.
Objetividad y
sentido común bastan para darse cuenta que la directiva de la oposición hoy
está muy debilitada debido a las consecutivas derrotas electorales y políticas,
sus irresponsables ensayos de violencia callejera (guarimbas), la división de
sus partidos, su divorcio de las grassroots o bases populares, es decir, que
cualquier embajada medianamente informada debería darse cuenta que dialogar
únicamente con la oposición es políticamente inútil y llega la hora de abrirse
a un diálogo más amplio con otros sectores que ejercen importante influencia y
liderazgo social, comunicacional, intelectual, científico dentro de la diversa
sociedad venezolana.
Pronto comenzará un
histórico debate sobre la nueva Constitución de Venezuela y la oposición no publica
opinión científica al respecto. Mientras tanto, del lado revolucionario, existe
un robusto estudio constitucional y propuestas democráticas conectadas con el
mundo libre. La diplomacia de EEUU debería informarse sobre importantes asuntos
y consultar fuentes especializadas antes de acompañar automáticamente a la élite
opositora venezolana en su pretendido boicot electoral. ¿Prevalecerá la
hostilidad o se intentará el diálogo? Nunca es tarde para darle un chance a la
paz.