Por: Jesús
Silva R.
Noviembre de
2012 nos ha traído una nueva elección presidencial donde el Imperialismo Yanqui
cumple un glamoroso trámite formal sin verse amenazado por factores de cambio y
la presencia de una candidatura del pueblo brilla por su ausencia porque
siempre ha sido así y no hay, por ahora, condiciones objetivas ni subjetivas,
para que algo distinto suceda en EEUU.
Subestimar la
inteligencia y la creatividad del Imperialismo Yanqui sería un error
imperdonable para los pueblos que ejercen resistencia contra la dominación
mundial de esta gran superpotencia. Por esto Barrack Obama ha sido el producto
casi perfecto para restaurar la deteriorada imagen de EEUU ante la comunidad
internacional, su peculiar afrodescendencia y un Premio Nobel de la Paz son
elementos fundamentales de este exótico personaje que con su reelección
presidencial definitivamente ha entrado a la historia del imperialismo en el
siglo XXI.
Ya en una
nota de prensa anterior, disponible en la web, con el título de "Sorry Mr.
Obama. The problem is class, not color", manifestamos diversas reflexiones
sobre esa gran farsa ideológica y publicitaria que se encuentra personificada
por el Sr. Barrack Obama.
No es
sorpresa que haya sido electo para un segundo mandato, pues Obama ha cumplido
eficientemente las tareas asignadas por el complejo industrial militar de EEUU,
el sionismo internacional y el capital financiero global. Con su investidura de
minoría étnica, ha mantenido el mismo guerrerismo yanqui en el planeta pero con
la incondicional complicidad de Ban KiMoon, la ONU y potencias europeas que
abandonaron el nacionalismo, el multilateralismo y optaron por el bochornoso
servilismo pitiyanqui (Reino Unido, la Francia de Sarkozy, entre otros).
Es fácil
prometer una reforma sanitaria que reivindique a los más vulnerables de Estados
Unidos y luego guardarla en la gaveta sólo porque fue supuestamente vetada por
el Congreso. Obvio, no hay real para hospitales públicos, todos los poderes del
Estado obedecen al capital y por ello la inversión social en EEUU se llama
gasto y no se puede aumentar porque causa pérdidas a la macroeconomía
neoliberal.
Eso que
llaman check and balances (controles y contrapesos) en la teoría jurídico
política del modelo eurocentrista, no es otra cosa que la complicidad típica de
los poderes en el Estado burgués inventada para facilitar el reparto de las
culpas por acciones explotadoras y expoliadoras ante el pueblo con un hábil
cálculo en el calendario propagandístico y electoral.
Senado y
cámara de diputados pueden poner la mejilla en cuanto a negarle fondos al
bienestar social, pues Obama ahora reelecto les sabrá pagar el favor. Entonces,
si el Estado Nacional se comporta según la clase social que lo dirige, no hay
mínima duda que a EEUU lo gobierna la clase empresarial (llámenlo burguesía,
oligarquía, elite capitalista, whatever, etc.). Lo cierto es que la otra clase
(proletariado), la que vive de su trabajo a cambio de un salario, no tiene
ninguna representación política auténtica en esa democracia corporativa
diseñada sólo para ricos. De modo que sólo le espera comer de sus propias
entrañas mientras en un siglo construye su propia alternativa clasista.
¿Por qué le
rendimos tanto culto al proceso electoral estadounidense y hasta cuándo tanto
fetichismo por los saraos yanquis? Si se sabe que la dominación capitalista
gringa dentro y fuera de EEUU no estuvo ni está en riesgo con la victoria de
cualquier candidato del Partido Demócrata o el Partido Republicano, pues ambos
son agencias electorales de una misma burguesía (WASP) que controla la nación.
Sólo en el
plano de los remiendos populistas y la superficialidad del marketting político
pudo haber diferencias si ganaba el mormón Mitt Romney, pero el rumbo
estratégico seguiría siendo el mismo: Imperialismo, neoliberalismo,
transculturización, deshumanización, consumismo, armamentismo, burbujas
financieras, austeridad, recortes laborales y marginación a los ciudadanos.
En EEUU no
hay un tercer partido político desvinculado de la clase empresarial que
proponga un modelo alternativo y que sea competitivo electoralmente. Ello, bajo
el esquema constitucional actual es materialmente imposible pues hacer campaña
y ganar elecciones en cincuenta estados y casi trescientos millones de
habitantes requiere la inversión de miles de millones de dólares, bombardeo
publicitario y la activación de fastuosas mega maquinarias.
En sus
elecciones de segundo grado, donde en cada estado, una elite de delegados
designan al nuevo presidente, es imposible superar los filtros políticos del
capitalismo para la aparición de un "outsider" (candidato electoral
proveniente de los sectores sociales excluidos), no hay ni habrá (por ahora) un
movimiento partidista o social que pueda competir contra el bipartidismo
gringo. No habrá un Hugo Chávez en versión estadounidense que conquiste la
presidencia y gobierne en favor de la clase social excluida.
La
indignación de las masas marginadas de EEUU, Occupy Wall Street, y otros grupos
todavía están lejos de convertirse en vanguardia organizada o alternativa de
poder capaz de presentarse en elecciones en forma competitiva, simplemente
porque el sistema electoral financiero gringo bloquea la libre participación.
Necesitan
promover más guerras para hacer funcionar su industria, seguirán siendo el
primer consumidor de drogas en el mundo ante la aquiescencia y genuflexión del
Estado y los factores corporativos que lucran con el veneno y la muerte. Usarán
a la ONU y a la televisión para legitimar guerras por petróleo porque de otra
forma no pueden equilibrar su economía frente a la irrupción del nuevo hegemón
de la producción y el comercio: China.
El
agravamiento de las contradicciones entre el capital y el trabajo, o dicho en
el marco del siglo XXI, el antagonismo entre capital financiero y la economía
familiar, ocasionará desastres y sufrimientos mayores a la sociedad expectante
de nuevas alternativas que todavía no logran definir ni estructurar en
colectivo.
Nada ha
cambiado en EEUU, el establishment y el Status Quo permanece incólume y
fortalecido. Obama no debería recibir alabanzas de ningún revolucionario en
ningún país del mundo si realmente se comprende la naturaleza de la estafa electoral
estadounidense y la indefensión que vive su desamparado pueblo.
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