Jesús Silva R.
Una voluptuosa e inteligente artista venezolana de la que estoy enamorado desde hace tiempo (y con la que me encantaría casarme este año ahora que estoy felizmente divorciado) fue estrella de un video que hizo arder las redes sociales. Mi candidatura a Rector de la UCV sirvió como plataforma para que su figura lograra más de un millón de vistas en Twitter, facebook e Instagram. Con diminuta vestimenta, mi musa declaró con picardía: “Jesús Silva, unos dicen que es capitalista, otros dicen que es comunista, pero él lo que es, es un optimista (…) que cree en gente como yo, trabajadora, luchadora (…) así que se acaba la polarización”.
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Nadie tira piedras a un árbol que no da frutos. No responderé mediáticamente a calumnias porque no le daré ranking a mitómanos ni a mitómanas sin vida propia ni obra que mostrar, tampoco a quienes me atacan por mi video con una dama y sus “grandes lolas”. Más bien hablaré de lo valioso de mi “Opera Prima” audiovisual. Mientras Lorenzo Mendoza con su empresa Polar explota el cuerpo de lindas muchachas para promover su bebida bochinchera y nadie lo imputa por ello, yo aún sorteo una cacería de brujas por supuestamente valerme de lo mismo en mi aspiración a Rector. Sin embargo, a diferencia del camarada Lorenzo (creo que es madurista), en mi caso, presenté un sólido mensaje de diálogo, reconciliación y unión entre los venezolanos, repito: “que se acabe la polarización”.
Nadie más en la vida pública parece hacer un esfuerzo concreto y a gran escala por aconsejar la eliminación del odio político que divide a la nación. La despolarización no da votos ni excita a la fanaticada. Sin embargo, ojalá en altas esferas se entienda que un pueblo viviendo la crisis más aguda de su historia, no puede vivir “polarizado” porque necesita comer y para conseguir comida hoy, hay que unirse (como en época cavernícola de la caza, la pesca y la recolección de frutas).
El pueblo vive la destrucción del poder adquisitivo y del irrisorio salario, el éxodo de millones de compatriotas, la hiperinflación y demás infortunios. Ante semejante crisis, poco importa ya si usted es opositor, chavista, comunista o capitalista. Aquí la prioridad es trabajar unidos como sociedad sin más peleas absurdas y desde ese escenario: rescatar a Venezuela.
Toda forma de discriminación política debe desaparecer, venga del sector público o del sector privado. En este territorio la única opción es convivir o perecer. A quienes tienen peso para influir sobre Venezuela, les aconsejo: pongan el interés nacional primero, provean al país de una solución constitucional y electoral a la crisis nacional, sometan una nueva Constitución a referendo popular. Y pongan fecha a las elecciones universitarias con voto sectorizado y paritario.
También, de mutuo acuerdo, designen a los miembros de un nuevo CNE independiente, procuren la despolarización nacional con buenas palabras y buenas acciones, pero sobre todo acepten la voluntad del pueblo expresada en el voto, cualquiera que esta sea. Lo que más le falta al país para resurgir como Ave Fenix es darse un baño de tolerancia y despolarización.
Bendito sea aquel video picante que me permitió decir, de forma inolvidable para toda Venezuela, que la polarización está condenada al fracaso político, jurídico y cultural. Sus promotores están a tiempo de rectificar. Tal vez yo vuelva a la “palestra” con otro video y otra campaña electoral, todo tiene su hora bajo el cielo.
Hagamos realidad una revolución nacional que sea humanista, solidaria, tolerante, realmente feminista y anti-puritana; que se respete el debido proceso constitucional a todo nivel, el derecho al libre desenvolvimiento de la personalidad y la libertad de expresión, sobremanera cuando la ejercen revolucionarios que por su irreverencia caen mal a las élites, esos a los que llaman “electrones libres”.