Por: Jesús Silva R.
Como estudioso del feminismo y militante de la igualdad de género no haré distingo en mi tratamiento respetuoso y constructivo hacia la mujer, cualesquiera que fueren sus ideas políticas a favor o en contra de una sociedad igualitaria.
Con mi postura pretendo generar una reacción de racionalidad en las mujeres y hombres que perteneciendo a las filas de la oposición, hoy cuestionan la inteligencia o capacidad de María Corina Machado Parisca por motivos basados en su condición de mujer, en vez de formularle observaciones decentes en el ámbito de las ideologías o de la eficiencia gerencial (para quienes así lo prefieran).
Ocurre que la salida al ruedo como precandidata presidencial de esta diputada a la Asamblea Nacional no debería ser sorpresa para opositores ni chavistas, si se tiene en cuenta que un requisito fundamental para aspirar a tan alto cargo es poseer suficiente notoriedad a nivel nacional y no cabe duda que desde que la organización SUMATE apareció en el escenario político electoral, la figura de María Corina adquirió un papel protagónico en el oposicionismo venezolano.
Desde entonces, para el ala más radical del antichavismo, ella ha sido una referencia obligatoria, pues en su discurso sobresalen las estridentes y polémicas denuncias anticomunistas, las presuntas prácticas totalitaristas, la falta de división de poderes y por si fuera poco: la existencia de presos, perseguidos y segregados políticos. Ciertamente al identificar a quien, para bien o para mal, jamás hará favores al diálogo conciliador o la despolarización política, sin duda María Corina es el máximo símbolo.
En ese contexto de radicalismo, ninguna conducta pudiera resultar inesperada en una figura que jamás ha ocultado sus pretensiones de volar muy alto en la política nacional, sobre todo desde que se convirtió en la primera dirigente oposicionista en reunirse oficialmente con un presidente estadounidense (George W. Bush) y que parece exhibir como principales credenciales: juventud, talento y arraigo en la nueva derecha venezolana.
Sin embargo, para nadie es un secreto que los representantes de la vieja elite de la llamada Cuarta República harán cualquier cosa por eternizarse como la única alternativa electoral de la oposición venezolana, de allí que personajes con más de medio siglo de vida partidista como Eduardo Fernández (ya una vez candidato hace 23 años), Henry Ramos Allup, César Pérez Vivas y Antonio Ledezma hayan revelado sus actuales deseos de alcanzar el Palacio de Miraflores.
Para el triunfo de los viejos dirigentes, necesario ha sido bloquear a los talentos emergentes, entre los que notablemente destaca María Corina, de allí que en una primera evaluación a las reacciones de la denominada sociedad civil a su lanzamiento como competidora a las primarias de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la infeliz sorpresa sea la gran cantidad de mensajes machistas y sexistas que irrespetan a esta dama.
De modo preocupante, María Corina Machado no estaría siendo calificada por su carisma, su formación profesional o su coraje, tal como aparentemente se ha hecho con sus contrincantes masculinos en la MUD, sino que se le ataca con una serie de chistes y burlas patriarcales (todas verificables en Twitter) que la exhiben simplemente como la nueva Irene Sáez (la atractiva y bella dama de alta sociedad pero supuestamente nula en inteligencia), todo lo cual encuadra en una visión organocéntrica y cosificadora del universo que luce demasiado primitiva y salvaje para la avanzada Teoría de la Igualdad de Género y el Feminismo en el siglo XXI.
Hoy los y las machistas en la oposición le dan un pésimo ejemplo al pueblo de Venezuela.
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