Jesús Silva R.
La vida vale
la pena no por los años que dura, sino por el tamaño de la obra. Una Venezuela
con menos desigualdades es la extraordinaria obra de Hugo Chávez.
Durante años
Chávez organizó dentro de la Fuerza Armada Nacional, el movimiento patriótico
que protagonizó las rebeliones del 4 de febrero y 27 de noviembre, ambos de
1992. Ambos eventos fueron victorias políticas que abrieron la brecha para
derrotar el bipartidismo de la oligarquía y la dominación yanqui sobre nuestro
país.
1998 fue el
año de la sorprendente victoria popular, lo que parecía imposible luego de
tanta sangre derramada en las luchas guerrilleras de los años 60, 70, y 80; así
como intentos electorales fallidos de una vieja izquierda atomizada.
Desde
entonces Chávez, al frente del Gobierno Nacional emprendió un modelo de máxima
inclusión social que se concretó mediante la reasignación de la riqueza
petrolera hacia misiones sociales grandiosas que hasta hoy han transformado
positivamente las vidas de millones de compatriotas.
2002 fue
testigo de la heroica jornada de victorioso rescate de PDVSA, ello precipitó el
golpe de Estado de abril y el criminal sabotaje petrolero de diciembre. Su
inteligencia de estratega y los consejos de Fidel le permitieron a Chávez
sobrevivir al secuestro e intento de asesinato (abril) de militares que se
vendieron a la conspiración de la burguesía y el imperialismo.
2006 y 2012
significaron nuevos triunfos electorales, la ratificación del pueblo a su
presidente y comandante de la Patria independiente y soberana. Seguramente la
fotografía de su última concentración electoral en Caracas, esa misma del año
pasado bajo la lluvia, es un documento visual que describe perfectamente el
sacrificio de un hombre que aun ante la adversidad del cáncer se consagró a esa
batalla popular para garantizar el no retorno del neoliberalismo y la exclusión
social en Venezuela.
Chávez
triunfó, su influencia trasciende más allá de nuestro territorio. Propició la
victoria de Lula en Brasil, Kichner en Argentina, Evo en Bolivia, Correa en
Ecuador, Ortega en Nicaragua porque reivindicó las banderas de la izquierda
revolucionaria en el mundo, una izquierda no dogmática, capaz de mover masas,
de crear grandes alianzas, de ganar simpatías mayoritarias venciendo los
fantasmas del anticomunismo, en resumen, la nueva izquierda de Chávez fue la
primera en hacerse vencedora en procesos electorales.
Chávez somos
todos en la medida que nos hace emular su ejemplo de solidaridad,
desprendimiento, trabajo en equipo, moral y ética revolucionaria; priorizando
la felicidad del ser humano, del colectivo por encima del interés individual y
grupal.
Siendo como
Chávez, seremos la mejor versión de nosotros mismos, tendremos el coraje de
convertir el dolor que nos causa su trágica desaparición física en fuerza para
vencer en la nueva batalla que nos plantea la historia: garantizar la victoria
del chavismo en las inminentes elecciones presidenciales de 2013 y asegurar la
supervivencia de la Revolución Bolivariana, tal como lo quiso Chávez en sus
últimas palabras dirigidas a Venezuela y al mundo, esa conmovedora noche de
diciembre antes de partir a Cuba.
Héroes son
aquellos que inspiran lo más sublime de nuestro espíritu, que nos impulsan a
una vida sin resignación frente a las cosas como son y nos conducen a luchar
por las cosas como pueden ser. Simplemente a transformar el mundo en una obra
mejor a la que en principio hemos encontrado. Eso es el socialismo de Chávez, la
utopía posible de una sociedad sin clases.
Chávez fue,
es y será siempre un héroe; un verdadero imprescindible.
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