Para la MUD el escenario político no es de fiesta, luego de impulsar cuatro meses de protestas, no pudo causar levantamiento militar ni invasión extranjera, tampoco logró forzar elecciones presidenciales adelantadas, ni mucho menos hacer renunciar a Maduro. Prometer y no cumplir es fracasar, de ello no cabe duda. Sólo falta medir el desencanto de los millones de opositores dolidos y será el porcentaje de abstención el que dé respuesta a ello.
Escenario 1: si la MUD gana pocas gobernaciones, la confrontación interna entre sus partidos se agravará porque se buscarán culpables y cabezas que cortar. Frente a la comunidad internacional se debilitará la matriz mediática de que casi todo el país odia al gobierno nacional, con lo cual se reducirán apoyos económicos extranjeros que son vitales para VP y PJ.
Escenario 2: si la MUD gana muchas gobernaciones, logrará sanar heridas emocionales que sufren sus seguidores por la derrota guarimbera. Tendrá gobernadores sumados a una nueva campaña de ataque contra el régimen chavista y las líneas de crédito extranjero se abrirán ampliamente a favor de la MUD. En pocas palabras, 2018 será protagonizado por una oposición con mucho respaldo internacional, bastantes dólares y una robusta cuota de poder burocrático (gobernaciones) para ir por su meta irrenunciable: la Presidencia de la República. Será un año de conflictividad y mayor deterioro de la economía.
En cuanto al chavismo, el panorama tampoco es color de rosa, la fuerte crisis económica que estremece al país le pasa factura electoral. A favor del proceso revolucionario está la victoria reciente de la Asamblea Constituyente, pero lograr ocho millones de votos no es una conquista fácil de repetir. Evidentemente aquella gesta estuvo influenciada por un estado de necesidad o proveniente del terrorismo guarimbero. En ese contexto, millones optamos por apoyar la Constituyente como herramienta para recuperar la paz.
Escenario 3: si el PSUV gana muchas gobernaciones significará que la maquinaria roja pudo imponerse movilizando a millones de chavistas y a simpatizantes circunstanciales, mientras que del lado contrario no se mostró esa capacidad operativa. Si esto ocurre, la Constituyente tendrá un escenario nacional relativamente despejado para implementar transformaciones que mejoren la vida de los venezolanos y deberá aprovecharlo con prontitud. Maravillosa oportunidad para ejecutar guerra a muerte contra la corrupción y el burocratismo.
Fomentar alianzas entre sector público y privado es vital para reactivar el aparato productivo nacional. Asimismo, asumir el asunto de la economía como prioritario permitirá preparar la ruta para una victoria en las venideras elecciones presidenciales. Administrar políticamente este hipotético triunfo implica transferir más poder a las bases populares, como por ejemplo convocar a elecciones internas, libres y universales en el PSUV y en el GPP para relegitimar todos los cargos partidistas como lo manda el artículo 67 de la Constitución vigente.
Escenario 4: si el PSUV y sus aliados ganan pocas gobernaciones, la presión extranjera subirá de tono y vendrán peores sanciones económicas del imperialismo internacional, el cual estará convencido de que Maduro es minoría y debe abandonar el gobierno cuanto antes. La directiva revolucionaria deberá promover mayor cohabitación con la oposición, o al menos con el ala democrática de la misma. Forzoso será desplegar una política dialogante para impedir un nuevo estallido terrorista guarimbero. Sería opción válida invitar a la Constituyente (y otros espacios) a muchos chavistas de a pie, para participar con derecho a voz en el debate y la construcción de la política.