Por: Jesús Silva R.
Durante los 40 años de falsa democracia burguesa
en Venezuela, se implantó como perversa tradición que al ganar el partido
Acción Democrática, esta removía de los cargos públicos a los simpatizantes de
Copei, y cuando los copeyanos llegaban al gobierno, de inmediato raspaban a los
adecos.
Precisamente porque esos partidos (así como sus
derivados actuales) siempre han sido instrumentos de la misma clase capitalista
y el imperialismo yanqui, la estabilidad laboral de sus seguidores humildes
(pueblo engañado) es atropellada por el sistema clientelar que trafica con la
comida de la gente (puestos de trabajo) para comprar votos y obediencias.
En esa odiosa división social del trabajo creada
por el capitalismo, tanto empleados públicos como trabajadores y obreros fueron
idénticas víctimas de la opresión sistemática de la élite gubernamental, pues
la norma era que para tener una oportunidad laboral había que portar el carnet
del partido y obviamente opositores e independientes eran desechados.
Para sobrevivir en la burocracia, el funcionario
debía mostrar un currículo político que diera fe de su labor al servicio del
partido gobernante, y de allí que miles de venezolanos tuvieron que acercarse
forzosamente a AD y Copei para conservar su empleo, devengar un salario y
alimentar a sus familias. No obstante en sus conciencias creció la indignación
por años de chantaje y su masivo apoyo a Chávez en 1998 fue su sólida
declaración de rechazo al viejo y decadente puntofijismo.
Redundante sería mencionar a comunistas y
socialistas pues fuimos totalmente marginados del mundo del trabajo, menos los
que renegaron de sus ideas a cambio de limosnas. Es por estos antecedentes que
causa risa cuando el actual candidato de la burguesía promete que respetará a
los empleados públicos. ideas a cambio de limosnas. Es por estos antecedentes que
causa risa cuando el actual candidato de la burguesía promete que respetará a
los empleados públicos.