Por: Jesús Silva R.
La nueva Unión Europea (UE), cuya base jurídica es el recientemente aprobado Tratado de Lisboa (TL), ha sido presentada a la opinión pública como paradigma de la integración perfecta, al presuntamente unificar en lo que a leyes, economía y política respecta, a un continente en extremo complejo cuyas diferencias históricas, étnicas, religiosas, culturales, económicas e ideológicas provocaron hasta el siglo pasado, dos guerras mundiales.
Se ignora que la unión formal entre los Estados no supone la unidad identitaria entre los pueblos ni mucho menos la conciliación entre las clases sociales que se enfrentan al interior de cada país. Por ello, es inadmisible hablar de integración ejemplar o la conquista de la mejor Europa posible, mientras no supere el modelo capitalista que multiplica exclusión social, leyes xenofóbicas, crisis moral y explotación del obrero.
Como investigador en Europa, constaté el separatismo arraigado en varias comunidades autonómicas de España y los mecanismos usados en los últimos años por Cataluña y Euskadi para la implantación de Constituciones propias en contravención al gobierno central. En aquel reino, las diferencias de lengua y la pelea regionalista han impedido darle al himno una letra oficial con la que todos se sientan representados. Si difícil es unificar al país de Cervantes, mucho más a toda Europa.
En efecto tras una primera consulta, el TL sufrió el rechazo de los ciudadanos en referéndum popular, lo que hizo necesaria su modificación y relanzamiento para ser aprobado sólo con el voto de los parlamentos de los Estados miembros. Consumada esta maniobra, la legitimidad del TL y su eficacia política en la sociedad están afectadas, pues millones de ciudadanos, partidos políticos, sindicatos y organizaciones sociales se oponen al arbitrario modelo unitario. Desde el injerencismo supranacional, pasando por el aborto, hasta la admisión de la islámica Turquía en la UE, son generadoras de división política.
VER PUBLICACIÓN EN:
http://www.aporrea.org/internacionales/a95719.html
http://www.kaosenlared.net/noticia/la-desunion-europea
Se ignora que la unión formal entre los Estados no supone la unidad identitaria entre los pueblos ni mucho menos la conciliación entre las clases sociales que se enfrentan al interior de cada país. Por ello, es inadmisible hablar de integración ejemplar o la conquista de la mejor Europa posible, mientras no supere el modelo capitalista que multiplica exclusión social, leyes xenofóbicas, crisis moral y explotación del obrero.
Como investigador en Europa, constaté el separatismo arraigado en varias comunidades autonómicas de España y los mecanismos usados en los últimos años por Cataluña y Euskadi para la implantación de Constituciones propias en contravención al gobierno central. En aquel reino, las diferencias de lengua y la pelea regionalista han impedido darle al himno una letra oficial con la que todos se sientan representados. Si difícil es unificar al país de Cervantes, mucho más a toda Europa.
En efecto tras una primera consulta, el TL sufrió el rechazo de los ciudadanos en referéndum popular, lo que hizo necesaria su modificación y relanzamiento para ser aprobado sólo con el voto de los parlamentos de los Estados miembros. Consumada esta maniobra, la legitimidad del TL y su eficacia política en la sociedad están afectadas, pues millones de ciudadanos, partidos políticos, sindicatos y organizaciones sociales se oponen al arbitrario modelo unitario. Desde el injerencismo supranacional, pasando por el aborto, hasta la admisión de la islámica Turquía en la UE, son generadoras de división política.
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http://www.aporrea.org/internacionales/a95719.html
http://www.kaosenlared.net/noticia/la-desunion-europea