Por: Jesús Silva R. (*)
Hay arribistas trepadores porque en todo proceso de cambio hay una confrontación prolongada entre los sujetos de la sociedad naciente y los de la sociedad moribunda, y por consiguiente no existe revolución "químicamente pura". Son ellos los portadores de miserias humanas "normales" entre quienes carecen de mínima formación revolucionaria. El resentimiento social y la ambición de poder los conduce a la mediocridad, la perversión, la traición y la adulancia.
Porque en el plano equilibrado del talento, el estudio y el esfuerzo, ellos jamás podrían consolidarse; recurren al descrédito, la calumnia y la conspiración como ejercicio sistemático y constante contra las virtudes del prójimo. Porque el escenario de la honestidad y la transparencia ética les impide desplegar su corrupción, intentan borrar de la escena, y como sea, a quienes realmente enfrentan el burocratismo y la explotación capitalista. Ciertamente, nuestra consecuente defensa del interés popular nos obliga a alertar sobre la peligrosidad de estas plagas infiltradas que diariamente, tras las sombras, conspiran contra el socialismo. Necesario es denunciarlas, abrir el debate público y exponerlas al juicio del pueblo.
El combate contra estas larvas insaciables es parte esencial de la lucha de clases. No es una confrontación entre individuos aislados a causa de enemistades personales, sino un enfrentamiento histórico entre grandes conjuntos de personas (clases sociales) que ha dividido a la sociedad en opresores y oprimidos: Esclavistas y esclavos, patricios y plebeyos, señores feudales y siervos de la gleba, terratenientes y campesinos, burgueses y trabajadores. Es obvio, que su moral encuadra maravillosamente en los principios del capitalismo, donde una minoría es dueña de los medios de producción, explota la fuerza laboral de los obreros y se apropia de los bienes que estos producen.
Los arribistas trepadores jamás contribuirán con el socialismo, pues éste es un sistema social donde el colectivo popular toma el control de los medios de producción y desde esa posición ejerce el poder político.
En resumidas cuentas, si los revolucionarios nos dormimos y les cedemos espacios a estos infames oportunistas no se sorprenda nadie cuando a la vuelta de unos años, montados en altos cargos y ya viéndose con los bolsillos repletos de dólares por obra de la corrupción, hagan pacto con Obama para "trepar más arriba" y metan a nuestro Presidente en su lista negra de "comunistas" que deben desaparecer.
(*) Profesor de Derecho al Trabajo, UNESR.
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