Del mismo modo en que los albores de la guerra fría, soviéticos y yanquis se disputaban inmisericordemente la gloria de colocar por primera vez a un hombre en el espacio, con el ansía propagandística de probar la superioridad de su modelo político al mundo entero, los del este por el Socialismo y los del oeste por el Capitalismo; la historia de nuestro continente concedió papeles semejantes a Hugo Chávez y Álvaro Uribe, en una intensa carrera por el rescate de la retenida Ingrid Betancourt.
Tan radicalmente antagónicas como aquellas fuerzas ideológicas del siglo XX, son los proyectos que actualmente se confrontan en la América Latina.
Con Chávez, la Revolución Bolivariana, izando las banderas del antiimperialismo, la soberanía de los pueblos oprimidos, la paz con dignidad y sobre todo, el Socialismo, de los cuales se origina la propuesta de canje humanitario y la solución política a la guerra civil en Colombia.
Con Uribe, la continuación del Imperialismo Yanqui controlando nuestros países, la sumisión política de los gobiernos latinoamericanos y el interminable reinado del capitalismo transnacional, que fundamentan la praxis criminal del Plan Colombia, el Plan de "Seguridad Democrática" y la pretensión genocida de resolver un conflicto de origen social mediante bombas, balas y metralla financiadas por los gringos.
Hoy, los exitosos canjes humanitarios promovidos por Chávez en acuerdo con las FARC-EP, que constituyeron un genuino acto de amor hacia Colombia, contrastan enormemente con el inmoral espectáculo mediático recién iniciado por el jefe del gobierno narco-paramilitar en ocasión a la captura de quien para él significa su tan ansiado "trofeo político". En efecto, la exhibición uribista apenas comienza, y desde el arranque la veremos ampliamente respaldada por los grandes consorcios de propaganda política internacional.
Pretenderán ahora convencer a la opinión mundial de que la tesis del exterminio bélico es el remedio, que todos debemos aplaudir la ocupación militar extranjera sobre la Amazonía y que en definitiva la providencia ha querido que la vida latinoamericana sea decidida por la hegemonía estadounidense. Sin duda que Uribe intentará especular políticamente con este episodio hasta las próximas elecciones, para de la mano con la oligarquía colombiana y bajo la jefatura de Washington, responder al nuevo dilema: ¿otra reelección presidencial o pacto con la candidata emergente?
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