Jesús Silva R.
El millonario Donald Trump ha sido la sensación del verano en Estados Unidos y en muchos otros países del mundo. Está en las primeras páginas de la prensa y protagoniza noticieros de televisión en horario estelar. Quien fuese el fundador de un enorme emporio inmobiliario en el país más rico del mundo es visto hoy como la figura carismática a sustituir a Obama en la Casa Blanca.
Pareciera que mientras más polémicas sean sus declaraciones, más sube en las encuestas y la prensa más lo sigue. Su promesa de expulsar a los mexicanos y demás latinos fuera de EEUU lo ha catapultado como frecuente trending topic en redes sociales y destacados personajes del mundo se dedican a responderle al divertido propietario del Empire State Building.
Su lema es: No hay publicidad buena o mala, sólo hay publicidad. En efecto, Trump se ha convertido en la figura más emocionante de la política de EEUU desde que Ronald Reagan brillara como el heroico vaquero que ganó la guerra fría contra los “malvados comunistas rusos”. Trump no sólo tiene su propio reality show o programa que exhibe el acontecer diario del ser famoso, sino que ha convertido los debates presidenciales del partido republicano en su propio Reality Show.
Este precandidato lanza declaraciones “políticamente incorrectas” que consiguen conmover a toda la opinión pública y cuando le exigen que se arrepienta por sus insolencias, dispara una grosería peor. ¿Acaso burlarse del rostro de su rival mujer en la nominación presidencial republicana no es un gesto abominable?
En fin, al parecer Donald es experto en llamar la atención y no todo se basa en su dinero, en el pasado aspirantes presidenciales con mayor fortuna como el billonario texano Ross Perot no consiguieron causar tanto revuelo. Entonces, inevitable es llegar a la pregunta ¿Será Trump el próximo presidente de EEUU?
Para responder esa interrogante, hay que descifrar el misterio alrededor de este personaje. Primero: Trump no está arriesgando sus negocios por su aspiración presidencial, en realidad las controversias causadas en su campaña sólo han servido para extender su fama. Anteriormente Trump era una celebridad en EEUU, ahora es una celebridad a nivel mundial. Eso es miel para un individuo egocéntrico. Si alguna empresa se complica por el pleito político, pues la vende y ya. Así ocurrió con el certamen Miss Universo.
Segundo: Es falso que Trump existe como candidato en contra de la voluntad de la clase gobernante en EEUU como tanto se hace ver en los medios de comunicación, sino todo lo contrario. Washington lo ama, lo necesita y se alimenta de él. En la medida que Trump se muestra más fascista, racista y radicalmente conservador, se produce como efecto que Obama, Hillary Clinton, Jeff Bush y los demás políticos de verdad lucen como mejores personas, inclusive como dirigentes moderados y bienintencionados, dentro y fuera de EEUU. Es decir, el poder que controla a EEUU le permite a Trump ser como es y decir lo que dice, mientras que se vende la apariencia de que Trump actúa solitariamente al margen de la ley y de las instituciones yanquis.
Tercero: Trump no es un simple loco millonario, sino un actor del mundo de las finanzas que llegó a la política para divertirse y hacerle un favor a la clase política gringa, no vino para competir realmente por la silla presidencial. Trump existe para hacer lucir como humanistas a losWASP (White Anglo-Saxon and Protestant) es decir, los Blancos Anglo Sajones Protestantes de EEUU.
Cuarto: Trump pasará como una moda, como una travesura entre los estadounidenses que querían escuchar a un personaje distinto a los políticos tradicionales que fuera capaz de decir imprudencias sin intentar mostrarse como un buen padre de familia o líder protector de la nación. Mientras más se aproximen las etapas decisivas de la elección presidencial (2016), se irá disolviendo la figura de Donald.
Todo lo perverso que ha dicho Trump sobre política migratoria, expansionismo, neoliberalismo, represión policial, política exterior de guerra, derechos humanos, entre otras ideas imperialistas son exactamente las pretensiones del Establishment o Status Quo que gobierna en EEUU. En pocas palabras, el sensacional Donald Trump se hace el “loco” y actúa con permiso.
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