Luis Miquilena ocupó altos cargos en gobierno de Hugo Chávez pero tiempo después se convirtió en el peor enemigo del Chavismo. Hoy muchos siguen sus pasos... |
Jesús Silva R.
Será el Apocalipsis que acabará con la Revolución Bolivariana. Empieza la autocrítica. Atención Gobierno de Venezuela. ¡Paren la oreja los traidores!
Conoceremos a los falsos chavistas. Aprendices indignos del socialismo que atacarán a sus honorables maestros revolucionarios, del mismo modo en que hijos se alzarán contra padre y madre, por ausencia de valores, principios y normas de una época extraviada e incapaz de construir la sociedad mejor que por estos días tanto se pregona.
Paracaidistas dotados de oficinas grandes con voluptupsos salarios, barbarazos devoradores de viaticos en entes gubernamentales y recién llegados sin mérito alguno, intentarán derribar la reputación de revolucionarios intachables que han dedicado décadas de lucha junto al pueblo y los obreros en la calle.
Se pondrán de moda, el oportunismo de izquierda, el uso de la revolución como agencia de empleo y el alarde de poseer un trampolín de rápido ascenso social. Aparecerán princesas y princesos enchufados autoproclamandosé como los redentores del siglo XXI, vendrán también debutantes en el peculado para desangrar el patrimonio de la Patria. La renta petrolera financiará la prepotencia y el ventajismo de una juventud gobiernera y tarifada.
Importará más el poder que emana de los cargos y del nexo con poderosos funcionarios que la trayectoria de los combatientes proletarios, de los intelectuales revolucionarios que atraviesan desiertos y no aceptan cargos en el gobierno, de los voceros por iniciativa propia que dieron la cara ante el pais y el mundo en momentos dramáticos como la misteriosa muerte de Hugo Chávez y los días complejos de la transición presidencial.
Habrá grosero nepotismo, amiguismo, cogollismo, populismo, burocratismo, sectarismo, nueva burguesía roja como modelo idílico de vida.
Empeorará la indiferencia hacia los pobres, la revancha de los arribistas contra la estable clase media, se multiplicarán las plagas ideológicas y el utopismo que embrutecen a masas de incautos y fanáticos.
Dicen que todo esto ocurrirá porque el fundador del chavismo ha fallecido. Que hoy las necesidades son las mismas de siempre para salvar a la Patria, pero ni de un lado ni del otro hay un mesías que pueda verdaderamente resolverlas.
Tal vez si pensáramos en las virtudes de un pueblo unido y organizado para trabajar y progresar, encontraríamos respuestas serias y menos fantasiosas en un país que debe asumir el realismo para evitar la ruina moral y material que lo amenaza, especialmente con guarimbas que revelan la grave descomposición social y el odio entre hijos e hijas de una Venezuela dolorosamente dividida.
Aunque el estudio científico no impacte a las multitudes como los discursos emocionales de los dirigentes empíricos de ambos polos, nosotros optamos por la seriedad y la veracidad de las ciencias, o al menos lo intentamos.
Lo cierto es que en Venezuela, la renta petrolera es el tesoro perseguido por cazafortunas y los gobiernos que circunstancialmente la administren serán siempre objeto de adulación. Partidos políticos sin ideología como los de hoy solo buscan recortar camino para llegar al oro negro, cada uno a su manera.
Como dicha industria permanece en manos de sus administradores estatales, la transferencia del poder a los obreros es para este gobierno un ideal insuficientemente claro. Entretanto, al no producirse la transición socialista en los medios de producción, mueren los sueños de una sociedad sin clases y se consolida el canibalismo social. Seguimos en la era del sálvese quien pueda.
Seguramente Marx y Engels habrían renunciado al gabinete económico ante la imposibilidad de concretar la ruptura con el modelo rentista y monoproductor que por más de un siglo afecta a esta Venezuela precapitalista sin desarrollo de un aparato productivo industrial.
Solo partiendo del relato del estancamiento económico, de la descripción de la Patria importadora que ajusta cíclicamente su moneda al capricho financiero de los Estados que le venden desde comida hasta las manufacturas más complejamente elaboradas; es que podremos alertar que sin economía socialista no nacerá el hombre nuevo ni la mujer nueva.
Para que haya enseñanza exitosa de moral revolucionaria que sea apreciada hasta por los opositores, hace falta una nueva base material como la anteriormente descrita en combinación con la prédica del buen ejemplo para la vida social.
La dirigencia del Estado es la primera entidad obligada a fomentar la generacion de comida, medicinas, seguridad, empleo, paz, diálogo pero sobre todo buenos ejemplos. Moral y luces son nuestras primeras necesidades, decía Simón Bolívar.
Yo no cuido puestos y hablo claro: Corre peligro la Revolución Bolivariana.
Publicado en:
http://www.aporrea.org/actualidad/a185837.html
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