Por: Jesús Silva R.
Sin duda que el "antichavista" que con mayor éxito se encargó de hacerle saber a todos los venezolanos que la oposición estaba (y sigue estando) divida fue Henry Ramos Allup.
Fue su verborrea estridente y destemplada, legítimamente heredada de su mentor Rómulo Betancourt, la que bautizó como "lechuguinos, petrimetres, ultramontanos y burguesía rancia" a los muchachos del partido Primero Justicia. Desde entonces dejó de ser secreto que una nueva generación de dirigentes derechistas se había establecido en el escenario del oposicionismo criollo para disputarle el liderazgo al otrora partido hegemónico de Venezuela, Acción Democrática.
Tampoco es secreto que la confrontación entre adecos y los yuppies justicieros no está basada en diferencias ideológicas fundamentales, pues ambas organizaciones son expresión de grupos económicos (nacionales y extranjeros) que persiguen reimplantar un gobierno empresarial en Venezuela. En efecto es una confrontación entre dos burguesías lo que acontece al interior de la mesa de la unidad democrática, un primer destacamento de carácter tradicional (AD) que se resiste a desaparecer y más bien busca imponerse como cabeza del antichavismo de hoy a través de alianzas con otras cúpulas partidistas, y un segundo destacamento de nuevos rostros (Primero Justicia) aunque con ideología conservadora (vieja) que intenta conquistar posiciones de máximo poder político.
De modo que, sin ánimo de parafrasear al ex revolucionario y ahora Premio Nobel de literatura, Marío Vargas Llosa, que una vez dijo que elegir entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori para la presidencia de Perú era como elegir entre el SIDA y el cáncer; lo cierto es que tanto el precandidato presidencial de AD (Pablo Pérez) como el de Primero Justicia (Henrique Capriles Radonski) tienen un nefasto programa para nuestro país, caracterizado por neoliberalismo, privatizaciones, eliminación de la inversión social, la vuelta al pasado, etc.
Hoy una maniobra en la MUD parece delatar el agravamiento de este viejo pleito interno de la oposición, esto es lo anunciado por el propio Ramos Allup sobre que no habrá primarias en el estado Zulia pero si las habrá en Miranda en lo que respecta a la opción de candidato a gobernador. Claramente ello atenta contra Capriles, quien encabeza las encuestas oposicionistas presidenciales, pero que se debilita por esta maniobra que lo expone al grave peligro de quedarse sin ninguno de los dos cargos, el que ocupa (gobernador) y aquel para el cual aspira (Presidente de la República).
Pérez, el reformista socialdemócrata, y Capriles, el democristiano, están haciendo maromas diversas por conquistar el mayor apoyo posible en los pequeños partidos oposicionistas (así como otras agrupaciones civiles), y no deja de llamar la atención que organizaciones como Proyecto Venezuela y Copei no le hayan manifestado su total respaldo a Capriles, hijo de la corriente democristiana, lo cual hace pensar que el defenestrado Leopoldo López sea un candidato artificial al servicio de restarle votos a su ex compañero en PJ y hoy gobernador de Miranda (Capriles).
Para angustia de sus seguidores, una guerra de declaraciones públicas se ha desatado, ambos (AD y PJ) se atacan y acusan mutuamente con ferocidad en cuanto a la autoría de maniobras, falsedades, ventajismos y pobreza en el discurso; haciendo aun más obvio para la opinión pública que la confrontación (división) entre ambos bandos es profunda y por lo tanto solo resta que los electores oposicionistas definan con sus votos quien será el personaje (debilitado por la rencilla interna) que compita contra Hugo Chávez en el año próximo.
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