se hace camino al andar

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17 febrero, 2008

"PEDRO EL INSUSTITUIBLE" (2008). LIBRO HOMENAJE A PEDRO ORTEGA DÍAZ

Figuran en este trabajo los aportes de: Jerónimo Carrera, actual presidente del PCV. Eduardo Gallegos, recordado dirigente comunista. Juan Rafael Perdomo y Emiro García Rosas, ambos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia. Ramón Losada Aldana, Elio Gómez Grillo y Fermín Toro Jiménez, prestigiosos Doctores en Derecho. Luís Cipriano Rodríguez, historiador. María del Mar de Lovera, viuda del camarada Alberto. Virgilio Oropeza, dirigente obrero. Antonio Manrique, periodista. Yury Weky, licenciada en letras. Los hijos de Pedro Ortega; y quien hoy suscribe esta reseña, Jesús Silva, militante revolucionario.




PEDRO, EL INSUSTITUIBLE

AUTORES

RAMÓN LOSADA ALDANA

Doctor en Derecho (UCV). Doctor en Sociología (Sorbona). Doctor de Estado en Letras y Ciencias Humanas (Niza). Profesor Universitario.

Prólogo…..…………….………...………………………………...

JERÓNIMO CARRERA

Presidente del Partido Comunista de Venezuela. Internacionalista

Pedro Ortega y el Comunismo Criollo…………….......…………

EDUARDO GALLEGOS MANCERA

Dirigente del Partido Comunista de Venezuela

Pedro………………………...……………………………………..

EMIRO GARCÍA ROSAS

Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia

Pedro Ortega Díaz. Abogado de la Clase Obrera

y Obrero del Derecho........................................................................

ELIO GÓMEZ GRILLO

Doctor en Derecho. Profesor Universitario

Pedro Ortega Díaz………….. ……….………...…..........................

MARÍA DEL MAR ÁLVAREZ DE LOVERA

Abogada. Viuda de Alberto Lovera

Pedro Ortega Díaz, el Abogado………………….….…………….

ANTONIO (CHINO) MANRIQUE

Historiador. Periodista

Pedro Ortega Díaz. Un Anecdotario Político

y de la Clandestinidad……………………………………………..

VIRGILIO OROPEZA

Dirigente Sindical

Pedro, mi Contemporáneo……..……..…........................................

ALICIA CRISTINA, LUÍS GERMÁN, NELSON, PEDRO CÉSAR, VLADIMIR EDUARDO Y RICARDO GUILLERMO.

Hijos de Pedro Ortega Díaz

Testimonio Familiar…………….………...………………………..

JUAN RAFAEL PERDOMO

Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia

En Tiempos de Pedro Ortega Díaz…................................

LUÍS CIPRIANO RODRÍGUEZ

Historiador

Pedro Ortega Díaz……..………………………………………….

JESÚS MANUEL SILVA RIVAS

Abogado. Profesor Universitario

Pedro. Constructor del Hombre Nuevo…………………………...

FERMÍN TORO JIMÉNEZ.

Doctor en Derecho. Internacionalista. Profesor Universitario

Algunos Recuerdos Memorables

de Pedro Ortega Díaz…..……………..............................................

YURY WEKY SILVA

Licenciada en letras

Pedro Ortega Díaz. Entre la Anfictionía

y la Lucha Laboral….…………………..........................................

ANEXOS….………………………………………………………..



SAN DIEGO DE LOS ALTOS, 2008




AGRADECIMIENTOS


Al Licenciado Ronald Blanco La Cruz, Gobernador del Estado Táchira, quien, con su generoso apoyo, ha hecho posible la publicación de esta obra, la cual se realiza en homenaje a un gran venezolano y revolucionario ejemplar.

Nuestro vivo reconocimiento por el aporte de los pintores Mateo Manaure, Régulo Pérez, Manuel Espinosa y Rubén Hernández, ejemplos nacionales de la más calificada creación artística vinculada, esencialmente, al compromiso con la revolución socialista.

A Andrés Contreras, joven camarada fotógrafo, cuya pasantía por Tribuna Popular permitió eternizar la imagen vivaz de nuestro homenajeado en su tránsito por el siglo XXI.

También nuestro agradecimiento a la Lic. (Msc.) Edith Briceño por su paciente colaboración en el desarrollo de este volumen.




























DEDICATORIA

A LA CLASE OBRERA VENEZOLANA,

esta obra consagrada a uno de sus más titánicos servidores.














Carrera Damas, Jerónimo

Gallegos Mancera. Eduardo

García Rosas, Emiro

Gómez Grillo, Elio

Álvarez de Lovera, Maria del Mar

Manrique, Antonio (Chino)

Oropeza, Virgilio

Ortega Osuna, Alicia Cristina, Luís Germán, Nelson, Pedro César, Vladimir Eduardo y Ricardo Guillermo.

(Hijos de Pedro)

Perdomo, Juan Rafael

Rodríguez, Luís Cipriano

Silva Rivas, Jesús Manuel

Toro Jiménez, Fermín

Weky Silva, Yury
























RAMÓN LOSADA ALDANA




















PRÓLOGO













SAN DIEGO DE LOS ALTOS, 2008

I

Fue más o menos a inicios de 1998, cuando apenas se comenzaba a nombrar al comandante Hugo Chávez Frías como aspirante presidencial: Un día de esos tiempos iniciales nos dice Pedro Ortega Díaz que va a entrevistarse con el candidato. Se realizó la entrevista y el Presidente del Partido Comunista de Venezuela regresa colmado de entusiasmo. Su rostro lo ilumina una especie de deslumbramiento y con una voz firme y resuelta me expresa: “ese hombre es brillante. Es extraordinario”. El líder comunista me transmitió su vivo entusiasmo y, por esa vía, me inyectó un convencimiento que no ha hecho otra cosa que crecer. Y no podía ser de distinta manera: en el entusiasmo del líder popular se reunían y expresaban las experiencias y luchas de tantos años, las meditaciones de numerosos encierros clandestinos, las dilatadas veteranías en el conocimiento de los hombres, sus penetrantes estudios de historia, su acentuado bolivarianismo revolucionario, su vigilante ojo antiimperialista, su entrañable venezolanidad internacional.

Y hay algo digno de celebrar. El entusiasmo del encuentro no fue unilateral. Fue recíproco. El conductor presidencial debió calibrar también la extraordinaria valía de Pedro. No escapó al Comandante la moral revolucionaria hecha hombre, la elevada calidad de dirigente político, la reciedumbre del combatiente de tantos años, la condición de Pedro como necesidad contemporánea para las próximas y duras batallas. Así lo demuestra que el Comandante, ya en la presidencia, se refirió a Pedro por televisión así: “Pedro Ortega Díaz, entre los insustituibles”.

De esa manera, al hablar de Pedro, el Comandante se da la mano con Bertolt Brecht cuando califica a los máximos luchadores. Leamos al genial dramaturgo:

Hay hombres que luchan un día y son buenos.

Hay otros que luchan un año y son mejores.

Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos.

Pero hay los que luchan toda la vida:

Esos son los imprescindibles.1

De estos últimos es Pedro Ortega Díaz: “insustituible”, según el Presidente; “imprescindible”, según el acierto de la palabra bretchtiana. La muy encumbrada sinonimia luce evidente y nos define a uno de los mejores venezolanos de todos los tiempos.

II

Pues bien, a este hombre singular, y en su homenaje, se edita y publica el presente libro Pedro, el Insustituible. Contiene trece trabajos en los que participan seis abogados, un internacionalista, dos historiadores, un médico, un sindicalista, una escritora y un testimonio familiar. Allí aparecen dos mujeres que hacen por más, y diez hombres, todos (mujeres y hombres) de bien conocida solvencia profesional, política y humana.

Entendemos que este homenaje es sólo una aproximación a los dilatados merecimientos del inolvidable dirigente: ya vendrán otros que permitan aprehender la multilateralidad de su significación histórica.

El trabajo Pedro Ortega Díaz y el Comunismo Criollo, de Jerónimo Carrera Damas, quien sustituye a Pedro en la Presidencia del Partido Comunista de Venezuela, da inicio, conforme al orden alfabético de autores, a la recopilación mediante un compendio que parte del nacimiento y ausencia física del ríocaribeño (1914-2006), su coincidencia natalicia con la Guerra del 14 y con la Revolución Soviética.

Para ubicar a Pedro en la historia del comunismo criollo divide tal historia en dos etapas y lo sitúa en la segunda, que el autor designa como post-gomecista. En esta se encuentra Pedro junto a Eduardo Gallegos Mancera, Jesús Faría, Manuel Taborda, Luís Emiro Arrieta, Alonso Ojeda, Cruz Villegas, Martín J. Ramírez. Jerónimo pondera al abogado totalmente al servicio de los trabajadores, al elocuente orador, a la múltiple capacidad conductora, a la militancia durante casi 70 años en el P.C.V. y al compañero de encierro en la Cárcel Modelo y la Penitenciaría de San Juan de los Morros.

Prosigue el libro con el prólogo que escribiera Eduardo Gallegos Mancera para la obra de Pedro Ortega Díaz: El Congreso de Panamá y la Unidad Latinoamericana. Como se comprende, este prólogo no tuvo como propósito específico formar parte del presente homenaje, pero pareció pertinente su inclusión por el entrañable compañerismo y amistad que unió a ambos dirigentes, por la alta calidad política del escrito, por tratarse de una de las importantes contribuciones de Pedro a la concepción del bolivarianismo revolucionario, por incluirse allí la emocionada evocación del gran abogado de los trabajadores, el calificado parlamentario, el dirigente insigne, el internacionalista consecuente. Repitamos las palabras de Eduardo: “Pedro Ortega Díaz, comunista y por comunista patriota insobornable, y por patriota insobornable antiimperialista intransigente”2.

Mi memoria emocionada no puede olvidar aquella intensa fraternidad entre el infatigable abogado de los pobres y el constante médico de los pobres. Siempre los vi ininterrumpidamente juntos. Juntos están y juntos permanecerán en la más noble evocación de todos nuestros días. Alguna vez, en una futura Venezuela mejor, esa amistad más que fraternal y prueba grandiosa de moral revolucionaria, habrá de tener su biógrafo entusiasta.

III

El trabajo que sigue, Pedro Ortega Díaz, Abogado de la Lucha Obrera y Obrero del Derecho, de Emiro García Rosas, magistrado del Tribunal Supremo de Justicia es, por su propio título, una definición y responde adecuadamente a las exigencias estructurales de las buenas biografías. Una rápida transcripción de los subtítulos demuestra la verdad de esas virtudes. Después de una breve introducción, nos presenta a Pedro en los siguientes apartados: “el hijo de Río Caribe”; “el abogado comunista, el comunista abogado”; “el abogado que inició el primer habeas corpus de Venezuela”; “el maestro Jesús Tineo García, amigo, camarada y defendido de Pedro”; “el padre tierno, el abuelito chocolate” “el amigo fiel, solidario y humanista”.

Tal como lo demanda todo ensayo biográfico serio, el estudio de García Rosas contextualiza vida y obra del personaje y, por consiguiente, sitúa a Pedro en su ámbito geográfico, social, político e histórico. Con sentida admiración indica sus oficios: abogado de los excluidos, revolucionario sin mácula, parlamentario de elevado rendimiento, sabio profesor universitario de pre y postgrado, escritor comprometido, comunista de “toda la vida”.

El magistrado García Rosas nos define a Pedro del modo siguiente: “un ser humano tan completo, honesto, noble, tenaz, valiente, solidario, bondadoso, inteligente, risueño y de tan larga y prolongada vida para con su prójimo…..”

Y en fin, no es otro mérito menor del trabajo comentado su acertada fundamentación documental, lo que le proporciona mayor fuerza y más firme veracidad.

Elio Gómez Grillo, ese cuerdo Quijote de la penitenciaría y mi hermano de tantos años escribió, a raíz de la entrada de Pedro a la inmortalidad, una página verdaderamente ejemplar. Aquí se reproduce. Bien merece Pedro este escrito diamantino, esta joya del noble decir, este dominio de la síntesis expresiva, esta prueba de señorío sobre nuestra lengua de Cervantes y de Andrés Bello. Gómez Grillo pondera al hombre que honró al siglo XX y exalta su combate político y su pureza humana, encomia su humanismo revolucionario, su heroica clandestinidad y su parlamentarismo constructivo, honra al brillante abogado de los pobres y excluidos y comparte las lágrimas que nos causó su ida.

También interviene en el homenaje María del Mar de Lovera. Pedro Ortega Díaz, el Abogado es el título de su valiosa contribución. Cuenta, en tono de viviente gratitud, su ingreso en el escritorio jurídico del maestro. Agradece las enseñanzas recibidas. Pone de relieve la mucha calidad de litigante al servicio de los trabajadores que caracterizó la vida del líder comunista. Hace énfasis en su lucha por una sociedad distinta y mejor. Evoca a Ramón Villarroel, otro de los héroes marxistas de la Venezuela combatiente. Expresa la gratitud a Pedro por su compañía en los difíciles y trágicos días de Alberto Lovera, su marido, y símbolo sagrado de la grandeza homérica de los comunistas venezolanos.

Es bien interesante el trabajo Pedro Ortega Díaz: Un Anecdotario Político y de la Clandestinidad, de Antonio (Chino) Manrique. El autor es de una personalidad inquieta, activa, de incesante movimiento, lo cual se refleja especialmente en su conversación rapidísima y nerviosa, pletórica de anécdotas, muy rica de memoria histórica y de vivas inquietudes presentes. Esos rasgos de personalidad se proyectan claramente en este trabajo suyo sobre Pedro Ortega Díaz. Allí las letras se empujan unas y otras y nos crean un cuadro de urgencias expresivas.

Manrique es periodista profesional. Como tal entrevistó a Pedro en varias oportunidades, lo cual irradia a su escrito un cierto aire testimonial y una mayor autenticidad, lo que se corresponde con un comunicador social para quien la información veraz constituye un mandato irrenunciable.

Además de periodista, Manrique es historiador. Resulta suficiente un corto diálogo con él para saber que estamos ante una andante memoria de Venezuela, preferentemente de los hechos históricos más vinculados a nuestra época, cual los concernientes a la IV República. Es así como en su escrito desfilan AD, URD, COPEI, Partido Comunista de Venezuela (PCV), MIR; personajes como Joaquín Crespo, Cipriano Castro, Rómulo Betancourt, Wolfgang Larrazabal Ugueto, Jóvito Villalba, Pérez Jiménez, Carlos Andrés Pérez; organizaciones como la CIA y la Seguridad Nacional, la DIGEPOL y la DISIP; el SIFA y los tribunales; lucha armada, asesinatos, héroes y delatores.

Como se comprende, se trata de un periodista e historiador revolucionario, consecuente con la causa del pueblo y con el actual proceso bolivariano; todo lo cual lo califica dignamente para ofrecer un destacado escrito sobre Pedro Ortega Díaz, quien, en este ensayo de Manrique, tiene un contexto histórico vivo de su ejemplar actividad política y social.

Luego aparece el trabajo de Virgilio Oropeza Pedro, mi Contemporáneo, el cual tiene dos características sobresalientes: proceder de un coetáneo del maestro y del único sindicalista que toma parte en esta recopilación. Compartió con el dirigente importantes labores sindicales. Unidos promovieron y condujeron diversas huelgas. En compañía de Eduardo Gallegos Mancera y Pedro Esteban Mejía formaron parte del “Grupo No” en época de divisiones. Habla de la ayuda de la Internacional Comunista y del Partido Cubano en la gesta unitaria, la cual culminó en el Congreso de Unidad (1946).

Generalmente se suele destacar la trascendencia del héroe, la significación del líder, la relevancia del conductor. Se acentúa, de esta manera, el papel del individuo, se cae, casi sin advertirlo, en una concesión a la subjetiva Teoría de los Héroes, lo cual conduce a olvidar que ese héroe, ese líder, ese conductor, tuvieron o tienen (cada uno de ellos) su respectiva familia que, de uno u otro modo, participa en las acciones de aquéllos. Es así como la familia comparte, de diversas formas, los sufrimientos, destierros, privaciones, carencias, persecuciones y demás penalidades del revolucionario. Por consiguiente, la inclusión de este “Testimonio Familiar” de los hermanos Ortega Osuna, hijos de Pedro y de María Cristina Osuna, resulte de muy significativo alcance para la historia real de Pedro Ortega Díaz. Los hermanos Alicia Cristina, Luís Germán, Nelson, Pedro César, Vladimir Eduardo e incluso el desaparecido Ricardo Guillermo, nos hablan de las persecuciones durante los años de López Contreras, de las penas y de la prisión en la época pérezjimenista, de las discriminaciones y contrariedades en la época puntofijista: “casi toda nuestra vida lo veíamos por momentos”. En otra parte expresan: “vivimos con gran estoicismo durante mucho tiempo hostigados en una primera etapa por los vecinos, cuando nuestro Padre estaba preso o cuando nos identificaban como comunistas asesinos o come niños”.

No olvidan los hermanos Ortega Osuna la solidaridad con la familia por parte de médicos, profesores y numerosos amigos. Tampoco dejan de indicar la situación peor de diversas familias, víctimas de la orden betancourista de “dispara primero y averigua después”.

Pasaron los años, los niños y adolescentes devinieron jóvenes y, dicen ellos, “la militancia nos hizo comprender todo lo que ignoramos de niños y asumimos con orgullo la labor de Pedro Ortega Díaz”.

Y ¿cuál es, para ellos, el legado de Pedro Ortega Díaz? Sus hijos la definen así: “Nuestra Herencia es el camino de nuestros padres, impregnándonos de un comportamiento digno, de un pregonar con el ejemplo, de honestidad, de la verdad primero, del nacionalismo y defensa de la patria dentro del concierto internacional, del amor a los otros, hasta por los que nos adversan, la no discriminación, la inclusión de los menos favorecidos”.

En fin, este libro de homenaje a Pedro, es también, por todo esto, un reconocimiento a la dignidad de su familia.

IV

En la Funeraria Monumental, de la Guairita, con motivo de las exequias de Pedro, me encontré con Juan Rafael Perdomo, buen amigo y camarada de cuantos años. Él, magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, me transmite de inmediato la idea de realizar un libro en homenaje a Pedro Ortega Díaz y me solicita que colabore en tal empresa. Aplaudí la iniciativa y orgullosamente comprometí mi participación. Es natural que quien con tanto fervor promoviera el homenaje, ahora ofrezca incluir, en este libro, una aportación de considerable alcance para el conocimiento multifacético del revolucionario venezolano y latinoamericano, como es este escrito titulado En Tiempos de Pedro Ortega Díaz.

Quince apartados y una bibliografía conforman el referido aporte de Perdomo. Transcribimos los títulos de tales secciones para una clara y buena idea sobre la trascendencia del nombrado escrito: 1- Pedro Ortega Díaz. 2- Fracción de Abogados del P.C.V. 3- El Carupanazo. 4- Objetivos del Alzamiento Militar. 5- Defensa de los Activistas. 6- Labor Profesional y Trabajo Político. 7- Eco en el Porteñazo. 8- “Dispara Primero y Averiguar Después”. 9- Organizador y Pedagogo. 10- Escritos. 11- El Derecho de Huelga. 12- Parlamentario. 13- La LOPCYMAT. 14- Jurisprudencia. 15- Contra la Reforma de las Prestaciones Sociales.

A lo largo de esos aspectos se entretejen numerosos recuerdos y su transcripción al papel reconstruye parte significativa de la historia nacional del siglo XX y de inicios del XXI a través de la vida y obra de Pedro Ortega Díaz. Sobresale el significativo y perseverante papel de Tribuna Popular, la relevancia de la Junta Patriótica, las vivencias de la Revolución Cubana y tantos hechos descollantes y ligados a la fecunda vida de Pedro. Entre éstos se destaca la creación de la Fracción de Abogados del P.C.V. Quizá no exista en la historia institucional de Venezuela una organización semejante, constituida con la finalidad específica de servir gratuitamente a los trabajadores y sindicalistas de nuestro pueblo. Nunca estuvo el Derecho tan hermanado con la exigencia y con la práctica de la Justicia. Sus integrantes merecen honor y deben ser nombrados: Ernesto Silva Tellería, Juan Rafael Perdomo, Roberto Hernández, Diego Silva Ortiz, Leopoldo Figarella, Marco Rojas Mujica, José Sánchez Mijares, Alicia Medina, Adesio Mujica, Pedro Méndez, Ada Ramos, Raúl Domínguez y el comandante Pedro Ortega Díaz. Jamás estuvo jurídicamente tan bien representado el trabajo frente al capital. En ese cuadro de acción jurídica proletaria también destaca Perdomo la labor creadora y actuante de Pedro acerca del derecho de huelga y en cuanto a la muy beneficiosa “Ley de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente del Trabajo” (la LOPCYMAT), una de las más importantes contribuciones del P.C.V. al nivel de vida de las masas populares. Naturalmente, no escapa al comentarista la prolongada y fructífera gestión parlamentaria de aquel Presidente del P.C.V., ni su plural producción bibliográfica.

No puedo terminar mi reseña sobre este trabajo de Perdomo sin alusión a Pedro ante la lucha armada. Se le conoce como el insigne abogado de los trabajadores pero no ocurre lo mismo en cuanto a su condición de abogado de los combatientes, de quienes hacían la guerra en pro de una Venezuela superior. En este sentido, toca en lo más profundo de nuestra sensibilidad constatar como la Fracción de Abogados de los trabajadores pasa a ser la vanguardia jurídica de defensa de la revolución y de los activistas armados, y como Pedro pasa de abogado de los trabajadores a abogado de los combatientes: tarea corajuda que sólo un equipo coordinado podía cumplir y que sólo un hombre, un hombre como Pedro, podía dirigir. En la hazaña intervinieron la tradición libertadora de Venezuela, la entereza de una doctrina radicalmente revolucionaria, el resuelto desafío a todos los riesgos, la ética inexpugnable de la conducta de los comunistas. En Pedro todo ello se agiganta, ya que, como es sabido, se opuso a la guerra y a su realización; pero su fidelidad, su disciplina colectiva, su acatamiento a la línea partidista, lo ligaron a los frentes bélicos, especialmente en el manejo del Derecho como instrumento defensivo de los combatientes. Si por la conducta se define al hombre, Pedro ortega Díaz es realmente un hombre de excepción.

Uno de los más calificados historiadores venezolanos vivos es, sin duda alguna, Luís Cipriano Rodríguez. Cultor de una verdadera historia crítica frente a las interpretaciones conservadoras o reformistas ofrece, para este libro, su Pedro Ortega Díaz. Conforme al enfoque dialéctico, arranca de la estratificación social de Río Caribe, donde nació Pedro. Allí se constituyó un grupo de grandes hacendados de cacao, caña de azúcar, ganadería y otros renglones de sustanciosa rentabilidad. Sobre esta base se formaron las grandes familias dominantes: Otahola, Franceschi, Loero, Calvani, Venturini, Valdivieso, Pietri, Paván, Lairet, Hernández, Saavedra, Rogliani, Suinaga, Tenorio Bellorín, Subero, Luciani, Arroyo, Figallo, Flores, Oliveros, Ortega Gómez y algunas más. De la última familia en nombrar, fundada por don Pedro Ortega Gómez y doña Rosario Díaz, desciende Pedro Ortega Díaz. De éste puede afirmarse justamente, como se ha sostenido de Gustavo Machado: “de oligarca a comunista”; es decir, del privilegio a la batalla contra el privilegio. Vivió entre los pobres, luchó por los pobres y, cuando se fue, vivía en Catia con modesta ejemplaridad.

En este escrito del historiador Rodríguez desfila, con meridiana claridad, la grandiosa vida de Pedro Ortega Díaz: su nacimiento (1914), sus estudios primarios, su adolescencia y juventud, la Universidad Central de Venezuela, experiencias profesionales, ingreso al Partido Comunista de Venezuela (1937) y su formación ideológica en las fuentes clásicas de Marx, Engels, Lenin. Rodríguez pone de relieve el conocimiento adquirido por el joven dirigente sobre la historia venezolana latinoamericana y europea, especialmente después de la Primera Guerra Mundial y la Revolución Soviética. En lo referente a Venezuela el líder entiende y practica la lucha contra el latifundio, la burguesía asociada y el imperialismo y, en cuanto a la política internacional, combate contra el fascismo de Hitler, Mussolini, Franco.

En el trabajo comentado, figuran las duras clandestinidades enfrentadas por el dirigente, sus constantes luchas sindicales a favor, como dice el autor, de “los explotados, oprimidos y excluidos de Venezuela en el marco clasista del Capitalismo, con la complicidad burguesa y populista del Puntofijismo que gobernó al País durante cuatro décadas de democracia traicionada”.

No escapan a Rodríguez las actividades del dirigente popular en la docencia universitaria, en la prensa, en periódicos y revistas internacionales, en su producción bibliográfica, en su empeño reivindicativo de la anfictionía bolivariana, su fecunda labor parlamentaria.

Por todo ello el camarada Luís Cipriano Rodríguez concluye dignamente su escrito: “gracias Pedro, honraremos tu memoria. Siempre”.

V

Pedro fue un maestro de generaciones. De ahí la exacta adecuación del trabajo titulado Pedro. Constructor del Hombre Nuevo, del joven Jesús Manuel Silva Rivas, abogado de 27 años. Son páginas admirables, letras vibrantes de emocionada identidad con el magisterio del hombre paradigmático, identidad basada en el conocimiento directo, en la convivencia con una elevada ejemplaridad de la conducta, en la afinidad de comportamientos solidarios y de actitudes nobles. En este escrito de Silva palpita una intensa fidelidad a los principios y caminos que Pedro le indicara.

Silva nos confiesa lo que podría calificarse de poderoso humanismo ético. Lo expresa casi al inicio cuando habla de la postura comunista, la cual “nos demanda [asevera] pensamiento y acción totalmente consecuentes entre si contra las formas de dominación capitalistas, y nos exige sostener las más altas virtudes humanas”. Igualmente el joven pondera, en relación a Pedro, su “trascendencia para los jóvenes de hoy y las generaciones futuras”.

El escrito prosigue con “dos experiencias comunes”: un programa sobre el socialismo en el siglo XXI y una conferencia en la Fiscalía General de la República acerca de los Derechos Humanos. Tanto en una como en otra oportunidad el agudo sentido político, la adhesión al proceso revolucionario de Venezuela y la sabiduría jurídica popular de Pedro se pusieron de manifiesto, tal como lo muestra Silva acertadamente.

El joven abogado termina su comentario sobre la actuación de Pedro en ese programa y en esa conferencia, así: “Pedro Ortega Díaz, padre y maestro, el más grande ser humano que yo haya conocido”.

Como evidencia conmovedora de que Pedro continúa viviendo, Silva le escribe un telegrama después de la ida de aquél. Allí le expresa la gratitud por el “ejemplo de vida infinita entregada al socialismo, la esperanza de amor inmenso al género humano que fijaste en mí irreversiblemente”.

Sí, camarada Jesús, Pedro está entre los “rompeolas de las eternidades”, para usar una expresión de Rubén Darío.3

El abogado especialista en Derecho Internacional Público y ex representante de Venezuela ante la Organización de las Naciones Unidas (O.N.U.) doctor Fermín Toro Jiménez, colabora en este libro con un breve, pero interesante escrito: Algunos Recuerdos Memorables de Pedro Ortega Díaz. Esta síntesis comprende cuatro recuerdos: uno vinculado a la lucha armada, otro referente a la penetración ideológica del imperialismo, un tercero acerca de un curso de cuadros del Partido y el último sobre la revisión crítica de la Historia tradicional.

El primer recuerdo, cuando Fermín aún no conocía personalmente al dirigente, parte de la lectura de una entrevista que se le hiciera a éste sobre la lucha armada. En dicho recuerdo referencial el autor destaca la actitud de Pedro de acatar la línea de guerra, sin que haya estado de acuerdo con la decisión respectiva, pues “disciplinariamente la acató y cumplió consecuentemente su compromiso con los azares de la lucha armada”.

El recuerdo siguiente remite a la referida penetración imperial en vísperas, durante y en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Al respecto, Fermín rememora, junto a Pedro, como argucia panamericana, el hecho de que los escolares debían cantar el 22 de abril de cada año el “Himno Panamericano”. Parece ser que de esa experiencia juvenil surgió en Pedro la directriz de oponer al panamericanismo la anfictionía bolivariana.

La tercera rememoración remite a un curso partidista de formación de cuadros en el que Fermín debía participar concerniente a la confluencia actual del marxismo y el proceso histórico venezolano y latinoamericano. En tal oportunidad, Pedro fijaba pautas básicas para los jóvenes comunistas, especialmente referidas a la contradicción principal y a la contradicción fundamental.

La última mención rememorativa relaciona a Pedro con la importante labor de Fermín referente a la “revisión crítica de dogmas esclerosados acerca de nuestra existencia colectiva”.

El estudio Pedro Ortega Díaz: Entre la Anfictionía y la Lucha Laboral, de la camarada y escritora Yury Weky Silva, pone fin a los escritos de esta recopilación. Comienza Yury con la energía expresiva que la caracteriza: “para algunos la tarea pesa y se abandona y para otros se asume hasta que el respirar cesa. Así ocurrió con Pedro: asumió los compromisos y los concretó en sus acciones y con su palabra escrita de militante comunista”. Luego nos presenta lo que ella denomina “algunos aspectos de su [de Pedro] pensamiento”. En esta dirección plantea la pregunta “¿quién era Pedro?” y proporciona una respuesta bastante ilustrativa. Seguidamente menciona la producción bibliográfica del líder y su anfictionía. En este último aspecto, de modo bastante pertinente, remite a la obra El Congreso de Panamá y la Unidad Latinoamericana, del dirigente. Enumera los “logros” conquistados mediante este libro y con su idea anfictiónica. Son ellos: denuncia la falsificación imperialista de los documentos históricos, evidencia la posición condenatoria del pensamiento bolivariano al dominio estadounidense, denuncia la condición mercenaria de intelectuales al servicio del imperialismo.

El trabajo de Yury concluye desarrollando los siguientes apartados: la autocrítica; la lucha laboral; Pedro, el educador y, finalmente, procedimientos represivos.

Trece trabajos. A veces se imbrican unos y otros. Desiguales en extensión, variados en enfoque, diferentes en estilo. Ninguno es pequeño. Todos son grandes, grandes por la magnitud evocadora, por la admiración y respeto al titánico dirigente, por el compromiso que implican de activa fidelidad al legado fundacional de Pedro Ortega Díaz.

Termino. Siempre visualicé a Pedro como pariente del movimiento, como familiar de la energía, como hermano del viento. Siempre jineteando un rayo, inaccesible a las declinaciones del ocaso. Se nos fue a los 91 años de su juventud para ingresar a la historia de los hombres superiores al tiempo.





BIBLIOGRAFÍA

2008. Hernán Carrera y Álvaro Carrera. (Concepción Editorial). Agenda Socialista Bolivariana, Caracas. Plasarte. C.A.

1977. Rubén Darío. Poesía. Distrito Sucre. Estado Miranda. Biblioteca Ayacucho. No. 9 de la Serie.



1982. Pedro Ortega Díaz. El Congreso de Panamá y la Unidad Latinoamericana. Homenaje al Bicentenario del Libertador. Caracas. Cooperativa Mixta de Trabajadores Gráficos R.L. (COTRAGRAF).

1986 --------------------- El Derecho de Huelga en Venezuela. Caracas. COTRAGRAF.

1994 --------------------- Bolívar-Rodríguez-Zamora. Caracas. Centauro



JERÓNIMO CARRERA

PEDRO ORTEGA Y EL COMUNISMO CRIOLLO


CARACAS, FEBRERO DE 2006

La muerte de Pedro Ortega (1914-2006), ocurrida en Caracas este 3 de febrero a los 91 años de edad, ha puesto de relieve a la vez la extraordinaria trayectoria política suya como igualmente el extraordinario papel que en el siglo XX venezolano han tenido las varias generaciones de militantes del comunismo.

Cuando nació a inicios de la 1 Guerra Mundial el camarada Pedro Ortega Díaz, que tal era su nombre de uso protocolar para los extraños, poco después llegaban noticias acá de que en la remota Rusia habían tomado el poder unos temibles revolucionarios llamados bolcheviques, quienes capitaneados por un tal Lenin habían instaurado un régimen comunista. Casi de inmediato, bajo instrucciones de Washington seguramente, el guachimán de turno para la época, el bárbaro tirano Juan Vicente Gómez, hizo inscribir en la Constitución Nacional una prohibición legal de las ideas marxistas y el comunismo.

De todos modos, en la más total clandestinidad, en Caracas se fundó el 5 de marzo de 1931 una primera célula comunista, con un muy pequeño grupo de valientes militantes. Ahora, dentro de muy pocos días, el PCV se propone celebrar por lo tanto el 75° aniversario de su fundación.

Fue una creación heroica, SIn duda, la organización de un partido de esas características en aquella Venezuela donde no existían -ni legal ni ilegalmente- partidos políticos de ninguna índole. Surgieron en esa forma, un tanto por separado, las cuatro vertientes originarias de lo que es hoy el comunismo nuestro: las de Caracas, Zulia, Lara y Sucre. Con esa primera etapa están asociados los nombres inolvidables de Pío Tamayo, Aurelio y Mariano Fortoul, Juan Fuenmayor, Gustavo y Eduardo Machado, Rodolfo Quintero, Fernando Key Sánchez, Salvador de la Plaza, entre muchos otros menos renombrados pero también de grandes méritos.

Luego de muerto aquel tirano, en diciembre de 1935, se ha dicho que para Venezuela realmente comenzó el siglo XX, y sin embargo en el post-gomecismo continuó siendo ilegal y clandestino el PCV. En esa segunda etapa entra en sus filas el camarada Pedro Ortega, tras de su amigo Eduardo Gallegos Mancera, revolucionario ejemplar y probablemente el más querido por sus camaradas de todos los dirigentes comunistas venezolanos. Son los años cuando en el PCV se formaron dirigentes salidos de la clase obrera de la calidad de Jesús Faría, Manuel Taborda, Luís Emiro Arrieta, A1onso Ojeda, Cruz Villegas y Martín J. Ramírez.

Rápidamente se destacó Pedro en el movimiento obrero que recién nacía con acciones como la gran huelga petrolera de diciembre de 1936. En su condición de abogado también recién graduado, él se puso enteramente al servicio de los sindicatos y así continuaría por el resto de su vida. Excelente orador de plaza pública, por su voz y entonación, recuerdo yo que por primera vez le escuché hablar en una manifestación frente a la sala de sesiones del Concejo Municipal, cerca de la caraqueña esquina de Las Monjas, un día de febrero de 1939.

Pero, aunque sucrenses ambos, no llegamos a conocemos personalmente sino diez años más tarde en el seno del PCV y poco después gracias a la naciente dictadura pérezjimenista, tuvimos que compartir hospedaje en la llamada Cárcel Modelo, en Caracas, de donde con motivo de haberse sobrepoblado ese recinto nos trasladaron a los dos -junto con un montón de adecos- a la Penitenciaría de San Juan de los Morros, a raíz del asesinato el 13 de noviembre de 1950 del traidorzuelo Carlos Delgado Chalbaud, 'jefe" de la Junta Militar que había derrocado a Rómulo Gallegos un año antes.

En un leguaje deportivo, puede decirse que Pedro era uno de esos jugadores que sirven bien en todas las posiciones, puesto que en el PCV se desempeñaba con igual eficiencia en cualquier frente de trabajo y con la misma dedicación, imponiendo un record para Venezuela de casi 70 años de militancia continua en un mismo partido.

En estos días se le han hecho múltiples reconocimientos al camarada Pedro, cuya muerte ha repercutido ampliamente. En tal sentido quiero ahora subrayar el significado de la presencia del Presidente y amigo Hugo Chávez en la ceremonia velatoria, que tuvo lugar el sábado 4 por la noche en la Sala Cantaclaro, la sede histórica del igualmente ya muy histórico Partido Comunista de Venezuela.

EDUARDO GALLEGOS MANCERA

PEDRO

CARACAS, 20 DE JUNIO DE 1976

Para quien, como yo, ha compartido con Pedro Ortega Díaz cuarenta años de combate por una Venezuela Socialista, libre de toda conyuga foránea, resulta paradójicamente difícil intentar un esbozo de su vida y de su quehacer revolucionario. Porque no han sido esas cuatro décadas de más o menos numerosas coincidencias, sino de hermandad a corazón abierto en lo personal, de acompasamiento cabal en el diario trajinar de identificación integral en postulados éticos y en concepciones ideológicas, de fortunosa coexistencia en los mismos organismos del Partido Comunista. Y esa cercanía –que a falta de un vocablo más decidor prefiero dejar sin calificativos- ese acoplamiento espiritual sin aristas y de escasos precedentes en un ambiente en el cual la amistad se ve sometida a contrarias pruebas que la van ablandando hasta con harta frecuencia diluirla, torna precisamente más ardua la tarea de caracterizar al hombre y de calificar su obra. Habría tal vez que colocar el larga vista a la inversa para alejar la imagen y hacer más global el análisis, pues a menudo la proximidad enturbia el juicio.

Hace ocho lustros exactamente nos tropezamos en una asamblea de la Federación de Estudiantes de Venezuela, la vibrante FEV del año 1928 y 1936, ya en ruta yo, él –más reflexivo siempre- indagando a un sendero. Juntos ingresamos al partido de la clase obrera, juntos hemos vivido momentos de triunfo y acerbas horas de derrota sin que nos haya ensoberbecido la victoria, pero sin dejarnos ganar tampoco, en ningún instante por el desaliento. Juntos hemos afrontado riesgos de muerte inminente y una variada gama de contingencias adversas, con esa inefable serenidad que nos confiere la convicción de que luchamos por la más noble de las causas. Solo durante pocos años –él en la más azarosa de las clandestinidades, en la cárcel yo- pudo verse interrumpido nuestro diálogo y así seguimos hoy, abrevando en las mismas fuentes, regando unas mismas aguas, la misma tierra, sembrando en los mismos surcos, aguardando –mentes paralelas- la cosecha buena.

Pero quizás basta ya de desbordamiento fraterno, de apología de una amistad que posiblemente a pocos interese, como no sea a quienes han visto de cerca remontar, paso a paso, idénticas escabrosas cuestas. Se trata ahora de dedicar algunas líneas a la nueva obra de Pedro, en la cual aborda, una vez más, el tema del verdadero significado, tan adulterado por ¿propios? y extraños, del Congreso Anfictiónico de Panamá a la luz del marxismo. Más, ¿cómo explicar el reiterado empeño de autor por esclarecer la verdad entorno al frustrado evento de 1826 sin decir que esa batalla contra graves mixtificaciones históricas, confeccionadas tan solo para adminicular la actual estrategia “panamericanista” del imperialismo norteamericano, tiene su razón de ser en la condición humana y ubicación política de quien la viene librando desde hace varios lustros: Pedro Ortega Díaz, comunista y por comunista patriota insobornable, y por patriota insobornable antiimperialista intransigente? Y es que estas tres características, por lo demás imbricadas bastan paras definir al autor de “El Congreso de Panamá y la Unidad Latinoamericana” y justificar su decisión de no descansar hasta dar en tierra con las tesis de los epígonos del Departamento de Estado que ayer le dieron a una plazoleta caraqueña el nombre de Henry Clay –enemigo a ultranza de la verdadera independencia latinoamericana y, desde luego, factor del fracaso del ambicioso plan bolivariano- y que ahora se prosternan sumisos ante otro cruzado de la misma causa reaccionaria, Mr. Kissinger, venido recientemente a tierras sureñas para hacer abortar definitivamente la conmemoración sesquicentenaria de la Asamblea convocada por el Libertador hace siglo y medio. Ortega Díaz, abogado litigante en sus inicios –litigante a favor de los trabajadores y contra los patronos que lo han tenido siempre como su peor enemigo en los enfrentamientos laborales-; estudioso infatigable de nuestro devenir social bajo el signo del materialismo histórico, no para regodearse en la contemplación del pasado, sino para utilizarlo en la forja del futuro; parlamentario denso, fogoso a la vez, temido como el que más por los voceros de las clases dominantes; miembro del equipo dirigente del Partido Comunista de Venezuela desde hace más de tres décadas, sin que ningún halago fraccionalista le haya torcido el rumbo; internacionalista consecuente que ha sabido siempre valorar el papel que la URSS juega como reducto inexpugnable de la revolución mundial, nos coloca ahora en manos otro instrumento –adarga y lanza a la par- para combatir los infundios reaccionarios, demostrándonos con claridad meridiana que la gran confederación que Bolívar intentaba crear era la comunidad fraterna de los pueblos hispanoamericanos, no ese brutal engendro “panamericano” con los Estados Unidos imperiales por hegemón que tuvo a Monroe por heraldo, a Teodoro Roosevelt por gendarme y al complejo militar-industrial Iñaki de hoy por denominador común de todos los atropellos e intromisiones.

Eso lo logra con folleto Pedro; Pedro a secas para todos los comunistas que lo admiramos y queremos de veras. Quieran los historiadores seguir su ejemplo, rechazando sin titubeos las falsas monedas que la historia, el imperialismo y sus asociados criollos ponen en circulación para prolongar su dominio y proteger sus inversiones y partiendo siempre de la premisa de que la América que Simón Bolívar erigir en la Nación era la destinada a liberar a Cuba y Puerto Rico del coloniaje y no la de la Bogotá de 1948, ni la que en la Caracas de la sangrienta represión pérezjimenista de 1954 diera el espaldarazo a Foster Dulles para su agresión a Guatemala.

Con los Estados Unidos nos uniremos algún día en fraterna entente de pueblos libres. Pero será solo cuando la patria de Jefferson y Lincoln se halla liberado –ella también- de los grandes monopolios financieros que la sojuzgan. Téngase presente siempre el aforismo célebre: no es libre el pueblo que oprime a otros pueblos.

Pedro Ortega Díaz, adelantado de justa causa, ha culminado con éxito la tarea que hace años se impusiera. Tal vez entorno a su ensayo se teja injusto silencio, pero allí quedará para las generaciones venideras, viva y victoriosa, la idea medular que le diera nacimiento: Bolívar, precursor del antiimperialismo en el continente, señero conductor político que en el espacio vital que le asignó la historia supo transformar su tiempo y avizorar el destino de nuestros pueblos, propugnaba una América Latina abroquelada ante las acechanzas extranjeras, apta con su unidad creciente para responder el reto –intuido ya desde entonces- del imperio que en el Norte, sobre montañas de dólares, para saciar codicias, se está edificando.

Esa Latinoamérica una, amistada y amistosa, garantía de paz e independencia, que con el denotado esfuerzo cotidiano de los verdaderos revolucionarios –pese a serios reveses- estamos día a día, construyendo.




EMIRO GARCÍA ROSAS






PEDRO ORTEGA DIAZ

ABOGADO DE LA CLASE OBRERA

Y OBRERO DEL DERECHO








CARACAS, 3 DE FEBRERO DE 2007

INTRODUCCIÓN

Perdóneme quien lea este panegírico, que al predicar sobre ese magnífico y novelesco personaje de la historia política venezolana del siglo XX (cuya larga y prolífica vida transcurrió hasta el primer lustro del siglo XXI, como si hubiese querido cerciorarse, de que el tiempo, una vez más, le estaba dando la razón), asuma el atrevimiento de escribir en primera persona, confianzudo y tuteador de quien podía ser mi padre, pero me defería un trato fraterno que me enorgullece, sabiendo como supe mucho antes de conocerlo, que era un grande hombre. Por ello, escribir sobre Pedro Ortega Díaz es una encomienda honrosísima, asignada por gente que admiro y quiero, tarea que me llevó en pos de los pasos del hombre de carne y hueso, a quien presento como gran abogado, defensor de su pueblo, padre, ideólogo y amigo franco, noble y sencillo. Y cuando digo amigo Pedro, asigno a la palabra amigo el sentido fraternal y profundo que tiene tal vocablo, acaso en ninguna otra lengua mejor precisado que en la de nuestros hermanos pemones: mi otro corazón.

EL HIJO DE RÍO CARIBE

En el folio 62 del destartalado Libro de Nacimientos del año 1915 del Distrito Arismendi del Estado Sucre se conserva intacta la partida de nacimiento N° 96, donde consta que el 18 de diciembre del año anterior (1914) nació en Río Caribe, cabecera de dicho distrito (hoy municipio), el párvulo Pedro César Ortega Díaz.

Río Caribe es un pueblo bucólico de ancestro colonial, ubicado entre la playa y el piedemonte, al norte de Paria, que sirvió desde el siglo XIX de puerto de exportación del cacao y el café, productos fundamentales de las feraces tierras de aquella península, y sustentadores de una economía agrícola que vivió su último esplendor hasta la tercera década del siglo XX. Tanto era el auge económico de Río Caribe durante la mocedad de Pedro César, que disponía de escuela de música, teatro, fábricas de jabón, de gaseosas, de pastas alimenticias, y en cada casa rica como la suya, había un piano; y tenía también servicio de gas acetileno producido a base de carburo para alumbrar las casas (no apto para cocinar porque era muy hediondo), así como alumbrado eléctrico de sus calles principales, provisto a través de una planta alimentada con leña, de la cual queda la prueba muda de una enorme carcaza de hierro, puesta a la vera de la plaza Sucre, que entonces se llamaba Parque Independencia, frente al mar.

Por supuesto, estos modernos progresos urbanos sólo llegaban a la parte alta del pueblo, a la zona de los ricos, importadores de aquellas maravillas del primer mundo (que muchos de ellos conocían) y únicos que podían pagarlas con sus dólares del café y del cacao, quienes solían ufanarse de que Río Caribe era el primer pueblo del país (incluso anterior a Caracas) en disponer de tales adelantos. Acaso esta creatividad urbanística fuese acicateada por la orden de la autoridad dictatorial gomecista de que los ricos agricultores construyeran sus casas principales en el pueblo, alrededor de la iglesia, mudándose de sus cómodas casonas de hacienda, con el fin de darle fisonomía urbana a las ricas aldeas campesinas. Es de suponer que tal determinación gubernamental debió ser negociada y no brusca, porque aquél era un régimen de ricos hacendados, pues el propio jefe del Estado, el general Gómez, al morir dejó un haber de más de 300 haciendas, mal habidas, por supuesto.

Algo muy peculiar sobrevino de aquel plan dictatorial de exigir a los ricos agricultores sentar sus reales en el pueblo: que ocuparon los terrenos más altos, los del piedemonte, hasta entonces desocupados, y por cierto, los de mejor vista y clima. La peculiaridad consistió en estos dos interesantes fenómenos socioeconómicos: primero, que previamente pudieron urbanizar el terreno para proveerse de los servicios y adelantos primermundistas ya indicados; y segundo, que al ubicar sus hermosas casas en el piedemonte, por encima de las humildes viviendas de los pobres, se produjo una especie de determinismo orográfico, algo así como una consigna capitalista: -arriba los ricos, abajo los pobres-.

Otro fenómeno socioeconómico propio de aquellos tiempos en que el cacao era un fruto precioso, consistía en el trato reverencial de los pobres a los ricos, a quienes denominaban “grandes cacaos”, no sólo por sus ostensibles riquezas, sino por su mayor instrucción, fina piel blanca, refinados modales europeos, de cuyos orígenes corsos y español blasonaban. Los varones tenían acceso libre a las mujeres del pueblo, amancebándose abiertamente con ellas sin abandonar a sus esposas, y los hijos de las queridas nunca eran reconocidos ni heredaban; en cambio, sus hijas legítimas debían casarse en “santo matrimonio católico, apostólico y romano” con los hombres de su misma clase. Por esta razón, siendo una comunidad tan pequeña, los “grandes cacaos” de Río Caribe terminaron emparentándose entre ellos. De origen español remoto era el viejo Pedro Ortega, menudo, delgado y activo, blanco, pecoso y de amplia calva, la cual cubría con sombrero color claro; nunca salía sin sombrilla, paltó y corbata, aun en los días de máximo calor de aquel aislado pueblito de mar; católico de misa diaria y, por supuesto, habitante de la parte alta, en la avenida Bermúdez, donde vino al mundo Pedro César. En la misma calle, en una esquina próxima a la casa, disponía de una tienda de finas telas y otras mercaderías importadas de Trinidad y Europa, que alternaba con sus haciendas de cacao y café. Cuando su hijo Pedro César terminó la primaria, lo envió a Caracas a través del mar, única vía expedita de comunicación, en uno de esos vapores que transportaban mercaderías y pasajeros e indefectiblemente recalaban en la Guaira. A la sazón Río Caribe sólo proveía estudios primarios, mientras Caracas colmaba los sueños de aprender de los provincianos ansiosos de nuevos horizontes.

Ya instalado en un internado de Caracas, aquel muchacho inteligente dejó grabada en su memoria la imagen de su pueblito pulcro: casas frescas de gruesas paredes con celosías, azulejos, olorosos patios interiores, techos de tejas sostenidas sobre caña brava; lamparitas de aceite, de carburo, de kerosén, el modernísimo alumbrado domiciliario de acetileno a base de carburo y la iluminación eléctrica de las calles con planta alimentada a base de leña; los muebles antiguos traídos de Europa, la lengua francesa de los corsos, los cuentos de muertos aparecidos, la familia, las muchachas en flor que tocaban piano, la iglesia donde había sido monaguillo, los compañeros de escuela... Y algo más, una vivencia que lo acompañó siempre, hasta más allá de sus noventa, que solía contar con deleite: la obra teatral Dios se lo pague, puesta en escena por él y otros compañeros en su escuelita de Río Caribe, y que un cuarto de siglo después miró en un cine de Caracas, en un film argentino, protagonizado por Arturo de Córdova y Zully Moreno.

En aquel tiempo Venezuela era Caracas, y como esta metrópolis vivía del campo, se lo engulló del mismo modo que el petróleo se tragó a aquella economía agrícola de cacao y café. Pese a que el petróleo y el asfalto nuestros servían para hacer las autopistas imperiales allende los mares, nuestras vías carreteras seguían siendo caminos de recua. Igual que en los tiempos antiguos, la única vía segura y confiable era el mar, adonde desembocaban todos los caminos inseguros de nuestros campos.

Y Río caribe, como toda la provincia bucólica de Venezuela, fue abandonada por los que hicieron fortuna con la agricultura, entre otras razones porque el petróleo cambió la relación económico social campo-ciudad. El campo enriqueció a la metrópolis, no sólo con su dinero, sino con sus cerebros, y siempre a costa de quedarse yermo. Pedro César permaneció en Caracas, pero no para disfrutar la fortuna que su padre había hecho en Río Caribe, quien de todos modos lo dejó sin herencia por no casarse con la novia que le había elegido, para cumplir con la mantuana tradición endógama familiar. Ya para entonces, antes de casarse, y en silencio porque era otro acto clandestino, el joven Pedro César se había hecho comunista y ateo, decisión que al ser conocida por su familia -tan católica- fue desaprobada con disgusto, pero Pedro con su dulzura y sus razones volvió a ganar sus corazones.

Aunque se residenció en Caracas hasta su último día de vida, aquel hijo de Río Caribe nunca abandonó la provincia, luchando casi siempre en el interior del país, lo cual se evidencia en sus libros, folletos, discursos, conferencias, libelos; en los sindicatos y huelgas donde participó con papel protagónico, especialmente en las zonas petroleras. Puede decirse con propiedad que Pedro Ortega Díaz luchó más en la provincia que en la capital, desde la cual se trasladaba adonde quiera que se le requiriese o que él considerase necesaria su presencia.

Es natural entonces, que de un pueblo precioso, de mar abierto y montaña feraz, de gente creativa, serena, dulce y de buen humor, haya surgido un ser humano tan completo, honesto, noble, tenaz, valiente, solidario, bondadoso, inteligente, risueño y de tan larga, productiva y prodigada vida para con su prójimo como el gran caballero Pedro Ortega Díaz.

EL ABOGADO COMUNISTA, EL COMUNISTA ABOGADO

En Caracas Pedro Ortega Díaz se hizo abogado y comunista, profesando ambas actividades con fe carbonaria; se casó, tuvo hijos, escribió libros, dictó conferencias, propagó su doctrina, sufrió persecuciones y prisiones, y en sus tiempos de plena libertad fue parlamentario y profesor universitario, de pre y postgrado, actividad docente en la que se mantuvo hasta su muerte; defensor siempre del trabajador, participó intensamente en la discusión de contratos colectivos y en la formación de sindicatos; inclusive, dirigió personalmente muchas huelgas de trabajadores, cual un obrero más; se alojaba en sus casas, vivía sus infortunios, comía su misma comida, compartía sus carcelazos. Era un obrero del derecho y consideraba que “la unidad de la Nación se hace a través de la clase obrera”. (El Derecho de huelga en Venezuela, p. 33).

Estudio aparte merece su trabajo de escritor y congresista comunista. Escribió libros de derecho, historia, política, ideología, siempre desde la óptica marxista ortodoxa. Como parlamentario fue tan brillante y creativo, que, entre otras muchas, su partido le encomendó la difícil tarea de retardar el inminente allanamiento de la inmunidad y la nulidad de los nombramientos de los diputados de izquierda, a través de un discurso en ese Congreso, que debía ser sumamente extenso, para ganar tiempo antes de que se produjera la inevitable ilegalización del P.C.V. y el MIR con las consiguientes persecuciones. Estos hechos políticos ocurrieron durante el segundo gobierno de Rómulo Betancourt, en 1963. El famoso discurso de Pedro duró nueve horas, reconocido como el más largo de la historia cameral de Venezuela; un discurso de valentía y dignidad, con el cual Pedro denunciaba ante el país y el mundo, que en cuestión de horas, los diputados del P.C.V. y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), perderían sus diputaciones por un acto contrario a derecho y a la decisión del pueblo en comicios libres, para volver a ser perseguidos políticos.

Pero como quedó escrito, esos dos Pedro Ortega Díaz, el parlamentario y el escritor, merecen estudio aparte, ajeno al propósito de este trabajo, que sólo quiere presentar al noble ser humano, al abogado de la causa obrera, al hombre inmenso de escasos cincuenta kilos, más hueso que carne, con un cerebro bien puesto y un enorme corazón solidario, que dedicó su vida a abogar en la calle, en los sindicatos, en los libros, en los tribunales, en el Congreso, en la cátedra, en todas partes, por los obreros de Venezuela y el mundo.

Por su convicción ideológica sacrificó las comodidades elementales de la vida: la herencia del padre rico que jamás reclamó, la posición social a la que también renunció, las ventajas económicas que le deparaba su talento de gran abogado… pero eso sí, una sola cosa nunca sacrificó: la atención a su familia, que si bien tuvo que vivir humildemente, como se había propuesto él, no padeció privaciones críticas, puesto que siempre a tiempo el Partido Comunista proveía todos los servicios necesarios, aun cuando Pedro estuviese preso o “enconchado”.

EL PRIMER HÁBEAS CORPUS DE VENEZUELA, UNA DEFENSA DE LA CLASE OBRERA

El 12 de julio de 1947 fue promulgada por la Asamblea Nacional Constituyente la Constitución de los Estados Unidos de Venezuela, que en su artículo 32 consagró por primera vez la figura del hábeas corpus, procedimiento penal constitucional sumario para lograr la libertad inmediata de cualquier persona física privada de ella, o amenazada de su privación, por medios que le conculquen las garantías que otorga la Constitución.

Esta Asamblea Nacional Constituyente estaba formada casi en su totalidad por miembros del partido Acción Democrática, que en connivencia con los militares, había derrocado al presidente Medina Angarita en 1945. Adecos y militares gobernaban mediante una Junta Revolucionaria de Gobierno, presidida por el jefe del partido Rómulo Betancourt. Poco tiempo después, en 1948, los militares desplazarían a sus conmilitones adecos del poder e instaurarían una dictadura, más confiable al imperio que el gobierno adeco, no obstante las muestras, todavía tímidas, de la postración proimperialista de Betancourt en aquel su primer gobierno. La razón de esta mayor confianza era elemental: la dictadura permitía al imperio más sometimiento político y económico del pueblo, con persecuciones más feroces y sin control constitucional. Por ejemplo, en tiempo de dictadura, Pedro Ortega Díaz no hubiese obtenido ese logro que obtuvo en el período adeco con aquel famoso hábeas corpus de 1947, figura que desapareció de facto, en 1948, cuando los militares tomaron el poder, tiempo en que no sólo no pudo litigar, sino que debió pasar a la clandestinidad, hasta el 23 de enero de 1958, cuando cayó la dictadura de Pérez Jiménez.

Regresemos a aquel breve período de libertades, aunque limitadas, para los comunistas, y examinemos histórica, política, sociológica y jurídicamente la primera acción de hábeas corpus de Venezuela. A dos semanas de promulgada la Constitución de 1947, confiados en los derechos humanos que ésta promovía, los obreros de la petrolera Socony Vacum, del poderosísimo grupo Mobil Oil, que operaba en El Tigre, estado Anzoátegui, exigieron mejoras en el transporte, cuyo servicio proveía la empresa con camiones de estacas cubiertos de lonas, los cuales solían causar accidentes, y cuando llovía los trabajadores se mojaban. La compañía desatendió olímpicamente este justo pedimento, munida del apoyo con que contaban las empresas norteamericanas del ex revolucionario Rómulo Betancourt, quien había dividido el movimiento sindical obrero, valiéndose de su poderoso partido Acción Democrática (en el poder) formando el Sindicato Blanco (socialdemócrata), mientras los comunistas constituían el Sindicato Rojo (marxista).

En algunas reivindicaciones estos dos sindicatos coincidían, como al comienzo de las reclamaciones por el transporte a la Socony. En efecto, ambos sindicatos empezaron juntos sus exigencias de mejoras, pero Betancourt -comunista en su juventud, quien ya había abjurado de tal ideología y comprometídose con los norteamericanos- impuso a los dirigentes obreros blancos que se plegasen a los intereses de la empresa extranjera, orden que dichos jefes sindicales obedecieron, abandonando cobardemente a sus compañeros de trabajo rojos, con todo el peso de la huelga, a sabiendas de que serían perseguidos y encarcelados por su gobierno.

No obstante la traición de los jefes sindicalistas adecos, los comunistas tomaron la determinación de ir a la huelga, bajo la dirección del dirigente nacional Manuel Taborda, sostenida hasta el final por el Sindicato Rojo en una gran asamblea, a cuya decisión fueron denodadamente fieles, pese a que sabían les costaría su trabajo y su libertad; huelga que el Inspector del Trabajo del Estado Anzoátegui, adeco ligado a las empresas petroleras, calificó de ilegal, en un acto administrativo en el que ordenó al Alcalde de la Cárcel Pública de Barcelona la detención de los huelguistas, con precario basamento jurídico en el artículo 31 de la Constitución, que preveía el arresto por acto escrito debidamente motivado, y por un tiempo no superior a 15 días.

Como a la huelga se sumaron los obreros petroleros comunistas de Anaco, Buena Vista, Cantaura y Puerto La Cruz, la policía siguió arrestando dirigentes, tanto en aquellos pueblos como en El Tigre, sin orden escrita de captura, duplicándose así el número de presos, aún después que el juez decidió el hábeas corpus solicitado por Pedro para los detenidos por orden del Inspector del Trabajo.

Entre estos detenidos sin orden de captura estaba Sabás Rosas, quien a sus lúcidos noventa años y pico recuerda la huelga con sentimientos encontrados de alegría y dolor, porque la lucha aunque victoriosa, hizo de él y de los demás presos unos mártires, pues todos perdieron sus puestos de trabajo y siguieron siendo perseguidos por los jefes adecos, y con mayor fiereza durante los diez años de dictadura. Sabás tuvo que volver a Margarita, de donde había salido precisamente en busca de trabajo petrolero, mejor remunerado y por lo mismo, tan difícil de conseguir. Cuenta que eran más de cuarenta los presos comunistas en la cárcel de Barcelona, en el barrio Portugal, de la cual salieron sólo cuando terminó la huelga, pero sin derecho al trabajo y fichados como indeseables en las compañías petroleras. Dice también que Pedro Ortega Díaz era su amigo y contemporáneo, que solía alojarse en su casa cada vez que viajaba a El Tigre, que comprende que no lo pudiera defender por el montón de obreros que iban cayendo presos anónimamente, llevados directamente de la compañía a la cárcel de Barcelona, sin orden de captura, distintamente a como ocurrió con los primeros veinte, apresados por decisión escrita (aunque mal motivada) del Inspector del Trabajo.

Además, la defensa judicial de aquellos cuarenta obreros comunistas se hizo imposible debido a la persecución desatada por el gobierno adeco-militar, apenas Pedro logró la libertad de Manuel Taborda, quien al regresar a dirigirlos elevó la moral y la fuerza de lucha de los trabajadores en huelga. Tanto Pedro como Manuel sabían que la manera más segura de obtener la excarcelación de aquellos presos era ganando la huelga. Por otra parte, no había medios de comunicación en que apoyarse; en aquellos tiempos, el medio popular era la radio y muy pocas personas tenían aparato receptor en sus casas; los periódicos eran escasos (casi todos de Caracas) y el pueblo mayoritariamente iletrado. Y los medios, todos privados, como es lógico, sólo apoyaban a sus patrocinantes: las compañías y el gobierno.

Este era el escenario político nacional donde se movían aquellos comunistas solitarios, más precario aún en el interior del país. En el panorama internacional, Estados Unidos influía en la política nacional, no sólo a través de su embajada y otras oficinas ad hoc, sino mediante las grandes empresas transnacionales como la Mobil Oil (una de las llamadas Siete Hermanas del cartel petrolero), propietaria de la Socony, contra la cual se libraba la huelga. Dos años antes (1945) había terminado la segunda guerra mundial y EE.UU. desarrollaba su guerra fría contra la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en todo el planeta. En su interior perseguía a los izquierdistas, encausando penalmente a todo disidente de su política guerrera exterior, con cargo de traición a la patria, calificando la ideología comunista como delito. Los encausados como reos sin debido proceso eran, fundamentalmente, obreros sindicalistas y reconocidos escritores y artistas. Muchos de estos encausados fueron compelidos a declarar contra sí mismos, conculcándoseles esta garantía contenida en la Enmienda Cinco de la Constitución de los Estados Unidos de América. Con aquella ignominia, el llamado “país de la libertad” violaba también el artículo 9, Tercera Sección, Inciso 1, de su Constitución, que define el delito de traición a la patria, el cual sólo puede declararlo un tribunal, y no la espúrea comisión del congreso que se ocupó de aquella viciada investigación. Igualmente se violó la Enmienda Uno de la referida Carta Magna estadounidense, que prohíbe coartar la libertad de palabra o de imprenta o el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente.

En tales condiciones, nacionales e internacionales, aquellos desconocidos e ignorados obreros comunistas presos estaban sujetos a permanecer detenidos indefinidamente. Por estas razones de precariedad informativa han quedado registrados sólo los nombres de los sub júdices del hábeas corpus. Entre las solicitudes de Pedro, la sentencia de hábeas corpus y su libro El Derecho de huelga en Venezuela, más los datos aportados por el buen Sabás, se pueden contar solamente veintitrés nombres, veintitrés héroes anónimos del pueblo que auspiciaron el sueño socialista y que sufrieron cárceles y persecuciones por defender sus derechos y los de sus compañeros, incluso los de sus perseguidores. A seis décadas de entonces, tal vez Sabás sea el único sobreviviente. Para que no queden en la anonimia como sus demás compañeros, cito estos veintitrés nombres con respetuosas mayúsculas, en el siguiente orden:

En el primer escrito de hábeas corpus de Pedro Ortega Díaz, en forma directa, aparecen estos veinte nombres: MANUEL TABORDA, CÉSAR MILLÁN, VÍCTOR MALAVÉ, JESÚS RODRÍGUEZ ROSAS, F. PÉREZ RODRÍGUEZ, MARTÍN MARVAL, JESÚS GUERRA, TEODORO GUZMÁN LANDAETA, JESÚS TINEO GARCÍA, FÉLIX HERNÁNDEZ, VÍCTOR HERNÁNDEZ, JULIÁN ALFONSO, GUILLERMO LLANOS, HÉCTOR PEREIRA REYES, ALÍ PINTO, MARCELINO ROSAS, ELOY ROBINSON, JUAN BARRINTON, ALBERTO CERMEÑO, ETANISLAO AGUILERA.

En el segundo escrito de hábeas corpus de Pedro, reforzando el pedimento de libertad para MANUEL TABORDA, aparece incidentalmente el nombre de PEDRO SOUQUET, pero no JESÚS LUGO ni SABÁS ROSAS, acaso porque éstos fueron apresados después de decidido el hábeas corpus, a partir de cuyo momento, Pedro -atado jurídicamente por la represión desatada contra los comunistas- ya no pudo conseguir más libertades y se dedicó a la asistencia de Taborda en la dirección de la huelga, procurando que ésta acabara pronto, para que pudieran ser liberados todos los demás detenidos, pues sabía que el único juez del estado autorizado por la Constitución para acordar la excarcelación de ellos, no se arriesgaría más a conceder otro hábeas corpus.

Aunque Manuel Taborda fue uno de los primeros presos, pues era el sindicalista más importante y conocido, no trabajaba en la petrolera y, en consecuencia, no pertenecía a dicho sindicato. Se distinguía de ellos por su mejor formación cultural y política, su verbo fácil y su mayor edad respecto de los demás dirigentes, y también porque no vivía en El Tigre, pues había venido de Caracas, como Pedro, a dirigir la huelga. Y se parecía a ellos en que era margariteño como casi todos los fundadores y pobladores de aquel original pueblito que inspiró al escritor comunista Miguel Otero Silva su novela Oficina Número 1; y en que era marxista convencido, fiel, constante, recio, solidario, valiente. La circunstancia de que Manuel Taborda no fuese obrero petrolero y que por tanto no perteneciese a la junta directiva del sindicato, le permitió a Pedro una salida magistral para lograr su libertad y asegurar así el triunfo de la huelga, pues aquel gigante del sindicalismo, al salir de la cárcel se puso nuevamente al frente de los huelguistas, logrando al fin suscribir un convenio obrero-patronal, que trajo como consecuencia buenos transportes para todos los trabajadores (incluidos -por supuesto- los adecos), además de la excarcelación de todos los dirigentes comunistas presos. Pero éstos, pese a haberse sacrificado por el bienestar de sus compañeros y haber ganado la huelga, no volvieron a conseguir trabajo en las petroleras, siendo sustituidos -precisamente- por adecos.

Sin demeritar el talento y el esfuerzo de todos los otros dirigentes comunistas de El Tigre, acaso el éxito mayor de aquella huelga se debió al hábeas corpus obtenido en beneficio de Manuel Taborda, incoado por el gran abogado Pedro Ortega Díaz, quien con ese fin se trasladó de Caracas a Barcelona, para solicitarlo el 28 de julio de 1947. A la sazón, el hábeas corpus era una novísima figura jurídica, consagrada en el artículo 32 de la Constitución de 1947, recién promulgada el 12 de julio de aquel año, apenas dos semanas antes de que él propusiera esa acción constitucional, en la cual lo secundó el también abogado comunista Juan José Núñez Morales, quien con ese propósito viajó desde Maturín.

En 1947 las empresas petroleras norteamericanas, inglesas y holandesas extraían nuestro petróleo, aprovechando el 83,34% de la ganancia, cuyo resto (16,66%) solía mermar en manos nacionales, porque los números los llevaban las mismas compañías extranjeras y funcionarios venezolanos proclives a los intereses de aquéllas, y toda demanda ante la Alta Corte que involucrase tales intereses, era indefectiblemente perdida por la República. La razón es obvia: Los mejores abogados los tenían las petroleras y los pleitos entre éstas y Venezuela (igual que en los demás países productores de petróleo), se urdían en los grandes bufetes corporativos metropolitanos, de los cuales bajaban las directrices a los bufetes criollos, sus ejecutores. Tales bufetes solían (y suelen) ser muy generosos con los funcionarios obsecuentes. Pese a nuestra riqueza petrolera y asfáltica, las pocas carreteras del país eran de tierra, y viajar de Caracas a cualquier lugar del interior constituía una larga y desoladora aventura. De la capital a El Tigre o a Barcelona se hacía más de 12 horas por accidentada, inhóspita y destapada carretera, al final de la cual el viajero llegaba a destino cubierto de arcilloso polvo. El abogado Pedro Ortega Díaz hizo esta travesía por su partido, por sus convicciones de quijote del derecho y la justicia y por los trabajadores perseguidos y encarcelados, que para él eran la misma causa. El caso judicial se desarrolló así:

En el Tribunal de Primera Instancia en lo Criminal del Estado Anzoátegui, con sede en Barcelona, ese 28 de julio de 1947, el Dr. Pedro Ortega Díaz presentó su escrito de petición de libertad para los veinte trabajadores que el Inspector del Trabajo del Estado Anzoátegui había ordenado detener, ante el juez Juan José Rivero -competente para conocer de la acción de hábeas corpus, según la Disposición Transitoria Décimoquinta de aquella nueva Constitución Nacional- quien había sido su compañero de estudios en la Universidad Central de Venezuela.

El juez le contestó a Pedro que -no obstante la flagrante violación de la garantía a la libertad- siendo el asunto de alta política, tenía instrucciones del gobierno de declararle sin lugar su petición. Frente a tal respuesta francamente antijurídica, seguro de que no podría vencer aquel obstáculo político anticomunista y antiobrero, el abogado Pedro Ortega Díaz, al día siguiente, 29 de julio, se presentó ante el juez con otra petición de hábeas corpus, reiterando en su primer particular la solicitud de libertad para los detenidos identificados en el primer escrito, por no haber sido arrestados según auto debidamente motivado del Inspector del Trabajo; y en su segundo particular planteó una defensa simplemente magistral de Manuel Taborda, con la que obtuvo su excarcelación. La defensa fue simple porque en buen derecho el juez no tenía más remedio que concederla, en virtud de que Taborda no vivía en El Tigre, ni era trabajador petrolero, por lo cual no podía ser dirigente de aquel sindicato, y mucho menos pertenecer a su directiva, lo cual era obvio, dado que el Inspector había basado su acto administrativo en la orden expresa de detener a los miembros de la junta directiva. Y fue magistral la defensa porque Pedro supo trabajar la sicología del juez, quien se sentía avergonzado de mantener detenidos a tantos hombres honrados que luchaban por reivindicaciones justas, que habrían de beneficiar incluso a los propios adecos (compañeros de partido del Juez y del Inspector del Trabajo), cuyos dirigentes sindicales los habían abandonado a una suerte desgraciada.

El segundo particular del segundo escrito de Pedro lo transcribo no sólo por su valor jurídico, sino porque produjo la primera sentencia de hábeas corpus que se conoce en Venezuela, y que por fortuna se pudo ejecutar inmediatamente; y también por el éxito político que significó la libertad de Manuel Taborda para que aquella gran huelga pudiera fructificar, como explicaré luego. Este pedimento del exitoso escrito de hábeas corpus de Pedro, que ha pasado a la historia de la abogacía venezolana como la primera acción de hábeas corpus del país, reza textualmente así:

“Segundo: El caso del ciudadano Manuel Taborda es excepcional.- Dicho ciudadano no es miembro de la Junta Directiva del Sindicato como aparece del auto del ciudadano Inspector del Trabajo en que ordena la detención suya.- Dicho ciudadano no aparece mencionado en ninguna otra declaración.- El art. 31 de la Constitución se refiere a los arrestos sufridos por ciudadanos en virtud o de conformidad con alguna disposición legal.- En este caso la autoridad administrativa ha invocado el art. 261 de la Ley del Trabajo; pero no siendo dicho ciudadano ni siquiera mencionado en el expediente y no siendo miembro de la Junta Directiva, mal puede ser dictada su detención conforme a dicho artículo por lo que aparece evidente la violación de la garantía de la libertad individual de dicho ciudadano, en concordancia con el art. 31 ejusdem.-“

El juez revisó cuidadosamente el asunto, verificó que Manuel Taborda, el más importante de aquellos dirigentes presos, ya para entonces uno de los más destacados líderes sindicales del país, en efecto, no pertenecía a la directiva del sindicato, pues ni siquiera era trabajador petrolero, pese a que había sido mencionado erróneamente en el expediente del Inspector del Trabajo, mas no en ningún otro documento. Además, ya el expediente había sido instruido, con las notificaciones al Presidente del Estado Anzoátegui y al Alcalde de la Cárcel Pública de Barcelona, de conformidad con el art. 30 de la Constitución.

Acaso como destinado a contar esta historia en honor del grande amigo, éste me la relató con el regusto de un muchacho victorioso, pocos meses antes de morir. Decía Pedro que el juez Rivero, frente a las razones incuestionables de su solicitud de hábeas corpus a favor de Taborda, respiró profundamente, preocupado, dubitativo, ante lo cual Pedro se apresuró a reafirmar su posición, convincente y seguro, para evitar que consultara a los jefes políticos y pudiera arrepentirse, sugiriéndole una solución jurídica que no contradijera a su partido y su gobierno, representados en la figura del Inspector del Trabajo, quien sólo había ordenado detener a los directivos del Sindicato Rojo. Le aseguró Pedro a Rivero que como juez podía resolver ese conflicto de intereses opuestos entre la justicia y la política, sentenciando de este modo: en primer lugar, que comenzara el dispositivo de su sentencia negando el hábeas corpus a todos los dirigentes del Sindicato Rojo, reiterando esta negativa a lo largo del primer punto del dispositivo; que si bien era comprensible su compromiso político con el gobierno, tomase en cuenta que aquellos veinte presos eran honrados padres de familia, luchando por reivindicaciones justas para todos los trabajadores, incluso los propios adecos que habían iniciado esa lucha con ellos, y por la cual quedarían detenidos hasta quien sabe cuando. Y en segundo lugar, que luego de negar la libertad de aquéllos reiteradamente, al final de la sentencia, terminara concediéndola a uno solo, Manuel Taborda, en virtud de que el Inspector del Trabajo no lo había incluido formalmente en su acto administrativo, conforme al artículo 31 constitucional.

El juez, que era un hombre bueno puesto en aquella embarazosa situación de cohonestar la perversa política del gobierno, accedió, y produjo una sentencia reiterativa de declaratoria sin lugar de la libertad de todos los otros trabajadores, a los que Pedro había incluido en su petición inicial de hábeas corpus junto con Manuel Taborda. En la parte final de dicha sentencia, como lo había propuesto Pedro, el juez declaró con lugar el hábeas corpus solicitado a favor de Manuel Taborda, cuyo dispositivo transcribo seguidamente:

“…Y por cuanto el Inspector del Trabajo al dictar su Resolución escrita y motivada, referente al paro ilegal de los trabajadores del Campamento Petrolero de Guicco dependiente de la Compañía Socony Vacum, Oil Company Of (sic) Venezuela, sancionó a los miembros de la directiva del Sindicato de Trabajadores Petroleros, no incluyó en esa motivación al hoy arrestado Manuel Taborda, ya que al motivar esa Resolución expone textualmente: A los miembros de la Directiva del Sindicato de los Trabajadores Petroleros de los Municipios Simón Rodríguez y Cantaura: César Millán, Víctor Malavé, Francisco Pérez R., Pablo J. Millán, Jesús Rodríguez, Teodoro Guzmán Landaeta y Jesús Guerra, y de los ciudadanos Manuel Taborda y Pedro Souquet, no queda comprendido el penúltimo de los nombrados, puesto que al decir Miembros de la Directiva, é (sic) indicar como miembros de ella a los mentados primeros seis, no ha quedado incluido en esa motivación para sancionarlos, el nombre de Manuel Taborda, cuando concluyó con los siete primeros, diciendo (sic) y Jesús Guerra, hasta donde alcanzó esa Resolución escrita y motivada, a mas (sic) de que en el curso de esos expedientes, abiertos contra todos los ciudadanos actualmente detenidos, no aparece indicado el nombre de Manuel Taborda, como instigador o culpable por cualquiera otra causa, del paro ilegal de esos trabajadores, declarado así por el Inspector del Trabajo de este Estado… En consecuencia este Tribunal, administrando justicia en nombre de los Estados Unidos de Venezuela y por autoridad de la Ley, declara sin lugar el recurso de Habeas Corpus (sic) … (seguidamente cita 20 nombres, exceptuando el de MANUEL TABORDA)… y declara con lugar el antedicho recurso de Habeas Corpus (sic), invocado a favor del ciudadano Manuel Taborda, por considerar este Tribunal, que no ha sido cumplida (sic) por el Inspector del Trabajo de este Estado Anzoátegui, el procedimiento indicado por el mismo artículo 31 de la ya referida Constitución Nacional, y en consecuencia, se ordena su libertad inmediata… “

Y ésta fue la primera sentencia de hábeas corpus de Venezuela, lograda por el gran abogado Pedro Ortega Díaz, gracias a su inteligente estrategia procesal y a su dominio de aquella novísima Constitución promulgada apenas dos semanas antes, que acaso por tal razón ni el propio juez conocía, quien al darle la orden de excarcelación de Manuel, le dijo a Pedro que al obtener la libertad del más destacado y aguerrido de aquellos dirigentes comunistas presos, siempre se había salido con la suya, con una solución jurídica maestra, a la cual no pudo negarse. Tal vez si el juez hubiese podido consultar antes de decidir (acaso la inexistencia de teléfono en el tribunal conspiró a favor de Pedro y Manuel), y si hubiese sospechado las consecuencias políticas de su decisión, acaso no concediera el hábeas corpus a Taborda, porque éste al salir de la cárcel se fue directamente a El Tigre a continuar la lucha hasta ganarla, al frente de sus camaradas, quienes al verlo se alegraron grandemente, pues recuperando al más importante de sus dirigentes, sentían el triunfo próximo y seguro. En efecto, al cabo de unos cuarenta días de lucha, Manuel Taborda suscribió el convenio que puso fin a la huelga y al cautiverio de los cuarenta trabajadores presos.

A Pedro Souquet, un preso mencionado en el segundo escrito de Pedro y en la sentencia incidentalmente, no le fue negado ni declarado con lugar el hábeas corpus, como puede leerse en su dispositivo. Era el jefe de reclamos del Sindicato Rojo, pagado por dicho sindicato para tan importante función, aunque no trabajaba en la compañía petrolera. Esta función demuestra cuan poderoso y solidario era aquel sindicato comunista. Dice Sabás que “El Negro Souquet”, o “La Bomba Atómica”, como lo llamaban cariñosamente sus camaradas, era un combativo sindicalista, que solía fastidiar al jefe de labor de la compañía (hoy director de recursos humanos), para que accediera a sus peticiones, masticando tabaco y escupiendo constantemente en el piso, quien terminaba diciéndole: -Está bien, negro, no escupas más, estoy de acuerdo-. Otra habilidad del “Negro” Souquet era el dominio del idioma inglés, que le servía para espiar las conversaciones de los gringos sobre la huelga y transmitir valiosa información a sus camaradas.

La huelga concluyó victoriosamente y todos los obreros fueron excarcelados, pero nunca más aceptados en la petrolera. No sólo la Socony Vacum sino todas las demás petroleras eliminaron aquellos vetustos camiones que los trabajadores llamaban “pájaros verdes”, y los sustituyeron por autobuses y gandolas especialmente acondicionadas, a cuyos nuevos transportes, con su fino humor margariteño, pues casi todos aquellos obreros comunistas eran oriundos de la isla, denominaron “los ilegales”, en recuerdo de la famosa huelga que el Inspector del Trabajo calificó de “ilegal”, chanza que festeja Pedro en su libro El derecho de huelga en Venezuela (p. 36), con esta frase: “Una ironía con sabor margariteño”.

EL MAESTRO JESÚS TINEO GARCÍA, AMIGO, CAMARADA Y DEFENDIDO DE PEDRO

Pedro solía contar este caso jurídico, primer hábeas corpus de Venezuela, junto con el tema político y sociológico de la huelga, con fruición y frescura. Yo me congratulo en la lectura de su escrito y la sentencia, tanto por la habilidad del estudioso abogado que fue el gran amigo, como porque en su solicitud consigo nombres de humildes hombres de Margarita, a quienes conocí en mi infancia como luchadores siempre perseguidos, que salieron de la isla en busca de más pan para sus hambres, y en tierra firme se hicieron comunistas, soñando saciar las hambres de todos los hambrientos.

Entre estos defendidos de Pedro rindo homenaje a Jesús Tineo García, mi padrino, nacido en la familia más católica de la Fuente (Margarita), quien empezó estudios en el seminario y los dejó para ser maestro de escuela y trabajador petrolero y comunista, pasando un largo trecho de su vida huyendo o preso; después de abandonar el seminario, Jesús Tineo García empezó su magisterio en El Tirano, mi pueblito natal margariteño, donde dio clases a mis hermanos mayores, quienes lo ponderan como el mejor maestro; cuentan ellos que el maestro Tineo les enseñó modales y a comer con cubiertos, para cuando alguna vez dispusieran en sus casas de tales adminículos de mesa; y también llevaba purgantes a clases, que los administraba a sus discípulos para sacarle los parásitos, y los orientaba en los hábitos de aseo para que no tuvieran piojos y niguas . De Jesús Tineo recibí sanos consejos, amables y tempranas lecciones del marxismo en mi infancia, algunos latinazos para mi formación de bachiller, buenas lecturas, y en tiempos de la dictadura de Pérez Jiménez sus nobles cartas desde la cárcel de Ciudad Bolívar, primero, y después desde San Fernando de Atabapo (Amazonas), donde estuvo confinado. Jesús Tineo era un hombre de temple, limpia sonrisa y acendrada esperanza de un mundo nuevo, culto, buen lector, recatado, elegante, buen amigo, de dulce carácter; era el héroe de mi familia, lo amábamos y respetábamos como a un padre ductor, ejemplo de pureza y sacrificio. De niño no entendía por qué mi padrino, un hombre tan bueno que parecía un santo hasta en su rostro inocente, era víctima de tantas persecuciones y prisiones, como si fuese un delincuente. Cuando crecí lo entendí, como lo entendía mi humilde familia y todo el pueblo llano, que siempre ha sabido por qué hombres como Pedro Ortega Díaz y Jesús Tineo y tantos otros eran perseguidos, torturados, asesinados.

Los arrojados luchadores comunistas siempre fueron admirados y protegidos por el pueblo humilde, que los sabía mártires, desprendidos de intereses materiales, generosos protectores del prójimo, que lo daban todo hasta rendir la vida, a cambio de la sola esperanza de un mundo mejor para los pobres del mundo.

EL PADRE TIERNO, EL ABUELITO CHOCOLATE…

Pedro Ortega Díaz, aun en el sobresalto de la difícil actividad política, huyendo de sus perseguidores, quienes por años no le dieron respiro, incluso en los momentos más críticos, siempre encontraba tiempo para enviarle a su familia regalos, medicinas y deferirle especiales atenciones. Si algún hijo fallaba en determinada materia, a la casa acudía un profesor para ayudarlo por jornadas, a una misma hora, hasta que dominara la disciplina. Si algún familiar requería atención de médico, odontólogo, laboratorista, llegaba la instrucción precisa y aquella necesidad se atendía prontamente, sin costo alguno, incluso medicinas. El buen padre Pedro velaba, y su partido proveía.

Pedro aparecía en todos los cumpleaños, siempre con un regalo, por humilde que fuera; a los nietos solía repartirles chocolates, por lo que éstos dieron en llamarlo “el abuelito chocolate”, quien inventó para ellos un juego que denominaba “el barquito”, consistente en abanicarlos pendularmente en sus brazos, apretados a su pecho. Pedro el padre y Pedro el abuelo, siempre esperado por hijos y nietos, expectantes ante cuál sería el nuevo personaje que representaría en la escena de la fiesta, se presentaba en navidades y cumpleaños, encantador y fascinante, disfrazado del modo más insólito para despistar a sus perseguidores, con su espléndida sonrisa, feliz, repartiendo besos, abrazos y regalos.

Acaso esta habilidad de disfrazarse para despistar le viniese de su incipiente experiencia teatral de la mocedad, cuando montó Dios se lo pague en su escuelita de Río Caribe, recurso escénico que años más tarde reforzó con las lecciones y la truca y la utilería que le proveyó un yerno teatrero, quien lo introdujo en el arte de convertirse en otro para pasar desapercibido ante los sabuesos de la policía política. Buena inspiración para ello debió ser el personaje principal de dicha obra, un sujeto inteligente que se desdobla en dos personas contrapuestas sin ser descubierto: por un lado, es un millonario que vive en rica mansión con una bella mujer, y por el otro, es un limosnero filósofo que hace fortuna con ese “trabajo”.

Pedro nunca quiso exiliarse, prefirió los riesgos de luchar en su país a la comodidad servida en el exterior. Por ello no podía vivir con su familia y tenía que cambiar constantemente de habitación (concha), adonde lo visitaban sus hijos tomando extremadas previsiones, como pasar varias veces de un carro a otro, hacerse acompañar por personas que se turnaban sucesivamente a lo largo del trayecto, etc. Estas incomodidades trajeron un sinsabor adicional e inesperado: el resentimiento que se iba incubando en el corazón de Alicia, su hija mayor, quien a sus once años, ya no quería ver a su padre, porque sus vecinitas y compañeras de escuela le decían que éste era un delincuente, un perseguido de la justicia, que cómo era posible que siendo abogado tuviera que huir de la policía, por cuya causa sus hijos no pudieran vivir mejor.

Dice ella que para curarle esa división sicótica, su padre la invitó a pasar unos días con él en su “concha”. Le explicó la razón de su lucha, su sentido de solidaridad para con los demás seres humanos, su amor al prójimo, al país, a los hijos, a la vida; que esa lucha implicaba cambiar la sociedad para que no hubiera más explotados y se acabara la pobreza, y que ese cambio social traería la consecuencia de que las riquezas fueran manejadas por el pueblo; que eso se llama socialismo, doctrina que siempre han atacado los gobiernos de los ricos, como esos que lo perseguían a él; y que por tales razones tenía que esconderse para seguir luchando por un mundo mejor para todos, aunque él no lo llegase a conocer… Desde entonces -cuenta Alicia- ama y admira tanto a su padre Pedro Ortega Díaz...

EL AMIGO FIEL, SOLIDARIO Y HUMORISTA

En su entierro decía un amigo que Pedro tenía la extraña cualidad de que habiendo sido toda su vida un conspicuo luchador comunista, hubiese sido querido hasta por sus opositores, sin atraerse odios. Raro lauro para alguien que practicó intensamente una doctrina satanizada y perseguida, al punto de que tal persecución ideológica alcanzó rango constitucional en el inciso 6, del art. 32 de la Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1936, que rezaba así: “Se consideran contrarias a la independencia, a la forma política y a la paz social de la Nación, las doctrinas comunista y anarquista, y los que las proclamen, propaguen o practiquen serán considerados traidores a la Patria y castigados conforme a las leyes”.

Esta norma anticomunista y antianarquista, odiosamente discriminatoria, y por lo tanto, opuesta a los Derechos Humanos, desapareció en las siguientes constituciones, pero la actitud anticomunista de los gobiernos persistió hasta 1998, con la asunción de Hugo Chávez al poder. El antianarquismo, en cambio, desapareció con la temprana extinción del anarquismo, a finales de los años cuarenta.

En 1999 el presidente Chávez convocó al pueblo a elegir una Asamblea Nacional Constituyente, de la cual Pedro fue un constituyentista insigne, que aportó ideas para incorporar normas revolucionarias en la Constitución que redactó aquella A.N.C., aprobada en diciembre de ese mismo año por el pueblo, acto electoral igualmente revolucionario, sin precedentes en la historia de nuestro país. Curiosamente, Pedro también había suscrito como diputado la Constitución de 1961, treinta y ocho años antes, la misma que violó el gobierno de Betancourt, apoyado en el Pacto de Punto Fijo (AD, Copey y URD) para defenestrarlo a él y a los demás diputados comunistas y miristas en 1963, todos ellos suscritores de dicha Constitución. Después de aquel desmembramiento de sus cargos de diputados, vino la persecución y la cárcel, y nuevamente a la clandestinidad, una vez más denostados y humillados por aquéllos que habían sido sus compañeros de lucha y de cárcel contra la dictadura, entre 1948 y 1958.

A medida que este proceso de cambios radicales se profundiza, el pueblo y el gobierno reconocen, cada vez más, a los comunistas sus invalorables contribuciones a la causa de la libertad; ningún otro partido luchó tan larga y denodadamente y sin ambages por la revolución, entregándolo todo, sin contraprestación, para construir un país socialista, por el que hombres como los que cito en esta historia, junto con el gran Pedro Ortega Díaz, dieron lo mejor de sus vidas.

Refiriéndose a este nuevo país nuestro que se enrumba al socialismo, Pedro estaba consciente de que, distintamente a lo ocurrido en la mayoría de las revoluciones, el protagonismo no era del Partido Comunista, aunque afirmaba muy seguro que sin la doctrina y disciplina de su partido, no habría cambios revolucionarios eficaces. En una ocasión, hablando de este tema, con acento grave reflexionaba que después de la fallida experiencia guerrillera de los 60 y 70, él no llegaría a ver -y acaso ninguno de los que estuvimos comprometidos con ese movimiento, digo yo- este vislumbre de socialismo. Luego de aquella seria reflexión estalló en una sabrosa carcajada y, reconociendo que tal esperanza de nuevo país se debe al liderazgo del presidente Chávez, me soltó este chascarrillo: “Emiro, tú sabes que yo no creo en Dios, pero pareciera que a Chávez como que nos lo mandó Dios”.

Así era Pedro, inteligente -y como tal fino humorista- sonreído y esperanzado como un niño, tan menudo de cuerpo como enorme de corazón y cerebro, incapaz de rencores y pequeñeces. Criticó las guerrillas porque consideró que fracasarían, pero fue fiel y acató disciplinadamente la línea de su partido, asumiendo valientemente, a riesgo de su vida, las peligrosas misiones de guerrilla que el PCV le encomendó. Su denuedo y fidelidad le es reconocido con admiración no sólo por sus camaradas de hoy y de siempre, sino hasta por los exguerrilleros que se separaron del PCV y aun por los que se pasaron a la derecha. Pese a su convencimiento de que las guerrillas traerían una debacle en la izquierda, Pedro prefirió seguir en su partido honrando su directriz, mientras algunos dirigentes que las auspiciaron como sus principales ideólogos, apenas tal forma de lucha fracasó, traicionaron sus compromisos, pasándose a la derecha, abandonando a sus camaradas, entre los que había cientos de presos y exiliados, sin contar el millar de muertos.

En efecto, las guerrillas fueron un rotundo fracaso: la izquierda se dividió, desmoralizó y desmoronó. De los partidos que lucharon en ellas sólo sobrevive el P.C.V., debilitado hasta casi desaparecer por la escisión protagonizada fundamentalmente por sus cuadros jóvenes, quienes fundaron el Movimiento al Socialismo (MAS), en el año 1971, inspirados en el eurocomunismo. Nuevamente Pedro y los otros viejos cuadros del P.C.V. vislumbraron el fracaso, y el viraje a la derecha del nuevo partido (MAS) no se hizo esperar; en efecto -después de haber sido una esperanza de renovación izquierdista y alcanzar el tercer lugar numérico entre los partidos del país, el MAS se convirtió en un partido de apoyo de los gobiernos y las posiciones de la derecha, y como accesorio corrió la suerte de lo principal, sucumbiendo en la ruina de los derechistas. En cambio, el P.C.V., maltrecho por aquella división y la posterior caída de la Unión soviética, fiel a su vieja prédica de partido de la clase obrera, resurge como ave fénix.

Pedro Ortega Díaz tuvo razón: el costo fue demasiado alto para la izquierda y, consecuencialmente, para la redención del pueblo oprimido, que debió esperar por una nueva generación de líderes, quienes desempolvaron las enseñanzas de Bolívar, su maestro Rodríguez y Ezequiel Zamora. Ya Pedro había anticipado mucho sobre esto en sus escritos sobre Bolívar y el panamericanismo. La izquierda resurge, y se salva la izquierda pese a los izquierdistas.

Lo que salva a la izquierda de tantos errores políticos (incluso los errores del PCV como institución de izquierda) es que, definitivamente, éste es un país vocacionalmente de izquierda, y que el pueblo, aun en las peores condiciones, siempre tuvo ante sí y en su defensa, a dignísimos e incorruptibles referentes que representaron con valor y tenacidad esa izquierda preterida y soterrada, especialmente los comunistas. Esto es paradójico, pero no por ello deja de ser cierto, puesto que la paradoja es motor del mundo.

De esos referentes, Pedro fue uno de los más grandes, un paradigma de la vanguardia impoluta y pertinaz, un incansable en su prédica y principios que nunca traicionó, un dechado de virtudes; disciplinado en todo, incluso en el cuidado de su cuerpo, pues hasta poco antes de morir practicaba una rutina de ejercicios, que aunada a su delgadez y frugalidad en el comer, explica cómo a sus nueve décadas de tránsito vital daba clases, viajaba, caminaba ágilmente y mantenía esa apariencia saludable que hacía increíble su tan larga edad. Hacía años vivía solo, pero no era un solitario sino un gran ser humano solidario. En lo espiritual era humilde, fino, afable, sonreído, galante, caballero andante de la justicia obrera en busca de entuertos capitalistas por desfacer; protector de amigos y camaradas, que nunca pedía nada para él; un “gran cacao” que renunció a su fortuna y decidió vivir con y como los pobres, profundamente respetuoso del prójimo, un ser de buen amor y buen humor, que habiendo nacido en cuna opulenta del Río Caribe de 1914, vivió y murió entre los humildes de Los Magallanes de Catia, noventa y un años después, el 3 de febrero de 2006, según consta en la partida de defunción Nº 64 de la Parroquia El Recreo (Caracas), en cuya acta aparece reseñado con una expresión de pueblo, que a él le habría gustado para su epitafio: Pedro Ortega Díaz, abogado laboral.

A un año de la ausencia del gran Pedro Ortega Díaz.


Fuentes:

1. Libro de Nacimientos del Distrito Arismendi del Estado Sucre
2. Copia certificada del expediente de hábeas corpus: “FORMULADO MANUEL TABORDA, CÉSAR MILLÁN Y OTROS… 29-07-1947”
3. Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1936
4. Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1947
5. Ley del Trabajo de 1936
6. Diario El Nacional, edición del domingo 17 de septiembre de 1978
7. Pedro Ortega Díaz: El derecho de huelga en Venezuela, Cooperativa Mixta de Trabajadores Gráficos (Cotagraf), Caracas, 1986
8. José Felipe Figueroa: Aportes para la historia de Río Caribe, Centro de Investigaciones Socio históricas Ángel Grisanti, Ateneo de Río Caribe, Asamblea Legislativa del Estado Sucre, Cumaná
9. Crisálida Dupuy: Los bienes del General Juan Vicente Gómez. Edición Archivo Histórico. Contraloría General de la República. Caracas 1983. Bicentenario de Simón Bolívar
10. Le Nouvel Enjeu Pétrolier: Jean Marie Chevalier, ed. Calmann-Lévy, 1973, Francia
11. La guerre secrète du pétrole: Jacques Bergier et Bernard Thomas, Editions Denoël 1968. Editions J´ailu Flammarion, 1971 – Francia.
12. Constitución de los Estados Unidos de América
13. Internet



Testimonios:

1. Pedro Ortega Díaz: Conversaciones, datos sobre el hábeas corpus, la huelga de 1947 y otros temas.
2. Roberto Hernández Wohnsiedler: Datos sobre Pedro Ortega Díaz.
3. Alicia Ortega, hija de Pedro Ortega Díaz: Datos sobre su padre y documentos del hábeas corpus.
4. Wladimir Ortega, su hijo: la partida de defunción.
5. Carlos Mendoza Potellá: datos sobre historia de la economía de Venezuela y Pedro Ortega Díaz y su relación con la guerrilla.
6. Sabás Rosas: Datos sobre la huelga de 1947, Pedro Ortega Díaz, la cárcel y algunos de sus camaradas de entonces.
7. Jesús Malavé Leonardi: Datos sobre el padre de Pedro Ortega Díaz, sus relaciones y sus propiedades.
8. Ezequiel Daniel Malavé Cabrera: Datos sobre el padre de Pedro Ortega Díaz en Río Caribe.
9. Elio Gómez Grillo, datos sobre Pedro Ortega Díaz, en su entierro.
10. Jesús Millán, cronista de Río Caribe, poeta e investigador, quien me mostró papeles de su archivo y libros de su biblioteca, y me dio datos sobre Río Caribe y Pedro Ortega Díaz y su padre.
11. Jerónimo Carrera Damas: Datos sobre el Partido Comunista de Venezuela, Pedro Ortega Díaz, Río Caribe, y el Estado Sucre en general.












ELIO GÓMEZ GRILLO








PEDRO ORTEGA DÍAZ








CARACAS, FEBRERO DE 2006

Fue un venezolano que honró a nuestro siglo XX. Dedicó su vida al combate político con absoluta pureza humana. Fue comunista desde muy joven y a ese ideario entregó su existencia. Lo hizo con la íntegra fe del convencido y durante más de setenta años se convirtió en la lección viviente de un humanismo revolucionario que no conoció tregua, ni facilitó concesiones, ni se doblegó ante la represión. Supo del escondite en la concha, de la cárcel, del heroico silencio de cada día de clandestinidad. Y supo de la derrota. “Mis derrotas son mis victorias. Detestaría ocupar el lugar de quienes me han vencido”, parecía decir. Y con la grandeza de los humildes fue al parlamento, fue a la Constituyente y dejó caer su palabra serena, su palabra serena y sabia que no entendía de odios bastardos, ni de infamias cobardes, sino de horizontes de justicia para todos los hombres.

Abogado brillante, jurista de excepción en derecho del trabajo, pudo hacer del ejercicio profesional una fuente de riqueza millonaria. Prefirió el regocijo de ofrecer su talento y su sabiduría forense al obrero y al campesino, al débil y al humilde. Se le envidió como litigante magistral de buena fe, pero se le envidió con la envidia buena que provoca la virtud.

Acaba de morir, ya nonagenario, más que un hombre, fue un símbolo del límpido apostolado político. Situado en la máxima dirigencia del respetable Partido Comunista de Venezuela, a pesar del fragor en la lucha que exigía su radicalismo ideológico, muere, pobre y digno, sin que odio alguno oscurezca su sepulcro.

Cuando se le sembraba en la tierra, por la que él tanto luchó, para sembrarla de verdaderas justas, voces de hombres que no se han arredrado jamás frente al riesgo de combate político se ahogaron en el sollozo varonil inconvenible.

Don Pedro Ortega Díaz. Ante su pequeño cadáver de capitán valiente dejo esta página nada más que emocionada para que la recoja algún hijo del pueblo, por el que él dedicó su vida íntegra y se entere de que acaba de perder a uno de sus grandes padres defensores. Alguien por quien los venezolanos nos sentimos orgullosos de ser venezolanos. Que su alma descanse en la paz que cubre a los hacedores de pueblo.















MARÍA DEL MAR ÁLVAREZ DE LOVERA.








PEDRO ORTEGA DÍAZ, EL ABOGADO.







CARACAS, 10 DE FEBRERO, 2006

Mi recuerdo de Pedro Ortega Díaz se remonta al inicio de mi ejercicio profesional como abogado en la búsqueda de un bufete (escritorio jurídico) para instalarme como litigante.

Era una leyenda. Su habilidad y conocimiento exitoso del derecho laboral en la defensa de los trabajadores era conocido, no solo entre los camaradas, sino también entre los abogados que igualmente ejercían la profesión.

Su lucha como militante comunista en la construcción de una sociedad sin excluidos ni excluidas, estaba presente en la pasión con que defendía a los obreros, a quienes los patronos pretendían negarle sus derechos laborales. El cobro de los honorarios no era su meta en el ejercicio profesional.

Para mí fue un gran honor mi ingreso en su escritorio jurídico. Aun recuerdo con agrado mi larga estadía en las oficinas del edificio Caoma. Evoco también a Ramón Antonio Villarroel, camarada y abogado, igualmente valioso. Allá acudían dirigentes sindicales, así como trabajadores en búsqueda del apoyo jurídico que solucionaran sus problemas, ante el incumplimiento patronal.

Fui asesorada en esos primeros años por Pedro Ortega, en una práctica jurídica honesta y revolucionaria. En los casos difíciles recurría a él para orientación dado sus conocimientos profundos en el Derecho y eso me permitió una actuación exitosa en mi ejercicio profesional.

Hoy, en mis recuerdos de esa época, siento satisfacción de haber compartido con Pedro, el camarada, el abogado brillante, una importante etapa de mi vida. Lamento no haber guardado los expedientes de los casos atendidos, fueron muchos y en ellos estaban recogidas las orientaciones de Pedro Ortega.

Mi estadía en su bufete, fue interrumpida en octubre de 1965 con la detención y asesinato de Alberto Lovera, su apoyo de camarada me acompañó en esos duros momentos de mi vida. Su agradable sonrisa que acompañaba en sus charlas y su preocupación por los derechos laborales de los y las trabajadoras dejó su huella indeleble en mi ejercicio profesional.

El último año de su vida era un ejemplo, su vitalidad estaba presente en el caminar rápido que tenía, con un maletín en la mano, me recordaba a ese joven abogado defensor incansable en su lucha por los trabajadores.

Su trayectoria como luchador comunista y como abogado litigante son ejemplos a seguir por las nuevas generaciones en nuestro país en la construcción de un mundo sin desigualdades sociales.








ANTONIO (CHINO) MANRIQUE 5








PEDRO ORTEGA DÍAZ

UN ANECDOTARIO POLÍTICO

Y DE LA CLANDESTINIDAD





CARACAS, ABRIL DE 2008

El 30 de septiembre de 1963, Rómulo Betancourt, en uno de sus arrestos democráticos, ordenó la detención y sometimiento a “juicio militar” sin ninguna fórmula y sin el “allanamiento previo” pautado en la Constitución aprobada un par de años antes --23 de enero de 1961--, en lo que respecta a la detención de parlamentarios activos y con inmunidad parlamentaria6, “la prisión inmediata” de los diputados y senadores del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), y al enumerar a quienes abarcaba la medida, arbitraria y violatoria en toda su dimensión, se refirió específicamente a Pedro Ortega Díaz y soltó estas crueles palabras: “A éste me lo agarran como sea, vivo o muerto”. Así Betancourt estaba ratificando y reafirmando las criminales palabras que había pronunciado en febrero de 1961, en las cuales dijo: “¡Disparar primero y averiguar después!”.

Betancourt emitió esa dramática disposición presidencial desde el Palacio de Miraflores, por cierto, el mismo sobre el que denigrara desde Nueva York años antes, en la oportunidad en que vivía su dorado exilio con la protección de la Casa Blanca, que entonces tenía como residente al general Dwight (Ike) Eisenhower, el Departamento de Estado y por supuesto, de la CIA. Fue en el 1956 ó 1957, cuando Betancourt señaló desde esa ciudad norteamericana que había que echarlo abajo, porque en él mandaba un dictador.

Respecto al Palacio de Miraflores, vale recordar al contralmirante Wolgfang Larrazábal Ugueto, quien al asumir el poder en la madrugada del 23 de enero de 1958, ya con el dictador Marcos Pérez Jiménez, en plena fuga aérea hacia Santo Domingo, lo fue a ejercer desde el Palacio Blanco.

Inicialmente el Palacio de Miraflores fue ocupado como sede presidencial por Cipriano Castro, quien lo ocupó en el 1901 al abandonar la Casa Amarilla, como consecuencia del terremoto que afectó a la capital en el 1900. Su construcción comenzó en el 1884 por iniciativa del presidente Joaquín Crespo, quien buscaba dotar a su esposa Jacinta Parejo de Crespo, de una “amplia mansión”. Fue concluida su construcción a finales del siglo XIX. Crespo no pudo habitar el lujoso palacete, pues, había caído muerto años antes en la Mata Carmelera (Cojedes), el 16 de abril de 1898, cuando enfrentaba al “Mocho” Hernández. En el 1901 la Asamblea Nacional Constituyente de Cipriano Castro dispuso su destino como sede presidencial, pero fue en el 1911 que este mandato se vino a cumplir al ser adquirido por el Estado por disposición de Juan Vicente Gómez. Este importante escenario del historial político-social del país, resume 100 años de nuestro acontecer y devenir socio-político.

En la noche y madrugada de los días 12 y 13 de abril del 2002, el Palacio de Miraflores se constituyó en uno de los escenarios más importantes de los acontecimientos políticos ocurridos en nuestro historial, cuando miles de personas ocuparon sus alrededores, demandando el regreso al poder del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, quien había sido derrocado por una acción empresarial-militar, apoyada por los Estados Unidos. Luego de transcurridas unas 50 horas, el mandatario Chávez Frías fue retornado al mando presidencial, convirtiéndose en el primer caso en Venezuela en que un presidente retoma el mando apoyado por las mayorías populares. Por cierto, que el doctor Pedro Ortega Díaz fue uno de los parlamentarios de entonces que estuvo presente en esas acciones en nombre del PCV.

Ya en el poder por segunda vez, Betancourt obvió aquellas palabras emitidas en los Estados Unidos y ocupó el Palacio de Miraflores y desde él ordenó la detención de los parlamentarios comunistas y miristas. Más tarde amplió la disposición con el decreto 244, mediante el cual pautó la detención por 90 y 120 días de prisión de todo militante de ambos partidos y a los de todos aquellos de tendencia de izquierda, entre los cuales estaba incluido para esos días Unión Republicana Democrática (URD), liderado por Jóvito Villalba. No obstante, URD iría a participar entre 1964 y 1968 del Gobierno de Ancha Base que lo integró con AD y el FND, partido que había sido fundado y liderado por el doctor Arturo Uslar Pietri, el cual acompañaría la coalición anchabasista hasta el año 1966, cuando ya se habían cometido cientos de crímenes destacándose entre ellos los de Alberto Lovera y Víctor Ramón Soto Rojas.

De esa forma, Betancourt rebozó las cárceles de todo el país de presos políticos, civiles y militares, en aquellos meses de diciembre, enero y febrero de 1963 y 1964. Hubo, incluso, numerosos presos por ese decreto, el famoso 244, que pasaron en prisión uno, dos y hasta tres años.

Los titulares de Relaciones Interiores y de la Defensa, Carlos Andrés Pérez y Antonio Briceño Linares, fueron los encargados de hacer cumplir aquellas disposiciones. Los diversos cuerpos policiales de todo el país, en especial la Dirección General de Policía o DIGEPOL y el Servicio de Información de las Fuerzas Armadas (SIFA), fueron los organismos encargados de ejecutar ambas medidas. Esa DIGEPOL fue el cuerpo que sustituyó a la Seguridad Nacional (SN) de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, fundada precisamente por Betancourt en el año 1947.

La disposición se cumplió cabalmente desde un primer momento, en los cuales fueron detenidos o más bien apresados, los hermanos Gustavo y Eduardo Machado Morales, Jesús Faría, quien había sido el “decano” de los presos políticos de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (desde el tres de mayo de 1950, con el inició la huelga petrolera en el estado Zulia, hasta el 24 de enero de 1958); Guillermo García Ponce, Pompeyo Márquez, Domingo Alberto Rangel, Jesús María Casal, Jesús Villavicencio, Simón Sáez Mérida. La medida se ampliaba hasta los suplentes. Entre otros Gustavo Villaparedes, sometido a simulacros de fusilamientos y una dama que ha sido olvidada en el tiempo Petra Francisca Hernández Sierra, quien con sus setenta años a cuestas fue incorporada al expediente de “los parlamentarios” en el juicio ventilado en el Juzgado Militar Tercero de Primera Instancia Permanente de Caracas y metida entre las rejas del Cuartel San Carlos. La orden en cuestión rezó así:

“Juzgado Militar Tercero de Primera Instancia Permanente de Caracas. Auto de detención contra Guillermo García Ponce, Pedro Ortega Díaz, Jesús María Casal y Jesús Villavicencio. `Habiéndose iniciado la presente averiguación por auto de fecha primero de los corrientes, en virtud de orden del Ciudadano General de Brigada Ministro de la Defensa, en oficio Nº 6013, de fecha 30 de septiembre del presente año, constató la comisión del delito de REBELIÓN MILITAR y la presunta responsabilidad en el mismo de los ciudadanos, Gustavo Machado, Eduardo Machado, Jesús Faría, Pompeyo Márquez, Simón Sáez Mérida, Domingo Alberto Rangel, Carlos Núñez Tenorio7, Gustavo Villaparedes, José Miguel Salazar Jiménez y Petra Francisca Hernández Sierra, contra los cuales este Tribunal dictó auto de detención en fecha de los corrientes…”.

El texto de ese auto del mencionado tribunal contiene seguidamente los nombres de los jefes y directores policiales que ejecutaron las acciones, por cierto varios de ellos con prontuarios criminales, pero que en ningún momento han sido molestados por la justicia. Algunos de estos funcionarios son Santos Gómez (era uno de los acompañantes del capitán Wilfredo Omaña, asesinado por la Seguridad Nacional en febrero de 1953 en los alrededores de la Plaza de Las Tres Gracias, frente a CARS; Erasto Fernández, J.J. Patiño González, Carlos Vegas Delgado (“Capitán” Vegas), Atahualpa Montes, Mario Segundo Leal, Marco Antonio Sabino Pérez (a este funcionario se le atribuyen las muertes de Omar Ramones y Alí José Paredes), José Ramón Antúnez, sobre este funcionario pesan señalamientos en el mismo libro de García Ponce --páginas 161-162-- que indican lo siguiente: “Los padres del sociólogo y profesor universitario Víctor Ramón Soto Rojas (en días pasados falleció a los 102 años Rosa Rojas de Soto) han podido confirmar más datos precisos sobre la suerte de su hijo: El 27 de julio de 1964 fue detenido en Altagracia de Orituco por efectivos de la Guardia Nacional. Primero lo trasladaron a San Juan de los Morros y luego al Comando de la GN en El Paraíso. Allí le tomaron fotografías y le abrieron un expediente. El 29 de mismo mes fue pasado a la orden de la DIGEPOL, bajo custodia de Vegas Delgado y José Ramón Antúnez. En la sede de la DIGEPOL comenzaron a aplicarle brutales torturas. Posteriormente fue trasladado al campamento antiguerrillero de Cúpira, estado Miranda y entregado al capitán Héctor Peña Peña (este capitán no tiene vinculación con los Peña Peña alzados Pérez Jiménez el 1º de enero de 1958 y que fueron hermanos de Petra Peña Peña, valiosa luchadora contra esa dictadura)”.

Y más adelante especifica los siguientes conceptos: “…De estos elementos probatorios constan indicios de responsabilidad penal militar de los ciudadanos GUILLERMO GARCÍA PONCE, PEDRO ORTEGA DÍAZ, JESÚS MARÍA CASAL Y JESÚS VILLAVICENCIO, en la comisión del delito de REBELIÓN MILITAR, cuyo cuerpo se encuentra demostrado según la fundamentación acogida en el auto de detención dictado por este Tribunal en fecha 4 de los corrientes. Ahora bien, en razón de los fundamentos expuestos en dicho auto y con vista de los nuevos elementos de juicio que cursan en el expediente, este Juzgado Militar Tercero de Primaria Instancia Permanente de Caracas, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, llenos como están los extremos exigidos por el artículo 202 del Código de Justicia Militar, decreta la detención de los ciudadanos GUILLERMO GARCÍA PONCE, PEDRO ORTEGA DÍAZ, JESÚS MARÍA CASAL y JESÚS VILLAVICENCIO, en el Departamento de Procesados Militares del Cuartel San Carlos de esta ciudad.- Expídanse las correspondientes Boletas de Encarcelación y particípese de esta decisión al Ciudadano General de Brigada Ministro de la Defensa, por órgano de la Dirección del Servicio Militar, a los fines legales consiguientes…”.

Este es el escrito que firmaron el Juez, Dr. Rafael A. Chalbaud Duque, Capitán (A) y el Secretario, Iván Francisco Orsolani, Tte. (A).

En ese mismo tenor siguió el escrito del Exp. 088.- Pieza Nº 9, mediante el cual se dictó Auto de Detención contra Gustavo Machado, Eduardo Machado, Pompeyo Márquez, Jesús Faría, Domingo A. Rangel, Simón Sáez Mérida, Carlos Núñez Tenorio, Gustavo Villaparedes, José M. Salazar Jiménez y Petra Francisca Hernández Sierra”.

Nótese que se dice “administrando justicia en nombre de la República”, cuando no se cubrieron los trámites propios del “allanamiento previo de la inmunidad parlamentaria”.

Para entonces ya se encontraban en prisión varios parlamentarios del PCV y el MIR: Luís Emiro Arrieta (senador comunista, quien moriría en la Cárcel Modelo en 1966), Héctor Rodríguez Bauza, Eloy Torres, Teodoro Petkoff. Unos estaban en la Isla del Burro, que los presos políticos civiles y militares, bautizaron como “Campo de Concentración Rafael Caldera”, Cárcel Modelo y en el Cuartel San Carlos. La mayoría de los parlamentarios pasarían seis años en esa prisión, hoy convertida en Museo.

El diputado Pedro Ortega Díaz sería quien lograría escapar a la prisión ordenada por Rómulo Betancourt, el mismo que dos años antes, febrero de 1961, había emitido aquella orden de “disparar primero y averiguar después”, que tuvo vigencia hasta el 4 de febrero de 1999, al asumir la Presidencia el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías. Esta consigna que no podemos menos que calificar de criminal, dejó en 38 de los 40 años del Pacto de Punto Fijo, no menos de 30.000 muertos políticos.

En nuestras conversaciones con el doctor Pedro Ortega Díaz, no pudimos precisar nunca el porqué de ese odio de Betancourt hacia su persona. Sobresalió sí que había algo de resentimiento en el guatireño hacia aquéllos que se mantuvieron verticales en sus ideales, en especial los de la tendencia marxista, a los cuales aquél abandonó en su primer exilio en Colombia.

En 1936, las diversas tendencias que se habían enfrentado a Juan Vicente Gómez conformaron el Partido Democrático Nacional o PDN, del cual surgió el PCV en 1937, no obstante, que tenía antecedentes en el 1931, cuando hubo un delator, Simón Martínez, quien entregó a numerosos de aquellos primeros comunistas a 100 bolívares “cada uno” que recibió del prefecto de Caracas para entonces, Elías Sayago. En 1941, se concretaría la fundación de Acción Democrática. Pero ya para ese entonces Betancourt había sostenido contactos con la dirigencia latinoamericana que seguía las doctrinas del peruano Raúl Haya de la Torre, uno de los teóricos de la socialdemocracia en Latinoamérica, quien fundó el APRA en México en 1924. Este Haya de la Torre, llegó a tener fuertes enfrentamientos en su tierra natal con el ideólogo marxista José Carlos Mariátegui, quien no abandonó nunca sus principios y murió cabalmente como un revolucionario. A esos lineamientos socialdemócratas se sumarían el costarricense José Figueres y otros líderes latinoamericanos que se plegaron a la doctrina de la “puertorriqueñización” que desde Puerto Rico diseño Luís Muñoz Marín, quien entre 1950 y 1954 fue una especie de mentor de Rómulo Betancourt en la propia isla.

El historial de Rómulo Betancourt se amplía el 18 de octubre de 1945, cuando en combinación con los mandos jóvenes de las FAN, liderados por el entonces mayor Marcos E. Pérez Jiménez y cumpliendo directrices de la Creole Petroleum Corporation (Creole a secas) y el entonces embajador norteamericano, Frank Corrigan, derrocan al general democrático y nacionalista, Isaías Medina Angarita. Después del 24 de noviembre de 1948, cuando sus mismos socios militares derrocan a su correligionario Rómulo Gallegos, Betancourt se va a Cuba, donde gobernaba Carlos Prío Socarrás, quien lo protegió y le puso de espaldero a un funcionario que a la postre resultó uno de los jefes de la DIGEPOL en Caracas y Venezuela entera, Orlando García. Posteriormente Betancourt pasaría a los Estados Unidos, donde gozaría de la protección del gobernante de turno y después sería enviado a Puerto Rico, donde es adoctrinado por el gobernador de esa isla convertida en colonia por los Estados Unidos desde el 1898, cuando se la arrebató a España.

Estos lineamientos los hemos sacado de las notas que arrojaban esas conversaciones que sosteníamos con POD, en los contactos que cuasi a diario sosteníamos con él en un restaurant, ubicado en el pasaje situado entre las esquinas de Sociedad y Pajaritos. En esos alrededores tenía su bufete u oficina de trabajo. Varios periodistas lo abordábamos permanentemente para conversar sobre la dinámica política diaria. No todos esos periodistas tenían una formación política ideológica, pero se informaban y observaban criterios que no tenían un fondo cuartorepublicano. A poca distancia de ese escenario, al que convergen numerosas personas de los alrededores: Asamblea Legislativa, Alcaldía Metropolitana, Alcaldía del Municipio Libertador, banca, comercio, oficinistas, etcétera, se encuentra el edificio “Magdalena”, de “mucha historia” en el acontecer político de las últimas décadas de la etapa que surgió el 23 de enero de 1958. Allí tenían su asiento muchos de los abogados de los presos políticos del puntofijismo, en especial los de los períodos de Betancourt, Leoni, Caldera y Carlos Andrés Pérez. Recordamos entre otros a las camaradas Alicia Medina, Ada Ramos y los camaradas Leopoldo Figarella, Edecio Mujica, “El Gato” Fuentes, Roberto Hernández W., Rafael Vicente Beaujon. También era lugar de visita contínua, de otros abogados incorporados a defender a los presos políticos y militares: Ernesto Silva Tellería, Enrique Cherubini, Pedro Enrique Méndez, Marcos Joaquín Castillo, Rafael Naranjo Ostty, José Sánchez Mijares, Raúl Lugo Rojas, Juan Perdomo, Diego Silva Ortiz, entre otros.

El tiempo se fue acortando y siempre mantuvimos el contacto y en varias oportunidades coincidimos en programas radiales y televisivos. Podemos citar el que el colega Luís Guillermo García mantuvo en el Canal 8. Fue en el 2006, con ocasión de estarse cumpliendo 48 años del 23 de enero y el programa en cuestión se realizó en El Calvario. Fueron dos exposiciones que se cruzaron en varias oportunidades, partiendo del 1º de enero con el alzamiento de los paracaidistas de Maracay, el cual marcó la pauta para el derrocamiento de Pérez Jiménez 22 días después. La exposición de Pedro Ortega Díaz redundó en el destacado papel que jugaron los comunistas venezolanos en esas acciones contra la dictadura, en especial los caraqueños, a quienes se conoció después del 23 de enero como “los ñangaras”. Fue una etapa que se inició el 3 de mayo de 1950 con la huelga petrolera que estalló en el Zulia, la cual puso al PCV en la clandestinidad hasta el 23 de enero de 1958, con la huida del dictador.

Fueron numerosos los comunistas, dirigentes y militantes que fueron a las diversas cárceles y a los tormentos de las torturas. Y una de las preguntas era sobre el destino de Pedro Ortega Díaz y otros dirigentes que también se encontraban clandestinos.

“Sí, Manrique, fueron muchos los comunistas que cayeron ante la Seguridad Nacional y estuvieron en las diversas cárceles y campos de concentración, como fue Guasina, pero ninguno cantó, porque los comunistas no cantaron ante el tormento físico en la SN”.

Esas declaraciones las enriqueció con el caso del médico Eduardo Gallegos Mancera, a quien llamaban “el Apóstol de El Valle”, porque nunca cobró una consulta a los pobres que asistían a él en busca de asistencia médica “a quien le dieron con todo y no pudieron quebrarlo”.

Se refirió igualmente a Federico Rondón, un dirigente sindical del oriente venezolano que quedó lesionado para el resto de su vida, como consecuencia de las torturas inflingidas en la Seguridad Nacional. Mencionó también a Carlos Arturo Pardo, otro dirigente sindical de la CUTV, quien fue sometido a crueles tormentos, pero en el año 1966 en la llamada “carpa de la verdad”, en el campo de concentración de Cachipo, en el estado Monagas. Pardo no “cantó” y por el resto de sus días se le vio ayudado con un bastón para poder caminar. Eran los días de Raúl Leoni y de los desaparecidos y de hecho, Carlos Arturo Pardo estuvo más de 15 días desaparecido y fue gracias a una campaña que realizó la Asociación Venezolana de Periodistas, la aguerrida y combativa entidad que agrupaba a los periodistas y de la cual era miembro Honorario, que reapreció con vida, pero con serias lesiones en sus piernas. En ese Cachipo mataron al pintor Juan Pablo Rojas. Cachipo fue un campamento de la Creole que al abandonarlo, lo utilizaron las FAN para aplicar torturas. En esas acciones contra los presos y secuestrados políticos intervenían agentes de la CIA y militares norteamericanos al igual que hacían en Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile y otros países del área latinoamericana.

“No puedo decir lo mismo de los militantes que llegaron después del derrocamiento de Pérez Jiménez en los gobiernos de la democracia de Betancourt, Leoni, Caldera, en sus dos gobiernos, Carlos Andrés Pérez, también en sus dos gobiernos, Herrera Campins –dijo con cierto tono de tristeza-, que no pudieron ser formados ideológicamente y por eso la cantidad de delatores que entregaron a decenas de camaradas curtidos en la lucha, pero que no delataron a sus camaradas. Podemos citar a Gustavo Villaparedes, a quien le hicieron varios simulacros de fusilamiento y no pudieron quebrarlo. Tenemos también los casos de Alberto Lovera, cuya valentía ante el aparto represivo lo llevó a la muerte y que es una historia ampliamente conocida; de Donato Carmona, a quien fusilaron junto con César Burguillos en el oriente del país y decenas más. Eran, amigo Manrique, camaradas de gran valor ideológico y revolucionario”, concluyó afirmando.

Una fotografía publicada en uno de sus libros: Bolívar, Rodríguez Zamora Ideas Hermanadas, recoge a varios de esos dirigentes que conformaban el Buró Político del PCV. De los 4 integrantes del BP-PCV que acompañan a POD en esa gráfica, han fallecido además, Alonso Ojeda Olaechea y Eloy Torres. De los otros dos, Guillermo García Ponce, está al frente del diario Vea, radicalmente “cuadrado” con el proceso que lidera Hugo Chávez, al igual que lo estuvo Pedro Ortega Díaz. El restante, quien ejercía la secretaría General del PCV en sustitución de Jesús Faría por la prisión de éste en aquella década de la dictadura, está hoy al lado de la derecha y del imperio. La gráfica fue tomada en una casona de los Valles del Tuy, donde estaba “enconchada” la alta dirigencia clandestina del PCV.

Al concluir esa etapa oscura de nuestra historia, Venezuela entró en el período democrático. El 7 de diciembre de ese año 58 se realizaron las primeras elecciones generales del período cuartarepublicano o del puntofijismo. Los comunistas o “ñangaras” obtuvieron algo más de 105.000 votos, que le reportaron 2 senadores y 5 diputados. El Pacto de Punto Fijo (AD, COPEI y URD), copó la mayoría de la votación, en especial Acción Democrática, partido que sufriría su primera división el 9 de abril de 1960, dándole nacimiento al Movimiento de Izquierda Revolucionaria o MIR. En el 1962 se desprendió otro sector que conformó el Partido Revolucionario Nacional o PRN. Finalmente, el 10 de diciembre de 1966 se dividió el sector más numeroso de esas rupturas, generadas precisamente por Rómulo Betancourt, éste último de aquella década de los sesenta, fue encabezado por el doctor Luís Beltrán Prieto Figueroa, quien fundó el Movimiento Electoral del Pueblo o MEP.

Fue contra estos parlamentarios del PCV que estuvo dirigida la acción de Betancourt. Uno de esos 5 diputados lo fue precisamente Pedro Ortega Díaz.

Ni Pedro Ortega Díaz, ni Alonso Ojeda Olaechea fueron detenidos y nunca se pudo cumplir el cometido policial de Betancourt, quien dos años antes había emitido aquella criminal disposición de “disparar primero y averiguar después”, la cual mantuvo su vigencia hasta el 6 de febrero de 1999, con la asunción presidencial de Hugo Rafael Chávez Frías. Además de aquella otra en relación a Ortega Díaz de “apresarlo como fuera, vivo o muerto”.

No está demás, ratificar que en esos 38 años transcurridos desde que fue emitida aquella disposición por Rómulo Betancourt, murieron a manos de los cuerpo policiales, en especial la DIGEPOL y su sucesora la DISIP, el SIFA, las policías estadales y la Metropolitana, destacándose aquella famosa brigada creada dentro de ese cuerpo por Raúl Leoni y bautizada como “los cascos blancos” unas 30.000 personas por acciones estrictamente políticas.

Es importante destacar que Pedro Ortega Díaz fue uno de los diputados del PCV, que tuvo una de las más prolongadas intervenciones en la Cámara Baja. En una oportunidad habló unas siete horas. Le siguen Guillermo García Ponce y Jorge Dáger, quien fue uno de los fundadores del MIR y posteriormente se abrió y constituyó el Frente Democrático Popular o FDP, que tuvo como figura central al contralmirante Wolfgang Larrazábal Ugueto.

De las largas conversaciones que sostuvimos con Pedro Ortega Díaz destaca el ya señalado en el programa que dirigía Luís Guillermo García en el Canal 8, el cual tuvo como escenario el Observatorio Cagigal. Luego del programa, el colega periodista Luís Guillermo García nos “dio la cola”. Bajamos de El Calvario, y nos enrumbamos por la Avenida San Martín, para dirigirnos a la sede del PCV, en Cantaclaro (Cantaclaro fue construido en el 1958 por los propios comunistas mediante colaboraciones y esfuerzo propio), entre las esquinas de San Pedro a Río, con la finalidad de dejar a POD, quien venía en los asientos traseros de la camioneta de LGG. Al llegar a la altura de la esquina de Los Albañales, Pedro Ortega Díaz exigió, forzó a que le dejáramos en ese mismo sitio que él se iba caminando hacia su destino. Era algo más de 8 y 30 minutos de la mañana. Con sus 90 años a cuestas, lo vimos caminar con paso rápido, raudo, hacia las mencionadas esquinas.

Al verlo marchar, Luís Guillermo García, me inquirió sobre el motivo en el que se quedó a unas dos cuadras del sitio al cual iba y me repuesta fue parca: “Eso obedece a la psicosis de la clandestinidad, que no se termina tan fácilmente en la mente de quien la ha vivido por tanto tiempo.

“¡Verdad Chino!”, fue lo que atinó decir Luís Guillermo García, quien hoy forma parte de nuestra embajada en Uruguay.

Pedro Ortega Díaz fue realmente un anecdotario político y profesional, a lo cual tenemos que añadir esa parte de su vida soterrada en la clandestinidad más oscura, en los 8 años que se iniciaron el 3 de mayo de 1950 cuando estalló la huelga petrolera en el Zulia y el PCV fue inhabilitado por la dictadura que entonces tenía al frente a Carlos Delgado Gómez (no Delgado Chalbaud, pues, fue hijo del matrimonio de Román Delgado Chalbaud y Luís Helena Gómez Velutini, quienes casaron en el 1907 y él nació el 20 de enero de 1909). POD venía militando desde su juventud en el marxismo leninismo. Se hizo comunista desde sus estudios de bachillerato. Una vez graduado, ingresó a la UCV a estudiar derecho y una vez egresado se especializó en Derecho Laboral. Ya hemos visto que la SN no le “pudo echar el guante”. Menos la DIGEPOL y el SIFA, no obstante que, como hemos visto, Betancourt dio la orden de que “me agarraran vivo o muerto, aunque fuera muerto”, fueron sus palabras textuales que nos dijo en la oportunidad de suministrarnos esa información.

Al concluir la dictadura, los comunistas venezolanos emergieron como un partido de gran carisma ante la población, por aquello que hemos narrado del viril comportamiento ante las torturas en la SN. Ya con 7 parlamentarios, el PCV cayó en las provocaciones de Rómulo Betancourt, calificado agente del imperialismo, quien traía en cartera “la puertorriqueñización de Venezuela”, cuando llegó al país en febrero de 1958. El duro recibimiento que Caracas le dio al entonces vicepresidente de Estados Unidos, Richard Nixon, hizo desistir a Betancourt y al imperio de aquella política. Esa provocación implicó que el PCV en la persona de su cabeza más visible, Gustavo Machado, fuera segregado del llamado Pacto de Punto Fijo. De las provocaciones Betancourt pasó a las acciones y el 4 de agosto de 1959, con apenas 6 meses en el poder, ordenó el ametrallamiento de una manifestación pacífica de desempleados que salía de la Plaza de la Concordia, en demanda de trabajo. El resultado fue de 3 muertos y más de 50 heridos de bala. La respuesta del PCV fue la de acciones de calle que luego pasaron a las armadas que era lo que buscaba el agente del imperio: Rómulo Betancourt. En los meses siguientes a lo ocurrido en la antigua Rotunda, hubo más muertes. En abril del 60 nació el MIR.

En ese marco político-social, los comunistas venezolanos realizaron su III Congreso. Fue en el club Las Fuentes, en El Paraíso. Allí se planteó lo de la lucha armada y del Comité Central, solamente dos de sus integrantes: Alonso Ojeda Olaechea y Pedro Ortega Díaz se opusieron a esa política. En una posición que supieron razonar, pero que no fue escuchada. No obstante esa posición, ambos integrantes del CC del PCV se plegaron a la votación mayoritaria y el Centralismo democrático y aceptaron lo que ya en el 1964-65, mostraba de hecho, una contundente derrota: la lucha armada, que conllevó el llamado “fraccionalismo”, los delatores y las divisiones. A finales del año 64 y comienzos del 65, salió del Cuartel San Carlos la llamada “Línea de Paz Democrática”, que habría de marcar la pauta de los comunistas venezolanos en los años subsiguientes. La muerte de Argimiro Gabaldón el 13 de diciembre de 1964, constituyó un fuerte golpe para la lucha armada.

En el VII Pleno del CC se habló concretamente de la “lucha de masas” y es así como se produjeron serios conflictos en el seno del PCV, con los de la “línea dura” o fraccionalismo, abriéndose del PCV. Douglas Bravo, Luben Petkoff, Fabricio Ojeda, militante de las filas de URD, y otros jefes guerrilleros, rompieron con la línea del PCV y continuaron la lucha armada.

Por el lado del MIR surgieron diversos frentes en Miranda, Anzoátegui, Monagas y Sucre. Se recuerdan los mandos de Moisés Moleiro, Julio Escalona, Puerta Flores, Marcos Gómez, Carlos Betancourt y otros dirigentes miristas que señalaban que estaban a “las puertas de Miraflores”. Américo Martín era uno de estos entusiastas de la lucha armada.

En los años que siguen, Pedro Ortega Díaz vive clandestinamente. Ya su existencia se había acostumbrado a esa situación. Con la mayoría del CC presa o perseguida, POD se dedica a los libros, a escribir y, por supuesto, a conducir el PCV en forma conjunta con los que estaban en las mismas condiciones que él. Uno de esos libros fue dedicado al Congreso Anfictiónico de Panamá, el cual tuvimos la oportunidad de corregir por entrega de Jorge Santana Fazano (“El Caballito” Santana), economista y comunista, quien era uno de los contactos con los perseguidos del PCV.

En los años siguientes ocurrieron una serie de acontecimientos, en los cuales estuvo presente, de una u otra forma, Pedro Ortega Díaz: en una oficina del centro de Caracas, comenzó el PCV a buscar su legalidad.

Una revista, Mundo Campesino, dirigida por el diputado Pedro Torres, quien se abrió de AD con el MEP, sirvió de “parapeto” para la política del PCV. En ella se publicaban trabajos de los miembros del CC del PCV que estaban presos o en la clandestinidad, en especial de POD. Funcionó la política del seudónimo. En esa oficina convergían muchos perseguidos. Y quien estaba al frente de la misma, era precisamente Santana Fazano.

Con la Línea de Paz Democrática en la calle, se produjo la fuga del Cuartel San Carlos: fue el 7 de febrero de 1967. Por un túnel, abierto desde afuera hacia adentro, se fueron de la vetusta prisión militar, Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff y Guillermo García Ponce, el único que está con el proceso revolucionario. La cacería de la DIGEPOL y el SIFA, se incrementó en esos días. Nelson López, uno de los factores principales de la apertura del túnel, cayó abatido por la DIGEPOL. Lo delató “El Negro” Echarri, según denunció García Ponce en su libro. Simón Nehemet, mejor conocido como “Simón El Árabe”, pasó a la historia de la política y de las fugas famosas en Venezuela: fue el factor principal para que se concluyera la obra.

El año 1968 fue de elecciones y en las mismas participó el PCV como Unión Para Avanzar o UPA. Voz Popular, un medio impreso de la CUTV (Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela), el frente sindical del PCV, el MIR y sectores progresistas, se convirtió en diario bajo la dirección de Gustavo Machado y el nombre de Nueva Voz Popular. José Vicente Abreu, Carlota Pérez, Américo Díaz Núñez y quien esto escribe, formarían la planta fija del medio de los comunistas. Pedro Ortega Díaz fue uno de los columnistas clandestinos.

El UPA, con sede en el edificio “Cerromar”, en la Avenida Universidad (Chorro a Traposo) era el centro de reunión. El UPA acordó apoyar la candidatura del Maestro Prieto Figueroa, candidato del MEP, que se declaró socialista. La votación de aquel diciembre de 1968 le dio la victoria al doctor Rafael Caldera, quien legalizó al PCV, al MIR y otros factores progresistas que aceptaron la llamada política de pacificación impuesta por el líder de COPEI, que no obstante, el 20 de octubre del mismo año 69 allanó la UCV, causando destrozos en el Instituto de Medicina Tropical y otros escenarios del recinto universitario.

UPA obtuvo casi la misma cantidad de votos, lograda por el PCV 10 años antes y la misma cantidad de parlamentarios. Uno de los diputados fue precisamente Pedro Ortega Díaz, quien emergió de la clandestinidad hacia el Congreso Nacional.

Fue el 19 de abril de 1969. En Cantaclaro, hubo “la gran pachanga”, como señaló el escritor y economista Orlando Araujo. Ernesto Silva Tellería fue el encargado de recibir los bienes que Betancourt había clausurado en el 1962, en otros de sus arrestos democráticos. POD nos felicitó en esa oportunidad por la corrección que le hiciéramos del libro sobre el Congreso Anfictiónico de Panamá.

Una nueva versión comenzó en la vida de Pedro Ortega Díaz: el de la segunda legalidad democrática. Sería ésta la más prolongada y que concluyó con su fallecimiento. Ya rebasaba los 92 años cuando le llegó la hora final.

En el seno del PCV se inició una fuerte discusión sobre el norte de los comunistas venezolanos. En diciembre de 1969 se produjo la más grande división que afectara al PCV. El sector universitario se desprendió casi en su totalidad. En el campo de los profesionales esa división hizo bastante daño. De esa ruptura, nacería el Movimiento al Socialismo o MAS el 19 de enero de 1971. Hoy esta organización está de “capa caída” y al lado de la reacción derechista y el imperio.

En 1972, nuevos vientos divisionistas afectarían la unidad del PCV. En esta segunda oportunidad desde su legalización en el 1969, se irían del PCV Eduardo Machado, Guillermo García Ponce y Juan Vicente Cabeza, entre otros militantes de vieja data en la organización marxista leninista. Crearían Nueva Alternativa, hoy desaparecida.

Con todo y las divisiones, el PCV subsistió bajo la conducción de Gustavo Machado, Jesús Faría, Eduardo Gallegos Mancera, Alonso Ojeda Olaechea y Pedro Ortega Díaz. Ya legalizado participó en la llamada Nueva Fuerza, integrada en conjunto con URD y el MEP. Los amarillos abandonarían el intento y el PCV quedó apoyando a Jesús Ángel Paz Galarraga. Luego apoyaría a Héctor Mujica, uno de sus viejos militantes dentro del periodismo venezolano e internacional. Otro de sus candidatos en los años ochenta lo fue José Vicente Rangel, uno de los presentes en “la gran pachanga” de Cantaclaro en el 1969.

Ya jubilado del Parlamento, Pedro Ortega Díaz se dedicó a fortalecer el PCV y a escribir. De esos escritos surgió Bolívar Rodríguez Zamora, Ideas Hermanadas, prologado por el también difunto, Federico Brito Figueroa. Este volumen fue editado por la Universidad Simón Rodríguez y en su bautizó tuvimos la suerte de ser quien hizo la presentación en una de las salas de conferencia de esa casa de estudios superiores.

Esta edición de más de 300 páginas, contiene una foto de gran valor histórico, por lo que la misma representa para la historiografía política venezolana. En ella, como se aprecia, figuran Pedro Ortega Díaz, Alonso Ojeda Olaechea, Pompeyo Márquez, Eloy Torres y Guillermo García Ponce. El escenario, como quedó dicho, en una casa de los Valles del Tuy, propiedad entonces de un profesor de FACES de la UCV.

Una importante información final en este escrito sobre un personaje del comunismo venezolano, que estuvo involucrado en el apoyo que el PCV le dio a Hugo Rafael Chávez Frías desde las elecciones del 6 diciembre de 1998, hasta las más recientes. En la oportunidad del bautizó del libro citado, Pedro Ortega Díaz nos refirió algo que constituyó una de las facetas de su trayectoria como político, abogado, parlamentario y luchador social. Veamos: le gustaba el boxeo y por ello tuvo contacto directo con uno de los grandes púgiles de la llamada “Época de Oro” del boxeo venezolano: Oscar Calles, mejor conocido como “El Torpedo”. Excelente en el ring, pero de desordenada vida fuera del ensogado. Murió este boxeador en el año 1952, como consecuencia de una herida originada por una persona (de apellido Rosas), a quien golpeó en un bar de la parroquia San Juan. Fue en una arepera de Palo Grande (“Noche y Día”) de la citada parroquia, donde vivieron y se desarrollaron como políticos Eloy Torres y Pompeyo Márquez entre otros comunistas, que militaban en el llamado “Grupo Guiriri”.

El caso es que POD fue el abogado de Oscar Calles, a quien le impuso como condición para defenderlo “que no firmara ningún contrato, por cuanto lo estafaban, pues lo hacía en pleno estado de embriaguez”.

Antonio (Chino) Manrique8

VIRGILIO OROPEZA







PEDRO, MI CONTEMPORÁNEO









CARACAS, NOVIEMBRE 30 DE 2006.

Espero que con esta apretada síntesis de mi vinculación con el ilustre camarada Pedro Ortega Díaz en los frentes sindical, político y de masas en general, ayude a esbozar su perfil político, sindical y humano, en este homenaje biográfico con motivo a la desaparición física de nuestro inolvidable camarada.

Nuestra vinculación se inicia en el frente sindical en el cual ejercí la Secretaría General del Sindicato de Trabajadores de Tintorerías y Lavanderías, y Pedro fungía como nuestro consultor jurídico. En el desarrollo de la defensa de nuestros intereses de nuestra militancia, a inicios de los años 40, nos tocó promover una huelga de 27 días de duración, en la cual no logramos los objetivos propuestos. Después de este descalabro nos dimos a la tarea de reorganizar el Sindicato y fomentar el interés de los habitantes del Barrio San Miguel, hoy ubicado en los alrededores de la Cota 905, la cual para ese tiempo no estaba construida; este objetivo tuvo éxito y organizamos una Junta Pro-mejoras del Barrio, quedando como secretaría general, una camarada cuyo nombre no recuerdo. Después de lograr éxito en esta tarea, nos propusimos organizar a los trabajadores de las bombas de gasolina (hoy estaciones de servicio) y a los trabajadores metalúrgicos, al punto que logramos estabilizarnos en un local en plena Avenida Sucre. Con los “gasolineras” no logramos el mismo resultado.

En el frente político, nos tocó enfrentarla división del Partido entre “bobitos” y “machamiquis”, quienes se agredían a diario. Ante esta situación, a un grupo nos dolía ver enfrentados a cuadros tan valiosos Gustavo y Eduardo Machado, Rodolfo Quintero, Cruz Villegas y a un grupo considerable del frente sindical que los seguía. Por el otro lado estaba, Juan Bautista Fuenmayor, que controlaba la estructura orgánica del Partido. Ante este estado de cosas, Eduardo Gallegos Mancera, Pedro Ortega, creo recordar que también, Pedro Esteban Mejías, quienes pertenecían al Comité Regional de Caracas, también compartían inquietudes similares por la división del Partido. Los “bobitos” controlaban la estructura organizativa y el Comité Regional quedo aislado, lo que obligó a estos camaradas a buscar fórmulas que pudiesen ayudar a la unidad de los comunistas. Ante esa situación, Eduardo, Pedro Esteban, Pedro Ortega y quien suscribe, comenzamos a reunirnos en el bufete de Pedro. Estas reuniones trascendieron y fuimos bautizados como el “Grupo No”; nuestro trabajo despertó intereses incluso a nivel nacional, y recibimos adhesiones de Casanova Esparza, de Mérida; de González Macías, del Litoral; de Manuel Taborda, del Zulia, y de camaradas de los Teques, Trujillo y Táchira, cuyos nombres no recuerdo, quienes respaldaron al “Grupo No”.

Esa dinámica política que generó nuestra iniciativa, hizo que González Macías, comerciante exitoso del litoral, motorizara la creación de una publicación quincenal que llamamos “Horizonte”. En este órgano difundíamos nuestros puntos de vista, en lo político, sobre los problemas nacionales, y resaltábamos los problemas de la división. En esta coyuntura un Congreso del Partido Cubano, al cual asistiría una delegación de la Internacional Comunista; ante tan importante evento, pensamos que nos podían ayudar en nuestros objetivos y pusimos manos a la obra, designando a Eduardo Gallegos Mancera para que viajara a la Habana y solicitara la ayuda internacional en la solución de nuestro problema.

La Internacional acogió positivamente nuestra petición y designó al Partido Cubano para que nos ayudara; el Partido Cubano, a su vez, designó a Ladislao Carvajal para que se trasladara a Caracas para materializar la ayuda internacional. La inmensa labor ejercida por Ladislao, concluyó en 1946 con el Congreso de Unidad de los Comunistas. La convocatoria al Congreso fue posible, por la ardua labor del Comité Organizador, en el cual estábamos todos los grupos, incluso se agregó el grupo del diario El Nacional, dirigido por Miguel Otero Silva, Pompeyo Márquez, el “Negro Juliac”, Conde Jahn y otros, que se mantuvieron al margen de los núcleos existentes.

En todo lo narrado, Pedro tuvo la más activa participación y fue su bufete el sitio de reunión, en el cual se originaban, analizaban y se decidía por consenso, las acciones a tomar en el desarrollo de la crisis de la división del Partido.

Antes de terminar, es bueno destacar la gigantesca estatura moral y humana del camarada Pedro Ortega, reseñando la siguiente anécdota, la cual nos fue contada por el mismo: “Una mañana al abrir la oficina donde funcionaba su bufete, encontró un sobre que habían introducido por debajo de la puerta, en el cual, una compañía petrolera le proponía que fuese su Consultor Jurídico Privado y que los asuntos consultados no saliesen a la luz pública; los que así lo requiriesen, serían tratados por otros bufetes. Por supuesto que Pedro reaccionó indignado ante tal exabrupto, a pesar de las estrecheses económicas de un abogado de los trabajadores. Hasta aquí mi experiencia y la vinculación que tuve con mi camarada y amigo Pedro Ortega Díaz, un gigante de la lucha política y social de este país.


















ALICIA CRISTINA, LUÍS GERMÁN, NELSON,

PEDRO CÉSAR, VLADIMIR EDUARDO

Y RICARDO GUILLERMO.

HIJOS DE PEDRO ORTEGA DÍAZ





TESTIMONIO FAMILIAR














23 DE FEBRERO DE 2008

Queremos contribuir de alguna manera, aunque sea breve, al testimonio histórico de la vida y obra de nuestro padre, esta vez desde el punto de vista familiar. En la época del General Medina Angarita cuando nuestros padres se casaron (Pedro Cesar Ortega Díaz y María Cristina Osuna Montilla) vino enseguida una hija (Alicia Cristina) y luego los demás hijos, todos varones (Luís Germán, Nelson, Pedro Cesar, Vladimir Eduardo y Ricardo Guillermo). Nuestros padres nos contaron, con el transcurrir del tiempo, que él advirtió a nuestra Madre antes de casarse acerca de su compromiso político con el Partido Comunista de Venezuela, partido al cual dedicó su vida. Así demostró su fibra de vigor y compromiso con los Pobres, con quienes siempre estuvo echada su suerte.

Desde nuestro punto de vista familiar, criticábamos esta situación, pues el propio día del nacimiento del segundo varón, tuvo que ir a la Clínica Venezuela (19-10-1945), no solo de visita como cualquier padre, también fue a “enconcharse”, ya que los adecos y algunos militares (Betancourt-Pérez Jiménez) habían dado el golpe de estado contra el General Medina Angarita y estaban buscando a los comunistas que lo apoyaban. Durante esos años ya había sido solicitado para ser arrestado por sus actividades revolucionarias, pues en aquellos momentos llegó a ejercer la Presidencia de la Federación Venezolana de Estudiantes. Mucho más adelante fue puesto preso durante la dictadura de Pérez Jiménez, en esa oportunidad como abogado laboral, en su despacho entre las esquinas de Conde a Padre Sierra, y lo llevaron a la cárcel modelo, allí nos llevó nuestra madre de visita en varias ocasiones. Al retornar a la libertad nos echaba los cuentos de su experiencia de presidiario, de la “cooperativa de alimentación” que formaron varios camaradas presos y de los platos que aprendió a cocinar: Pasta Roja, una especie de marquesa de café y Pargo Horneado Relleno. Por supuesto, en familia tuvimos algunas veces para deleitarnos de su limitada experiencia de chef de cocina.

Fue cultor del acatamiento riguroso de las normas de seguridad que debía observar todo dirigente, y aquella fue la última vez que estuvo preso pues en las siguientes etapas clandestinas no lo detuvieron más, pues modificaba hasta la forma de andar, la voz etc. En definitiva, casi toda nuestra vida lo veíamos por momentos, desde nuestra infancia y pubertad hasta los años setenta, época en que el PCV ya había lanzado la política de “Paz Democrática”, vino la “pacificación” y se pudo mudar para vivir con nosotros. Su propia hija, mucho antes, a la temprana edad de 10 años renegaba tanto de su padre, que él organizó una visita de una semana en la “concha” de otro camarada y su familia, para hablar con su hija y esa semana cambió la vida de quien nunca más se apartó de las ideas y las enseñanzas paternas.

Esta situación generaba desconcierto e incomprensión en estos niños, y luego adolescentes, que no podían decir quien era su padre a sus compañeros de escuela, liceo o vecinos. Éramos unos niños y jóvenes que sólo queríamos creer lo que nuestro padre nos decía que era: “un fugitivo bueno”. A veces se nos salía, por ejemplo, que a nuestro padre lo estaban buscando y nos criticábamos y nos reprimíamos por ello, vivimos con gran estoicismo durante mucho tiempo hostigados en una primera etapa por los vecinos, cuando nuestro Padre estaba preso o cuando nos calificaban de comunistas asesinos o come niños, y luego con el tiempo, en los trabajos de alguno de los hermanos, éramos señalados y nos botaban. En los más de cuarenta (40) años de democracia representativa nos costaba mucho conseguir trabajo por ser hijos de comunista, todos tuvimos militancia de una u otra manera en la izquierda, bien en la J.C. o bien en la J.MIR. Es en esta etapa en que los hermanos crecimos, en todos los sentidos, la militancia nos hizo comprender todo lo que ignoramos de niños, y asumimos con orgullo la labor de Pedro Ortega Díaz. Todos estudiamos, todos nos graduamos y contamos con postgrados, tenemos familia y le dimos a la patria y a nuestros padres: nietos y bisnietos.

Nuestra Herencia es el camino de nuestros padres, impregnándonos de un comportamiento digno, de un pregonar con el ejemplo, de honestidad, de la verdad primero, del nacionalismo y la defensa de la patria dentro del concierto internacional, de amor por los otros, hasta por los que nos adversan, la no discriminación, la inclusión de los menos favorecidos. También tuvimos que aprender a ser muy discretos, hasta el punto de mentir y a no dejarnos seguir por el enemigo y que lo fueran a capturar a él por nuestra culpa. Cuando alguno de nosotros cayó preso, por situaciones de la vida militante, y aunque supiéramos donde se encontraba, él confiaba en que ninguno de sus hijos lo iba a delatar y no se cambiaba de “concha”. Igual pasaba cuando nos allanaban y la “Digepol” se quedaba en la casa por un mes, como ocurrió con dos de nuestros hermanos capturados como rehenes por el gobierno y esperando en la casa con ellos a ver si nuestro padre llegaba para poder apresarlo, en ese momento quien suministró apoyo a nuestros hermanos después que los “digepoles” se cansaron de esperar, fue la matrona venezolana María Teresa Castillo, viuda del escritor Miguel Otero Silva.

Continuamente había personas que nos tendían la mano y son demasiado numerosas para incluirlas en este breve testimonio. Y él siempre se preocupó mucho de conseguir apoyo entre venezolanos dignos o entre sus camaradas: profesores, médicos o diversos tipos de ayuda si alguno de nosotros la necesitaba, estuvo siempre presente a través de esa solidaridad, de quienes nunca dejaron a su prole sin una cesta con alimentos y algunos jugueticos en cada navidad.

Fueron muchísimas las situaciones de tensión, hostigamiento, agresión, peligro y persecución por las que pasamos; circunstancias que las familias de la oposición política actual no conocen ni sufren y que incluso la mayor parte de los revolucionarios de hoy en día tampoco conocieron ni sufrieron. Con certeza no hubiéramos pasado tantas angustias, si él hubiera actuado egoístamente como muchos abogados de la época que escogieron el libre ejercicio para amasar fortunas, él se dedicó a su verdad, a sus creencias, a su pasión por servir a los otros y lograr un país de justicia y por ende de paz y progreso para todos, y no para un pequeño grupo de privilegiados. Conocimos muchas familias en situaciones iguales o peores que la nuestra, hay una deuda con esa historia que está por escribirse, porque aquella orden betancourista de “dispara primero y averigua después” no sólo dejó muertos, heridos, lisiados y torturados; también dejó familias enteras en la mayor penuria, desolación y desmembramiento que continua hasta el presente con los respectivos síndromes de persecución, encarcelamiento y tortura, tal como ahora se produce en el ghetto de Gaza, en la frontera Mexicano-Estadounidense, en algunos países del África y en tantos otros lugares de este mundo. La lucha sigue hasta el último aliento como hizo nuestro padre.

Él se preocupaba mucho, durante la clandestinidad, de enviarnos por cualquier medio un regalo en las fechas de nuestros cumpleaños y en los cortos periodos que estaba con nosotros, nos levantaba a todos para cantar en el pie de la cama del cumpleañero(a), trató siempre que no sintiéramos su ausencia o que quedará disminuida en particular en las fechas de gran significación. Ninguno de sus nietos y bisnietos olvidará nunca al “abuelo chocolate” como lo llamaban, cuando ya en la legalidad se presentaba siempre a las casas de sus hijos con chocolates para ellos.

Recién han transcurrido dos años que no nos llama, para inquirir sobre las tallas de los hijos, nietos y bisnietos, y preguntarnos que le gustaría a este o a aquel miembro de su familia. Un vacío difícil de llenar y que honramos reuniéndonos todos, como siempre lo hacíamos con él, en cada navidad y año nuevo.

No podemos referirnos a nuestro Padre sin honrar también a nuestra madre, a María Cristina, quien siendo católica y conservadora, nunca dejo de trabajar de día como secretaria, para luego en la noche atendernos en casa y además hacer trabajos extras de mecanografía para poder sobrevivir ella y sus hijos. Ella, a pesar de haberse separado de él, no dejó ni un momento en todas las tribunas a que tenia acceso de hablar a favor, defender y apoyar siempre al Presidente Chávez y al proceso revolucionario y nacionalista, y es que ella participó en la resistencia en contra del gobierno de Pérez Jiménez, en la última etapa de éste, repartiendo volantes con el camarada Jerónimo (actual Presidente del Partido Comunista de Venezuela), arriesgándose a dejarnos en la indefensión, pues si la ponían presa a ella entonces nos hubiésemos quedado sin Padre y sin Madre, como estamos ahora, pues ella falleció hace cuatro años. Nuestra Madre tal vez no hubiese sido un factor determinante en nuestra vida, sin el apoyo de sus “hermanas”: Carmen Elena y Rosita Mariño Servando, nietas del general Santiago Mariño, quienes supieron poner sus almas bondadosas en función de nuestra pequeña felicidad, aquella que uno puede encontrar aun en las peores adversidades.

Finalmente queremos dejar testimonio de nuestro compromiso de servir a nuestro país en la medida de nuestras capacidades, a lograr la pobreza cero, así como cero corrupción, cero impunidad, cero inseguridad, cero ineficacia gubernamental y cero injusticias; Pues a nosotros, siendo modestos, con tantas vicisitudes, también nos forjó el acero.



JUAN RAFAEL PERDOMO








EN TIEMPOS DE PEDRO ORTEGA DIAZ










CARACAS, FEBRERO DE 2008

SUMARIO

1-Pedro Ortega Díaz. 2-Fracción de Abogados del P.C.V. 3-El Carupanazo. 4-Objetivos del Alzamiento Militar. 5-La Defensa de los Activistas. 6-Labor Profesional y Trabajo Político. 7-Eco en el Porteñazo. 8-“Disparar Primero y Averiguar Después”. 9-Organizador y Pedagogo. 10-Escritos. 11-El Derecho de Huelga. 12-Parlamentario. 13-La LOPCYMAT. 14-Jurisprudencia. 15-Contra la Reforma de las Prestaciones Sociales. 16-Bibliografía.

1.-PEDRO ORTEGA DÍAZ

El día 23 de enero de 1958 tuvo lugar el derrocamiento de la dictadura militar de Pérez Jiménez, en cuyo evento se destacó la participación de los militares y de los políticos unidos en la Junta Patriótica. El Coronel Hugo Trejo en su obra “La Revolución no ha terminado…” dice al respecto: “El 15 de octubre (1957) llegó a nuestro conocimiento la existencia de una junta patriótica, integrada por los representantes de los distintos partidos políticos”. Esta junta estuvo conformada por los periodistas Guillermo García Ponce, Fabricio Ojeda, Enrique Aristiguieta Grancko, Silvestre Ortiz Bucaran, representando a los Partidos Comunista, URD, COPEI y Acción Democrática, y fue un organismo político que sirvió de base para la lucha contra la dictadura de Pérez Jiménez, que tomará su forma desde el 01 de enero de 1958 con el alzamiento de los militares que para el momento decidieron insurgir contra el régimen de Pérez Jiménez bajo la conducción del Coronel (r) Hugo Trejo. Precisamente su obra indica los pormenores de cómo las Fuerzas Armadas iniciaron el derrocamiento de Pérez Jiménez; mencionó en ella a todos los militares participantes en esa jornada histórica.

Por otra parte, es útil conocer los detalles de cómo se constituyó la Junta Patriótica en 1957, para cuyo propósito nos remitimos a la excelente Obra Historia Política de la Venezuela Contemporánea, del Doctor Juan Bautista Fuenmayor, del modo siguiente:

“La Junta Patriótica nace en el año de 1957 y según el decir del historiador Juan Bautista Fuenmayor, fue “el primer intento serio de establecer una militante unidad política destinada a lograr el rápido derrocamiento de la dictadura pérezjimenista. Es una estrategia ya muy conocida en todo el mundo, que si se desea alcanzar un gran objetivo como el derrumbe de una dictadura, es indispensable realizar movimientos en grande que abarquen a la totalidad de las fuerzas políticas que ansían el mismo objetivo.”

“La Junta Patriótica se inicia el 11 de junio de 1957, en una reunión celebrada en la casa de habitación del dirigente urredista Fabricio Ojeda, periodista de profesión y muy relacionado con los medios y círculos políticos del país. Allí estuvieron, además del anfitrión, Amílcar Gómez y José Vicente Rangel, militantes todos del Partido que liderizaba Jóvito Villalba, pero se hallaba también Guillermo García Ponce, dirigente del Partido Comunista de Venezuela.”

La Junta Patriótica nace principalmente de una tesis sustentada, desde su exilio en Nueva York, por Jóvito Villalba. Tal tesis fue traída al comando clandestino de Unión Republicana Democrática, por Amílcar Gómez después de un viaje suyo a la Babel norteamericana. El Maestro Villalba sostenía que era imposible unir a todas las fuerzas antiperezjimenistas mientras prevaleciera la tendencia de la dirección de Acción Democrática, a presentar todos los actos de la oposición como realizaciones de ese partido. Villalba reconocía que la actuación de los adecos en la clandestinidad era en muchos aspectos una lección de valentía y consecuencia democrática; pero que la oposición no podía tener el color de un solo partido sin renunciar, de este modo, a la formación del gran frente nacional indispensable para derrocar la dictadura.”

“A todo ello, añadía Villalba consideraciones ligadas a su propia experiencia en las elecciones del 30 de noviembre de 1952. En una lucha que se extendió por dos largos años (1950-1952), en la cual se hicieron grandes sacrificios y enormes esfuerzos, U.R.D. logró unir a todos los venezolanos en un gran frente que derrotó electoralmente a Pérez Jiménez. Sin embargo, esta unión fracasó en la toma del Poder porque la alta dirección de Acción Democrática no estaba de acuerdo con ella ni con la presencia del pueblo en las elecciones, lo cual impidió a Villalba y a su partido dedicar los últimos quince días de la lucha a un trabajo dentro del elemento militar. Si tal trabajo hubiera ocurrido entonces, la victoria del 30 de noviembre habría significado el término de la tiranía.”

“Cuatro años más tarde, en 1957 Jóvito Villalba planteó la necesidad de construir un instrumento de lucha capaz de sacar la cara en nombre de todo y de dar la batalla por el derrocamiento de la dictadura. Esta tesis, aceptada por su partido y expuesta ante los otros comandos políticos, fue lo que dio nacimiento a la Junta Patriótica. Y es por esta razón que los dos primeros presidentes de la Junta Patriótica son urredistas: Amílcar Gómez y Fabricio Ojeda. Es por esta razón también, que la reunión inicial de la Junta Patriótica tiene como escenario la casa del último de los mencionados y que en ella figurasen tres urredistas, a saber, Fabricio Ojeda, Amílcar Gómez y José Vicente Rangel. En cambio, Acción Democrática fue la última en incorporarse al nuevo organismo creado y lo hizo enviando a un “observador”, esto es, que no lo hizo de lleno con el pleno convencimiento de la importancia de aquel organismo.”

En ese proceso de cambio, el Partido Comunista, incrementó su participación política en las masas y los dirigentes de la clandestinidad iniciaron una labor de construcción de un partido de masas para insertarse como organismo político es importante en la sociedad venezolana. Fue en este tiempo que conocí a Pedro Ortega Díaz, aquí en Caracas, a raíz de los sucesos del 23 de Enero de 19589, como un dirigente político de relevancia en las filas del Partido Comunista. Fui presentado a él por el camarada Juan Francisco Lugo, Secretario de Radio del Partido en la Parroquia Sucre. Para esos momentos, nuestra labor consistía, en cumplir las funciones asignadas por el organismo de base (célula): políticas, de solidaridad, de capacitación, de difusión de “Tribuna Popular” y otras. Posteriormente trabajaríamos como abogados de los sindicatos10, con los cuales tenía relación la CENTRAL UNITARIA DE TRABAJADORES DE VENEZUELA (CUTV), presidida por CRUZ VILLEGAS, un dirigente comunista de singular valía por su honestidad y coraje, consecuente con la clase obrera para quien existió sin dobleces. Precisamente Pedro Ortega Díaz, que mantuvo estrecha vinculación con el movimiento obrero, desarrolló una labor educativa para los trabajadores en la escuela de capacitación ubicada en San Antonio de los Altos, bajo la orientación de la CENTRAL UNIATARIA DE TRABAJADORES DE VENEZUELA .Algunos de sus abogados prestamos apoyo como instructores en materia sindical.

2.-FRACCIÓN DE ABOGADOS DEL P.C.V.

Después, también por iniciativa de Pedro Ortega Díaz, formamos parte de la fracción de abogados del Partido. Estaba constituída por los doctores Ernesto Silva Tellería, Roberto Hernández, Diego Silva Ortiz, Leopoldo Figarella, Marcos Rojas Mujica, José Sánchez Mijares, Alicia Medina, Edesio Mujica, Pedro Méndez, Ada Ramos, Raúl Domínguez. Esta Fracción de abogados cumplió un papel importante en el proceso político que surgió a partir de 1962, especialmente de índole penal, porque fueron muchos los dirigentes detenidos en Venezuela11 .

Nos reuníamos en el bufete del Dr. Ernesto Silva Tellería, en la esquina del Cují, o bien en el Edificio Magdalena, esquina de San Francisco, bufete del Dr. Pedro Méndez Contreras, para abordar temas de actualidad y planes para el futuro de nuestra organización.

De esos encuentros surgieron temas concretos destinados a mejorar el trabajo de los abogados que recién nos iniciábamos en dicha profesión, básicamente estábamos en la línea de prestar nuestro asesoramiento profesional para la defensa de la revolución, en el área laboral, penal y aspectos del acontecer político. Siempre hubo pocos abogados que se dedicaran a la defensa de los trabajadores, pero quienes militábamos en esa fracción decidimos superar esta carencia.


3.-EL CARUPANAZO

Cuando ocurre “El Carupanazo”, el 4 de mayo de 1962, (intentona militar) teníamos una organización de abogados que podía hacer su trabajo eficientemente. Es por este motivo que a los pocos días de ocurrir el alzamiento militar antes señalado varios abogados nos incorporamos, a la defensa de los derechos de los participantes en el movimiento insurreccional. Recuerdo que, se presentó a mi oficina12 (Edificio la Previsora, 1er piso, Conde a Principal), el Doctor Pedro Ortega Díaz, con aquella premura y urgencia que le caracterizaba. Me entregó dos mil bolívares para que tomara un avión y fuera a Carúpano a ejercer la defensa de los implicados en el movimiento subversivo. Sin pensarlo mucho, asumí aquel impulso de Pedro Ortega Díaz, como una misión honorable que estaba dispuesto a cumplir. En efecto, me trasladé a Carúpano en compañía de varios colegas: Roberto Hernández W., Marcos Rojas Mujica, Raúl Domínguez, los hermanos Centeno Llovera, Jesús Rafael Zambrano y otros. Ofrecimos nuestro apoyo profesional a los autores del alzamiento militar. Actuamos en la evacuación de las pruebas, en los informes, y en todos los actos procesales destinados a la defensa de los detenidos. Todos los presos fueron llamados a declarar y cada uno de ellos expuso su valiente argumentación. Se trató de un juicio militar extraordinario. Terminada la primera fase del juicio militar extraordinario, que consistió en la presentación de testigos, interrogatorio a los prisioneros, documentos, experticias por los jueces del tribunal militar los presos fueron remitido a Ciudad Bolívar, al Cuartel Tomás de Hérez, para continuar la penúltima fase del juicio penal-militar que había comenzado en la guarnición de Carúpano. Al final se produjo una sentencia definitiva condenatoria con resultados prácticos negativos para la Revolución Venezolana.


4.-OBJETIVOS DEL ALZAMIENTO MILITAR

También Eloy Torres, Pedro Duno y José Vicente Abreu entre otras personalidades, intervinieron en ese movimiento que comandaba el Capitán Jesús Molina Villegas. Fue este el primer acto de lucha armada en contra del gobierno betancourista. El Capitán de Corbeta Víctor Hugo Morales, que participó en el Porteñazo, escribe una obra titulada “Del Porteñazo a Perú” en donde reseña los objetivos del Carupanazo,13 y su programa de gobierno según este autor, fue 1.- Formar una Junta de Gobierno presidida por un conocido hombre público de filiación independiente. 2.- En lo internacional, adoptar una posición acorde a la libre determinación de los pueblos. 3.- Los partidos políticos suspenderán sus actividades por un período no menor de 6 meses. 4.- Convocar a elecciones en un plazo no menor de dieciocho meses. 5.- Libertaríamos a todos los presos políticos civiles y militares. 6.- Los militares presos por causas políticas serían reincorporados a las FAN. 7.- Efectuar una depuración a fondo en las Fuerzas Armadas. 8.- Se abrirían fuentes de trabajo para solucionar el problema del desempleo. 9.- Impulsar la reforma agraria.

5.-LA DEFENSA DE LOS ACTIVISTAS

A continuación del movimiento de Carúpano y de Puerto Cabello, las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional Venezolanas (FALNV), insistieron en el uso de la lucha armada para derrocar al gobierno de Betancourt.14 Por esta razón se crearon frentes guerrilleros en el campo y unidades tácticas de combate en las ciudades importantes para desequilibrar la estructura del régimen. Como contrapartida de esa conducta revolucionaria, el gobierno creó los famosos Teatros de Operaciones, reforzó la policía y decidió perseguir a los revolucionarios. Como consecuencia de lo dicho y debido a las detenciones de los ciudadanos involucrados en los hechos que originaron ese proceso armado, la fracción de abogados del PCV15 asumió la defensa de todas aquellas personas que habían sido detenidas en las ciudades, en el campo, en ejecución de actividades revolucionarias antigobierno. En este período se trabajó intensamente contra las torturas de los prisioneros, la persecución política, el asesinato de dirigentes políticos y toda esa crueldad que realizaron los gobernantes de la cuarta república, sin el menor miramiento por los derechos humanos. La responsabilidad de estos hechos corresponde a los ex-presidentes Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez, sin duda alguna.

6.-LABOR PROFESIONAL Y TRABAJO POLÍTICO

La idea de Pedro Ortega fue que los abogados, además de realizar su labor profesional, nos dedicáramos a desarrollar un trabajo político en la célula para que nuestro Partido creciera y tuviera un soporte masivo, pero consciente. Por supuesto, nada fácil porque no todos teníamos acceso a fábricas, plantas o talleres, en donde hubiese contingente obrero, razón por la cual había que trabajar preferiblemente en los barrios, en las juntas pro mejoras y en los sindicatos revolucionarios, como los de la prensa, textil, del metal, de la madera, de panaderos, donde se ofrecía un pequeño espacio para la lucha. En algunas de esas organizaciones sindicales habían trabajado como asesores jurídicos, Pedro Ortega Díaz, Ramón Antonio Villarroel, Enrique Agüero Gorrín, Ramón Mota Salazar, los hermanos Centeno Llovera, dedicados a la defensa de los trabajadores, también a su capacitación, es decir, transmitir un mensaje de lucha.

7.-ECO EN EL PORTEÑAZO

“El Carupanazo”, tuvo además eco en “El Porteñazo”, que fue el otro alzamiento militar, que intentaba derrocar al gobierno betancourista. Un movimiento de corte militar con participación civil para instaurar la democracia y la soberanía nacional. Este movimiento fracasó lamentablemente con un saldo de muertos, heridos, presos y torturados. De más está decir que la represión desatada contra los revolucionarios adquirió contornos, indudablemente terribles y ese fue el precio que debía pagarse por tan noble lucha. Puerto Cabello16 se convirtió en un escenario de muerte.

8.-“DISPARAR PRIMERO Y AVERIGUAR DESPUÉS”

Debe recordarse siempre el carácter represivo y entreguista del gobierno de Betancourt cuya esencia la resume aquella frase suya: “Disparar Primero y Averiguar Después” que transmitió a los organismos policiales y se convirtió en el lema fatídico de una política represiva: tortura, muerte, cárcel, que alcanzó a todo el espacio del derecho a la vida. Ese fue el marco de un fascismo que se mantuvo durante los gobiernos de AD y COPEI, manchando la historia de Venezuela con sangre patriota. Es así como mueren en la Digepol, en las calles de Caracas, en los Teatros de Operaciones distinguidos venezolanos como José Gregorio Rodríguez, Alberto Lovera, Italo Sardi, Alejandro Manía y muchos otros ciudadanos que ofrendaron su vida en pro de la liberación nacional17.Siempre hubo un camarada abogado presente en la defensa de estas causas, por el noble sacrificio realizado. Hemos narrado las experiencias anteriores, porque, la fracción de abogados del Partido Comunista de Venezuela, estuvo presente en ellas y consideró que nuestra labor colectiva tuvo bases en determinados individuos, en mi caso en Pedro Ortega Díaz, en el trabajo político.

9.-ORGANIZADOR Y PEDAGOGO

La actividad organizativa, pedagógica, divulgativa de Pedro Ortega Díaz se extendió a distintas áreas para crear organismos destinados a la lucha revolucionaria y utilizó los medios de comunicación para esa labor de difusión del pensamiento marxista. Contribuyó con la Central Unitaria de Trabajadores y la Central Regional de Trabajadores, dedicada por entero a la lucha obrera, integrada por personalidades honestas, verticales, paradigmas de la lucha obrera revolucionaria18.

10.-ESCRITOS

Pedro Ortega Díaz fue también articulista en Tribuna Popular y El Nacional, donde expresaba su pensamiento jurídico-social y daba orientaciones al público para el manejo de leyes especiales, como es el caso de la Ley de Estabilidad Laboral, Ley Orgánica de Prevención, y Medio Ambiente de Trabajo, Derecho de Huelga y otros temas que analizó con singular acierto, específicamente en el área de los Derechos Humanos. Esas crónicas revelaron su preocupación por la violación de los derechos constitucionales cometidas por los gobiernos de turno.

En cuanto a su actividad como escritor tiene varias obras de historia y de análisis político que ponen de relieve su pensamiento en materia histórica, política, social19. “Comentarios de la Ley Orgánica del Trabajo. Una visión diferente, Congreso y la unidad latinoamericana”, “El 23 de Enero y Otras Notas de Historia”, “El Derecho de Huelga en Venezuela”, “Bolívar, Rodríguez y Zamora”, “América Latina, Realidad y Perspectiva”, “la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo”, esta obra escrita confirma una preocupación por lo político, lo social, lo humano y demuestra el carácter pedagógico que tiene dicha obra.

11.-EL DERECHO DE HUELGA

Fue indudable su contribución en la solicitud de nulidad que intentó el PCV de los artículos 382 al 392, del Reglamento de la Ley del Trabajo,(1973) que fue asumida por el Fiscal General de la República, poeta José Ramón Medina y que la Corte Suprema de Justicia declaró con lugar. Esta sentencia20 es histórica porque restituyó un derecho violado por el Estado Venezolano. No obstante, la nulidad de los artículos 382 al 392 del Reglamento ya citado por la Corte Suprema de Justicia, los redactores del Reglamento antes indicado se vengaron de la sentencia y de la Constitución de 1961, al incorporar a la Ley Orgánica del Trabajo el mismo articulado que se había anulado. Es más, la tramitación del derecho de huelga se convirtió en un ejercicio lento y pesado ajeno al derecho del trabajo.
La nulidad de los artículos del Reglamento de la Ley Orgánica del Trabajo fue intentada por los camaradas Gustavo Machado, Jesús Faría y Pedro Ortega Díaz, en su carácter de presidente, secretario general y secretario sindical del Partido Comunista de Venezuela y a nombre de la Comisión Sindical Nacional, constituída por los camaradas Pedro Ortega Díaz, Emma Croes, Manuel Taborda, Hugo Guillén, Luís Pinto, Eusebio Enrique Quero, Pedro Abarca, Perfecto Abreu Nieves, Cruz Villegas, Francisco Camacaro, José Manuel Carrasquea, José María Hernández, Virgilio Oropeza, Juan Castillo, Arturo Álvarez Vega, Humberto Clark y Ana de Parda para iniciar una campaña nacional en defensa del derecho de huelga..
“Este derecho de huelga consagrado en el artículo 92 de la Constitución Nacional y las disposiciones de la Ley del Trabajo para el ejercicio de este derecho, están siendo violadas sistemáticamente por las autoridades del trabajo, en forma tan evidente que el hecho puede ser apreciado examinando los resultados estadísticos. En efecto, de acuerdo con las publicaciones del propio Ministerio del Trabajo, las huelgas declaradas legales tienden a desaparecer mientras las declaradas ilegales tienen un proceso de ascenso. El hecho resulta tan alarmante que en 1976 por una huelga declarada legal aparecen 178 “paros intempestivos” que no son otra cosa que huelgas declaradas ilegales… La causa de esta situación anormal es la existencia del Reglamento de la Ley del Trabajo, especialmente la vigente desde fecha 31 de diciembre de 1973, que alteran el espíritu, propósito y razón de la Ley, lesionan el derecho de huelga de los trabajadores… Como pedimento de los solicitantes ante la Fiscalía General de la República se solicita Primero: “que usted recurra de oficio ante la Corte Suprema de Justicia pidiendo la nulidad de los artículos del Título VIII del Reglamento de la Ley del Trabajo del 31 de diciembre de 1973, que lesiona el derecho de huelga consagrado en la Constitución y la ley. Nos permitimos señalar especialmente los artículos: en forma sucesiva 382, 383, 384, 387, 388, 389, 390, 391 y 392 de dicho reglamento.”
En el texto de donde hemos tomado la cita anterior también consta la solicitud que formulara el Doctor José Ramón Medina como Fiscal General de la República y en la que expresamente se denuncia la violación del artículo 92 de la Constitución hoy derogada y así mismo resolicita la nulidad parcial del Reglamento de la Ley del Trabajo en los artículos 383, 384, 387, 388, 390 del citado Reglamento de la Ley del Trabajo.
La Corte Suprema de Justicia declaró Con Lugar el recurso de nulidad interpuesto por el Fiscal General de la República para restituir el derecho de huelga conculcado. . Este fue el argumento de hecho presentado al ciudadano Fiscal de la República, en cuanto al argumento de derecho se “solicitó la nulidad de los artículos del título VIII del Reglamento de la Ley del Trabajo del 31 de diciembre de 1973 que lesiona el derecho de huelga consagrado en la Constitución y la Ley. Nos permitimos señalar, agregaban los demandantes, especialmente los artículos 382, 383, 384, 387, 388, 389, 390, 391 y 392 de dicho reglamento”21.

Ese Reglamento, impedía el derecho de huelga violándose así el Convenio 87 de la OIT22. Podemos decir que la CTV y otras organizaciones similares no sintieron la menor inquietud por este hecho atentatorio contra la libertad sindical. Sin embargo, El Reglamento de la Ley Orgánica del Trabajo vigente (2006) desde el art. 175, hasta el art. 190 dificulta la materialización del derecho de huelga por los requisitos creados ex profeso. Quiere decir que pese a la decisión de la Corte Suprema de Justicia, el derecho de huelga, como un derecho humano quedó inexistente, no obstante las protestas habidas y específicamente lo decidido por la Corte Suprema de Justicia, que declaró con lugar el recurso de nulidad interpuesto. El texto publicado por Ortega Díaz rescató un material jurisprudencial sobre el derecho de huelga que debe formar parte de la historia del movimiento obrero por su relevancia.

12.-PARLAMENTARIO

Pedro Ortega Díaz, fue infatigable en su labor como parlamentario. En efecto para el año 1962 presentó en la Comisión de Asuntos Sociales del Congreso Nacional un proyecto de Ley de Estabilidad Laboral que lucía absolutamente necesaria ante los despidos masivos de trabajadores y la desprotección que ello implicaba. Este proyecto no tuvo éxito y las razones en contra del mismo se encuentran en la política antiobrera betancourista.

13.-LA LOPCYMAT

Por la salud de los trabajadores el Partido Comunista de Venezuela, acometió una labor de primer orden bajo la orientación de Pedro Ortega Díaz conjuntamente con el Dr. Emigdio Cañizales Guédez en la elaboración de la “Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente del Trabajo”. Que contó con el apoyo del Departamento de Salud de la Central Unitaria de Trabajadores y de un grupo de profesionales de la medicina y del derecho que prestaron su concurso para la proyección de esa idea. Ese proyecto de Ley se presentó en la Cámara de Diputados. En su elaboración participaron los Diputados José Beltrán Vallejo y Teofilo Borregales, que representaban a la Confederación de Trabajadores de Venezuela. El trabajo del Diputado Pedro Ortega Díaz en la redacción de la Ley fue extraordinario y como hemos dicho tenía el soporte científico y político de un diputado tan informado como el Dr. Emigdio Cañizales Guédez. Esta labor del Partido Comunista ha sido una de las más grandes contribuciones del PCV para la sociedad venezolana. Las intervenciones de Pedro Ortega Díaz y la del propio Cañizalez Guédez fueron recogidas en el Folleto Número 4, que publicó el Partido Comunista de Venezuela, bajo el título “Diputados Comunistas rinden cuenta al Pueblo”, en donde se recogen las intervenciones de Pedro Ortega Díaz y del distinguido médico Emigdio Cañizalez Guédez. Finalmente la Ley fue aprobada el 18 de julio de 1986 y modificada el 25 de julio de 2005. Fueron muchas las conferencias dictadas a favor de este instrumento legal por Pedro Ortega Díaz, los Doctores Oscar Feo y Francisco González así como el Ingeniero Erick Cómaña cuya labor ha sido destacadísima en beneficio de los trabajadores. La Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela bajo la conducción de Cruz Villegas, Oscar Figuera y María León trató el tema de la Salud, en seminarios, talleres y conferencias. Ésta contiene los mismos principios que la derogada, pretende la protección del trabajador contra las enfermedades profesionales, accidentes de trabajo por los riesgos y peligros en las empresas.

14.-JURISPRUDENCIA

Actualmente la Sala de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia ha basado muchos de sus fallos23 en esa ley en concordancia con la Ley Orgánica del Trabajo, y el Código Civil, debido a los numerosos casos que se presentan solicitando pagos por daños materiales y morales sufridos por los trabajadores con motivos de los accidentes y enfermedades ocurridos durante la prestación de servicio. La teoría objetiva o del riesgo en una empresa está diseñada en el art. 560 de la Ley Orgánica del Trabajo y estaba en el art. 33 de la LOPCYMAT, y en los arts. 1185, 1193 y 1996 del Código Civil aplicables en el caso del daño moral reclamado.

15.-CONTRA LA REFORMA DE LAS

PRESTACIONES SOCIALES

El 19 de junio de 1997 el Congreso Nacional de la República de Venezuela aprobó la Ley Orgánica del Trabajo, cuyo “mérito” consistió en calcular la antigüedad en base al sueldo mensual devengado por los trabajadores y no con el último sueldo ganado, que era la fórmula de cálculo anterior.24 Podemos finalmente señalar que compartimos su angustia con respecto a la modificación del régimen de cancelación de las prestaciones sociales promovidas por Fedecámaras y la CTV para desaplicar la norma que ordenaba que la antigüedad debería ser cancelada conforme al último salario y no en la forma que propuso Fedecámaras y el gobierno de entonces. Este despojo del derecho de los trabajadores a recibir la antigüedad conforme al último sueldo fue duramente señalado por Pedro Ortega Díaz en sus escritos y conferencias. No solamente esto sino que se consignó una demanda ante la Corte Suprema de Justicia pidiendo la nulidad de ese cambio de prestaciones sociales en la ley25.

En verdad el análisis realizado en cada uno de los artículos denunciados como infringidos por la ley, constituyó una violación a la propia Constitución vigente, porque al no oír el clamor de los trabajadores la Comisión Tripartita, decidió truncar un derecho constitucional. Pero lo más grave es que esa decisión contrarió el espíritu del artículo 257 de la Constitución vigente que establece que en todo caso donde estén en conflicto la forma y el fondo, los jueces decidirán conforme al fondo. Esa no fue la conducta asumida y como lo dijo en un libro el Dr. Antonio Espinoza Prieto, ese acto de la Comisión Tripartita y del Poder Legislativo constituyeron una infamia lesiva a los trabajadores venezolanos.

En verdad Pedro Ortega Díaz estuvo pendiente de todas las leyes y sus modificaciones y acudió a las instancias pertinentes para dejar oír su voz de abogado social y consignar la protesta con toda la fuerza posible

Por todas las razones dichas cuando hacemos el homenaje de la publicación que se pretende tenemos presente a una autoridad, a un testigo, a un vigilante de los derechos sociales del pueblo, y ese es el significado de este homenaje.

Caracas, 15 de Enero de 2008

Juan Rafael Perdomo








BIBLIOGRAFÍA

Morales, Víctor Hugo. Capitán de Corbeta “Del Porteñazo a Perú”

Ortega Díaz, Pedro. “El Derecho de Huelga en Venezuela”

Ortega Díaz, Pedro “Comentario a la Ley Orgánica del Trabajo, Una Visión Diferente”

Fuenmayor, Juan Bautista. “Historia Política de la Venezuela Contemporánea”

Trejo, Hugo, Coronel. “La Revolución no ha terminado”

Faría, Jesús. “Mi línea no cambia es hasta la muerte”

OIT Convenio Número 87

Reglamento de la Ley Orgánica del Trabajo 2006

Ley Orgánica de Prevención y Condiciones del Medio Ambiente del Trabajo

Partido Comunista, “Diputados Comunistas rinden cuenta al Pueblo” Folleto Número 4.

TSJ SCS, Sent N 352 del 12-12-01 y 53618-09-03

Ley Orgánica del Trabajo, 19 de junio de 1997

LUÍS CIPRIANO RODRÍGUEZ







PEDRO ORTEGA DÍAZ









CARACAS, 24 DE AGOSTO DE 2006.

I

Pedro Ortega Díaz, destacado e infatigable político venezolano, inscrito siempre en la línea combativa del Partido Comunista de Venezuela, nació en Río Caribe, ciudad costeña pariana situada al oriente del estado Sucre. Tierra de mar y montañas, valles y ríos. Tierra para el trabajo y el desarrollo pesquero y agroganadero; para las manufacturas, las artes y el turismo. Allí se avecindaron no solo los paisanos de diversas filiaciones etnoculturales y socioeconómicas, sino también dos tipos de inmigrantes: los criollos nativos (sobre todo margariteños y otros costeños procedentes de municipios vecinos) y los oriundos de colonias y países extranjeros, particularmente trinitarios, martiniqueños, sirio libaneses, europeos mediterráneos: españoles, canarios, franceses, italianos y corsos.

En el marco de la estratificación social conformada en la comunidad ríocaribera se constituyó y consolidó un segmento élite integrado por grandes hacendados del cacao, la caña de azúcar y otros frutos altamente rentables; integrado también por grandes y medianos comerciantes exportadores e importadores, dueños de barcos pesqueros y de transportes marítimos con gran calado y fletes, profesionales universitarios (particularmente médicos) y funcionarios de la ata burocracia municipal.

II

Durante los años comprendidos entre 1905 y 1925, las familias integrantes de dicho segmento élite eran Otahola, Franceschi, Loero, Calvani, Venturini, Valdivieso, Pietri, Paván, Lairet, Hernández, Saavedra, Rogliani, Suinaga, Aguilera, Tenorio, Bellorín, Subero, Sifontes, Luciani, Carrasqueño, Luchesi, Gómez Ordaz, Ortega Gómez, Arroyo y otras como la familia Fígallo, a la cual perteneció el médico y filántropo local Pedro Rafael Fígallo, la familia Flores (del ilustre educador Don Nicolás Flores ), la familia Oliveros (del recordado sacerdote José Mercedes Oliveros gran pastor y orador sagrado), la familia Grisanti (del destacado historiador y académico de la historiador Don Ángel Grisanti), la familia Rausseu (del también destacado médico Dr. Ramón José Rausseu) y la familia Arismendi (del empresario y urbanizador Juan Bernardo Arismendi, uno de los que participaron en la naciente modernización caraqueña).

III

De igual manera, a este segmento social riocaribero perteneció la familia fundada por Don Pedro Ortega Gómez y Doña Rosario Díaz, progenitores de Pedro Ortega Díaz quien nació en la tierra nivaldina el 18 de diciembre de 1914. Allí vive su infancia, cursa sus estudios de Educación Primaria, convive con los primeros amigos y vecinos de su niñez, disfruta tanto del sol tropical como del aire yodado de nuestro mar antillano y –como diría Mario Briceño Iragorry- asimila la sabia nutricia y las tradiciones de su tierra costeña que le aportan las bases vecinales de su identidad nacional. Es así como un hombre cuya profesión, cultura y prácticas ideopolíticas, lo vinculan a una ciudadanía internacionalista ecuménica, conserva los rasgos básicos, telúricos de su comarca pariana y de su especificidad venezolana sin esnobismos ni petulancias. Todo sin chauvinismos, ni etnocentrismos.

IV

Desde los años finales de su adolescencia vivió y estudió en caracas. Después de su tránsito liceísta, la Universidad Central de Venezuela fue el espacio principal de su formación académica y de sus juveniles experiencias políticas. Luego, estas maduraron durante actividades de calle en los barrios, los nacientes sindicatos (se especializó en Derecho Laboral) y en el activismo polémico de los también nacientes Partidos políticos modernos posteriores al Caudillismo (personalismo del siglo XIX y a la larga dictadura del General Juan Vicente Gómez).

Finalizados sus estudios de Derecho, ingresa al Partido Comunista de Venezuela hacia el último trimestre de 1937. Su trabajo político, su formación doctrinaria, se nutren en las diferentes fuentes dialécticas de Marx, Engels, Lenin, Dimitrov; además percibe las enseñanzas de los (as) fundadores (as) del PCV quienes establecen nexos organizativos para contribuir a la enseñanza de las ideas y programas comunistas, así como para la lucha por los derechos del Pueblo y de la clase obrero campesina del país, tanto la que labora en los campos petroleros como la que padece en los latifundios y minifundios rurales.

V

Su conocimiento de la Historia venezolana, latinoamericana y europea (particularmente la más contemporánea después de la Primera Guerra Mundial y la Revolución Bolchevique) le dan mayor solidez a su joven conciencia crítica y revolucionaria. En nuestro caso venezolano concreto, entiende la necesidad y el sentido de una lucha obrero campesina contra la Oligarquía latifundista y la Burguesía mercantil asociada al Imperio norteamericano del dólar y el petróleo. También desde el ángulo euroasiático, apoya el combate contra el fascismo que en aquellos años 30 amenaza (y luego arremete) contra la España Republicana bajo la dirigencia de Franco y el falangismo, y comienza a ejercer su dominio en Alemania e Italia con Hitler y Mussolini, líderes del Nacifacismo.

Desde luego, para entonces (1937-1939) su esfuerzo juvenil se orienta a participar en las tares clandestinas para estructurar al PCV cuya legalidad se conquista en 1945 durante el gobierno del General Isaías Medina Angarita. De allí en adelante, además de atender a su proceso formativo intelectual y jurídico, concentra esenciales esfuerzos al activismo partidista y sindical en alianza con sectores progresistas de las capas medias “sobre la base de un Programa Común”. Evidentemente, el joven Ortega Díaz –junto con los fundadores históricos- pertenece, entonces, a la primera generación de dirigentes públicos del Partido Comunista de Venezuela.

VI

Las exigencias derivadas de estos compromisos organizativos e ideopolíticos son cada vez mayores en un país de rápido crecimiento sociodemográfico que de tres millones de habitantes en 1939, alcanza el doble en menos de dos décadas. (Cuarenta años después, la población total bordeaba los veintidós millones de vecinos nativos e inmigrantes la mayoría de los cuales formaban –y forman- el mundo de la pobreza). Son ellos los explotados, oprimidos y excluidos de Venezuela en el marco clasista del capitalismo con la complicidad burguesa y populista del Puntofijismo que desgobernó al país durante cuatro décadas de democracia traicionada.

Condicionado por esto y otros factores sociohistóricos internos e internacionales, la actividad política revolucionaria desde los años cuarenta del Siglo pasado hasta el primer quinquenio de este siglo, constituyó para la dirigencia y la militancia comunista de Venezuela una tarea exigente y difícil que puso a prueba la autenticidad ética y humana de nuestros líderes, así como de nuestros camaradas de base y cuadros medios pecevistas.

Pues bien, el Dr. Pedro Ortega Díaz compartió esta responsabilidad con otros dirigentes comunistas hasta su muerte. Cabe subrayar que una parte apreciable de esta lucha fue desarrollada en la más estricta clandestinidad, concretamente en 1948 a 1958 (Dictadura del General Marcos Pérez Jiménez) y de 1963 a 1968 (Gobiernos puntofijistas de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni) desde luego, tanto la capacidad organizativa del Aparato de seguridad del PCV clandestino y la serenidad de los propios dirigentes como la lealtad combativa y vigilante de las bases vecinales fuero factores clave para el buen éxito del trabajo desarrollado (no obstante lo cual hubo bajas muy significativas que aumentan la lista de nuestros (as) mártires revolucionarios (as) sin olvidar a nuestros héroes y heroínas anónimos).

VII

Además de este trabajo clandestino destacan otras modalidades de resistencia como las desarrolladas: a) en alguna Cárceles políticas (la Modelo de Caracas y la Penitenciaria de San Juan de los Morros); b) en varios Sindicatos por ejemplo: Fue asesor de la Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela (CUTV); c) Universidades (Fue Profesor de Derecho Laboral, Conferencista, y Expositor en Foros y Jornadas institucionales, académicas y políticas); d) en la prensa diaria y semanal del país, particularmente en Tribuna Popular (histórico y combativo órgano del PCV); e) en Actividades divulgativas de Historia, Doctrina y Problemas nacionales latinocaribeños y universales (como la “Mesa Redonda” programadas por la Revista Internacional en Praga, 1972, y el “Segundo Congreso Anfictiónico Latinoamericano y Caribeño” organizado por la Universidad Central de Venezuela en Caracas, 1997, con el propósito de reivindicar la idea anfictiónica de Panamá, 1826). Por último, es de alta significación su presencia en el Parlamento nacional como Diputado electo durante varios períodos constitucionales. (Debemos recordar y denunciar su inmunidad parlamentaria fue violada por el Gobierno de origen electoral demorepresentativo, pero autoritario y personalista de Rómulo Betancourt).

Igualmente, asumió actividades de Investigación histórica y Reflexión jurídico-política, algunos de cuyos frutos fueron libros y folletos como: El 23 de enero y otras notas de Historia editado en 1978 y El Congreso Anfictiónico de Panamá y la Unidad Latinoamericana, editado en 1982.

Todo esto demuestra que, con evidente acierto y eficacia el camarada Ortega Díaz, estableció correlaciones útiles entre su diario y constante trabajo político-partidista, es decir, lo básico de su trayectoria vital, y otras labores propias de su condición personal como abogado laborista, escritor militante e intelectual humanista, siempre a los análisis dialécticos de nuestros procesos sociohistóricos e ideopolíticos condicionados por los contextos internos e internacionales.

VIII

Esa capacidad dialéctica para el análisis de las realidades concretas, unida a su formación teórica con base en el materialismo histórico y dialéctico, contribuyó a consolidar su conciencia comunista. También fortalecieron su línea de lucha consecuente al lado de nuestra clase obrera y su combate contra el reformismo burgués y el revolucionarismo pequeño burgués. De igual manera, contra el oportunismo de izquierda, el fraccionalismo grupista-personalista, la fraseología revolucionaria, las desviaciones antipartido, el anarquismo guerrillerista e inmediatista, la corrupción burocrática y la impaciencia cortoplazista de los renegados. Todo esto hizo de Pedro Ortega Díaz para los (las) militantes y dirigentes revolucionarios (as) de ayer, hoy y mañana. Ejemplo de lealtad y verticalidad; lo decimos sin caer en sacralizaciones ni gazmoñerías acríticas.

Por otra parte, es evidente que él no medró en el burocratismo corrupto e ineficiente de nuestra Venezuela petrorentista, ni cultivó el oportunismo y la obsecuencia, ni cayó en el tremedal de las complicidades lucrativas de los “Asesores” tecnócratas e inescrupulosos.

Finalmente, retornando a la parte tres o III de este escrito, cabe insistir y reconocer que, habiendo nacido en el seno de una familia pudiente (del segmento- élite riocaribero), sus luchas se orientaron hacia la liberación del Pueblo explotado y oprimido. Por tal evidencia, y por su sensibilidad humana y su vida austera sin derroches ni ostentaciones, la mayoría de sus paisanos de la región pariana lo sentimos y apreciamos como un comunista en el más excelso sentido del término. Por lo tanto le decimos, Gracias Pedro, honraremos tu memoria. Siempre.


JESÚS MANUEL SILVA RIVAS








PEDRO

CONSTRUCTOR DEL HOMBRE NUEVO







MARACAY, FEBRERO DE 2007

En mis 27 años de vida he mantenido un principio, que el ejercicio de las relaciones humanas con los camaradas, en su sentido más amplio y diverso, nos enriquecen espiritualmente. Con los años aprendí que mediante ese ejercicio permanente, es como se forma y consolida el componente subjetivo indispensable de un revolucionario para luchar: Su fuerza espiritual.

Comprendí que, junto a la teoría revolucionaria, son la mística, la disposición de sacrificio, la motivación y el amor los que nos impulsan a enfrentar las vicisitudes del mundo tangible actual; esa realidad social que existe fuera de nuestra alma, en la cual la postura del comunista, si es verdadera, resulta la menos cómoda de todas, porque nos demanda pensamiento y acción totalmente consecuentes entre si contra las formas de dominación capitalista, y nos exige sostener las más altas virtudes humanas.

En la historia de la humanidad, conocemos personajes excepcionales, seres de admirable firmeza de espíritu, quienes por encima de las circunstancias, han tenido en su moral revolucionaria, el motor de incansables luchas. Uno de esos personajes nació en Río Caribe, Estado Sucre hace casi un siglo, y cuando un hombre ha tenido la fortuna de conocerle por medio de vivencias, luchas e ilusiones compartidas, su vida es influida tremendamente. Tuve esa fortuna. Recuerdo a Pedro Ortega Díaz desde mi niñez, por los nexos existentes entre mi familia y su figura a raíz de la militancia comunista de mi padre Jesús Manuel Silva Alfonso y mi abuela paterna, Maria Silva Alfonso, a principios de los años sesenta. A partir de entonces, como hasta el presente, su figura ha sido una sólida referencia moral en mi familia.

En mi adolescencia, con mi iniciación en la lucha revolucionaria, nuestro vínculo tuvo un salto cualitativo, que me llevó a ser un aprendiz infatigable de su persona, un estudioso de sus planteamientos y sus ejemplos en todos los ámbitos de su vida, pues al mismo tiempo que caminé junto al histórico dirigente comunista y abogado de los trabajadores, lo hice también con el padre, el hermano, el amigo, el maestro, el soñador, es decir, el Hombre.

Considero que, rindiendo un testimonio desde la perspectiva de mis relaciones humanas con Pedro, es como mejor podré referirme a su trascendencia para los jóvenes de hoy y las generaciones futuras. Siendo fiel a su memoria y esforzándome por administrar mis emociones, procuraré contar algunas experiencias comunes, de modo que cada una de ellas muestre nítidamente el aporte del insigne maestro.
EL SOCIALISMO EN EL SIGLO XXI Y EL PARTIDO UNIDO

Todo inicia con aquel programa en la televisora regional. Corría el año 2005, cuando le hice una invitación al camarada para que expusiera sus apreciaciones sobre dos temas fundamentales que tomaban especial preponderancia dentro del actual proceso histórico venezolano. Se trataba de la construcción del Partido Unido y el Socialismo en el Siglo XXI.

Le pedí a mi amigo conductor del programa, que hiciera un enfoque crítico de los temas y procurase escudriñar en Pedro lo bueno y lo malo que él veía para la consecución exitosa de esos objetivos políticos. Gratamente la entrevista gozó de profundidad.

En el caso del Partido Unido, Pedro destacó la necesidad de mayor unión entre las fuerzas revolucionarias, a través de un proceso dinámico que se iniciase con la discusión teórica sobre el modelo de país concebido por los diferentes movimientos políticos y sociales afectos a la Revolución Bolivariana, y que tomase las visiones coincidentes como puntos de apoyo para enriquecer el debate y avanzar hacia un solo proyecto nacional unificador.

Como instrumento para la realización de esta tarea, nos comentó sobre el Instituto de Estudios Políticos creado por el PCV, como espacio de ese encuentro ideológico, con varios actores y dirigentes de las fuerzas del cambio. Sus últimos años de vida los dedicaría arduamente a esta misión.

En este orden de ideas, Pedro alabó la orientación ideológica progresiva que nuestro Presidente Hugo Chávez Frías iba dando a las masas desde su llegada al Gobierno, pues ponía sobre la palestra de la discusión nacional, nuevos conceptos para que el pueblo los tomara y los discutiera desde las bases. A este método lo calificó de "ir poniendo pivotes" en la conciencia colectiva del país, pues en forma concatenada, primero Chávez fijó el carácter Bolivariano de la Revolución y criticó duramente el "neoliberalismo salvaje", luego planteó el "Desarrollo Endógeno", posteriormente sentenció "que no podíamos vivir dentro del Capitalismo", más tarde planteó "el Antiimperialismo", hasta hoy cuando arribamos a la idea del "Socialismo en el Siglo XXI"

Seguidamente Pedro, subrayó la importancia de ese destacamento revolucionario que ayudase al Presidente en la concienciación ideológica del pueblo, que para su construcción pasara por un frente amplio de factores para dejar atrás las agendas individuales y fuese profundizando y afianzando una sola agenda colectiva. Aspectos como los modos y relaciones de producción serían preponderantes, al igual que la concepción del Socialismo; todo ello haría posible una decantación política de los movimientos más progresistas como impulsores de etapas superiores de la Revolución.

Es así como yo, yendo unos años más atrás en el tiempo, en el marco de un curso de ideología e historia de las luchas populares venezolanas, recuerdo una enseñanza de Pedro que me quedó grabada, cuando me dijo que "los diferentes procesos de cambio en una sociedad no se podían separar del todo, pues la vida te los mezcla", y efectivamente, él concebía el Partido Unido como un tema íntimamente ligado al Socialismo en el siglo XXI, un necesario desarrollo conjunto de ambos procesos.

En atención al tema socialista, durante esta entrevista, Pedro explicó que debíamos construir un Socialismo adaptado a las realidades propias de nuestro país, asumido por todas las fuerzas populares como producto de un debate de participación amplia, inclusivo, plural y democrático; que sobre todo resultaba urgente atraer a ese diálogo a un gran número de venezolanos, especialmente las capas medias de la sociedad, quienes por confusión o desconocimiento, se oponían a la Revolución Bolivariana aún siendo favorecidos por ésta.

Surgió una observación muy oportuna e interesante del moderador, respecto a que en el mundo se habían conocido “distintos socialismos” y si el Socialismo a desarrollar en Venezuela sería un "Socialismo Real o Hipotético" El entrevistado no pudo ser más claro en su respuesta, al enfatizar que nuestra experiencia socialista no podía ser como las de otros países, en los cuales ciertos Partidos llamados "Socialistas" habiendo llegado al gobierno, lo que habían hecho era afianzar el capitalismo y sostener la dominación de la Burguesía sobre los pueblos.

Continuó la conversación destacando la importancia del Proletariado dentro de la transformación social, y que el pueblo debía ir tomando poder sobre los medios de producción. Que solo mediante la instauración nuevas relaciones de producción que realmente eliminen la explotación del hombre por el hombre, puede hablarse de Socialismo, es decir, el Socialismo Científico, un Socialismo Real.

Resaltó que los comunistas estamos dispuestos a hacer alianzas con amplios sectores del país para avanzar en el proceso revolucionario y que mucha gente aunque no fuese comunista, tampoco era anticomunista; porque las grandes mayorías quieren la justicia social. No se puede estar de acuerdo con una sociedad como esta, en la que un niño al nacer no tiene oportunidades de desarrollarse adecuadamente, ni tiene un mínimo bienestar de vida. Le comentó a la audiencia, sobre el ejemplo de un niño que nace con aptitudes pero no tiene posibilidad de nada y que se queda como en aquel poema de Miguel Otero Silva, “contemplando la inmensidad”.

Esa histórica entrevista efectuada en una televisora del centro del país, la cual he guardado como el más preciado documento fílmico de mi videoteca, representó la primera vez, en muchos años, que se mostraba en televisión regional a un Dirigente Comunista. Al salir del canal le comenté que haber preparado esa entrevista de mi maestro para que transmitiera al pueblo de mi Estado Aragua, el pensamiento marxista-leninista con el que me formó, fue para mí, motivo de una gran satisfacción. Él me respondería con un estrechón de manos.

LA LUCHA POR LOS DERECHOS HUMANOS

Y LA CLASE OBRERA.

Semanas después, permanecía en mí, el deseo de repetir esa experiencia, sentí la necesidad de llevarlo a lugares no conquistados, y sentar un precedente moral, como antesala a un tiempo futuro donde no queden reductos que un comunista, o cualquier otro revolucionario verdadero, no pueda penetrar. Así desarrollé la idea de un homenaje a Pedro, iniciativa que felizmente pude concretar con la celebración una conferencia de Reflexión sobre los Derechos Humanos en la Fiscalía General de la República. En el evento nos acompañó Pedro Eusse, Secretario General de la Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela (CUTV), quien nos habló del papel histórico de la clase obrera en la lucha por los Derechos Humanos.

Aquel acto en el auditorio principal contó con muy buena asistencia. Tuve el honor de hacer la apertura con la tesis de indivisibilidad de los Derechos Humanos y los Derechos sociales, según la cual planteé nuestra idea de que todos los derechos inherentes al bienestar del hombre deben tener el mismo rango que el derecho a la vida, que el Estado Social de Derecho y de Justicia debe reconocer y garantizar todos los derechos relativos a las condiciones espirituales y materiales dignas para la vida porque ellos son tan esenciales como la propia vida humana, que la categorización o discriminación de estos Derechos, corresponde a la ideología de un Estado Burgués, que la apropiación del trabajo ajeno y explotación del hombre por el hombre son propios del sistema capitalista y conducen inevitablemente a la conculcación de los derechos humanos, y que solo en el Socialismo tendremos garantizado el pleno goce de estos derechos para todos los hombres y mujeres sin distingo alguno.

Luego vendría aquel momento inolvidable para mí, en el que presentaría a Pedro a la audiencia, e invocando los principios del internacionalismo proletario, la solidaridad y la rectitud que el siempre encarnó, pude agradecerle por su legado, su orientación y su ejemplo; fueron esas, con alguna lágrima escapada, las humildes y emocionadas palabras de un hijo a un padre.

Minutos después, en su exposición, Pedro desarrolló magistralmente una interpretación revolucionaria de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, concatenándola con las disposiciones asociadas a esta materia dentro de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Enfatizó que en esta área, nuestra Carta Magna era de las más avanzadas del mundo. En su ponencia, reforzó esa tesis de indivisibilidad de los Derechos Humanos y los Derechos Sociales, la misma que es negada por Estados Neoliberales para sostener su explotación solapada.

Agregó que los Derechos Humanos tienen su origen en la propia naturaleza del Ser Humano, y por lo mismo, deben ser reconocidos a todos y a cada uno de los hombres, sin discriminación. Sin embargo la Doctrina Jurídica Conservadora solo los reconoce restrictivamente como el Derecho del hombre a su vida, su integridad física y psíquica, su dignidad y libertad; menosprecia otros Derechos de los seres humanos que no pueden ser vulnerados puesto que también son indispensables para la supervivencia del individuo y la sociedad, tales como los Derechos a: la alimentación, la salud física y mental, la educación, la vivienda, y al ambiente sano.

Siempre consecuente con el materialismo histórico, Pedro le resaltó a todos los presentes la importancia de la lucha popular en la vigencia de estos derechos, pues solo las masas escriben la historia. Los hombres siempre pueden transformar la sociedad y deben hacerlo. No bastan las leyes para que rija la justicia social, se requiere a un pueblo activo y consciente que bregue por instaurarla y mantenerla.

Este también debe ser el esfuerzo a seguir con respecto a otros derechos, como los tradicionalmente llamados económicos, sociales y culturales, esto es: Igualdad entre hombres y mujeres, accesibilidad y condiciones de empleo, la sindicalización, la seguridad social, la salud ocupacional, prioridad a la familia y a la protección especial a los niños, el disfrute de la cultura; así como los derechos civiles y políticos, referidos a expresarse libremente, a participar del gobierno del propio país, a no ser detenido sin un motivo legal, y ser juzgado con garantías de imparcialidad.

Ese fue el discurso, a grandes rasgos, del dirigente histórico, del comunista, el abogado de los trabajadores, del luchador de toda la vida. Fueron los planteamientos ovacionados por una peculiar audiencia que reunió a funcionarios públicos, obreros, luchadores sociales y combatientes clandestinos.

Fueron horas llenas del entusiasmo, vitalidad, conciencia y fervor de un hombre en cuyo recuerdo la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela ha planteado la conmemoración del "Día del Revolucionario Imprescindible" el 2 de Febrero. Pedro Ortega Díaz, padre y maestro, el más grande ser humano que yo haya conocido. Es mucho el amor y la enseñanza que nos deja, así como el conjunto de postulados que cobran cada día más vida en nuestra Revolución Bolivariana.

En esta modesta síntesis de momentos especiales y de una historia, su historia, que es la historia de nuestro pueblo, necesario me resulta concluir, por ahora, citando un sentido telegrama que publiqué en prensa, con ocasión de su desaparición física:

Telegrama a Pedro...

Querido Pedro

Sabes que conocerte fue, y sigue siendo para mí, el aprendizaje más importante de toda mi vida, que nunca fuiste maestro de discursos largos, y simplemente fue tu ejemplo de vida infinita entregada al Socialismo, la enseñanza de amor inmenso al género humano que fijaste en mi corazón irreversiblemente.

Pedro, hace muy poco que alzaste tu elevado vuelo, te pido perdón si algunas letras de mi telegrama delatan el dolor intenso que acusa mi alma por este hecho; pero es que hoy, el intento de un hombre por relatar tu obra no alcanzaría para decirle al mundo cuanto le has dado a tu especie. Solo me cabe orientarme en lo que aprendí de tu sabiduría para combatir esta tristeza, y comprender que ese homenaje que esta Revolución aun te debe, se te brindará trascendiendo toda noción de lo individual, tal como tú lo habrías querido.

Porque bien lo dijo Fidel,"ningún hombre puede afanarse con su propia gloria" y me consta que tu humildad, exclusiva de los grandes hombres, fue muestra fiel de ese principio. Confío en que serán las masas, consolidando una sociedad de iguales, quienes, más tarde o más temprano, te rendirán tu merecido y auténtico homenaje. Y en ese triunfo, Pedro, ¡Tú vivirás!

Pedro, una tarde te pregunté qué virtudes deben caracterizar a un revolucionario, y me contestaste así: “Honestidad, Combatividad y Convicción Ideológica, las demás las pones tu”. Nos toca ahora a las generaciones presentes y futuras, esforzarnos día a día por honrar con nuestros actos tu pureza y tu perseverancia, orientados siempre por ese amor hacia tus semejantes que concretaste en más de 70 años de intransigente lucha revolucionaria.

…Gracias Pedro, por tu juventud, tu desprendimiento, y tu ternura. Gracias por haberme dejado perseguirte por la vida y dejarme amarte como a un padre. Y sobre todo, Gracias Pedro, porque navegando entre mares de 2 siglos, jamás permitiste la más mínima brecha entre tu pensar, tu decir y tu hacer.

Pedro Ortega Díaz, modelo del hombre futuro, este es mi modesto telegrama, que lejos de ser una despedida, es la ratificación de mi compromiso, porque HOY ESTAS MÁS PRESENTE QUE NUNCA Y EN TODAS MIS LUCHAS ESTARÁS TÚ.

Hasta la victoria siempre, Camarada

Fraternalmente,

Jesús Silva26

FERMÍN TORO JIMÉNEZ








“ALGUNOS RECUERDOS

MEMORABLES DE PEDRO ORTEGA DIAZ”







25 DE ENERO DE 2008

Haciendo preguntas a la memoria, debo dejar testimonio de que podría haber conocido a Pedro en los años sesenta del siglo pasado, hacia finales de la década. Esto, sin embargo, no ocurrió, seguramente por los avatares de la clandestinidad y persecución que gravitaba sobre la dirigencia y militancia del partido comunista por aquellas calendas. No obstante, para situar el recuerdo en aquella coyuntura crucial, tuve a la vista una versión mecanografiada de una entrevista que me cayó en las manos que le hicieron algunos de sus amigos, mucho tiempo después sobre los sucesos la lucha armada. Un viraje de funestas consecuencias como se demostró mas tarde. Allí brotó mi primer recuerdo, del texto en cuestión que aludía al debate interno que condujo a la decisión del partido sobre el asunto, que además de memorable por si solo, por lo que significó para la izquierda venezolana en los años sucesivos, el enfrentamiento violento con el bipartidismo Puntofijista y su aparato policial y militar apoyado por el Imperialismo norteamericano que produjo heroicos combates de juventud venezolana por un futuro revolucionario que parecía estar a la vuelta de la esquina. En la lucha de clases en su versión de lucha existencial rindieron la vida camaradas de singular relieve que empuñaron las armas para ejecutar la decisión colectiva ante las provocaciones de las clases dominantes. La consecuencia, el valor, la disciplina y el mandato revolucionarios, fueron la guía de quienes asumieron en la oportunidad la convicción revolucionaria.

En el texto citado recuerdo haber leído que el camarada Pedro no había compartido junto a otros de la Dirección, esta trascendental resolución, disciplinadamente la acató y cumplió consecuentemente su compromiso con los azares de la lucha armada. Esta fue la primera huella y remembranza, que sin conocer todavía al camarada Pedro, constituyó para mí, enaltecida en su dimensión ética, la actuación de Pedro.

Los hechos que narró a continuación si tuvieron lugar después de haber conocido a Pedro y haber compartido con él diversas tareas donde pude continuar coleccionado los rastros indelebles de un dirigente que marco siempre rumbo colectivo, en su histórica política.

El segundo recuerdo nos condujo, a ambos, en una ocasión sobre la penetración ideológica del imperialismo norteamericano en nuestro país en vísperas, durante y las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. En la conversación salió a relucir entre otras argucias en cuestión una de las formas que en la educación primaria y posiblemente secundaria en aquellos años adoptó la” vacunación” escolar temprana del Monroísmo como el nexo que permitía a los venezolanos cerrar filas, junto a los yanquis y demás pueblos de América Latina, contra el asalto de fascismo en Europa, por aquellos años. Así, en el recuerdo reconstruimos estrofa por estrofa al “famoso” “Himno Panamericano” que debían cantar obligatoriamente los escolares el 22 de abril de cada año en todas las escuelas, para conmemorar las cadenas de la” confusión” echando al olvido la tradición liberatoria de la integración bolivariana que era nuestro legitimo patrimonio político y cultural. Creo que en esta conversación Pedro, me contó como de esa experiencia juvenil, enarboló la Bandera del Congreso Anfictiónico de 1826 contra la Doctrina Monroe consignándola de su puño y letra en su valiosa y muchas veces editada obra.

La tercera reminiscencia que guardé en mis archivos de admiración hacia el camarada Pedro fue en la ocasión de un curso de formación de cuadros del Partido, a principios de esta década, donde se me había pedido resaltar la confluencia, en el proceso de cambios profundos, que se estaban produciendo en nuestro país, entre el marxismo y la lucha de clases en general y en particular y la tradición de nuestra revolución libertadora , anticolonial, antiimperialista e internacionalista de los pueblos de Venezuela la Nueva Granada, Ecuador y Panamá, entre otros, dirigidos por la elite cívico militar bolivariana, cuyo liderazgo máximo desempeño Simón Bolívar. En esta ocasión terciaba pedagógicamente Pedro, a los prometedores aspirantes a cuadros que lo escuchaban: no hay que olvidar las diferencias entre la contradicción principal y la fundamental. La primera es la que fundamenta la lucha contra el Imperio formada por una amplia alianza de clases; la segunda, la fundamental, es la lucha de la clase obrera y campesina contra la explotación del hombre por el hombre que conduce a la liberación de la Humanidad de la explotación capitalista. Con este cincel el camarada Pedro fijaba una pauta básica, para los jóvenes comunistas.

Por último, traigo al espejo de la memoria el recuerdo de las reuniones de formación ideológica que realizábamos seriamente bajo su veterana coordinación. Aquí aparecieron por primera vez los borradores que en el curso de varios años me han servido para transitar los caminos de una visión alterna y mejor configurada, coherente y dialéctica de nuestros confusos orígenes como país hacia 1830, que deliberadamente ha utilizado la Historia oficial venezolana para ocultar nuestras raíces o inutilizarlos a través de mentiras y perversiones ideológicas. Honor, pues al camarada Pedro que con su apoyo interés y preocupación fue parte entrañable de esta profunda revisión que el proceso ha inducido en mi persona, como educador en prolongados años de revisión critica de dogmas esclerosados acerca de nuestra existencia colectiva.













YURY WEKY SILVA








PEDRO ORTEGA DÍAZ

ENTRE LA ANFICTIONÍA Y LA LUCHA LABORAL







CARACAS, 2007

Hay tareas que impone la vida que terminan siendo el propio vivir. Para algunos la tarea pesa y se abandona y para otros se asume hasta que el respirar cesa. Así ocurrió con Pedro: asumió los compromisos y los concretó en sus acciones y con su palabra escrita de militante comunista. Mientras revisamos las notas que escribió con su paso corto, su mirada clara y la palabra simple descubrimos al hombre que no abandonó ni su humildad ni su compromiso de clase.

Venido del oriente del país, este riocaribeño llegó a ocupar un espacio digno en la historia de la Venezuela contemporánea y en el corazón de quienes fuimos honrados con su amistad. Me apresuro a aclarar que no es del amigo a quien voy a abordar; las anécdotas quedan para la tertulia familiar, para el recuerdo de quienes en algún momento estuvimos cerca de él. Ahora quiero acercarme con respeto a algunos aspectos de su pensamiento. No es nuestro objetivo hacer un estudio acabado, por el contrario, pretendemos tan sólo como observadores comentar dos aspectos que consideramos pilares fundamentales en su quehacer político.

¿Quien era Pedro?

Pedro era más de medio siglo de militancia en el Partido Comunista de Venezuela, fue el abogado especialista en Derecho Laboral que puso su trabajo al servicio de los sindicatos, el creador intelectual del Instituto Nacional de prevención salud y seguridad laborales, el diputado que en 1986 dio la batalla en el desaparecido Congreso Nacional, para la aprobación d e la LOPCYMAT y la puesta en marcha del INPSASEL , asesor durante muchos años de la Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela (CUTV), miembro del Comité Central y Presidente del PCV, un soldado activo y connotado dirigente en la clandestinidad, que impuso las dictaduras de Pérez Jiménez y Rómulo Betancourt. Firmante de la constitución de 1961 y en 1999 presidió el Acto de Instalación de la Asamblea Constituyente.

Significativo es señalar que el primer habeas corpus logrado en Venezuela se debió a l trabajo realizado por Pedro en favor del dirigente obrero Manuel Taborda , así como fue el orador con la intervención más larga de la historia parlamentaria venezolana.

En noviembre de 1946 (gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela Nº 22172) fue electo Pedro Ortega Díaz por el Partido Comunista de Venezuela junto con Martín J. Ramírez, Miguel Otero Silva, Francisco J. Arrietti, Eloy Torres, Andrés Guevara, Federico Rondón, Carmen Clemente Travieso, José Rafael Marrero, Saturnino Rojas, Virgilio Oropeza y Luís Miquilena por el Distrito Federal, como suplente de los representantes a la Asamblea Nacional Constituyente. En 1959 (por primera vez) fue elegido diputado al Congreso Nacional. Vocería que desempeñó con compromiso identificado con la clase obrera. En esta identificación lo encontramos en mayo de 1978, firmando con Gustavo Machado, Jesús Faría, un escrito para el Fiscal General de la República Dr. José Ramón Medina, en el cual denuncian la situación del derecho a huelga cercenado en Venezuela.

Pedro fue un luchador infatigable: un viejo porfiando contra el sistema en su juventud y un joven tenaz en su vejez. ¿De donde sacamos esta aseveración? Por su hacer constante, por la perseverancia y la osadía en el cumplimiento de sus tareas. Detrás de su apariencia de paisano, un estudioso de la historia, un hombre de acción defensor de la unidad latinoamericana y un opositor del imperialismo. Pedro es también el impulsor por ante el Buró Político del Partido de la propuesta de creación del Instituto de Altos Estudios Políticos, presentado por ante la Comisión de ideología que él presidía, por la autora de este trabajo.

En palabras del camarada Eduardo Gallegos Mancera en el prólogo del libro “El Congreso de Panamá y la unidad latinoamericana “(1976):

“Pedro Ortega Díaz, comunista y por comunista, patriota insobornable y por patriota insobornable, antiimperialista intransigente”

SUS LIBROS

El pensamiento de Pedro Ortega Díaz (POD) se recoge además de todos los artículos escritos en los periódicos nacionales, revistas, conferencias en el exterior; en sus libros: “El Congreso de Panamá y la unidad latinoamericana”, “El 23 de enero y otras notas de Historia”, “El derecho de Huelga en Venezuela”, “Bolívar, Rodríguez y Zamora”, “La Ley Orgánica del Trabajo y una Visón Diferente”, “América Latina, realidad y perspectiva”.

LA ANFICTIONIA EN PEDRO

El 22 de junio de cada año se celebra el “Día de la Anfictionía Americana” en conmemoración a la iniciativa de Bolívar de convocar el Congreso de Panamá el 07 de diciembre de 1824 y el cual fue celebrado el 22 de junio de 1826.

“cuando, después de cien siglos, la posteridad busque el origen de nuestro derecho público y recuerde los pactos que consolidaron su destino, registrarán con respeto los protocolos del Istmo, en él encontrarán el plan de las primeras alianzas, que trazará la marcha de nuestras relaciones con el universo. ¿Qué pasará entonces del istmo de Corinto comparado con el de Panamá?” Simón Bolívar, convocatoria al Congreso de Panamá, 1824.

Este año ( 2006) en el marco de de la celebración de los 180 años de aniversario de la anfictionía bolivariana el Congreso Anfictiónico tuvo el propósito de promover el proceso integrador d e los países y pueblos de América Latina y el Caribe hacia la construcción de una comunidad de naciones latinoamericanos y caribeñas . Es el sueño de Bolívar expresado en su carta de jamaica de 1815 .Es también el trajinar de POD. En su libro “El Congreso de Panamá y la unidad latinoamericana” expresa de manera de manera sencilla:

“Hasta ahora sólo habíamos publicado fragmentos del trabajo y algunas síntesis, pero nunca el texto completo , debido a que contiene errores explicables , si tomamos en cuenta que entonces cuando comenzamos el estudio de las ideas de Bolívar y la Anfictionía y que en las condiciones de la clandestinidad como lo elaboramos fue imposible consultar una bibliografía suficiente (…) el objetivo de desenmascarar a los que pretendían dar al panamericanismo el aval de ideas bolivarianas, fue logrado con la publicación del folleto”.

Con esta cita podemos observar: Contrario a lo que algunos aseveran los comunistas han sido y son bolivarianos, el mismo Gallegos Mancera en el prólogo del libro expresa:

“la nueva obra de Pedro, en la cual aborda una vez más el tema del verdadero significado, tan adulterado (…) y extraños, del Congreso Anfictiónico d e Panamá a la luz del pensamiento bolivariano y desde luego a luz del marxismo “

Nos ubicamos cronológicamente en el 1976 cuando aún no se hablaba de la Revolución Bolivariana. Lo otro es la convicción de lucha antiimperialista de los comunistas para construir la sociedad socialista y el ingrediente de la humildad cuando dice que su material es un folleto y reconoce las fallas del mismo porque no tuvo la oportunidad de consultar suficiente bibliografía sobre el tema.

Intertextualizo:

“… señalo que humildad, valentía, coraje, solidaridad, renuncia a privilegios personales excluyentes, disciplina, acatamiento a las líneas del partido, observancia del reglamento interno de la organización, cumplimiento de tareas son los ingredientes de una resultante que llamo la moral comunista y de los cuales fue un honorable exponente nuestro camarada Alonso Ojeda Olaechea.”

Reconoce Pedro Ortega Díaz en la introducción del libro que los inicios de su investigación sobre la anfictionía bolivariana la inició porque el Buró Político se le encomendó como tarea.

“En 1954, con ocasión de la X Conferencia Interamericana realizada en Caracas, el Buró Político del Partido Comunista de Venezuela, entonces en la clandestinidad, me encomendó hacer un estudio sobre el Congreso de Panamá de 1826”

Esta cita nos obliga un comentario: Primero la disciplina en el cumplimiento de la asignación del Buró Político, segundo el Partido Comunista entre las exigencias a su militancia y a sus dirigentes está la lectura y la investigación y tercero esa tarea acompañaría para siempre a Pedro. Lo ratifica entre otras su participación en la Mesa de Trabajo : “ Acción Parlamentaria y dirigentes políticos” como delegado del IV Congreso Anfictiónico Bolivariano de América Latina y el Caribe realizado en la Ciudad de Buenos Aires y en el cual fue nombrado Presidente Honorario.

EL DESAFIO DE PEDRO

Fue un verdadero desafío de Pedro escribir “El Congreso de Panamá y la unidad latinoamericana”, si tomamos en cuenta cuatro elementos importantes para el desarrollo del mismo:

1º) La precariedad de la bibliografía, 2º) el contexto histórico en el que se mueve el dirigente comunista, tiempos de clandestinidad (dictadura pérezjimenista) 3º) enfrentar la tesis del panamericanismo, que pretendía desde el centro del poder del imperio, desvirtuar las ideas del Libertador y 4º) la distribución del trabajo.

En relación a esto ultimo, en la introducción del libro dice:

“…y una de ellas, modesta de por sí, fue el reparto de un pequeño folleto, que firme con el seudónimo de Pedro Camejo, donde reivindicábamos las verdaderas ideas de Bolívar.”

DE CARA A LA HISTORIA MAL CONTADA

Asume el camarada Pedro dar la cara por la Historia que pretenden desvirtuar los “historiadores” al servicio del imperialismo.

Los desafía con su “folleto”, los descubre y lo hace con los documentos en la mano.

Logros:

1º) Denuncia como la política del imperialismo es tergiversar los documentos históricos con la finalidad de afincar su hegemonía a los pueblos de la América hispano parlante.

2º) Evidencia el pensamiento antiimperialista del Libertador, y se identifica como comunista con esos postulados.

3º) Demuestra como “escritoriadores” mercenarios fueron capaces de dar una interpretación sesgada, acomodaticia, para justificar la tesis imperialista del panamericanismo como una expresión del bolivarianismo.

Recurre el autor a la convocatoria al congreso, revisa los antecedentes del mismo, la posición de Estados Unidos.

En relación a esto último concluye:

“Lo cierto fue que EEUU, desarrolló una activa labor diplomática contra el Congreso de Panamá y contra Bolívar, contribuyendo a la inasistencia de algunos países y a las dudas y vacilaciones de otros para llegar a un tratado firme.”

Analiza los trabajos de dos voces de la tesis imperialista: el profesor Joseph Byrne, de la universidad de Columbia y de J.M Yépez (premiado en la Décima Conferencia Interamericana de Caracas (1954) .con respecto al segundo nombrado dice:

“J.M. Yépez, es esencialmente atrevido en la tergiversación de la concepción bolivariana. Su estilo es mas laudatorio y genuflexo….”

La autocrítica

Se destaca en la edición del 2006, realizada por el Parlamento Latinoamericano, (2006) un elemento revolucionario digno de ser comentado: la autocrítica, la rectificación de las ideas expuestas, que el autor hace con respecto al trabajo firmado con el seudónimo de Pedro Camejo.

“Los defectos de este trabajo tienen que ver mucho con su autor (…) y yo he sido, antes que escritor un combatiente social…”

Destacamos esto por dos razones. Una es la humildad y valentía con la cual Pedro asume públicamente (en un texto para la historia) lo que el mismo califica en el subtítulo como errores.

Pocas veces se dan estos casos, por lo general las personas se enceguecen creyendo que son dueños de la verdad y no evolucionan en su pensamiento o temen caer en el ridículo si confiesan sus limitaciones en la interpretación de las ideas o hechos en un momento determinado. La otra razón para evidenciar: No podría ser de otra la actitud asumida porque Pedro es un revolucionario, un marxista leninista, un militante comunista y a través de la autocrítica corregía su falla, garantizando el cumplimiento del deber ante la historia.

Tuvo la oportunidad de rectificar y lo hizo. No se avergüenza sino que analiza y explica el por qué de sus anteriores aseveraciones. De una forma metódica va abordando sus errores y va asumiendo su nueva posición.

Concluye este capítulo diciendo:

“Hasta aquí nuestras observaciones al folleto, pero por sobre todas estas cosas, afirmamos con absoluta seguridad que la publicación, con ocasión de la X Conferencia Interamericana, de “Las ideas del Libertador y la Décima Conferencia Interamericana” cumplió el patriótico objetivo de enfrentar desde la clandestinidad, a quienes pretendían dar al panamericanismo Imperialista el aval de las ideas de libertad y justicia del Liberador Simón Bolívar.”

LA LUCHA LABORAL

“Las leyes sociales son producto de las luchas de los trabajadores”

Pedro Ortega, El derecho a huelga, Pág. 15

El partido comunista es expresión de lucha de la clase trabajadora. Los hombres y mujeres comunistas del mundo son la vanguardia en la contienda social por alcanzar una sociedad sin clases, una sociedad sin exclusiones y en Venezuela desde marzo de 1931 viene dando la pelea contra gobiernos dictatoriales y falsas democracias. Entre esos hombres comunistas venezolanos está Pedro.

PEDRO EL EDUCADOR

En su libro “El Derecho de Huelga en Venezuela”, el autor utiliza la herramienta didáctica para aportar a esta clase el instrumento del conocimiento para enfrentar esa lucha. Actúa como docente y aclara en el propio libro.

“este trabajo no tiene ninguna pretensión teórica, se trata de una explicación sencilla, al alcance de los trabajadores y su intención es informar a los interesados para que actúen en defensa de sus derechos.”

Es el maestro formando pero, es también el militante comprometido que asume otra trinchera para enfrentar al enemigo. Sabe que hay que educar a la clase obrera para formar el hombre libre.

Comprendió que no solamente con asesorías jurídicas se resolvía el problema de los trabajadores, había que hacer la alianza con ellos a través del conocimiento. Educar es hacer revolución. Es difícil que la victoria se logre si no se conocen los derechos que se defienden.

Constituye en consecuencia este libro un aporte para conocer la evolución del derecho a huelga en el país, pero también para desnudar la historia de las injusticias y violaciones perpetradas por los gobiernos de derecha en contra de la clase obrera.

De forma metódica, cronológica el autor va explicando los cambios operados desde 1928 en la Ley del Trabajo y sus interesadas interpretaciones utilizadas como elemento de dominación. Su rol de maestro está presente cuando explica de manera clara y simple para qué sirven las huelgas y no solamente eso, sino que las clasifica en insurreccionales, de solidaridad y reivindicativas y nos dice el objeto de las mismas.

Agrega más adelante las fases a seguir para el buen uso del derecho de huelga. Aprendemos qué se denominan conflictos de intereses o económicos en contraposición a los conflictos de derecho y la forma como se abordan para resolverse. En su vida profesional también ejerció la docencia, inclusive hasta el año 2006, fecha de su fallecimiento.

PROCEDIMIENTOS REPRESIVOS

Denuncia los gobiernos de Juan Vicente Gómez y López Contreras como emblemáticos de la opresión obrera.

Cito:

“…se comprenderá, durante una tiranía de tipo semi-feudal como la de Juan Vicente Gómez, era imposible que existieran realmente disposiciones.”

























ANEXOS









BREVE BIOGRAFÍA DEL CAMARADA

PEDRO ORTEGA DÍAZ

Pedro Ortega Díaz, histórico dirigente comunista venezolano (1914-2006).

En las primeras horas de este viernes 3 de febrero falleció aquí en Caracas el destacado dirigente político Pedro Ortega Díaz, presidente del Partido Comunista de Venezuela, el último de los sobrevivientes de la primera generación de dirigentes públicos de esta organización.

Pedro Ortega Díaz nació el 18 de diciembre de 1914, en el Oriente de Venezuela, en Río Caribe, estado Sucre. Se graduó de abogado a muy temprana edad en la Universidad Central de Venezuela, especializándose en Derecho Laboral. Ha sido profesor universitario por varios años en esta materia. Esta inclinación lo llevó a poner sus conocimientos al servicio de los trabajadores. En esta condición fue asesor durante muchos años de la Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela (CUTV).

Fue autor de numerosos trabajos históricos, algunos de los cuales fueron recogidos en libros como: “El Congreso de Panamá y la unidad latinoamericana” y “El 23 de Enero y otras notas de Historia”.

70 años de militancia a favor de los derechos del pueblo Después de militar en el Partido Democrático Nacional (PDN), partido legal de la izquierda en los años 1937 al 39, ingresó al entonces clandestino Partido Comunista de Venezuela junto a otro connotado dirigente, el médico Eduardo Gallegos Mancera. Fue un activo participante, desde la total clandestinidad, contra las dictaduras de Marcos Pérez Jiménez y Rómulo Betancourt. Estuvo preso a comienzos de la dictadura pérezjimenista en la Cárcel Modelo de Caracas y en la Penitenciería General de San Juan de Los Morros.

Pedro Ortega Díaz fue miembro del Comité Central del Partido Comunista de Venezuela por varias décadas, a partir de su I Congreso, llamado de Unidad, que se celebró en 1946 legalmente en Caracas. Su dilatada militancia le permitió participar en todos los once congresos nacionales realizados hasta hoy por esta organización. En su calidad de dirigente comunista venezolano asistió a muchas conferencias, encuentros y congresos internacionales en países americanos y europeos.

En 1959 fue elegido diputado al Congreso Nacional por primera vez, cargo que desempeñó -con una interrupción al ser ilegalizado el PCV por Rómulo Betancourt- en varios periodos. Fue firmante de la Constitución de 1961. Le cupo el honor de presidir el Acto de Instalación de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999, por ser el constituyente de mayor edad.

A partir de su temprano ingreso a la actividad política, participó hasta su muerte en todas las luchas políticas que se desarrollaron en el país. Su consecuencia con los ideales que abrazó en su juventud, le permiten detentar el mérito que escasos políticos pueden exhibir en Venezuela: 70 años de militancia ininterrumpida a favor de los derechos del pueblo, y siempre desde las trincheras de un mismo partido: el PCV.

Caracas, 3 de febrero de 2006.

Jerónimo Carrera, miembro del Comité Central del PCV











SEMBLANZA DE PEDRO ORTEGA DÍAZ

Caracas, 06/02/06. Instituto de Prevención, Salud y Seguridad Laborales. (INPSASEL). Pedro Ortega Díaz, nació el 18 de diciembre de 1914 en Río Caribe, estado Sucre, en el Oriente de Venezuela. Se graduó de abogado a muy temprana edad en la Universidad Central de Venezuela, especializándose en Derecho Laboral y obteniendo posteriormente un Doctorado en Ciencias Políticas y Sociales. Esta preparación lo llevó a ser profesor, por varios años, en esta materia.

Después de militar en el Partido Democrático Nacional (PDN), partido legal de la izquierda en los años 1937 al 39, paralelo a ejercer la presidencia en la Federación de Estudiantes de Venezuela, se sumó a las filas clandestinas del Partido Comunista, junto al médico Eduardo Gallegos Mancera. Durante esa época, fue un activo participante contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez por lo que estuvo detenido en la Cárcel Modelo de Caracas y en la Penitenciaría General de San Juan de Los Morros.

Llegó a ser diputado al Congreso Nacional por primera vez en 1959, cargo que desempeñó en varios periodos, aunque con una interrupción al ser ilegalizado el PCV y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria ( MIR) por Rómulo Betancourt, ya que también combatió con tenacidad y gallardía en el terreno de las ideas, a los dirigentes de las democracias representativas de los partidos firmantes del Pacto de Punto Fijo(AD, Copei y URD). Tiene en su haber la intervención más larga de la historia del parlamento del país, al hablar durante 7 horas y media. Entre 1962 y 1963 fue Presidente de la Comisión de Asuntos Sociales de la Cámara de Diputados, en donde presentó dos proyectos laborales favorables a los trabajadores, que si bien fueron aprobadas por la Cámara de Diputados, no contaron con el apoyo en la del Senado.

SU LUCHA POR LA APROBACIÓN DE LA LOPCYMAT Y LA PUESTA EN MARCHA DEL INPSASEL

Participó como Diputado en el debate que se dio en la Cámara del extinto Congreso Nacional, entre marzo y mayo de 1986, sobre el anteproyecto de la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo. Pedro Ortega Díaz fue enfático: “Tenemos que poner el proyecto de Ley en manos de los trabajadores, para que los sindicatos luchen porque se cumpla, porque nosotros aprobamos este Proyecto de Ley aquí y eso no significa que la salud de los trabajadores esté a salvo. Es un instrumento que ponemos en manos de la clase obrera organizada para que luche por su aplicación…”

Luego de su aprobación, Ortega Díaz declararía que la Lopcymat es un instrumento idóneo para que los trabajadores luchen por un ambiente laboral que no dañe su salud ni amenace sus vidas, además de que obliga a enseñar a los trabajadores los riesgos para su salud y entrenarlos para evitar pérdidas de vida. “Es claro que los trabajadores y sus sindicatos, tendrán que luchar diariamente por su cumplimiento ya que sin una vigilancia efectiva no dará sus frutos”.

No obstante, a pesar de su aprobación esa ley fue engavetada y por supuesto que el instituto no arrancaba. Sin embargo no descansó en su lucha por lograr el arranque definitivo del Instituto Nacional de Prevención, Salud y Seguridad Laborales, así que durante la cuarta república, moviendo cielo y tierra, logró ir hasta la sede de la OIT , pero el instituto seguía existiendo sólo en el papel porque en la práctica no funcionaba.

“EN ESTE GOBIERNO REVOLUCIONARIO EL INPSASEL TENÍA QUE SER UNA REALIDAD”

Llegó la Quinta República, y Ortega Díaz no se perdonaría si el Inpsasel no empezaba a funcionar, así que luego de que se nombrará al doctor Enrique Agüero Gorrín como presidente del Inpsasel, y al percatarse de que éste tampoco estaba haciendo nada en pro de la seguridad y la vida de los trabajadores, no dudó en estar de acuerdo en que fuera destituido de su cargo, a pesar de la amistad que los unía, amistad que se rompió porque Agüero Gorrín no le perdonó que no intercediera para que no fuese removido del cargo.

Gran satisfacción le causó que el doctor Francisco González fuese nombrado como presidente del Instituto Nacional de Prevención, Salud y Seguridad Laborales. Estaba seguro que el doctor González era el hombre que iba a poner a funcionar a una institución como el Inpsasel, que tiene a su cargo nada más y nada menos que la definición de las políticas en materia de seguridad y salud de los trabajadores.

En muchas oportunidades dijo no haberse equivocado, porque a su juicio bajo la guía de González, los trabajadores y trabajadoras venezolanas comenzaron a contar con una institución que se mantiene vigilante en el cumplimiento de lo establecido en la Lopcymat, y que ahora bajo la batuta de Jhonny Picone ese interés se mantendría, más aún con la reforma de este importante instrumento legal, aprobada en julio de 2005.

Fue autor de varios libros dedicados al Libertador y a la defensa de los trabajadores, entre ellos “El 23 de enero y otras Notas de Historia”, “El Congreso de Panamá y la Unidad Latinoamericana”, “Bolívar, Rodríguez y Zamora”, “La Ley Orgánica del Trabajo y una Visión Diferente”, “El Derecho de Huelga en Venezuela” y “América Latina, Realidad y Perspectiva”. Además fue articulista en “El Nacional”, “Últimas Noticias”, “El Globo”, “Debate Abierto” y “Tribuna Popular”. También publicó varios trabajos que tocan el proceso revolucionario, bolivariano y patriótico que dirige el Presidente Chávez.

NUNCA DESCANSÓ EN SU LUCHA POR LA SALUD Y SEGURIDAD EN EL TRABAJO

De esta manera, queda demostrado que su espíritu revolucionario y el estudio de los clásicos del marxismo lo llevaron a ligarse con la lucha de los trabajadores, a quienes defendió consecuentemente como abogado laboral, especialidad a la cual dedicó su vida, siendo uno de los primeros y más destacados especialistas del país en la materia. Por eso siempre estuvo ligado a las luchas obreras contra los abusos patronales y por la conquista del Socialismo, dejando claros ejemplos en la defensa de los trabajadores y trabajadoras y en la lucha por un instrumento legal laboral avanzado y de justicia social, como: el primer habeas corpus logrado a favor del legendario dirigente obrero Manuel Taborda , la defensa del derecho a huelga, la aprobación de la primera Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (Lopcymat) y la lucha por la Seguridad Social como derecho universal y público.

Desde la Asamblea Nacional Constituyente de 1999, la cual presidió durante el acto de instalación por ser el constituyente de mayor edad, impulsó el desarrollo de los derechos sociales y laborales plasmados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

No cabe duda, que Pedro Ortega Díaz fue un revolucionario ejemplar, maestro y defensor de la clase obrera venezolana, dedicando toda su vida a las reivindicaciones e independencia de los asalariados, a la lucha política por un mundo mejor y asumiendo con pasión y lucidez revolucionaria la defensa y el impulso de la Revolución Bolivariana.









PRESIDENTE CHÁVEZ:

“PEDRO ORTEGA DÍAZ ERA UN HOMBRE PURO, HONESTO, FIRME EJEMPLO PARA TODOS”

Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información.- Prensa Presidencial. 04/02/06. Homenaje muerte del líder comunista histórico. Pedro Ortega Díaz “era un hombre puro, honesto, firme ejemplo para todos”.

Tras participar en la movilización de la Avenida Bolívar, el presidente Chávez visitó la sede del Partido Comunista Venezolano, donde dedicó unas palabras a la memoria del dirigente fallecido, y expresó las condolencias enviadas por su par cubano, Fidel Castro.

Un sentido homenaje póstumo brindó el presidente Hugo Chávez al abogado y dirigente del Partido Comunista de Venezuela (PCV), Pedro Ortega Díaz, fallecido por causas naturales en la madrugada de ayer, y cuyos restos se velan en la sede principal de la organización, ubicada en la populosa parroquia San Martín del oeste caraqueño.

Al iniciar su mensaje al país en el cierre de la marcha-concentración “por el día de la dignidad y la rebelión bolivariana” de esta tarde, el presidente Chávez dedicó unos minutos a evocar la memoria del activista político, quien fuera en vida secretario y presidente de la organización próxima a cumplir 75 años de vida, siendo el partido político moderno más antiguo del país.

“Camarada, líder, ejemplo de juventudes, de todos nosotros: Ha muerto Pedro Ortega Díaz; ¡Que viva Pedro Ortega Díaz!”, había exclamado el presidente Chávez seguido de aplausos de reconocimiento al legendario líder por parte de los miles de asistentes a la concentración.

Una vez llegado a la sede del Partido Comunista de Venezuela, el presidente Chávez —acompañado por el ministro de Planificación y Desarrollo, Jorge Giordani, sus cuerpos de escoltas y de comunicaciones— dispensó sus condolencias a los familiares y amigos del fallecido líder Pedro Ortega Díaz, además de conversar brevemente con activistas y simpatizantes del PCV.

“Era un hombre puro, honesto, firme ejemplo para todos”, expuso el presidente Chávez una vez rendido los honores ante el féretro, cubierto con la bandera del Partido Comunista.

“Pedro fue un ejemplo, y seguirá siendo un ejemplo: lo quise, lo quiero y lo querré siempre, como un padre; aprendí mucho de él y de ustedes, los valientes comunistas venezolanos; cuenten siempre conmigo”, dijo el Presidente.

“Honor y gloria a la valentía de nuestro camarada Pedro Ortega Díaz”, “Pedro Ortega vive; la lucha sigue” y “Al partido, salud; aquí está su juventud” fueron algunas de las consignas voceadas por los presentes en las exequias, quienes, finalmente, entonaron el himno de la Internacional Socialista con el puño en alto.

Las pompas fúnebres en honor de Ortega, de 91 años, se desarrollarán en la sede del PCV, donde se exhibirá su cuerpo hasta mañana en la tarde, cuando será sepultado en el Cementerio del Este de la capital.

















PRESIDENTE CHÁVEZ RINDIÓ HOMENAJE A PEDRO ORTEGA DÍAZ

Caracas, 05/02/2006. Agencia Bolivariana de Noticias.- Un sentido homenaje póstumo brindó el presidente de la República, Hugo Chávez Frías, al abogado y dirigente del Partido Comunista de Venezuela (PCV), Pedro Ortega Díaz, fallecido por causas naturales en la madrugada del vienes, y cuyos restos se velan en la sede principal de la organización, ubicada en la populosa parroquia San Martín del oeste caraqueño. Una vez llegado a la sede del Partido Comunista de Venezuela, el Jefe de Estado acompañado por el ministro de Planificación y Desarrollo, Jorge Giordani, sus cuerpos de escoltas y de comunicaciones, dispensó sus condolencias a los familiares y amigos del fallecido líder Ortega Díaz, además de conversar brevemente con activistas y simpatizantes del PCV. «Era un hombre puro, honesto, firme ejemplo para todos», expuso el presidente Chávez una vez rendido los honores ante el féretro, cubierto con la bandera del Partido Comunista. «Pedro fue un ejemplo, y seguirá siendo un ejemplo: lo quise, lo quiero y lo querré siempre, como un padre; aprendí mucho de él y de ustedes, los valientes comunistas venezolanos; cuenten siempre conmigo», dijo el Presidente, según lo destaca un boletín de prensa trasmitido por el Ministerio de Información y Comunicación. «Honor y gloria a la valentía de nuestro camarada Pedro Ortega Díaz», «Pedro Ortega vive; la lucha sigue» y «Al partido, salud; aquí está su juventud» fueron algunas de las consignas voceadas por los presentes en las exequias, quienes, finalmente, entonaron el himno de la Internacional con el puño en alto.

Las pompas fúnebres en honor de Ortega, de 91 años, se desarrollaron en la sede del PCV. Asimismo, el Mandatario Nacional, al iniciar su mensaje al país en el cierre de la marcha-concentración del sábado, por los 14 años del 4 F, dedicó unos minutos a evocar la memoria del activista político, quien fuera en vida secretario y presidente de la organización próxima a cumplir 75 años de vida, siendo el partido político moderno más antiguo del país. «Camarada, líder, ejemplo de juventudes, de todos nosotros: Ha muerto Pedro Ortega Díaz; ¡Que viva Pedro Ortega Díaz!», exclamó el Presidente, seguido de aplausos de reconocimiento al legendario líder por parte de los miles de asistentes a la concentración, realizada en la avenida Bolívar de Caracas.




TRABAJADORES RINDIERON SENTIDO HOMENAJE A PEDRO ORTEGA DÍAZ

Caracas, 06/02/06. Instituto de Prevención, Salud y Seguridad Laborales. (INPSASEL). El pasado viernes 3 de febrero la tristeza en el rostro de los trabajadores del Instituto Nacional de Prevención, Salud y Seguridad Laborales, Inpsasel, era evidente, pues en horas de la madrugada había fallecido el camarada Pedro Ortega Díaz, quien fue no sólo un compañero de trabajo sino un hombre que durante muchos años luchó para que a los trabajadores y trabajadoras venezolanas se les garantizarán unas condiciones de trabajo dignas y seguras.

La muerte de Ortega Díaz nos sorprendió a todos, apenas unos días antes había pasado por el instituto, ese instituto que debe su creación, entre otros, “al camarada que partió, porque el Inpsasel y todo lo que éste significa, le debe en gran parte su existencia y desarrollo a hombres como Pedro Ortega Díaz, ya que fue uno de los que luchó para que se aprobará la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo”, señaló el presidente del Inpsasel, Jhonny Picone.

Al recordar al poeta nicaragüense Tomás Borges, Picone resaltó que “Pedro Ortega Díaz es de los hombres que nunca mueren porque dejó su siembra en el pueblo, a través del aporte que quedará en la historia del movimiento obrero venezolano”. Está seguro, que hay miles de Pedro Ortega Díaz que van a despertar, que van a florecer en el pueblo en cada uno de los delegados y delegadas de prevención que se están eligiendo en los centros de trabajo.

Culminado el homenaje en la sede del instituto, los trabajadores y trabajadoras decidieron dirigirse a la sede de la Asamblea Nacional, lugar donde en capilla ardiente el pueblo venezolano le daría el último adiós a Pedro Ortega Díaz. Los trabajadores del Inpsasel se mezclaron con militantes del PCV, partido del cual era su presidente, diputados y pueblo en general, quienes cargaron el féretro para entrar al hemiciclo del parlamento entonando las notas del Himno de la Internacional Comunista.

Trabajadores y trabajadoras del Inpsasel estuvieron al lado de Pedro Ortega Díaz, hasta que fue llevado a su última morada en el Cementerio del Este, porque como lo manifestó la Directora de la Oficina de Cooperación Interinstitucionales del Inpsasel, Yrisdes Jáuregui, a través de una carta dirigida a los familiares de este honorable ser humano que se nos fue “él parte hoy al descanso y nos lega la antorcha de lucha que llameante conduciremos hacía la victoria final, que con él soñáramos. Camarada Pedro Ortega Díaz, estarás en cada hombre y en cada mujer que hoy se levante para defender el proceso revolucionario”.

ÍNDICE


RAMÓN LOSADA ALDANA

Doctor en Derecho (UCV). Doctor en Sociología (Sorbona). Doctor de Estado en Letras y Ciencias Humanas (Niza). Profesor Universitario.

Prólogo…..…………….………...………………………………...

JERÓNIMO CARRERA

Presidente del Partido Comunista de Venezuela. Internacionalista

Pedro Ortega y el Comunismo Criollo…………….......…………

EDUARDO GALLEGOS MANCERA

Dirigente del Partido Comunista de Venezuela

Pedro………………………...……………………………………..

EMIRO GARCÍA ROSAS

Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia

Pedro Ortega Díaz. Abogado de la Clase Obrera

y Obrero del Derecho........................................................................

ELIO GÓMEZ GRILLO

Doctor en Derecho. Profesor Universitario

Pedro Ortega Díaz………….. ……….………...…..........................

MARÍA DEL MAR ÁLVAREZ DE LOVERA

Abogada. Viuda de Alberto Lovera

Pedro Ortega Díaz, el Abogado………………….….…………….

ANTONIO (CHINO) MANRIQUE

Historiador. Periodista

Pedro Ortega Díaz. Un Anecdotario Político

y de la Clandestinidad……………………………………………..

VIRGILIO OROPEZA

Dirigente Sindical

Pedro, mi Contemporáneo……..……..…........................................

ALICIA CRISTINA, LUÍS GERMÁN, NELSON, PEDRO CÉSAR, VLADIMIR EDUARDO Y RICARDO GUILLERMO.

Hijos de Pedro Ortega Díaz

Testimonio Familiar…………….………...………………………..

JUAN RAFAEL PERDOMO

Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia

En Tiempos de Pedro Ortega Díaz…................................

LUÍS CIPRIANO RODRÍGUEZ

Historiador

Pedro Ortega Díaz……..………………………………………….

JESÚS MANUEL SILVA RIVAS

Abogado. Profesor Universitario

Pedro. Constructor del Hombre Nuevo…………………………...

FERMÍN TORO JIMÉNEZ.

Doctor en Derecho. Internacionalista. Profesor Universitario

Algunos Recuerdos Memorables

de Pedro Ortega Díaz…..……………..............................................

YURY WEKY SILVA

Licenciada en letras

Pedro Ortega Díaz. Entre la Anfictionía

y la Lucha Laboral….…………………..........................................

ANEXOS….………………………………………………………..

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