se hace camino al andar

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25 agosto, 2018

El plan económico es muy político


Jesús Silva R.

Se puede tener un buen plan económico y malas alianzas, entonces el plan fracasará. Se puede tener un imperfecto plan económico pero buenas alianzas, entonces el plan tendrá éxito. Dicho de otra forma, la economía o la “ciencia” para producir riquezas va más allá de lo meramente matemático, depende de las clases sociales y los sujetos que se unan o se enfrenten. 

No me saturen de “economistas con voz de niña”. Tengo claro el escenario, soy un marxista científico que hace propuestas y acompaña a la revolución bolivariana, pero no soy funcionario, ni agente de propaganda. Yo no pido bono, sólo déjenme trabajar en paz, libertad y legalidad estable. Diré crudas verdades.

Hace falta un gran pacto nacional para “moderar la plusvalía” (este eufemismo reformista irritará a la ortodoxia). Capitalista venezolano que no quiera pacto y persista en precios terroristas para tumbar al gobierno, debe ser marginado y sustituido por otro capitalista venezolano o preferiblemente extranjero que no le interese la política venezolana sino su “gran capital” y por ello cumpla con los términos del pacto. Artículo número uno: “gánate tus reales pero produce y deja que el pueblo pueda comprar”.

Como marxista, no me importa la nacionalidad de los burgueses (ellos no tienen patria), lo que si pido es que la inyección de petrodólares se les haga por meta cumplida porque cuentas claras conservan pactos. En el socialismo cabe el pragmatismo, basta recordar a Stalin firmando con Hitler el tratado de no agresión provisional Ribbentrop-Molotov y su valioso resultado.

Nada puede ser peor a lo que ya hemos vivido económicamente desde 2013. De este período lo más grave ha sido que la destrucción total del valor de la fuerza humana de trabajo. Ya gobierno y oposición reconocen que, más allá de números en sueldos y precios, hace mucho tiempo lo que se le paga mensualmente al trabajador no alcanza para comer un kilo de proteína animal en el mercado ordinario.

Para eliminar al capitalismo, meta sublime de todo soñador revolucionario, hay que producir bienes mediante otro sistema económico humanista que genere resultados satisfactorios. Lo que no se puede hacer es decretar la muerte del capitalismo, o guerra absoluta contra él, mientras un país cae en ausencia de producción, ya que la gente come todos los días. Cuando estos “escenarios indeseables” ocurren el capitalismo recupera prestigio porque muchos dicen que “antes se vivía mejor”. Y aunque ese análisis sea superficial, sépase que es popular y sube cerros. Tanto que en su época destruyó a la URSS, vale decir, el ensayo socialista más avanzado y poderoso que se haya visto.

En Venezuela no hay socialismo, no se ha creado la base material ni subjetiva para ello, no hay traspaso general de empresas, tierras y bancos a manos de la clase obrera; primero porque no hay un gran aparato productivo instalado para repartirlo, segundo porque no tenemos una política nacional de vanguardia clasista, ni partido de la clase obrera. Sólo existe una gran maquinaria electoral y, en microscópicos casos, algún Volkswagen rojo. Por fortuna el poder militar sostiene a la revolución y con él pervive un Estado social con economía mixta (pública y privada) que ha asumido industrias básicas y otras no tan básicas, en lucha interna contra burocratismo y corrupción.

En los meses venideros, la patria debería organizar a la clase trabajadora e incluirla activamente en el plan económico nacional, implementando control popular de precios en abastos y supermercados; activando grupos obreros empoderados en las fábricas que vigilen e informen sobre los procesos productivos. Sugiero ganar tiempo y mejorar la situación mientras una política clara de mediano y largo plazo instala empresas dirigidas por obreros altamente capacitados, como lo concibe el socialismo científico. La voluntad política será determinante.

Por un siglo hemos sido un país que vive del tesoro bajo la tierra y no del trabajo de los seres humanos en la superficie. Ello genera una mala cultura. Además, dar el pescado en vez de enseñar a pescar, empeora todo. Todos los burgueses y muchos proletarios todavía persiguen darle palo a la piñata petrolera y recoger petrodivisas. El sistema es lumpenizador, urge rectificación.