se hace camino al andar

se hace camino al andar

28 febrero, 2020

Elecciones universitarias ahora sin fecha


Jesús Silva R.

La sentencia N° 0047-2020 del 27-02-2020 de la sala constitucional del TSJ suspende la medida cautelar de “ultimátum” para elecciones universitarias. El fallo judicial no pone fecha límite para tales comicios y cede parcialmente al ministerio de educación superior la vigilancia sobre la celebración de ese proceso electoral. Respeto a las instituciones venezolanas, especialmente las decisiones judiciales de la honorable sala, incluso cuando no las comparto. 

Al TSJ y al pre mencionado ministerio les deseo la mejor de las suertes en esta nueva fórmula para intentar resolver la problemática de la educación superior del país, en el caso de la UCV, deterioro general grave  y 12 años sin elecciones, más los que pudieran sumarse.

Quiero agradecer a los y las valientes que me acompañaron en la revolucionaria candidatura a rector de la UCV, no importa el hombre que encabezó esa empresa sino las ideas de cambio que vertimos en la población ucevista. No es posible precisar hoy el tiempo que pueda tomar hacer elecciones en UCV, en mi criterio quienes gobiernan esa casa no van a cooperar nunca pues desprecian el voto universal caracterizado por una persona, un voto. Igualmente repudian que empleados y obreros voten.

Pueden pasar años y la cúpula gobernante en UCV no modificará los privilegios que les mantienen en el poder, por ejemplo que el voto de un profesor equivalga al de cuarenta estudiantes. Es evidente que la suspensión de las elecciones, inyecta euforia y triunfalismo en la élite beneficiada. Ahora su aspiración será procurar que una nueva sentencia le restituya el “super voto” a los profesores, tanto así que varios colegas atrevidos me plantean: “podemos negociar que el voto de un docente se equipare al voto de 20 estudiantes”. Esto sería perpetuar el ventajismo.

Ahora que no hay presión judicial para fecha electoral, mi mayor deseo es que el lobby ucevista no logre su aspiración de revivir el voto profesoral elitesco. Anhelo que los preceptos de universalidad y sectorización del voto universitarios sobrevivan porque el mayor enemigo de la ciencia del derecho y la jurisprudencia son los poderes fácticos, entre ellos la política. 

Como docente universitario en UCV, ya vi morir una pretendida nueva ley de universidades que fue satanizada hace algunos años. Ello significó una parálisis de la transformación universitaria hasta que la sentencia 0324 del TSJ en agosto de 2019 revivió esperanzas.

No puedo callar mi preocupación por tantos obreros, empleados, estudiantes, profesores y egresados que con coraje apoyaron nuestra candidatura rectoral revolucionaria en UCV y que mañana serán perseguidos por las autoridades monárquicas y despóticas. Ojalá el humanismo y la ética prevalezcan en la derecha rectoral y sus operadores. Tal vez pido demasiado. Nuestra gente fue como Salvador Allende con la Constitución chilena en la mano y los derechistas fueron Pinochet con sus aviones militares. ¿Quién los apoya dentro de nuestro gobierno bolivariano?

A pesar de este episodio infeliz, el sueño de una universidad incluyente, moderna y productiva sigue vigente. Aspiro un futuro en que la UCV no siga siendo una burbuja donde jóvenes con ideas de solidaridad social, luego se convierten en sujetos llenos de individualismo y prioridad de lucro personal. 

En mis 22 años como profesor universitario observé adolescentes ser ideologizados negativamente por sus referentes, es decir, profesores y compañeros de estudio de grado más avanzado. Ellos vieron al profesor socialista andar a pie y lo compararon con el profesor opositor andando en carro; terminaron por concluir que había que ser de derecha porque de ese lado estaba el éxito profesional y la riqueza. Podría mencionar más ejemplos tristes que tuve en mi aula.

Es mucho lo que tiene que cambiar en las universidades autónomas para inculcar valores y principios de colectivismo, para realmente servir al interés nacional. Pero ello sólo será posible con una jefatura interna conectada con las legítimas aspiraciones del pueblo y no al grosero servicio de la oligarquía. Ahora que el tema electoral queda en el campo de lo futuro e incierto, sólo me resta dejar muy claro que de nuestro lado revolucionario son grandes las reservas de valentía y perseverancia para seguir luchando por la democracia popular universitaria.


24 febrero, 2020

Retos entre Trump, Guaidó y Maduro


Jesús Silva R.

Trump no dio rueda de prensa con Guaidó en la Casa Blanca como se estila con jefes de otros países, parece que no desea detallar la política que desarrollará hacia Venezuela en los meses venideros. Trump no abandonará las sanciones económicas ni las presiones diplomáticas contra Maduro, pero es factible “flexibilizar” la hostilidad de Washington con “acuerdos parciales” entre las administraciones de Trump y de Maduro, con la participación de la “oposición dura”, por ahora, encabezada por Guaidó.

En la agenda de “acuerdos parciales” está la celebración de elecciones legislativas venezolanas, que aunque no satisface a Trump, si puede mejorar el panorama diplomático. Esto si se designa un nuevo CNE con representantes de los principales sectores políticos del país y se desarrollan comicios que permitan una nueva asamblea nacional plural con izquierdistas, centristas y derechistas. Si ello ocurre pronto, existirá revivirá la esperanza de diálogo efectivo entre Caracas y Washington.

Para esta fecha, Trump entiende que seguir asfixiando económicamente a Venezuela no derrocará a Maduro y que la oposición venezolana no tiene fuerza para provocar un alzamiento militar ni un estallido social que detone un quiebre político. A criterio de Trump el bloqueo le facilita a Miraflores una retórica de justificación a los problemas como históricamente ha sucedido con Cuba. No obstante, nadie debería menospreciar que para el venezolano de a pie la confiscación de CITGO, Monomeros, reservas en oro, y otros, significa agresión al país y a su bolsillo.

En este año, Maduro tiene el reto de aliviar tensiones internas, puede lograrlo si impulsa políticamente un nuevo CNE plural y elecciones legislativas con participación de todos los partidos políticos, especialmente los que más lo adversan. Es menester reconocer que los dirigentes opositores que comenten delitos tienen una responsabilidad penal individual pero las toldas opositoras deben seguir existiendo sin trabas burocráticas. Una apertura política de este tipo, desarticulará a la oposición dura que predica el abstencionismo electoral con 4 millones de creyentes.

2020 debería ser un año de flexibilización en lo político y en lo económico (bancarizar el dólar, eliminar impuestos excesivos a la clase media, etc.) que faciliten coexistencia entre polos contrarios. En lo político abrir canales para que todos participen electoralmente, tanto opositores duros como blandos, también conocidos como colaboracionistas; al igual que dispensar un trato más tolerante al llamado “chavismo crítico” o disidente. La liberación de políticos presos por delitos menores es una política que favorece el prestigio del gobierno que la promueve, como también es beneficioso dar espacio al debate interno, la crítica, en el entendido de que el poder militar e institucional está claramente consolidado a favor de Maduro en la presidencia. Hoy no hay guerrilla en Venezuela, ni guarimba, ni corriente divisionista organizada dentro del chavismo o nada parecido que represente una amenaza a la vanguardia que dirige a la nación. Esto es así por incapacidad política de la oposición y dispersión de los chavistas descontentos, que aunque numerosos, no están unidos, tal vez por sus grandes egos.

Procurar la ruta electoral exigiendo garantías es lo mejor que Guaidó puede hacer para sobrevivir políticamente dentro de Venezuela, su extensa gira internacional crea expectativas en el pueblo opositor pero tales pueden desvanecerse si al aterrizar en Maiquetía insiste con la misma agenda de las tres frases. Eso ya se agotó en 2019 y es hora de reinventarse, de creer en la posibilidad de “acumular fuerzas” y no orar más por una intervención militar norteamericana.
Por su lado Trump tiene gran posibilidad de ser reelegido y no correrá riesgos activando una opción armada contra Venezuela que dividiría la opinión pública del mundo y sobre todo la de EEUU, lo cual en geopolítica militar es lo que más pesa, aunque suene antipático decirlo.