Jesús Silva R.
Nuestra labor de estudiosos de la política no consiste
en gritar consignas, repetir libretos o vociferar fanfarrias, porque para ganar
elecciones se requieren más neuronas que menos hormonas, más ciencia y menos
fanatismo.
Nuestra tarea es advertir sobre los peligros no detectados y
proponer estrategias, tácticas y soluciones a favor de lo que a nuestro juicio
le conviene a la clase popular, como por ejemplo, que Hugo Chávez sea reelecto
y así evitar que con Henrique Capriles Radonski se instale otra vez en
Venezuela un régimen de discriminación, represión y venganza política como aquel
de Pedro Carmona Estanga (2002).
Por tales razones, hoy anticipadamente alertamos que
para el próximo 7 de octubre, el 60% de los electores estaría representado por 9
millones de chavistas, pero si 20% se abstiene, (es decir, si 1,8 millones de bolivarianos
no salen a votar) el candidato de la patria sólo lograría 7,2 millones de votos y esto podría ser
insuficiente para los objetivos trazados en la jornada nacional.
La "victoria perfecta" es llamado
necesario a todos los venezolanos comprometidos con la defensa de la revolución
y deseosos de mantener y mejorar el actual modelo de inclusión social, con petróleo
destinado al desarrollo del pueblo soberano, la democracia constitucional
vigente así como la promoción de la igualdad e independencia.
Todos debemos hablar de la "victoria
perfecta" porque así enfocamos debidamente el esfuerzo del pueblo en esta
etapa electoral final y se descarta radicalmente
la idea del triunfalismo y nos llama categóricamente al operativo del 1x10. Es
vital que ningún revolucionario puede en casa sin votar, son en conjunto orientación
correcta y oportuna que debe consolidarse hasta la culminación de esta batalla
electoral.
En efecto, varios sondeos de opinión reflejan la ventaja
amplia que Hugo Chávez tendría sobre Capriles, de cara a las venideras
elecciones presidenciales de 2012. Aunque otras pocas encuestadoras contradicen
esa supuesta ventaja de la opción electoral revolucionaria e inclusive le
atribuyen al candidato del oposicionismo un estrecho margen a su favor.
Tal guerra de encuestas se asocia a las matrices
mediáticas de cada bloque político para transmitir a sus seguidores una
sensación triunfo asegurado e incentivar a los todavía indecisos a sumarse
mayoritariamente hacia esa opción que se asoma como vencedora para este 7 de
octubre.
Ninguna encuestadora reconocida le asigna a Chávez
un porcentaje de favoritismo que sea significativamente superior a la mitad del
electorado, es decir, que en el mejor de los casos, la opción revolucionaria se
perfila dentro del rango del 45% al 55 % de simpatía, lo cual pudiera propiciar
un hipotético escenario óptimo de triunfo
donde el chavismo conquiste 10% de ventaja sobre el oposicionismo.
Todo supone que esa brecha favorable al chavismo debe
ser protegida frente a episodios de conmoción nacional (siniestros de Amuay y
El Palito, etc.) promovidos por la élite contrarrevolucionaria antes o durante
el 7 de octubre. En resumen, tiene suprema importancia la operación de
movilización popular durante el día de la votación, porque el oposicionismo ha
mostrado menor abstención que el chavismo.