06 octubre, 2020

Trump se inyectó el coronavirus

Jesús Silva R.

Una táctica electoral muy peligrosa pero mediáticamente aplastante, es la que el  carismático presidente Donald Trump ha aplicado en octubre 2020 al darse a conocer que está infectado con el Covid 19. 

En tiempo récord, pocas horas después de enfermarse, sale del hospital caminando y regresa a su puesto de trabajo, no sin antes declarar que se siente mejor ahora que hace veinte años y que nadie permita que este virus domine sus vidas. Que no tengan miedo, asevera el líder del imperio. Entonces los medios de comunicación hacen ver que estamos en presencia de un superman de 74 años invulnerable al mortal virus que tanto se afinca contra pacientes de la tercera edad. Insólito. Así luce este cuento televisivo.

Mucho más de 200 mil muertos por Coronavirus en Estados Unidos son una cifra que pone en duda la calidad de la gestión presidencial de Trump frente a la pandemia y con certeza el candidato demócrata Joe Biden ve en este tema la mejor zona para atacar la insatisfactoria actuación de Donald.

Pero todo cambia en la política de EEUU, muy sensible a los acontecimientos sensacionales, cuando la sorpresiva enfermedad del bisoñé pelirrojo aparece despertando emociones. Ahora el magnate neoyorquino, desde su dramático padecimiento, le dice a sus enemigos con autoridad moral que sufre valientemente en carne propia lo que millones de sus compatriotas sufren, el Covid. Y desde la poderosa posición de mártir apunta también que hay que luchar y vencer con coraje a este virus letal. Este guión toca corazones, lo presenta en heroico papel y a todas luces coloca en segundo plano el tema de la discutible labor gubernamental contra el Covid. 

Para sus seguidores, Trump se eleva mucho más con su impresionante recuperación contra el mal llamado "virus chino". Los trumpistas ahora tienen más que un presidente que busca ser reelecto, tienen a un campeón que venció la enfermedad de forma fantástica y prácticamente sin despeinarse su roja melena. 

En lenguaje simbólico comunicacional, ahora  un rejuvenecido y repite cuando Trump, ante los ojos de su país y el mundo, es mil veces más fuerte como mandatario y representa una superioridad avasallante frente a Biden, quien se ha quedado dormido recientemente en entrevistas de televisión nacional y se le ha visto tambalearse al caminar en múltiples ocasiones durante 2020. Biden, en pocas palabras, luce débil y demasiado viejo para llevar la pesada carga de la presidencia en la mayor potencia mundial.

En resumen, si algo puede salvar a Trump de que el desastre del coronavirus afecte su probable reelección, es precisamente enterrar el tema pandémico. Para tal entierro la mejor maniobra es contagiarse de coronavirus y victimizarse. Para que incluso los familiares de los 200 mil y pico de gringos muertos, lo amen y voten por él. Y aunque cierta gente que ignora la cultura yanqui no lo crea, esta maniobra trumpista está funcionando estupendamente. Bajo vigilancia médica y con efectos controlados que eviten riesgo de muerte, es más que probable que el temerario Trump se haya inyectado el coronavirus para su inmenso beneficio político.

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