Por: Jesús Silva R.
Luego de su
cuarta operación en año y medio para extirpar el cáncer, ha transcurrido casi
un mes desde que el mundo pudiera ver y escuchar por última vez a Hugo Chávez,
cuando en una conmovedora medianoche decembrina de 2012, el Comandante
Presidente confirmó los rumores sobre el resurgimiento de su enfermedad.
Lo que más nos
duele a quienes apoyamos a Chávez, es que su padecimiento pueda originarse con
ocasión al trabajo, es decir, lo que técnicamente se conoce como una
"enfermedad de hábito". Se trata del mal que se adquiere por un
indebido estilo de vida, que en el caso de nuestro presidente fue una faena de
catorce años, durmiendo muy poco, abusando de la ingesta del café, permanente
estrés laboral, desordenada alimentación, exposición sistemática a la fatiga
mental y física, etc.
Esa vida
agotadora y voluntarista ejerciendo la presidencia, seguramente le ha pasado
factura a la salud de Chávez; y si algo puede rescatarse de este desgraciado
evento es que hoy no cabe duda de su amor por el pueblo venezolano y sobre todo
por los más pobres. En efecto cuesta pensar en una prueba mayor de afecto hacia
la patria que quien sacrifica su propia salud debido al sobretrabajo al
servicio de la colectividad entera.
En el
presente, el oposicionismo inescrupuloso desconoce la victoria electoral de
Chávez en octubre del pasado 2012, así como el gran triunfo en las regionales
de diciembre. Vilmente se intenta hacer creer que habrá falta absoluta del
Presidente de la República si no comparece a la Asamblea Nacional a tomar
posesión este 10 de enero de 2013, como si la ceremonia fuera más importante
que los votos de la mayoría popular que lo reeligió para el período 2013-2019.
Tal
interpretación es groseramente leguleya, y aunque la Constitución venezolana en
sus artículos 231 y 233, establece que se puede juramentar en el TSJ sin más
limitaciones de fecha, el problema es más político que jurídico; ya que la
oposición generará presión mediática para que se convoque a nuevas elecciones
presidenciales y se apoyará en una atorrante campaña de mentiras para
atormentar al pueblo.
Muchos
descartan la posibilidad de recuperación que tiene el hoy convaleciente Hugo
Chávez. Otros nos aferramos a la idea de que mientras haya vida, hay esperanza.
Lo fundamental es que cualquiera que sea el desenlace de este doloroso trance
que vive el chavismo, recordaremos eternamente lo mucho que el presidente ha
hecho por Venezuela en materia de dignificación popular, inclusión social y
elevación de la conciencia política colectiva.
No se debe contribuir
al juego mediático de los cobardes que promueven la idea de que el presidente
ya ha muerto o está definitivamente impedido para retornar a su cargo. No se
debe ser complaciente a las presiones y manipulaciones del antichavismo facineroso.
Ya Chávez es
más que un individuo, es historia de nuestro país y ojalá estemos a la altura
del complejo reto de defender todo lo que la Revolución Bolivariana ha logrado
en función del bienestar y la justicia. Es hora de profundizar la unidad
popular y revolucionaria, nada es más importante que eso.
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