30 junio, 2015

Ideas democráticas para el triunfo electoral


Jesús Silva R.

Lo objetivo (la misión administrativa) se sustenta en el positivo balance de metas logradas por el Gobierno Nacional, y lo subjetivo (la misión comunicacional) se encuentra representado por las tareas políticas para el establecimiento del diálogo; ambos frentes de lucha revisten enorme importancia para la victoria electoral en 2015 y la profundización de la democracia popular iniciada a partir de la Constitución de 1999.

Nótese que la actual difusión mediática de las exitosas políticas públicas de la Revolución, en el marco de un plan comunicacional del Estado es necesario para contrarrestar las difamaciones oposicionistas que pretenden negar los valiosos avances en materia de inclusión social. Dicha difusión debe ser fortalecida con máxima presencia de las comunidades en la información suministrada.

En cuanto a lo subjetivo, la invitación al debate constructivo, a la cooperación en el ejercicio de la función pública entre todos los actores políticos contribuye al mantenimiento de la convivencia social entre los simpatizantes del proceso bolivariano y esa otra mitad del universo votante que ha preferido una alternativa distinta a la del PSUV y sus aliados.

Desde nuestra perspectiva es necesario que el llamado a todos los sectores para trabajar juntos en la solución de los problemas prácticos que apremian a nuestro pueblo sea entendido como una eficaz herramienta para contrarrestar la falacia comunicacional oposicionista respecto a que la dirigencia revolucionaria incurre en una excesiva ideologización que la aleja de las deudas sociales. 

Por tal motivo, es recomendable levantar la bandera de la cooperación en nombre del bienestar del pueblo, urge transversalizar (en instancias locales, regionales y nacionales) políticas que hagan realidad este exhorto a la cooperación entre adversarios en el ejercicio de la gestión pública, para así desenmascarar y quitarle seguidores a los voceros alarmistas y falsificadores de la contrarrevolución que diariamente estimulan una división política radical y beligerante entre los venezolanos.

En cualquier caso será siempre oportuno advertir como siempre lo hacemos desde nuestra óptica revolucionaria, que el diálogo que anhelamos los revolucionarios se ve severamente dificultado por la lucha entre dos vanguardias ideológicas cuyos intereses son teóricamente incompatibles y contrarios. Así ha ocurrido desde los tiempos de la esclavitud y en la historia de todas las sociedades hasta nuestros días. 

De modo que tal como lo hemos subrayado en reflexiones anteriores, el escenario político hace evidente la desafortunada brecha que existe entre las loables intenciones del “diálogo” hoy ensayado por el liderazgo revolucionario y las condiciones objetivas generales (principalmente la disputa por la renta petrolera) que dificultan su real materialización.

En definitiva, el tiempo histórico demanda un amplio debate al interior de las fuerzas revolucionarias en un marco de respeto a la heterogeneidad y las identidades propias de aliados como los movimientos sociales y los intelectuales revolucionarios, esto a los fines de definir e instrumentar el plan coordinado de acciones ideopolíticas asertivas que nos otorguen la unidad de lucha, el predominio del auténtico ideario socialista y la erradicación de vicios como el reformismo, la corrupción, el burocratismo y la expansión de una indeseable nueva burguesía.

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