Jesús Silva R.
Por 20 años la propaganda hacia Venezuela ha inducido a los chavistas a odiar
Estados Unidos sin diferenciar entre un pueblo y un gobierno. Un chavista
nunca ha cantado el himno estadounidense conocido como “The Star Spangled Banner”
(la bandera con lentejuelas de estrellas), pocos dominan el idioma y ninguno se
sabe la letra. En este video viral de Twitter, me convertí en la excepción por
razones que a continuación explicaré. Ver
YouTube: Jesús Silva canta himno de EEUU https://youtu.be/xiUnjb3J7CE
Si entre las burocracias de
Caracas y Washington no existiera animadversión de por medio, ese canto de himno sería mera cortesía
diplomática y estúpido sería verlo como traición a la patria. Conocer
himnos extranjeros significa cultura general, no implica deseos de asumir otra
nacionalidad, ni de abandonar la propia, salvo criterio de algunos resentidos
sociales o incultos, a los que viajar fuera del país les llegó como privilegio
en edad avanzada.
Este 2020 canté ese himno principalmente conmovido por el brutal asesinato
del afro-estadounidense George Floyd a manos de policías racistas y en
solidaridad con tantos negros de esa nación que han sido víctimas de racismo y
brutalidad policial. Hoy deseo que blancos y negros puedan convivir en paz en
EEUU, como también lo anhelo aquí en Venezuela, con opositores y chavistas. Ambos
países estamos “enfermos del alma” y debemos sanar espiritualmente. Programas, planes y proyectos deberían
fomentar la despolarización. Igualmente hago un llamado a las élites para
que procuren la coexistencia pacífica
entre EEUU y Venezuela, quien logre eso merecerá el Premio Nobel de la Paz.
Recuerdo que en tiempos de la
cuarta república, yo canté ese himno con amigos gringos, porque parte de mi
infancia y adolescencia la pasé en el país norteamericano. Más de veinte años han
pasado desde que aprendí esa bella pieza musical, pero paralelamente fueron
muchos mis años de adoctrinamiento dentro de una iglesia roja comunista en
Caracas, fueron tantos los episodios de
conflicto entre los gobiernos de Venezuela y EEUU mostrados en TV, tan abundantes
las sanciones económicas, incesante el financiamiento a operaciones golpistas y
repetidas las amenazas de invasión militar, que pensé nunca más cantar ese
himno. Sin embargo, crecí en dos mundos (capitalismo y socialismo) y eso todavía
me permite una cosmovisión tolerante sobre la humanidad. Inclusive en vísperas
de recibir el reconocimiento IVLP del Departamento de Estados Unidos (como primer y único chavista con esa
distinción) dudé en cantar dicho himno.
Aquello fue en la residencia del
embajador de EEUU en Caracas y a mi lado estaba la más famosa dirigente
femenina opositora de Venezuela, la de la foto con Bush. No se sabía la letra y
sólo por impresionar a la bella y
encantadora dama, accedí a entonar el mundialmente famoso “Oh say, can you
see…”.
Volviendo a lo esencial y
archivando las anécdotas, considero que odiar
es moralmente incorrecto. Antes de emanciparme de la iglesia roja comunista
donde pasé 15 años, le dije a sus vitalicios dirigentes que inclusive “el odio
de clase”, ese que exaltan “del obrero contra el burgués” era indebido. Un revolucionario verdadero se inspira en
el amor a la igualdad social, por lo tanto odiar contradice su naturaleza.
Siendo hoy más moderado
ideológicamente (marxista pop) pienso que no se debe odiar a ningún ser humano,
ni a ningún país, pues lo que moralmente cabe es repudiar y condenar una
conducta humana negativa o la política criminal de un gobierno o sistema
político, por ejemplo: el imperialismo,
vale decir, la doctrina que persigue imponer la dominación militar, económica e
ideológica de un país grande sobre un conglomerado de países de menor tamaño.
Concluyo comentando que el himno de EEUU no le pertenece al
imperialismo, si no a una gran nación multirracial y policlasista de cincuenta
estados diversos que en su fundación fue precursora de democracia y derecho
constitucional en el planeta. Sus controversiales gobiernos son materia de
otro análisis. El punto es que cuando uno no se dedica a ser “cheer leader” o
propagandista al servicio de élites, si no que estudia científicamente la
historia, 20 años es poco tiempo y uno evalúa el papel de los grandes
personajes así como los países en ciclos más largos, quizás de medio siglo. Desde
esta modesta tribuna, solicitamos el levantamiento de las sanciones
estadounidenses a Venezuela y también elecciones
generales venezolanas ajustadas al estándar internacional, con la sapiencia
de que la diplomacia es el arte de las concesiones recíprocas.