18 agosto, 2018

Trabajo por amor al pueblo


Jesús Silva R. 

Trabajar por amor y no por ambición material o egocentrismo, permitirá un país más prospero y feliz. Trabajar en cosas que no dan dinero pero que dan satisfacción espiritual por servir a los demás, es la felicidad suprema de un revolucionario romántico o soñador. Esta dicha sólo se compara con la que genera el amor de la familia. Así lo creo y lo práctico desde niño. En la siguiente entrevista de televisión hablo sobre mis valores existenciales, ver video en Youtube: Doctor Jesús Silva cuenta su vida en televisión https://youtu.be/pqkjfyHd7ys 

En el presente donde la economía nacional se vuelve más complicada, todo obliga a dedicar más tiempo al trabajo lucrativo y menos tiempo al trabajo por amor al arte. Sobre todo cuando se es padre de familia y esta célula fundamental sigue creciendo. Me solidarizo con el pueblo de a pie cuando dedica casi todo el tiempo a trabajar por dinero porque si no trabaja no come. Más bien deseo que la situación económica venezolana mejore porque como dijo Marx el hombre necesita techo, comida y vestimenta para dedicarse al arte, la ciencia, la religión o la política. 

Por otro lado, la clase media o profesional es la que más sufre psicológicamente, porque antes tuvo y ahora no tiene, ella se ve obligada a invertir más fuerza humana de trabajo para generar igual valor económico o incluso menor en esta época difícil. Esta clase social hoy no lucha por la comodidad sino por la supervivencia. 

Sin embargo, siempre valdrá la pena fabricar tiempo para consagrarse a pasiones no remuneradas o simbólicamente remuneradas, en mi caso: escribir, filosofar sobre el Derecho, dar clase y hacer televisión en Venezuela. Últimamente las clases las doy por TV porque tengo más alumnos y menos riesgos de atentados terroristas guarimberos. Espero seguir acumulando años en estas pasiones porque me dan felicidad. Si mañana pierdo una, dos o tres, por que la vida es imperfecta, entonces me consolaré con la que me quede. Miro mi pasado y doy gracias a la vida por haberme permitido siempre tener salud, alimentación y educación. 

Aunque nunca fui burgués, he crecido en clase media, seguramente he tenido condiciones materiales favorables para mantenerme vertical en mi ideología marxista en comparación con otros menos afortunados que se venden por necesidad a la burguesía; estoy muy lejos de parecerme a los "oportunistas disfrazados de rojo" que cargan resentimiento social por haber ascendido socialmente en edad muy avanzada (o sea, les iba mal y se enchufaron después de viejos). 

No conozco otra vida que no sea lograr todas las metas con estudio y trabajo, creo que esa situación es una gran fuente espiritual de dignidad y sabiduría, te enseña a no despreciar al que tiene menos ni envidiar al que tiene más, ni despotismo al débil, ni adulación al fuerte; simplemente brindar un trato igualitario y respetuoso a todos. Fui tan feliz visitando un rancho de cartón en Aragua como conociendo la Casa Blanca de Washington o el Palacio de Buckingham en Londres o el Museo Louvre de París. Aprendí a valorar en su justa medida cada experiencia y a cada ser humano. 

Aquí aparece la cuestión del trabajo por amor al pueblo, significa lo mismo que Ernesto Che Guevara denominaba trabajo voluntario, se trata de la actividad productiva ejercida por el hombre revolucionario sin ánimo de lucro directo pero con la convicción de aportar al desarrollo de una mejor sociedad que indirectamente nos favorecerá haciendo del mundo un lugar mejor en el futuro, quizás. 

Recuerdo cuando era abogado recién graduado (2002) que trabajaba en Maracay y La Victoria, con el dinero producido en la ciudad grande yo mismo financiaba mi actividad en la ciudad pequeña. En esa última ciudad fui abogado de trabajadores y sindicatos obreros (CTA-CUTV), cobraba montos simbólicos por ejercer acciones jurídicas contra empresas privadas ante inspectorías y tribunales laborales. 

Más tarde cuando fui Inspector Nacional del Trabajo y Consultor Jurídico del Mintra (2008-2009) fui acusado por empresas capitalistas trasnacionales de parcializarme a favor de los obreros. Aquella carta firmada por el Presidente mexicano de la Coca Cola en mi contra y entregada al entonces ministro del trabajo todavía la disfruto como uno de mis mejores diplomas Obviamente, soy marxista, combato a burgueses y defiendo a proletarios (obreros). 

Ahora será más fácil que muchos comprendan por qué las especulaciones de terceros (sobre todo calumnias necias en redes sociales) me hacen reír y no me afectan; jamás he sido denunciado en una fiscalía o en un tribunal por ningún delito. Ya que poseo intachable conducta, ahora entenderán por qué tengo tanta motivación en mi trabajo a pesar de las dificultades de diverso tipo. Si no entienden no importa, mi felicidad no depende de la validación de terceros sino de mi propia consciencia y el amor de mi familia. 

Yo no trabajo por un sueldo equivalente a una lata de atún, ni por una caja de comida sin atunes (aunque propuse ley de pago alternativo con comida), ni el gobierno me paga millones, ni me regalan bienes muebles ni inmuebles, no soy doble agente al servicio la CIA como dice algunos pseudorevolucionarios en Twitter, ni tengo afán de trepar a cargos burocráticos (nunca he ido a visitar a los que los asignan ni tampoco les mando emisarios). Simplemente expreso en los medios mis opiniones porque es mi derecho constitucional irrenunciable. 

Lo poco que tengo en riqueza material lo he sudado trabajando, siendo todavía estudiante en enero de 1998 comencé a dar clases de inglés en la Universidad de Carabobo, más tarde dicté otras materias en USM y UCV. Vivo actualmente como abogado por cuenta propia. Desde adolescente trabajo por amor al pueblo de a pie, vale decir una masa abstracta y humilde, que a lo largo de mi existencia (nací en 1979), me ha manifestado cariño y respeto.

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