Jesús Silva R.
El próximo 6 de diciembre del
presente año se celebran las reñidas elecciones a la Asamblea Nacional de
Venezuela, la máxima instancia del Poder Legislativo en este país
latinoamericano. Como acontece en todas las elecciones venezolanas desde 1998
cuando Hugo Chávez conquistó la Presidencia de la República, dos proyectos
radicalmente opuestos compiten por poder sobre el Estado
Por un lado la oposición
venezolana intenta revivir un modelo económico neoliberal para manejar la
nación, basado en la privatización de los servicios públicos vitales como
salud, educación, transporte pero sobre todo la industria petrolera, vale
decir, la fuente de riqueza principal en el presupuesto estatal anual de los
venezolanos.
Ese proyecto neoliberal de la
fuerza enemiga del chavismo es el mismo de todas las burguesías de América
Latina que se encuentran bajo los parámetros del Pacto Bretton Woods, el mismo
que desde mitad del siglo pasado establece que la moneda de Estados Unidos y
las instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial son
quienes imponen los pasos o recetas a obedecer y aplicar en los países
latinoamericanos.
En América Latina, el neoliberalismo ha debilitado el concepto
del Estado Nación ya que estando la economía privatizada en muchos países, los
gobiernos popularmente electos no tienen industrias que administrar y por
consiguiente no tienen ningún poder real más allá de los formalismos
burocráticos. Son entonces los capitalistas convertidos en dueños de todas o
casi todas las industrias quienes manejan la nación según sus siniestros
intereses grupales.
Contra el neoliberalismo se opone
el modelo socialista venezolano fundado por el extinto presidente Hugo Chávez.
De allí nacieron sólidos principios anti neoliberales estableciendo que el
Estado debe mantener la administración de las industrias más productivas de la
nación, los servicios públicos primordiales y los recursos naturales para
garantizar que el poder político permanezca en los ciudadanos que eligen,
controlan y revocan a los funcionarios gobernantes quienes son a su vez un
vehículo para ejercer la autoridad.
En este contexto la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela determina que las riquezas naturales
de la nación son propiedad de todos los venezolanos y en ningún caso podrán ser
vendidas o privatizadas por empresarios o cualquier otro grupo de la sociedad
que pretenda hacerse único propietario.
Con los trascendentales cambios
revolucionarios impulsados por Hugo Chávez en Venezuela en década y media de
mandato, se contagiaron otros países como Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia,
Nicaragua, entre otros. Cada uno de ellos emprendió su propia ruta anti
neoliberal según sus particulares circunstancias nacionales y el tamaño de las
fuerzas populares frente a la resistencia de las respectivas burguesías en cada
territorio y asociadas al imperialismo estadounidense.
Desde principios del siglo XX, el
colonialismo del antiguo Imperio Español en América fue sustituido por el
imperialismo de EEUU. Ese orden político continental se mantuvo hasta
principios del siglo XXI cuando Venezuela entró en revolución socialista y su
proceso social inspiró a otros pueblos.
El Partido Socialista Unido de
Venezuela, también llamado PSUV o partido del gobierno, es el principal instrumento
para la supervivencia de la propuesta anti neoliberal en ese país y sirve como
ejemplo para otros en la región. Su éxito dependerá de concretar alianzas con
otros factores revolucionarios, no sólo con partidos amigos sino también
comunidades organizadas, los sindicatos, trabajadores, campesinos, amas de
casa, estudiantes y los intelectuales socialistas.
No será fácil obtener el triunfo
electoral que le permita al PSUV conservar mayoría de diputados en la Asamblea
Nacional. Falta por saber si los socialistas alcanzan mayoría de la mitad más
uno de los diputados o más bien dos tercios del total, siendo este último
escenario el que luce más improbable.
Ahora bien, en el supuesto negado
de que el movimiento socialista resultara derrotado en los comicios para
escoger al nuevo parlamento, la alianza neoliberal contrarrevolucionaria usará
esa institución para ejercer negativamente todas las facultades que le asigna
la Constitución Venezolana a fin de forzar una crisis institucional que haga
inviable el funcionamiento del Estado.
La hipotética mayoría anti
chavista promoverá el bloqueo del presupuesto anual para la nación, tratados
internacional, nuevas leyes orgánicas, nombramiento de los representantes del
poder judicial, el fiscal general, entre otros procesos.
Por ahora, a falta de varios
meses para que llegue el día de competencia electoral, el PSUV mantiene amplias
posibilidades de victoria. Para ello es menester unir todas las fuerzas
dispersas de la población de revolucionarios y socialistas en Venezuela a fin
de presentarse como un sólo bloque político anti neoliberal.
Asimismo el gobierno debe
extender esfuerzos para reducir los problemas económicos de inflación,
devaluación de la moneda nacional y la ausencia de muchos alimentos y medicinas
que en la actualidad causan preocupación en varios sectores de la sociedad
venezolana.
En este orden de cosas, es
indispensable advertir que la actual época de dificultades económicas tiene
relación con la guerra política pues empresas que adversan políticamente al gobierno
del Presidente Nicolás Maduro, han disminuido su producción de bienes y
servicios como represalia radical contra el pueblo chavista y buscando causar
malestar colectivo en toda la sociedad, este último acto de conspiración recibe
el nombre de Guerra Económica.
Pueblo y gobierno en Venezuela
luchan por restaurar la economía nacional a una etapa anterior al estallido de
la presente crisis y por ello nuevas medidas del gobierno apuntan en esa
dirección. Reactivar las industrias venezolanas para revivir la producción
interna es un deber inaplazable. Sancionar a los estafadores que venden
alimentos y medicinas con sobreprecio es otro de los pasos a seguir para
enderezar la vida del pueblo.
El Presidente Nicolás Maduro ha
extendido alianzas estratégicas con China, Rusia e Irán, entre otros, para reanimar la
economía de esta nación petrolera y distanciarse de Washington. El Presidente y
sus colaboradores más cercanos se enfocan en superar obstáculos fomentados por
los contrarrevolucionarios venezolanos y sus jefes políticos en EEUU.
En efecto, Venezuela trabaja
arduamente en levantar su producción petrolera, actualmente estimada en tres
millones de barriles diarios. Lo hace con ayuda de aliados internacionales,
entre ellos la empresa petrolera rusa Rosneft, de dicha unión se aspira que en
el mediano plazo Caracas instale una capacidad industrial para generar al menos
seis millones de barriles diarios y colocarlos para la venta hacia nuevos
países, ya no necesariamente a Estados Unidos.
En resumen, los revolucionarios venezolanos
unimos esfuerzos para materializar un triunfo electoral anti neoliberal que
nutra a la Revolución Bolivariana y a los procesos de emancipación nacional en
América Latina y otros lugares del mundo que reaccionan contra los planes de
austeridad económica y recorte de los derechos laborales como acontece hoy en
Europa y EEUU en perjuicio de sus habitantes más humildes.