02 julio, 2014

Pedro Ortega Díaz y la Inspectoría que lleva su nombre en Caracas

Jesús Silva R. 

He visitado un lugar que lleva el nombre de quien junto con mi padre, fue mi mayor mentor ideológico. El legendario abogado de los trabajadores y dirigente revolucionario marxista, la oficina se llama como él, junto a él transitamos empinados caminos de lucha obrera y anti patronal, él con más de setenta años en la pelea y yo para ese entonces su pupilo recién graduado en 2002 bregando en la (CTA) Central de Trabajadores de Arabia en La Victoria con Luís Morillo Baez, Antonio Rodríguez y otros pocos. Imagino retomar mi diálogo con Pedro. 
No conversó con un pajarito, aunque recuerdo que quien cargó tu urna si intercambia con las aves. Y lo digo respetuosamente, porque guardo las fotos de esa ocasión con quien ahora es presidente de Venezuela. Chávez, que ahora es vecino tuyo, le encomendó una difícil tarea. Pero volviendo a nosotros, estoy sentado aquí y ahora te veo pintado en un cuadro de arte ingenuo, en esta oficina que lleva tu nombre. Tus lentes de fondo de botella, tu bigote blanco y tu permanente cara alegre a pesar de tus noventa años, todo eso lo veo en un instante y recuerdo que fuiste mi amigo, mi padre revolucionario, mi abuelo y mi ejemplo. 

 La justicia tarda mucho en afianzarse, no llega sola, es producto de largas luchas sociales. Si aparece la justicia, hay que luchar para que se quede y no se vaya. La cultura, la costumbre, el dinero, oscuros intereses y toda la influencia de la sociedad capitalista vigente intentarán apagar cualquier llama de justicia que aparezca fugazmente. Entonces aquí estoy, en la Sala de espera, junto a decenas de obreros y proletarios que como yo venimos por justicia. Insumisos y rebeldes que no bajamos la cabeza frente a la arbitrariedad y prepotencia patronal. 

En este caso, la casa que vence la sombra fue secuestrada por insensatos que violan las leyes laborales que tu mismo co-escribiste. De tu ejemplo aprendí humildad y desapego a lo material, hace mucho que renuncié a cargos que pretendieron limitar mi libertad en nombre de lealtad a impostores, hace bastante que dejé de ser Consultor Jurídico del Ministerio del Trabajo e Inspector Nacional del Trabajo, Feliz y voluntariamente renuncié a ambos cargos. Ahora desde la calle me siento más yo y más cerca de cumplir con tu legado y lograr justicia para los todavía descalzos y descamisados de mi país. 

 En los pasillos se oye hablar de reenganche y pago de salarios caídos, ojalá otros aprendan pronto que la verdadera lucha es más que recuperar salarios o puestos de trabajo, tú y yo hemos querido ver una clase obrera empoderada y gobernante. Aunque la clase obrera venezolana no tenga hoy partido que legítimamente la represente, quizás se funde o refunde uno mañana pero lo cierto es que no por tales ausencias dejaremos de luchar por la toma del poder político. 

 Burocratismo, corrupción, Despotismo de los funcionarios contra el pueblo humilde que no viene a pedir limosna sino a reclamar sus derechos, es lo que vemos hoy en la estructura del Estado en tiempos de transición. Pero allí está tu cuadro, tu rostro altivo y digno, como cuando tu grandeza moral se desprendió de tu cuerpo físico en 2006 y pasaste a otro plano para seguir haciendo revolución, seguramente allá recibiste con un fuerte abrazo a tu buen amigo Hugo Chávez, quién tanto te quiso y tan afectuosos reconocimientos expresó hacia ti ante toda Venezuela. 

En el único libro homenaje que hasta hoy se ha hecho sobre ti, ese que en 2008 publicamos tus amigos, Ramón Losada Aldana, María Del Mar Lovera, Elio Gómez Grillo y mi persona, magistrados del TSJ, entre otros; quedó un testimonio parcial de lo mucho que hiciste por los trabajadores de Venezuela y de otras partes. 

Sabes que quisiera repartir ese libro en este recinto y en toda Venezuela, para que aprendan de ti lo importante y dignificante que es servir al pueblo con humildad, eficacia y eficiencia.

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