17 octubre, 2011

EL CAPITALISMO POPULAR DE MARÍA CORINA MACHADO

 
Por: Jesús Silva R. 

Hemos subrayado en análisis anteriores que la campaña de la precandidata presidencial María Corina Machado posee un ingrediente exótico dentro de la constelación oposicionista de Venezuela, y tal es su capacidad de atrevimiento en el discurso. En efecto, mientras el resto de precandidatos juegan a la demagogia de la confrontación indirecta contra el Presidente Hugo Chávez, es decir, se enfocan en desprestigiar su gestión, pero aparentemente evitan criticar al dirigente propiamente dicho, es evidente que nadie con mayor énfasis que María Corina ha alzado la consigna del anticomunismo contra el Gobierno venezolano actual y acusa a su máximo dirigente sobre su presunta intención dictatorial y vitalicia en la silla presidencial.

Especularíamos si le atribuyéramos a una sola persona tanta creatividad en la táctica electoral, sobre todo cuando comparamos (con conocimiento de la cultura política estadounidense) las semejanzas entre el estilo mediático de esta respetable dama oposicionista y el manual de comportamiento electoral en EEUU, pues muy al estilo de Sarah Palin (ex gobernadora de Alaska y compañera de fórmula presidencial del senador Jhon McCain en 2008), Machado está curtida en el histrionismo frente a las cámaras de televisión, sabe seducir en la pantalla y aprovecha cada situación controversial o problemática que acontece en la sociedad venezolana para responsabilizar al Gobierno Nacional, todo ello como labor sistemática de propaganda para debilitar la reputación del régimen político actual.

De igual modo, mientras otros precandidatos presidenciales y dirigentes oposicionistas repiten hasta el cansancio una serie de consignas huecas que distan mucho de un serio programa administrativo de gobierno, por ejemplo: "Las mejores ideas para Venezuela", "el autobús del progreso", "todos los derechos para todas las personas", "oportunidades para todos", "venga la inversión extranjera", "por una Venezuela de todos los colores", entre otras más; es Machado quien con su peculiar coraje, por primera vez presenta un ensayo de modelo ideológico con abiertas intenciones de competir contra el socialismo del Siglo XXI defendido por el Presidente Chávez, se trata de su flamante Capitalismo Popular.

Si bien es cierto que las consignas de los otros oposicionistas constituyen maniobras para ocultar sus intereses antipopulares y neoliberales como fieles hijos (consanguíneos o adoptados) de la burguesía venezolana, no cabe duda que la utopía del Capitalismo Popular podría convertirse en el experimento conceptual más desarrollado contra un proyecto socialista latinoamericano desde que Washington lanzara a Violeta Chamorro (la apacible ama de casa) cuya fraseología pacifista derrotó electoralmente a los sandinistas nicaragüenses.

En esencia, estudiar la conducta mediática y electoral de Machado reviste pertinencia, porque a nuestro juicio ella representa la auténtica vocación de la "aristocracia gringo-venezolana" que adversa a Chávez, la cual se caracteriza por la proyección hegemónica, la transición nacional a través de un período de severa aplicación de "justicia" a los chavistas y la rápida reorganización del país, la implantación drástica de una economía de libre mercado y grandes privatizaciones en reemplazo de la actual política de protección e inversión social (misiones, subsidios, microcréditos, banca popular, servicios públicos, etc), total apertura a la inversión extranjera (venta de Pdvsa), entre otras medidas de enajenación del país, muy al estilo de esquemas económicos neoliberales que han fracasado, como por ejemplo en Chile, actualmente hundido en una terrible crisis social.

No se trata de que otros oposicionistas no compartan estos planes de nuevamente convertir a Venezuela en colonia de los Estados Unidos, sino que es Machado quien, en su modo histriónico, emotivo y delicado, más nítidamente lo expresa y defiende. En definitiva, ningún personaje influyente de la oposición responderá interrogantes vitales para el porvenir de Venezuela, tales como: 1) ¿Debería una nueva Ley Orgánica del Trabajo incluir derechos de propiedad para los trabajadores sobre los medios de producción (empresas, tierras, bancos) donde laboran y así erradicar la explotación de los patronos?; 2) ¿Habrá garantías de que la campaña de desmejoras contra la clase trabajadora (recorte de salarios y seguridad social) que ocurre en Europa y EEUU no se implementará en Venezuela?; 3) ¿Ante el escandaloso fracaso del neoliberalismo privatizador en el mundo, se respetará que los servicios públicos como salud, educación, alimentación, entre otros, tienen que permanecer bajo control del Estado?; 5) ¿Puede el capitalismo (forma asalariada de la esclavitud) realmente ser "popular"?; y 6) ¿Ante un eventual regreso de la derecha al Gobierno Nacional, se garantizarán los derechos civiles y políticos previstos en la Constitución vigente, la no suspensión de libertades ciudadanas y la no persecución política contra el pueblo como ya ocurrió en buena parte del régimen puntofijista (Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Carlos Andrés Pérez, etc.) y más recientemente en abril de 2002?.

Lo lamentable y dramático para la democracia venezolana es que estas preguntas nunca serán contestadas públicamente por los voceros del oposicionismo nacional; por lo cual será el pueblo de Venezuela quien con su organización política, su desarrollo ideológico y finalmente mediante el sufragio, ejercite su soberanía suprema para resolver acertadamente el destino nacional. De tal dictamen dependerá avanzar a la igualdad social y el verdadero progreso colectivo o recaer en la espantosa trampa del pasado caracterizado por la falsa democracia, la marginación contra los humildes y la masiva violación de los derechos humanos. ¿Podrá Machado embellecer la explotación? 

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