19 agosto, 2015

Algunos "poderosos" creen no necesitar alianzas


Jesús Silva R.

En innumerables ocasiones he apreciado a nuestros propios camaradas favorecer al enemigo de clase como producto de absurdas rivalidades entre hermanos revolucionarios. Por orgullosos y testarudos en la mayoría de nuestros conflictos, nuestros enemigos pudieran decir mañana que hay mayor unidad entre los miembros de FEDECAMARAS  ó la Conferencia Episcopal Venezolana que entre los militantes del chavismo. 

Seguramente esta venenosa afirmación debería alertar a los revolucionarios hacia una profunda autocrítica o más probablemente esto no le importe a quien se sienta poderoso y crea que no necesita alianzas.

Quizás si la Venezuela de hoy fuera la misma de hace 16 años cuando imperaba la plutocracia representada por Ad y Copei, sería más fácil resignarse a la vieja postura política de una izquierda circunscrita a la tarea verse el ombligo y simplemente no desaparecer. 

Seríamos un puñado de rebeldes enfrentados contra el sistema burgués y nuestra sola unión bastaría para justificar unas siglas partidistas, una teoría sin praxis y el porcentaje de un dígito en elecciones tradicionales. Felizmente por ahora no hemos vuelto a ese viejo escenario, ya que con avances y retrocesos, hoy vivimos en tiempos de un gobierno comprometido con el legado revolucionario del recordado Presidente Hugo Chávez y eso se debe seguir impulsando en acciones revolucionarias.

En efecto, 16 años de Revolución Bolivariana nos han permitido la conquista de importantes espacios de poder político que durante décadas nos fueron negados y el reencuentro con un pueblo politizado y sediento de ideología revolucionaria para realizar su liberación. Sin lugar a dudas, que en el marco del "Chavismo", las fuerzas progresistas hemos resurgido de una prolongada depresión política y retomado un importante vigor. 

No obstante, es menester advertir sobre los fantasmas que reaparecen a modo de ciclo en nuestra izquierda, la cual pareciera arrastrar un "esquema divisionista ancestral", pues cada vez que encara escenarios favorables para su avance es cuando más se desentiende, se desconcentra y se divide.

Con los pesares acumulados en más de 20 años de irrenunciable vida marxista, he contemplado el devenir de intachables revolucionarios que sucumben ante la tentación de disputas internas. El personalismo, la inmodestia, el sectarismo, la intolerancia, la incomunicación y la mezquindad frecuentemente han prevalecido por encima de nuestros postulados ideológicos y el interés revolucionario; trátase de antivalores heredados de una sociedad burguesa que ha contaminado la conciencia y la praxis de los más reputados colectivos revolucionarios y sentenciado su fragmentación. 

Hastiados de ver perdidas tantas oportunidades revolucionarias para avanzar e incontables posibilidades de consolidarnos como sólido bloque progresista para construir el socialismo, hemos optado por asumir una militancia revolucionaria comprometida con las bases populares abiertamente divorciada de las "aristocracias de izquierda", las corrientes fraccionalistas y el culto a la personalidad. 

Ni nos identificamos ni permitiremos que nos identifiquen como fichas de ningún grupo, fracción o caudillo, pues nuestra real identidad emanará siempre de nuestra praxis. Al servicio de la unidad política, pagaremos el precio que sea a riesgo de que se nos acuse de profesar el idealismo. 

Enfrentados contra la difamación de quienes dicen militar en nuestra misma filosofía científica, ratificamos nuestro compromiso indeclinable con nuestra esencia marxista chavista y en ese marco histórico reiteramos nuestra voluntad intransigente de luchar para sumar y no restar para defender ese modelo de país contemplado en la vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

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