30 julio, 2020

Tun Tun a quien hable feo en Twitter

Jesús Silva R.

Tun Tun es el toque a la puerta de cualquier venezolano que presuntamente cometa delito por parte de la fuerza pública, a tan sólo horas de ocurrir el supuesto. La Ley contra el Odio ha sido fuente jurídica de orden de aprehensión (antiguo auto de detención) de tribunales a sujetos involucrados en el crimen de incitación al odio previsto en el artículo 20 de dicho texto legal con pena de 10 a 20 años de prisión, es decir, no hay beneficio procesal de medida cautelar de libertad condicional porque la pena pasa de 8 años.

Cuando Hugo Chávez era presidente, un político le mentó la madre en TV. Si eso aconteciera hoy, tun tun le habría caído en minutos al autor del improperio, con base en la joven Ley y habría sido enjuiciado con privación preventiva de libertad, o sea, preso. La condena habría sido segura.

Vivimos tiempos diferentes, ya no hay libertinaje para insultar ni exponer al odio público a altos personajes, tampoco para criticarlos con severidad o versiones no confirmadas. En la televisión no entran dirigentes de Voluntad Popular (el originario) o cualquier otro grupo opositor radical, ni en señal pública ni en privada, quizás porque su discurso es catalogado como golpista o violatorio de la Constitución.

La opacidad política de la TV abrió paso a las redes sociales como ventana de opinión y primicias noticiosas en el país pero también creó espacio para noticias falsas, difamación y campañas de incitación al odio. Facebook, Instagram pero sobre todo Twitter son la maravilla comunicacional de nuestros días pero a la vez sirven para hacer el mal y algunas veces el bien. Los perversos no son estos instrumentos mediáticos que algunos gobiernos (caso Trump y otros) quieren censurar y dominar como pasa con la TV, los perversos son los seres humanos que los usan para delinquir.

Quien suscribe ha sido blanco de la campaña de odio más grande vía redes sociales en la historia de Venezuela y sin embargo rechaza que censuren el medio 2.0 por ser el único medio totalmente libre de control represivo, que aún existe. Lo que debe permanecer es la responsabilidad penal por lo que se dice ya que la libertad de expresión no da licencia para culpar a personas de hechos no comprobados legalmente y quien lo haga deberá responder ante la ley por incitación al odio y otros delitos según sea el caso.

Recientemente opinadores en Twitter han recibido operación Tun Tun en sus casas, por aparentemente incitar al odio contra ciudadanos comunes y contra funcionarios, han sido privados de libertad y enfrentarán juicio penal con garantías del debido proceso constitucional.

Unos llaman a esos señores "presos políticos" porque según se les castiga por oponerse al gobierno y criticarlo públicamente pero otros, sin sesgo político, podemos afirmar jurídicamente que tales individuos si han incurrido, de forma agravada y continuada, en el referido tipo penal (incitación al odio) y esta vez habla la víctima del ataque público, notorio y comunicacional; habla el abogado a secas, no el mentado abogado chavista o abogado madurista como reseñan portales digitales de internet cada vez que lo asocian con hechos jamás comprobados. 

Quien aquí habla, no condena ni bendice a tun tun, sólo pide a las autoridades velar por el respeto a los derechos humanos de los detenidos y a garantizar procesos penales acordes al artículo 49 de la Carta Magna. Que cada quien pague por su crimen.

De igual modo, a los usuarios de Twitter, se les sugiere hacerse responsables de lo que escriben porque atrocidades se han cometido en esa red social como por ejemplo revelar dirección de habitación de un adversario político para instigar a su linchamiento, o inculpar a un inocente con fotomontajes y declaraciones de testigos falsos que luego no ratifican sus afirmaciones frente a un juez en un tribunal. La presunción de inocencia es aplicable a los enemigos, no nació solo para los amigos.

Compatriotas, se vive la era del tun tun y éste no perdona, así que no se caigan a pasiones antichavistas u otras, prohibido hablar feo (o sea, cometer actos penados por la ley) en Twitter porque el Estado los castigará.

14 julio, 2020

Nicmer Evans incitó al odio contra Jesús Silva

Jesus_Silva_R: Soy Chavista y Madurista

Jesús Silva R.

Cuando un grupo de enemigos políticos de Jesús Silva reclutaron a una persona de su extrema confianza y la pusieron a declarar falsamente contra él, ese grupo vivió días de inmensa euforia y triunfalismo prematuro, al considerar que el escándalo causado significaría la muerte política y mediática del personaje pero además su encarcelamiento o un desenlace peor.

Hace ya casi dos años, Nicmer Evans y su medio digital Punto de Corte afirmaban en redes sociales repetidamente que el "abogado madurista" había cometido un hecho punible y con ello lo expuso al escarnio público y al odio. Silva dejó de estar en la televisión venezolana por efectos del escándalo infundado. Otros medios digitales se agregaron a esa noticia falsa y linchamiento sin pruebas. En diciembre de 2019 se repitió la campaña de incitación al odio por el mismo embuste, a pesar de existir un caso legalmente cerrado; siempre usando como técnica (medio de comisión del delito) culpar al jurista chavista de un hecho criminal que hasta la presente fecha no ha sido legalmente comprobado, dicho de otro modo, el mensaje implícito fue "odien al madurista Jesús Silva que cometió violencia".

¿Si la pretendida noticia tenía que ver con violación a derechos humanos, por qué Evans y su pasquín se empeñaban en ponerle el apellido Madurista a cada publicación referida a mi persona? La respuesta es que comunicacionalmente se promovió una asociación entre ser madurista y ser criminal. Eso es incitar al odio contra una persona por su identidad política. Madurista soy y es mi derecho pero lo demás me lo tienen que probar en un tribunal. 

La historia hace justicia, en el presente Nicmer Evans está privado de libertad y enfrenta un proceso penal por incitación al odio contra otras víctimas que tienen más importancia política en Venezuela que este abogado chavista de a pie, les bendigo a esos personeros sus lazos con el poder si ello facilitó activar el aparato de fuerza penal contra un consuetudinario incitador al odio.

Ni Evans ni sus plataformas me dieron derecho de réplica ni presunción de inocencia, a pesar de publicar cientos de veces mi rostro con fotomontajes al lado de una persona golpeada junto con textos que me condenaban culpable sin que yo haya podido defenderme de la mentira ante un juez hasta el día de hoy como lo dicta la Constitución en su artículo 49 (debido proceso). 

Pero yo soy diferente a él, yo soy un madurista magnánimo piadoso, y pido que al incitador al odio le garanticen su vida, integridad física, debido proceso y derecho a la defensa en un juzgado penal.

Soy diferente, sigo siendo revolucionario aunque no me den un cargo político e incluso ante el silencio de "camaradas" frente a la promoción de odio político contra mí en redes sociales y a la controversial evolución y retardo procesal de una denuncia falsa que no ha sido ni será comprobada pero que sirvió eficazmente como excusa para procurar mi exterminio físico, moral, laboral y profesional en el país. Dice un vallenatero famoso "me quieren acabar pero no han podido". 

Cierro citando la ley contra el odio para evidenciar que Nicmer Evans presuntamente desarrolló contra mí la conducta descrita en el artículo 20 ya que difundió públicamente que yo cometí una conducta delictuosa y socialmente despreciable sin haberse nunca demostrado tal hecho; de igual modo Nicmer habría incurrido en la circunstancia agravante del artículo 21 pues cada vez que mostraba mi imagen en sus fotomontajes me catalogaba como el madurista, lo cual invitaba a qué se me odiara adicionalmente por mi afecto y devoción al Presidente Nicolás Maduro, su combinación en titulares de prensa fue el madurista maltratador, el abogado madurista golpeador y etc. Mis respetos al señor Evans como ser humano y espero que tenga un juicio penal justo. Triste es la vida de los que traicionan su ideología por la rabia visceral de no recibir un cargo burocrático y ser menospreciados en altas esferas. Su devoción a Guaidó, ratificada al momento de su detención, no será un amor correspondido. Cito ley contra el odio, textualmente:
Delito de promoción o incitación al odio
Artículo 20. Quien públicamente o mediante cualquier medio apto para su difusión pública fomente, promueva o incite al odio, la discriminación o la violencia contra una persona o conjunto de personas, en razón de su pertenencia real o presunta a determinado grupo social, étnico, religioso, político, de orientación sexual, de identidad de género, de expresión de género o cualquier otro motivo discriminatorio será sancionado con prisión de diez a veinte años, sin perjuicio de la responsabilidad civil y disciplinaria por los daños causados.

Agravante por motivos de odio e intolerancia
Artículo 21. Será considerado como un agravante de todo hecho punible que sea ejecutado o incrementado por motivo de la pertenencia, real o presunta, de la víctima a determinado grupo racial, étnico, religioso o político, así como por motivos de género, orientación sexual, identidad de género, expresión de género o cualquier otro motivo discriminatorio. En estos casos la sanción aplicable será el límite máximo de la pena establecida para el hecho punible correspondiente.

02 julio, 2020

Walter Martínez debe callar y renunciar


Is Radio's Future Going “Off-Air?”

Jesús Silva R. 

Legalmente, VTV no está obligado a transmitir Dossier aunque Walter Martínez tenga un contrato. Es más, VTV puede dar por terminado el contrato cuando le de la gana sin dar justificación porque es un canal del Estado y el espectro radioeléctrico es un bien público administrado por el gobierno a través de los entes respectivos: ministerio de comunicación, Conatel, VTV, etc. 

El derecho de un trabajador de la TV, o de cualquier otra área, está por debajo de la potestad del estado de dirigir el espectro radioeléctrico porque el mismo es de interés nacional, de carácter estratégico y compromete la seguridad del Estado. Más aún con un vigente decreto presidencial de emergencia. 

Dicho esto, queda claro que nadie tiene un argumento jurídico, ni una norma constitucional, ni legal que lo ampare para exigirle al Estado que lo ponga o restituya en un programa de televisión. Por lo tanto, pretender tal restitución, sólo puede atribuirse a una total ignorancia del Derecho o peor aún, al dolo. (Quiero creer en la primera hipótesis). 

Lo único jurídicamente exigible (lo que se puede reclamar) es el pago de sueldo y/o indemnización según los términos del contrato preexistente. Si el trabajador afectado actúa de buena fe y con sensatez, procederá por los canales regulares, tales son: primero la conciliación con el ente contratante, y, a falta de acuerdo, la inspectoría del trabajo y los tribunales laborales. 

Esta clara y contundente aclaratoria jurídica la publico como Doctor en Derecho Constitucional, ex consultor jurídico general del ministerio del trabajo, ex inspector nacional del trabajo pero sobre todo como abogado revolucionario históricamente parcializado al interés de los trabajadores. 

Políticamente, yo no puedo exigirle a los altos funcionarios del gobierno que me quieran, que me valoren, que aprecien mi trabajo y tomen en cuenta mis aportes al interés nacional, al proceso bolivariano y a la defensa de la patria. No puedo molestarme ni amargarme si ellos no ven el valor agregado que se deriva de mi labor, inclusive si dan crédito a groseras calumnias en mi contra o hechos no comprobados. 

La alta burocracia tiene la absoluta potestad de escoger a sus amigos, a sus colaboradores y a sus empleados. Y aunque sus decisiones en esta materia no nos parezcan las mejores, ni las más justas, ni las más meritocráticas, ni provistas de agradecimiento; esas son las decisiones del alto poder revolucionario y la potestad del Estado (jerarquía) no se discute, salvo impulsando una nueva Constitución o apoyando un cambio de poder. Cuidado con lo último. Leales siempre, traidores nunca. 

Hablo aquí en primera persona y me pongo como ejemplo, aprovechando mi condición de ex productor y ex conductor de un exitoso programa de televisión nacional, lo hago así, para no herir la sensibilidad de terceros. Son muchas las cabezas que han rodado recientemente en la TV y la semejanza de los casos llama poderosamente la atención. Pero ello será tema de otro análisis. 

Yo salí de la TV sin oponerme y sin protestar, incluso sacrificando mi derecho constitucional a la presunción de inocencia por lealtad al gobierno revolucionario. Acepté las consecuencias de un escándalo mediático que se usó como "presunción de culpabilidad" basado en un hecho nunca comprobado y que más bien fue falsamente fabricado para sacarme del espacio mediático y político, ya que por varios años se intentó frenéticamente apartarme del camino pero ninguna de las tantas de bajezas intentadas, prosperaron. 

Estuve en el ojo del huracán televisivo, colaboré a la causa chavista sin esperar premio ni reconocimiento del alto poder, todo lo hice por amor al pueblo de a pie y por ese pueblo me sentí amado. Tengo paz sin estar en TV y hago revolución desde otros escenarios. Pasé por todos los canales de TV y fueron miles de mensajes recibidos, cumplí un ciclo mediático que me satisfizo, nunca creí poder durar tanto al aire porque sabía de mi carencia de apoyo político fuerte, la misma situación que Walter Martínez vive hoy cuando denuncia repetidamente en Twitter y videos que se le niega acceso físico a su antiguo sitio de trabajo. 

Humanamente, me permito darle un consejo, señor Walter Martínez, justificado en que una vez usted me mandó un e-mail opinando sobre mi desempeño como figura pública. Le digo: puede gustarme o no gustarme su programa, su omnipresente teleprompter, o lo que sea, pero por mi ética socialista, yo jamás haré leña de un árbol caído, por esto, respetuosamente le recomiendo que deje de tuitear imprudencias que son "autogoles", cese su protesta visceral en redes sociales y sus acusaciones no comprobadas contra altos funcionarios de la Patria. 

Le sugiero callar y renunciar al espacio mediático, tal acto de desprendimiento lo reivindicará ante la historia. Le aconsejo total resignación a la voluntad del Estado de que Dossier no esté en pantalla, por su propio bien (yo sé muy bien lo que le digo) no le regale a sus potentes enemigos (ante ellos, usted es políticamente minúsculo) una excusa perfecta para que lo tachen de contrarrevolucionario y ególatra, o que le infiltren a sus íntimos y los usen en su contra. 

No le facilite a esas potencias que lo "aplasten", ya no sólo mediática y laboralmente como usted mismo ha denunciado haber sido "aplastado", si no que ahora ejecuten su "aplastamiento" como persona en todos los ámbitos de su vida. 

Sálvese, quede usted en la historia de la TV como un valioso colaborador del internacionalismo revolucionario que mansamente pasó a retiro en circunstancias polémicas, que así lo recuerde el pueblo de a pie. Piense que podrá servir a la revolución desde otra trinchera. 

En definitiva, nadie nace con un programa de TV debajo del brazo. En la revolución, todos somos necesarios pero nadie es indispensable. Una sola pregunta: Walter Martínez ¿dónde estuvo su protesta pública cuando censuraron o botaron a otros colegas?